7 de febrero de 2023 (EIRNS) — El reciente terremoto doble acaecido en el sur de Turquía y el noroeste de Siria es una terrible catástrofe que está generando una oleada de emoción y empatía en todo el mundo. Es probable que la situación empeore debido a las previsiones meteorológicas de temperaturas extremadamente bajas en toda la región, lo que provocará que edificios debilitados por el frío y las heladas se derrumben, por no hablar de las consecuencias inmediatas para niños, mujeres y hombres que lo han perdido todo. 

El tiempo apremia. Acogemos con satisfacción la respuesta internacional; de hecho, hay varios países que ya han ofrecido su ayuda a las poblaciones afectadas por los terremotos. Dicho esto, es difícil aceptar que la misma catástrofe tenga un impacto humano muy diferente a uno y otro lado de las fronteras de Turquía y Siria. En la parte de Siria, esta tragedia afecta a una población duramente golpeada por años de guerra y sanciones impuestas por Estados Unidos y otras naciones. 

Esta situación nos confronta, como naciones occidentales, a nuestra responsabilidad de defender los valores que decimos encarnar. ¿Vamos a seguir imponiendo las medidas que sabemos muy bien que han provocado sufrimientos, desgracias y muertes inimaginables de inocentes? ¿O vamos a tomar finalmente la decisión de levantar esas sanciones asesinas? ¿No sabemos, después de imponerlas por tantos años, que el arma de las sanciones sólo perjudica al pueblo? 

Es hora de que los mandatarios occidentales recuperen un mínimo de fibra moral, y tomen esta tragedia como la oportunidad para levantar definitivamente todas las sanciones contra Siria y, a partir de entonces, organizar la reconstrucción del país con quienes estén decididos a contribuir a ello.

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