El fin de la era de la locura nuclear
3 de octubre de 2024 (EIRNS) — El mundo se encuentra ahora al borde de una guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia que se detonaría no sólo en el teatro de Ucrania, sino también en el sudoeste de Asia.
El miércoles 2 de octubre se reunió el gabinete israelí para analizar que represalias tomarán contra los ataques con misiles de Irán del 1º de octubre. Más tarde ese mismo día, la oficina del Primer ministro Benjamin Netanyahu anunció que hablaría a última hora del miércoles con el Presidente Joe Biden, para coordinar las próximas medidas a tomar. Antes, el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, había advertido que habría “graves consecuencias” para Irán y que Estados Unidos “trabajará con Israel”. El comentarista del Financial Times de Londres, jefe de redacción de asuntos internacionales, Gideon Rachman, escribió con satisfacción: “Eso suena siniestramente como una amenaza de acción militar conjunta estadounidense-israelí contra Irán”, posiblemente contra el programa nuclear de Teherán.
Con satisfacción, porque el plan del “Gran Juego” de Londres durante años ha sido utilizar a Israel como peón para arrastrar a Estados Unidos a una guerra total contra Irán, que entonces haría arder en llamas todo el sudoeste de Asia. El peligro resultante de una escalada hacia un conflicto termonuclear a gran escala entre las superpotencias no debería necesitar explicación: Israel es una potencia nuclear e Irán, que se unió al BRICS en 2024, también está a punto de firmar un “Acuerdo Integral de Asociación Estratégica” con Rusia, aprobado personalmente por el Presidente Vladimir Putin a mediados de septiembre de este año.
La oligarquía británica no es sutil en sus “pronósticos” sobre lo que esperan que ocurra a continuación en el sudoeste asiático. El 30 de septiembre la revista británica The Economist informó: “Luego de la decapitación de Hezbolá, Irán se podría apresurar hacia una bomba nuclear... Estados Unidos e Israel llevan mucho tiempo prometiendo que no se permitirá a Irán construir una bomba. Israel, en particular, parece disponer de información detallada sobre el avance del programa nuclear iraní. Si detectara señales de que Irán está cruzando un umbral, bien podría atacar las instalaciones nucleares iraníes”.
El 1º de octubre The Economist continuó: “El ataque iraní en curso... da a Israel la justificación para hacer frente a la amenaza nuclear de Irán”.
Y la anglófila organizacion estadounidense Heritage Foundation publicó el 1º de octubre un informe titulado “Irán se acerca a un estallido de armas nucleares: ¿Qué significa esto para Estados Unidos?”, en el que se alega que “Estados Unidos debe equipar y capacitar a sus socios y aliados regionales para enfrentarse a Irán... y, si es necesario, desarrollar y mantener las capacidades necesarias para destruir las capacidades nucleares de Irán”.
¿Adónde llevan estos escenarios? A la guerra nuclear.
Un segmento significativo del Washington oficial es muy consciente del hecho de que la trayectoria de la actu política para el sudoeste asiático (por no hablar de Ucrania) se volverá rápidamente nuclear, si se continúa. El Nonproliferation Policy Education Center (Centro Educativo sobre Política de No Proliferación Nuclear) informó sobre los juegos de guerra entre Irán e Israel que se realizaron a finales de 2023 (con 35 participantes entre personal republicano y demócrata del Congreso; funcionarios y analistas del poder ejecutivo estadounidense; destacados académicos; expertos en seguridad nacional y de grupos de peritos sobre Oriente Medio; y personal militar estadounidense) que constataron que todos los escenarios “se volvían rápidamente nucleares”.
Y, sin embargo, mantienen el rumbo. De hecho, la primera pregunta formulada en el debate entre los candidatos a vicepresidente de Estados Unidos del 1º de octubre estaba diseñada para alinear a ambos candidatos tras la política de Londres de orquestar un ataque conjunto estadounidense-israelí contra el programa nuclear iraní. Ni J.D. Vance (compañero de fórmula de Donald Trump) ni Tim Walz (compañero de fórmula de Kamala Harris) cuestionaron esta política.
No así el Instituto Schiller de Helga Zepp-LaRouche, que tuvo el 2 de octubre una conferencia internacional en línea con los mejores expertos de ambos lados del Atlántico para analizar el tema “Un paso más cerca del armagedón nuclear: Alemania necesita una nueva arquitectura de seguridad”. Invitamos a los lectores a ver la totalidad de las extraordinarias presentaciones (con interpretación al español) y a estudiar los planteamientos de Zepp-LaRouche y los principios subyacentes para eliminar el peligro de guerra, no mediante una escalada de terror cada vez más aterradora —como en la doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada (siglas en inglés MAD: “locura”) de Kissinger— sino con un nuevo paradigma de desarrollo universal.
En febrero de 1982, Lyndon LaRouche abordó la locura de la doctrina MAD en un breve artículo titulado An End to Mutually Assured Destruction (El fin de la destrucción mutuamente asegurada):
“Así, durante un cuarto de siglo, la población del mundo ha vivido bajo el terror perpetuo de una guerra termonuclear intercontinental siempre a punto.... La peor característica de la doctrina kissingeriana de locura (MADness) es la falsa suposición de que las consecuencias conocidas de la guerra termonuclear son suficientes para evitar que cualquier superpotencia lance realmente un ataque termonuclear general. Esta obsesión con la locura de MAD ha llegado tan lejos como para fomentar la doctrina de que Moscú toleraría un asalto nuclear limitado, basado en Europa, contra la propia Rusia sin desatar una andanada termonuclear general contra el territorio continental de Estados Unidos.
“Las consecuencias de una guerra termonuclear son una disuasión impresionante. Es falso hasta el absurdo suicida, suponer que el efecto disuasorio es una disuasión absoluta... Cualquier superpotencia lo haría si creyera que no lanzar tal andanada significaría la destrucción política asegurada de su patria....
“Si el gobierno de Estados Unidos continúa su adhesión a las políticas monetarias puestas en marcha en agosto de 1971, o peor aún, a las políticas monetaristas de Volcker del momento actual, la mayor parte del mundo ya se está sumergiendo en las profundidades de una nueva depresión general mucho más profunda, más prolongada y cualitativamente más devastadora que la depresión económica que precedió a la guerra de 1939-45....
“A menos que Estados Unidos cambie drásticamente su actual política monetaria y militar, la catástrofe termonuclear nacida de la locura kissingeriana amenaza con convertirse en el tipo de guerra que nadie deseaba creer que pudiera ocurrir realmente.
“A medida que nos acercamos a este período temprano de crisis aguda, es urgente que el gobierno de Estados Unidos esté preparado para proceder tanto desde las políticas monetarias como desde las políticas militares fundamentalmente diferentes de las tendencias políticas que han dominado cada vez más nuestra formulación de políticas en los últimos 15 años”.
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