Una semana para hacer buena historia
19 de octubre de 2024 (EIRNS) — Esta próxima semana de nuestras vidas puede ser una de las más decisivas que haya vivido la humanidad. Está la próxima conferencia del BRICS en Kazán, Rusia, del 22 al 24 de octubre, y a la que asistirán los mandatarios de 24 países, así como el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y al menos otros 26 países que han solicitado su adhesión; está la Conferencia anual del Fondo Monetario Internacional en Washington, que tendrá lugar exactamente al mismo tiempo (del 21 al 26 de octubre); está la reunión organizada por los candidatos independientes de LaRouche José Vega y Diane Sare el 26 de octubre, “Construir un coro de paz contra los engendros de la guerra”; y hay acontecimientos, aún desconocidos, que sin duda se desarrollarán en los próximos siete días.
¿Lanzarán los israelíes ataques contra Irán, Líbano, Gaza, Siria? ¿Veremos el cierre de otras agencias de noticias, como ocurrió con Sputnik el 15 de octubre? ¿Habrá un anuncio de que Ucrania tiene la intención de “ir por libre y desarrollar un arma nuclear”, lo que Ucrania afirma ahora que es capaz de hacer? ¿Habrá acciones o propuestas decisivas sobre Gaza, Ucrania o la reforma económica del Sur Global, en el contexto de la reunión del BRICS?
Los ingenuos podrían afirmar que “el ritmo de los acontecimientos parece haber aumentado radicalmente”. Sin embargo, la Historia no se rige por los acontecimientos, sino por los principios. Por eso a menudo resulta tan desconcertante para la “gente práctica” y para los oportunistas. De hecho, lo que está ocurriendo ahora, en nuestro tiempo, es un cambio fundamental, cuyas huellas señaló el Presidente de Rusia Vladimir Putin en las declaraciones que dio ayer ante el Foro Empresarial del BRICS, previo a la inauguración de la cumbre del BRICS. “El PIB total de la asociación [BRICS] supera los 60 billones de dólares, y su participación global en el PIB mundial sobrepasa fácilmente la del mentado G7, y sigue creciendo... En 2023, nuestro grupo de países representará el 37,4%, mientras que el G7 [representaba] el 29,3%. La brecha está aumentando y seguirá creciendo; esto es inevitable. Esta tendencia es absolutamente lógica”.
Esto significa que, por primera vez en 500 años, las naciones que Henry Kissinger declaró una vez que no hacen historia (“La historia no se hace en el Sur”, es la infamia que declaró una vez) son ahora físicamente, tan o más poderosas que las naciones del G7, formado por Canadá, Japón, Alemania, Italia, Francia, Reino Unido y Estados Unidos. En términos de sus capacidades de producción, y por tanto de su densidad de población relativa potencial, el Sur Global tiene en este momento un potencial mayor que los del sector transatlántico. Es cirto todavía que si el sector transatlántico experimentara un cambio fundamental en sus axiomas imperiales, un “giro moral”, por así decir, podría volver a ocupar una posición de liderazgo en el mundo; por desgracia para todos los implicados, no parece haber peligro alguno de que eso ocurra, al menos por parte de las fuerzas dominantes.
La perspectiva humana necesaria, sin embargo, para reactivar las economías transatlánticas, está presente, y públicamente, en las candidaturas independientes de la candidata al Senado de Estados Unidos, Diane Sare en Nueva York, el candidato al Congreso de EU José Vega en el Bronx (CD15), y algunas otras candidaturas independientes nacionales que ahora trabajan para poner fin a la amenaza de una guerra termonuclear. Esto no quiere decir, sin embargo, que la política de Estados Unidos y sus elecciones per se sean el factor más decisivo. Como Helga Zepp-LaRouche observó en sus comentarios en la 72ª reunión consecutiva de los viernes de la Coalición Internacional por la Paz:
“La verdadera razón por la que esto está llegando a un punto crítico no está sólo en el calendario de las elecciones estadounidenses... sino obviamente también porque el sistema financiero del mundo transatlántico está en pésima forma. Quieren impedir por todos los medios que surja un nuevo sistema; pero eso es exactamente lo que está ocurriendo. El ex vicepresidente del Nuevo Banco de Desarrollo Paulo Nogueira Batista, acaba de volver a decir en una entrevista que el FMI es irreformable... Por ello, Nogueira insiste en que es necesaria una nueva arquitectura financiera internacional; una nueva moneda de reserva...”.
Aunque el acuerdo entre las naciones BRICS no es, ni mucho menos, unánime en estas cuestiones, el mero hecho de que el debate sobre la creación de una nueva alternativa seria al FMI vaya a tener lugar, exactamente en el momento en que el Fondo Monetario Internacional se reunirá en Washington, D.C., revela las dos nociones diferentes de progreso humano que están en contienda, y en realidad esa es la disputa en Ucrania y en el sudoeste asiático. Sin embargo, como ha señalado Helga Zepp-LaRouche especialmente en sus Diez principios para una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo, no hay manera de que surja un nuevo sistema mundial que no incorpore con éxito a la población del sector transatlántico. La perspectiva maltusiana expresada en las guerras de despoblación en el sudoeste de Asia, en Ucrania, y en interrupciones periódicas, como la destrucción de Libia, debe ser derrotada en la esfera de la OTAN.
Las tasas negativas de crecimiento demográfico, que caracterizan a todos los países de ese sector, son la huella de la desesperación y el nihilismo que ha producido la cultura de la unipolaridad. En contraste, consideremos el optimismo de la respuesta que da la candidata Diane Sare, a una pregunta de un periodista de la publicación india South Asian Herald: “En lugar de desarrollar tecnología avanzada para la guerra, deberíamos colaborar con países como la India, que tiene un programa espacial muy audaz y gradúa a miles de ingenieros y científicos... Recuerdo muy bien cuando India estaba trabajando en una de las órbitas de Marte, cómo todo el mundo estaba tan entusiasmado. Había un enorme optimismo. Une a la gente y la ennoblece, crea una especie de amor por la humanidad, y creo que esto es lo que necesitamos restaurar urgentemente en Estados Unidos”.
Sí, hay genocidio en Gaza. Sí, el asesinato como modo de sustitución de la diplomacia es ahora una práctica generalizada y aceptada. Sí, el payaso loco ucraniano Zelenski amenaza ahora con “volverse rebelde” y construir un arma nuclear. Pero eso no significa que tengamos que permitir que esta perspectiva maligna sea la nuestra, ni permitir que oprima al mundo. La diplomacia basada en soluciones de los Diez Principios es el enfoque más revolucionario que existe, ya que exige que se adopte la idea de que la humanidad es fundamentalmente buena, y fuente de riqueza, como única base eficaz para la paz.
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