"Nyet" a la guerra nuclear; "Sí" a una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo
20 de octubre de 2024(EIRNS) — El Presidente de Rusia, Vladimir Putin, dejó perfectamente claro el viernes 18 de octubre lo que está en juego en el conflicto de Ucrania. Cuando le preguntaron por la declaración del Presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, de que Ucrania exige o el ingreso en la OTAN o armas nucleares, Putin respondió, con una mirada de convicción y animadversión que casi no necesita palabras: “Bajo ninguna circunstancia Rusia permitirá que eso ocurra”. (http://http://en.kremlin.ru/multimedia/video, timestamp 1:13:30).
La pura verdad es que el anuncio de Zelenski de su “Plan de Victoria” carece de sentido, y ninguna fanfarronada o bravuconada cambiará la situación tácita que existe desde hace más de dos años. Es decir, Ucrania nunca podrá ganar esta guerra, y, o bien sus controladores en Occidente aceptan la derrota y una solución negociada, o bien su continua exigencia de que Rusia sea derrotada conducirá a una guerra nuclear mundial. Esto es, en efecto, lo que Zelenski exige ahora, ya que todo su “plan” gira en torno a la incorporación de Ucrania a la OTAN y, por lo tanto, al paraguas nuclear estadounidense para su enfrentamiento kamikaze con Rusia. Mientras esto no se rechace, el mundo estará al borde de la catástrofe. ¿Se darán cuenta de ello los dirigentes occidentales antes de que sea demasiado tarde?
Para subrayar esa realidad, actualmente se están llevando a cabo dos grandes maniobras militares de la OTAN y de Estados Unidos que se perciben claramente como un mensaje dirigido a Rusia y a otros "adversarios".
Del mismo modo, la muerte del líder de Hamás, Yahya Sinwar, en Gaza, aunque ha sido considerada por Estados Unidos como un importante "punto de inflexión", no ha contribuido en absoluto a desescalar el conflicto en la región. Entre las reuniones de esta semana con los dirigentes europeos para hablar de un mayor apoyo a Ucrania, el Presidente Biden encontró tiempo para llamar a Benjamin Netanyahu para “felicitarle” por la muerte de Sinwar, y salir con el cuento de que ahora hay la “oportunidad” para liberar a los rehenes y poner fin a la guerra. Sin embargo, mientras se hacían estas floridas declaraciones, Netanyahu también prometía aumentar la ofensiva israelí en Gaza y Líbano, y ahora parece estar imponiendo un asedio militar total al norte de Gaza.
Añádase a esto el hecho de que Israel está prometiendo lanzar un nuevo gran ataque contra Irán, justo cuando 100 soldados estadounidenses llegaron a Israel, supuestamente para defender y operar un sistema estadounidense de defensa antimisiles THAAD.
Ya no hay lugar para medias verdades, consignas fantasiosas y retórica blandengue. El mundo ha llegado a un punto crítico en el que sólo un nuevo sistema, un cambio en la forma de pensar y de interactuar entre las naciones, puede evitar que uno de estos conflictos latentes, o ambos, se conviertan en una conflagración que acabe con la civilización.
Aunque la situación actual no tiene precedentes en cuanto a su alcance, en la historia moderna ya se han producido otros cambios de mentalidad. Pensemos, por ejemplo, en el Tratado de Westfalia, que puso fin a la sangrienta Guerra de los Treinta Años en Europa. Los artículos iniciales del Tratado decían así:
"Artículo I: Debe regir una paz cristiana, general y permanente, y una amistad verdadera y honesta... Esta paz debe ser tan honesta y vigilada tan seriamente y alimentada que cada parte promueva la ventaja, el honor y el beneficio de la otra... Debe renovarse la vecindad y florecer por la paz y la amistad, y de nuevo volver a florecer. [Énfasis añadido].
"Artículo II: En ambos bandos, todo debería ser olvidado y perdonado para siempre... En este sentido, el hecho de que todos y cada uno, de un bando y del otro, tanto antes como durante la guerra, cometieron insultos, actos violentos, hostilidades, daños y lesiones, sin consideración de personas ni de resultados, se debe dejar de lado por completo, para que todo, cualquier cosa que uno pudiera exigir a otro bajo su nombre, sea olvidado hasta la eternidad".
Los términos de esta paz siguieron elaborándose durante los años siguientes, pero el tratado sirvió de base inicial, el cambio de mentalidad, que sentó las bases para que el acuerdo tuviera éxito. Al afianzar la idea de que la paz requiere del “beneficio del otro”, se transformó la anterior dinámica de venganza.
Un principio similar podría ponerse en práctica hoy en día. Se debe crear ya una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo, que tenga en cuenta los intereses de todas las naciones y los onerosos fracasos del sistema neoliberal actual, para allanar el camino hacia un futuro para la especie humana.
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