Misiles hipersónicos, amor rudo y polifonía
26 de noviembre de 2024 (EIRNS) — Han pasado cinco días desde que Rusia dio su inesperada respuesta a la última escalada de Occidente. Se suponía que el lanzamiento de misiles estadounidenses ATACMS, apuntados y guiados por fuerzas estadounidenses, contra el territorio ruso indiscutido la semana pasada formaba parte de un juego preestablecido, en el que los geopolíticos habían calculado que podrían dar el siguiente paso para degradar y doblegar a Rusia. Después de todo, según su razonamiento, se puede seguir aumentando la presión sobre Rusia y nunca se llegaría a un intercambio nuclear, porque lo perderían todo. Pero Rusia no lanzó una bomba nuclear, sino un nuevo misil hipersónico de notable precisión, que de hecho podría haber transportado una bomba nuclear.
El Presidente de Rusia Vladimir Putin ha sido abierto y franco desde hace años que su enfoque en una respuesta asimétrica a la amenaza militar de la OTAN, cada vez más cerca de la frontera de Rusia, implicaba nuevos tipos de misiles contra los que los actuales sistemas de misiles antibalísticos de la OTAN no podrían defenderse. ¿Por qué no se tomó en serio? ¿Por qué, en cambio, se dedicaron montones de dinero y esfuerzos a contrarrestar la supuesta amenaza rusa en el “espacio de la información” y la supuesta manipulación tortuosa de los rusos a los crédulos votantes estadounidenses?
La fea verdad es que el cínico mundo occidental ya no cree en nuevos principios físicos, en el trabajo científico real, en la creatividad humana. Cree en la magia, donde el sistema del dólar y sus instituciones financieras son la cola que mueven las masivas apuestas en los “derivados financieros”. Esa adicción es un verdadero desastre estratégico.
Hoy, después de cinco días en los que agarraron a Occidente con la guardia baja, y cinco días en los que se le ha trabado la lengua, el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Ryabkov, lanzó el frío y duro mensaje: Rusia tiene, por ahora, el único sistema de misiles hipersónicos desplegable, por lo que la necesidad de tratar de ganarse a Occidente para una deliberación razonable sobre una arquitectura de seguridad ya no es su única opción. Declaró: “Ha llegado el momento de seguir aplicando la persuasión y algunos argumentos, pero la práctica demuestra que no tienen el efecto adecuado, por lo que se necesitan medios más poderosos”. Luego se refirió al exitoso despliegue del misil Oreshnik el 21 de noviembre como ejemplo de lo que ahora confiarán para la disuasión.
Llámenlo la “brecha hipersónica” o simplemente una gran bofetada en la cara, pero el cinismo occidental, esa enfermedad del alma, ha dejado al llamado hegemón “unipolar” de Londres-Washington expuesto a desastres tanto militares como financieros.
La buena noticia es que Moscú no incluyó una bomba nuclear en el ataque del 21 de noviembre. Más bien, Putin anunció abiertamente y con franqueza, el 7 de noviembre en el Club de Debates Valdai, su enfoque polifónico al arte de gobernar. Si uno escucha con atención, eso significa que piensa que hay un valor fundamental en las voces que difieren de la suya (como el Renacimiento de Europa y el anticolonialismo de Estados Unidos) que es real, independientemente de si los europeos o los estadounidenses se han desviado de su identidad positiva. Así que, en lugar de reunir sus superarmas para obtener ventaja en una guerra nuclear preventiva, envió una muestra de lo que han logrado. Llámenlo amor rudo, pero es lo que subrayó Ryabkov.
Era mejor que no pasaran otros cinco días con los mandatarios de Occidente con la lengua trabada. ¿Cómo hacer que encuentren su verdadera voz? Hoy ha habido un pequeño pero curioso ejemplo, cuando la alemana Angela Merkel (que ha pasado 16 años como jefa de Estado farfullando bastante hipocresía y tapaderas) ha afirmado claramente que Rusia tiene muchas armas nucleares y que la misión central ahora es tomar las medidas que sean necesarias para evitar una guerra nuclear.
¿Qué medidas son necesarias? El camino se expresa en el comunicado de prensa de hoy del Instituto Schiller, sobre el nuevo folleto que acaba de publicar en el que demuesta que el camino hacia la paz es el desarrollo económico. EL folleto muestra que mediante el desarrollo económico verdadero, para crear miles de millones de nuevos empleos productivos en el mundo, se acabaría la emigración forzada y los desplazados por las guerras a las que se pondría fin. Este es el eje de las deliberaciones para los próximos once días, para hacer de la conferencia internacional del 7 y 8 de diciembre un punto de inflexión, en realidad, un éxito polifónico, el único tipo de arma capaz de desarraigar la enfermedad del alma que está en la raíz de los desastres estratégicos. Para ello, hay que trabajar. Eso podría empezar, en Estados Unidos, dando las gracias apropiadas por la necesaria y gozosa tarea que tenemos ante nosotros.
Está claro que los pioneros peregrinos, junto con los padres fundadores de Estados Unidos, sabían que el mundo no podía ir dando tumbos, sufriendo la falta de un verdadero desarrollo. Quizá sea hora de rendirles el debido homenaje este próximo Día de Acción de Gracias.
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