Los especuladores desatan la guerra financiera contra Brasil y exigen mayores recortes del gasto
1º de diciembre de 2024 (EIRNS) — El ministro de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad, se dirigió a la nación el 27 de noviembre (tras el cierre de los mercados) para exponer el paquete de recortes del gasto propuesto por el gobierno, que desde hace tiempo exigen los financieros, nacionales e internacionales. El núcleo de las 13 medidas propuestas consiste en limitar la tasa de aumento del salario mínimo, una medida que reduce automáticamente la mayoría de las prestaciones de la seguridad social porque su tasa de aumento está ligada a la del salario mínimo; endurecer las condiciones para las pensiones militares; elevar las condiciones para acceder al bono salarial del gobierno para los pobres; además de varios otros topes de gasto. Haddad calcula que las medidas recortarán el gasto público en 70.000 millones de reales (unos 11.800 millones de dólares) en los próximos dos años.
Para mitigar el impacto político de estas medidas, Haddad anunció en el mismo discurso la reforma fiscal propuesta por el gobierno. Esa reforma propone reducir o eliminar por completo los impuestos sobre la renta que pagan los brasileños más pobres. Actualmente, las personas que ganan hasta R$2.640 por mes están exentas; el gobierno propone extender la exención a aquellos que ganan hasta R$5.000 mensuales, una medida que beneficiaría a 36 millones de personas, según el diario Valor Econômico de O Globo. El gobierno propone cubrir la pérdida de ingresos con el aumento de impuestos a los ricos.
Los financieros, sin embargo, decretaron inaceptables los dos paquetes. Cuando los mercados abrieron el jueves 28 de noviembre, el valor de la moneda se precipitó a la baja, sumándose a la devaluación del 19% que el real ya había sufrido este año. Al unísono, los especuladores amenazaron con que, a menos que el gobierno adoptara recortes más drásticos y desechara su plan fiscal, el Banco Central debería subir las tasas de interés otro 1% el 11 de diciembre, en lugar del aumento previsto del 0,25% al 0,5%, y endurecer el crédito. Si el Banco Central no lo hace, los “mercados” harán bajar aún más el valor del real, según anunció el diario de la casta dominante O Estado de São Paulo. La tasa de interés de referencia de Brasil, la SELIC, es ya de la friolera del 11,25%; un aumento tan brusco paralizará aún más la economía productiva.
Esta lucha no ha hecho más que empezar. Los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, Arthur Lira y Rodrigo Pacheco (ambos de partidos de la oposición) saltaron a la palestra y declararon que el Congreso se centrará en aprobar recortes del gasto, y sólo después de eso, tal vez, retomarán la propuesta de reforma del impuesto sobre la renta. Y el ministro de Hacienda Haddad aseguró al grupo de presión de la banca, Febraban, el viernes 29 de noviembre, que los recortes propuestos “no son el gran final de lo que tenemos que hacer”. Juró que el gobierno seguirá comprometido con la política de recortar el “déficit presupuestario primario”. Eso significa que se puede recortar todo excepto el pago de la deuda. Los sucesivos gobiernos anteriores de Brasil han aceptado ese esquema que hace sacrosantos los pagos de la deuda, al excluirlos de los cálculos del “déficit primario”, como es común en todos los países suejtos a las condiciones del Fondo Monetario Internacional.
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