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Nuestra cita con la Historia

12 de febrero de 2025 (EIRNS) — Les guste o no, el mundo se enfrenta hoy a una situación tan inequívoca desde el punto de vista moral, en el caso de Gaza, como la del incidente del barco MS St. Louis en mayo de 1939, antes de la Segunda Guerra Mundial. Más de 900 refugiados judíos de la Alemania nazi, pasajeros de ese malhadado transatlántico, buscaron asilo y refugio en Cuba, Estados Unidos y Canadá, pero se les negó. Se vieron obligados a regresar a Europa. Aunque algunos encontraron refugio en Bélgica, Francia, etc., aproximadamente una cuarta parte de las personas que iban a bordo fueron asesinadas posteriormente en los campos de concentración. Se le llamó “el viaje de los condenados”, pero ¿quién los condenó? ¿Cuál fue su crimen? ¿Por qué no les salvaron la vida?

Ahora, mientras se desenvuelve la tragedia para miles de palestinos, de los cuales al menos la mitad son niños que nacieron después del 2007, cuando Hamás desalojó militarmente del poder a la Autoridad Palestina, ellos están condenados, y son los hijos de los condenados, de los 2 millones de condenados, a quienes ahora todos se refieren simplemente como "Hamás". “Nacidos para la condenación”, estos niños, y otros, están “predestinados” a sufrir y morir, parece decir el mundo todos los días, porque nacieron en el momento y lugar equivocados. Desde la declaración del cese al fuego, cada día mueren al menos seis palestinos, y decenas más resultan heridos o lesionados por otros motivos. “No es nada personal, por supuesto; es sólo su destino”.

Mientras que el mundo habla y los gobiernos discuten, cientos de palestinos más están condenados a morir por falta de medicinas, alimentos y agua. Este sábado 15 de febrero, la guerra, el genocidio, puede comenzar de nuevo, y morirán miles más, “hasta que Hamás sea aniquilado”. Se dan razones, se echan culpas, pero ¿quién asume la responsabilidad de salvar la vida de la gente?

Los ucranianos se hacen la misma pregunta sobre la guerra sin salida a la que fueron conducidos. Se les dijo que la causa era la libertad. ¿De verdad? “El hecho es que los militares ucranianos están vendiendo un enorme porcentaje, hasta la mitad de las armas que les enviamos, ¡la mitad!”, sostiene el periodista estadounidense Tucker Carlson, en una entrevista con el coronel retirado Daniel Davis, recién publicada. “Y no estoy haciendo conjeturas sobre esto. Lo sé a ciencia cierta... no son especulaciones. Y las están vendiendo, y gran parte de ellas va a parar a los cárteles de la droga en nuestra frontera. Así que esto es un crimen... Nuestras agencias de inteligencia son plenamente conscientes de ello. ¿Me dices que no se están beneficiando de esto? Por supuesto. ¿Crees que la CIA no se está beneficiando de esto? Sí se está beneficiando. No puedo probarlo, pero lo creo... Estamos enviando estas armas a Ucrania, miles de millones, cientos de miles de millones de dólares, y se las están robando y vendiendo a nuestros enemigos reales”. Eso es sólo una parte de la fea verdad sobre la guerra de la OTAN contra Rusia llamada “el conflicto Rusia-Ucrania”.

El enviado especial de Trump, Steven Witkoff, llegó a Moscú el 11 de febrero. Aunque se dice que el tema de esa visita fue trabajar en las negociaciones para liberar a dos ciudadanos rusos que son rehenes de Hamás, sin duda se están discutiendo otros asuntos. “Las señales, por importantes que sean, pueden fluctuar, y en la práctica no vemos cambios en el curso que Washington ha seguido últimamente”, le dijo a la prensa el 10 de febrero el viceministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Ryabkov. “El empleo de ultimátums, la manipulación y los esfuerzos por convencernos de que se nos concederá un gran favor a cambio de acceder a exigencias poco razonables: todo esto no tendrá éxito en las relaciones y conversaciones con Rusia”, aclaró.

El príncipe Turki Al-Faisal, nieto de 80 años del fundador de Arabia Saudita, el rey Abdulaziz Al Saud, dio  ayer el discurso de apertura de un foro por internet organizado por el Consejo Nacional de Relaciones Estados Unidos-Árabes, para celebrar los 80 años de diálogo. Recordó al mundo la conversación que tuvo su abuelo con el Presidente Franklin Delano Roosevelt, cuando éste regresaba de Yalta, el 14 de febrero de 1945. Lo que sigue es un extracto del acta oficial de aquella reunión, el “Memorándum de conversación entre el Rey de Arabia Saudita (Abdul Aziz Al Saud) y el Presidente Roosevelt, 14 de febrero de 1945, a bordo del USS Quincy”:

“El Presidente pidió consejo a Su Majestad sobre el problema de los refugiados judíos expulsados de sus hogares en Europa. Su Majestad respondió que, en su opinión, los judíos deberían volver a vivir en las tierras de las que fueron expulsados... El Presidente observó que Polonia podía considerarse un ejemplo de ello. Los alemanes parecen haber matado a 3 millones de judíos polacos, por lo que en Polonia debería haber espacio para el reasentamiento de muchos judíos sin hogar... Su Majestad declaró además que los árabes preferirían morir antes que ceder sus tierras a los judíos.

“Su Majestad declaró que la esperanza de los árabes se basa en la palabra de honor de los Aliados y en el conocido amor a la justicia de Estados Unidos, y en la expectativa de que Estados Unidos les apoyará.

“El Presidente respondió que deseaba asegurar a Su Majestad que no haría nada para ayudar a los judíos contra los árabes y que no haría ningún movimiento hostil al pueblo árabe... El Presidente habló de su gran interés por la agricultura, y dijo que él mismo fue agricultor. Hizo hincapié en la necesidad de desarrollar los recursos hídricos, para aumentar las tierras de cultivo, así como para hacer girar las ruedas que realizan el trabajo del país. Expresó especial interés por el regadío, la plantación de árboles y la energía hidráulica, que esperaba que se desarrollarán después de la guerra en muchos países, incluidas las tierras árabes... Recordó a Su Majestad que el aumento de las tierras cultivadas reduciría el desierto y daría sustento a una mayor población árabe”.

Uno puede ver, incluso en estos extractos limitados, cómo la mente de Franklin Roosevelt trabajaba para encontrar una solución, entendiendo que era el agua, no la guerra, la que proporcionaría un camino hacia una solución duradera. Más tarde, sería el general Dwight Eisenhower, compañero de Franklin Roosevelt en la Segunda Guerra Mundial, quien en 1967 plantearía la construcción de tres centrales eléctricas de desalinización nuclear de doble propósito, denominadas plantas de “desalinización atómica”, una en Jordania, otra en Israel y otra en Egipto, como la semilla de una solución, basada en su política presidencial de “Átomos para la paz” de la década de 1950, para, en sus palabras, “promover la paz en una zona del mundo profundamente perturbada mediante una nueva iniciativa de cooperación entre las naciones”.

¿Qué pasaría si Estados Unidos, en lugar de “adueñarse de Gaza”, invitara a China, Rusia y otras naciones a trabajar allí en “una nueva iniciativa de cooperación entre naciones”? “Podría haber un Plan Marshall. Podemos reconstruir la región sin expulsar a los palestinos. Eso es algo que (Trump) debería considerar en el futuro”, dijo el príncipe Turki Al-Faisal.

El borrador de los principios para tal colaboración ya fue escrito por la fundadora del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche, los “Diez principios para una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo”. En las próximas semanas, el Instituto Schiller realizará, no una conferencia, sino un sistema de conferencias, para catalizar los procesos de pensamiento creativo necesarios para llevar a la humanidad a superar su actual nivel de parálisis moral “tipo St. Louis”, como en el caso de Palestina, y entrar en el escenario de la historia verdaderamente humana que el Presidente John F. Kennedy abordó en su discurso en la American University, el 10 de junio de 1963:

“Demasiados de nosotros pensamos que (la paz) es imposible. Demasiados piensan que es irreal. Pero esa es una creencia peligrosa y derrotista. Lleva a la conclusión de que la guerra es inevitable, de que la humanidad está condenada, de que estamos atenazados por fuerzas que no podemos controlar.

“No tenemos por qué aceptar ese punto de vista. Nuestros problemas son obra del hombre y, por tanto, pueden ser resueltos por el hombre”.

 

Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com

 

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