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El apaciguamiento del partido de la guerra termonuclear se detuvo en Múnich

17 de febrero de 2025 (EIRNS) — Mientras que se asienta la polvadera ocasionada por la conversación telefónica de la semana pasada entre Trump y Putin, las declaraciones del secretario de Defensa de Estados Unidos Pete Hegseth y, sobre todo, el discurso pronunciado por el vicepresidente J.D. Vance en Múnich (la portal en línea de Foreign Policy publicó un comentario el 14 de febrero titulado “Vance deja a Europa patidifusa”) el intercambio entre el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov y el secretario de Estado Marco Rubio ha pasado algo desapercibido. “El 15 de febrero, por iniciativa de la parte estadounidense, el ministro de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov tuvo una conversación telefónica con el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio”, comienza el comunicado ruso al respecto. Luego destaca lo siguiente: “Sobre la base de la conversación telefónica del 12 de febrero entre los Presidentes de Rusia y Estados Unidos, los dos ministros de Asuntos Exteriores acordaron mantener un canal abierto de comunicación para abordar cuestiones de larga data en las relaciones ruso-estadounidenses. Su objetivo es eliminar las barreras unilaterales heredadas del anterior gobierno estadounidense que han obstaculizado una cooperación comercial, económica y de inversión mutuamente beneficiosa”.

¿Indica esto una posible nueva dirección del gobierno de Trump en relación con la política de sanciones contra Rusia, caracterizada en febrero de 2022 por el entonces ministro francés de Finanzas, Bruno de la Maire, como “guerra nuclear financiera”? En ese momento, de la Maire dijo: “Queremos apuntar al corazón del sistema ruso, apuntamos a Vladimir Putin, apuntamos a los oligarcas, pero también apuntamos a toda la economía rusa”. ¿Está a punto de cambiar Estados Unidos esa política descabellada e inepta, que siguen defendiendo Ursula von der Leyen y otros rusófobos?

Hay mucho más en el comunicado de Rusia, pero este pasaje ha llamado la atención de los analistas, intrigados por sus implicaciones. Tanto si ese cambio está a punto de producirse como si no, si luchamos por lo que la Dra. Naledi Pandor, ex ministra de Relaciones Internacionales y Cooperación de Sudáfrica, llamó “los adultos en la sala” en la reunión nº 89 de la Coalición Internacional por la Paz el pasado viernes 15 de febrero, una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo es excepcionalmente posible, necesaria y cada vez más deseada por la mayoría de las naciones del mundo.

El analista Alexander Mercouris (uno de los presentadores del portal independeinte The Duran) sugiere que las cosas pueden ir en esa dirección. “Así que los europeos, que ya están echando humo y enfadados, y muy molestos por todo lo que está sucediendo, deben ahora prepararse para movimientos de los estadounidenses y los rusos para normalizar las relaciones por completo; para restaurar lo que los rusos llaman un diálogo respetuoso y constructivo para Putin y Trump para avanzar hacia una reunión en la cumbre, y para que los estadounidenses levanten las sanciones a Rusia por completo, para volver a las relaciones económicas y comerciales normales, por lo que las empresas y los negocios estadounidenses regresan a Rusia para hacer negocios allí”. Excesivamente optimista, tal vez, pero pensable, si prevalecieran “los adultos en la sala”.

La Dra. Pandor sugirió que el Instituto Schiller ayudara en esta tarea. “Necesitamos adultos. Necesitamos líderes. Hasta ahora no he podido identificar quiénes son los líderes. Así que creo que el Instituto Schiller, junto con otras organizaciones de fuerza similar, podría empezar a asumir ese papel de liderazgo, principalmente con fines de convocar, de iniciar conversaciones y plantear un orden del día”.

No sólo adultos, sino hombres y mujeres sabios, organizados en un Concilio de la Razón, es lo que el mundo necesita en este momento. Y no es necesario que todos ellos vivan para que desempeñen ahora un papel tan importante como el que desempeñaron antaño. Cabe recordar que el ex Presidente Dwight Eisenhower propuso que la instalación de tres plantas desalinizadoras, una en Israel, otra en Jordania y otra en Egipto, podrían producir conjuntamente el volumen de agua dulce del río Jordán. Eisenhower vio en ello una forma, inmediatamente después de la guerra árabe-israelí de junio de 1967, de superar todas las cansinas soluciones políticas anteriores. Dijo: “El propósito de construir grandes estaciones desalinizadoras atómicas en la conflictiva región, no es sólo poner en producción grandes regiones áridas y suministrar trabajo útil a cientos de miles de personas, sino también, ojalá, promover la paz en una zona del mundo profundamente perturbada mediante una nueva iniciativa de cooperación entre naciones. Soy lo bastante optimista como para creer que la propuesta, cuando se lleve a la práctica, como seguramente ocurrirá algún día, puede muy bien lograr la estabilidad en una región en la que han fracasado las interminables negociaciones políticas...”.

Afuera de la reunión de la Conferencia de Seguridad de Múnich, un periodista le preguntó al príncipe saudita Turki Al-Faisal, por el plan de Trump para Gaza, y dijo: “Bueno, me gustaría que los estadounidenses también tuvieran en cuenta que antes del 7 de octubre [de 2023] y desde el 7 de octubre, las personas que más murieron fueron los palestinos, por medio de las armas estadounidenses. Así que, si va a haber un quid pro quo —estadounidenses murieron, y palestinos murieron, etc. — nunca vamos a poner fin a la situación ni a alcanzar una solución final. Creo que debemos mirar hacia el futuro. Ahora, el 7 de octubre ha quedado atrás. Ahora tenemos que seguir adelante. El plan del Sr. Trump no se vende en ningún lado. Así que la alternativa es, o bien volver a la Iniciativa de Paz Árabe, o pueden pensar en hacer Gaza en términos del Plan Marshall en Europa, después de la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos reconstruyó todo un continente, por no hablar de esta pequeña franja de Gaza, mientras que la gente se quedaba en su sitio. No desplazaron a los europeos fuera de Europa para hacerlo. Así que pueden hacerlo muy bien en Gaza”.

El príncipe Turki, y muchos otros, tienen que ir más allá de la referencia manida, aunque en gran medida acertada, que muchos hacen, a un “Plan Marshall”. El economista, estadista y “sabio” Lyndon LaRouche aportó lo que el príncipe, el Presidente y el mundo necesitan, en su Plan Oasis. Lo elaboró con gran detalle, incluso para la propia Arabia Saudita. He aquí un pasaje de su Saudi Arabia in the Year 2023 (Arabia Saudita en el año 2023):

“Hay principalmente tres medios tecnológicos necesarios para este programa general para aumentar de manera absoluta y cualitativa el caudal de agua dulce de las regiones áridas (del sudoeste asiático). En primer lugar, suministros de energía abundantes y baratos, en una medida y con una calidad que no se dispone sino con la tecnología nuclear y tecnologías afines. En segundo lugar, el desarrollo de lo que se define como avances cualitativos en física relativista, para hacer eficiente el desarrollo necesario y la aplicación económica de las tecnologías nucleares. Tercero, el uso del desarrollo a gran escala del crecimiento de las plantas para crear la base climatológica de nuevos sistemas meteorológicos, a través de los cuales gran parte del suministro de agua dulce de cada parte de toda la región se readquiere en forma de precipitaciones en la misma región y en regiones colindantes.

“Esta conquista del desierto será un largo proceso de desarrollo. En lo pequeño, la transformación de regiones semi-habitables en habitables girará en torno a nuevas ciudades establecidas en el centro de grandes zonas irrigadas de desarrollo agrícola, como el programa que se está llevando a cabo en Egipto y Sudán. Las arenas amarillas del desierto se transformarán en tierra marrón, y luego en tierra negra fértil, mediante el uso de la irrigación moderna y otros métodos agronómicos. Al mismo tiempo, la posibilidad de seguir estableciendo colonias árabes tan exitosas en el desierto dependerá de programas de ingeniería a gran escala para la gestión del agua, incluida la desalinización extensiva, y de otras medidas infraestructurales a gran escala. Así, el mundo árabe en su conjunto progresará, beneficiándose año tras año en el presente, y avanzando hacia la gran transformación general que será el resultado a largo plazo de tal progreso dirigido a corto plazo”.

LaRouche escribió esa propuesta hace 42 años, en 1983, para este momento.

Las sabias palabras de LaRouche, y de mujeres y hombres tan sabios, tanto vivos como inmortales, pueden guiar nuestro rápido alejamiento del abismo del Infierno termonuclear, hacia la orilla razonablemente segura del Purgatorio. Allí, arrepentidos de la loca adolescencia de la humanidad, en la que “la guerra nuclear tiene sentido”, podemos rechazar nuestra locura y formar ese Concilio de la Razón cuya tarea debe ser atraer al mayor número posible de adultos a la sala, y éste es el momento de hacerlo.

 

Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com

 

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