Las conversaciones entre Estados Unidos y Rusia abren la puerta: Es hora de avanzar con un nuevo paradigma
19 de febrero de 2025 (EIRNS) — Que el orden mundial unipolar de posguerra se ha desmoronado podría ser el eufemismo del siglo. Ayer, en Riad, Arabia Saudita, se reunieron por cuatro horas y media las delegaciones de alto nivel de Estados Unidos y Rusia, para dar un paso significativo hacia el restablecimiento de las relaciones bilaterales normales entre las mayores superpotencias nucleares del mundo, y hacia la resolución del conflicto de Ucrania de una manera que, en palabras del Asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Mike Waltz, participante en la reunión, es “un final permanente de la guerra, y no un final temporal, como hemos visto en el pasado”.
La fundadora del Instituto Schiller, Helga Zepp-LaRouche, comentó: “Esto es un alivio para el mundo entero. Esto es exactamente lo que la Dra. [Naledi] Pandor exigió en la reciente reunión de la Coalición Internacional por la Paz: ¿Dónde están los adultos en la sala? Esa mesa [en Riad] estaba llena de adultos. Que salieran con una vía para resolver todos los problemas, teniendo en cuenta los intereses de todos los demás afectados por el conflicto, es muy prometedor”.
Los comunicados respectivos de ambas partes de la reunión fueron muy positivos, afirman la importancia de la relación entre Estados Unidos y Rusia y plantean las medidas acordadas por los participantes. Entre ellas, el nombramiento de embajadores y el levantamiento de las restricciones a las misiones diplomáticas en ambos países; la designación de equipos de alto nivel para iniciar las conversaciones sobre una solución al conflicto de Ucrania; el establecimiento de un diálogo para reanudar la cooperación económica, también en los ámbitos de la energía y la exploración espacial; y la preparación de una reunión entre el Presidente Trump y el Presidente Putin.
La reacción de la “mesa de los niños” del grupo de mandatarios europeos reunidos en París, Francia, y la del ilegítimo Presidente de Ucrania Zelenski y, sobre todo de los centros de planficación ligados a los servicios de inteligencia británicos, ha sido de pánico absoluto. Los comentarios de los portavoces de la inteligencia británica, como el Real Instituto de Servicios Unidos (RUSI, por sus siglas en inglés) y de la mentada Chatham House (Real Instituto de Asuntos Internacionales), piden a Gran Bretaña y a Europa en general que reúnan a las tropas para llevar la guerra contra Rusia hasta el último ucraniano, ya que Estados Unidos parece estar retirándose.
La respuesta rusa a este comportamiento tan infantil como insípido ha sido muy contundente: la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, comentó el 18 de febrero que “los contactos ruso-estadounidenses a alto nivel y del más alto nivel están provocando una verdadera histeria entre los rusófobos euroatlánticos”, y el representante permanente de Rusia ante la ONU, Vassily Nebenzia, declaró que, debido a su mentalidad rusófoba y lunática, las élites europeas “no servirán de garantes ni siquiera de mediadores [en la guerra de Ucrania]. Podemos deducirlo también de lo que dijeron el otro día los participantes europeos en la Conferencia de Seguridad de Múnich: sus declaraciones fueron temerarias, belicistas y divorciadas de la realidad”.
Los funcionarios rusos también han dejado muy claro que no dejarán de lado la cuestión de lo que consideran las principales causas del conflicto: la intención de incorporar a Ucrania a la OTAN, la falta de garantías de seguridad para Rusia y el apoyo occidental a elementos nazis dentro de los regímenes ucranianos.
Los acontecimientos de Riad han abierto un gran abismo entre la dirección que puede tomar el mundo con la cooperación entre naciones soberanas por la paz, y el sistema troglodita de guerra e imperio que ha dominado hasta ahora.
Como ha destacado Helga Zepp-LaRouche en numerosas ocasiones, para ganar realmente la paz, debemos superar la geopolítica y entrar en un nuevo paradigma de cooperación beneficiosa para todos entre naciones soberanas que trabajan juntas para promover los intereses de la humanidad en su conjunto. Los cambios que conduzcan a una solución del conflicto ucraniano pueden abrir la puerta a una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo para el mundo, como plantea Zepp-LaRouche en su declaración Diez principios para una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo:
“El nuevo paradigma que será característico de la nueva época, y hacia el que debe dirigirse la nueva arquitectura global de seguridad y desarrollo, debe, por tanto, eliminar definitivamente el concepto de oligarquismo, y proceder a organizar el orden político de tal manera, que pueda realizarse el verdadero carácter de la humanidad como especie creadora”.
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