La “carga de la brigada ligera” de Starmer
27 de febrero de 2025 (EIRNS) — Podemos estar de acuerdo con sir Keir Starmer en una cosa: éste es “un mundo en el que todo ha cambiado”.
Esas fueron las palabras que el desconcertado Primer ministro británico utilizó en un discurso ante la Cámara de los Comunes el 25 de febrero, mientras se preparaba nerviosamente para una reunión en la Casa Blanca con el Presidente Donald Trump el 27 de febrero. Como enviado de la monarquía británica, la misión de Starmer es salvar, a toda costa, la churchilliana “relación especial entre EU y Gran Bretaña”, por medio de la cual la City de Londres y Wall Street han mantenido su control sobre un orden mundial unipolar en bancarrota, desde la prematura muerte de Franklin D. Roosevelt.
Helga Zepp-LaRouche explicó en su Diálogo semanal por internet de ayer: “La relación especial entre Estados Unidosy Gran Bretaña ha sido el meollo de todo lo que salió mal en el período posterior a la Guerra Fría. Ese fue el motor para crear el mundo unipolar, y todos los aspectos feos que vinieron con él: intervenciones en más de 100 países de todo el mundo con fines de cambio de régimen... todo con el fin de proteger un imperio que se basaba en la relación especial británico-estadounidense, utilizando el modelo del Imperio Británico como la forma de gobernar el mundo”. Zepp-LaRouche afirmó: “Ahora bien, si eso está llegando a su fin, ¡es la mejor noticia que se puede recibir!”.
El segundo objetivo de Starmer en Washington es garantizar que no estalle la paz en Ucrania, que los Presidentes Trump y Putin no consigan poner fin a la carnicería.
Pero el problema de Starmer es que el mundo ha cambiado drásticamente a raíz de la conversación telefónica del 12 de febrero entre Trump y Putin, seguida de las conversaciones diplomáticas de alto nivel entre sus representantes en Riad, Arabia Saudita, el 18 de febrero. Ambas partes no solo se han comprometido a normalizar sus relaciones y a elaborar una paz que aborde las causas subyacentes que condujeron a la guerra; las dos naciones incluso han empezado a hablar de una posible cooperación económica conjunta en proyectos mutuamente beneficiosos.
“Estados Unidos es ahora el enemigo de Occidente”, exclamó el comentarista económico jefe del diario británico Financial Times, Comendador del Imperio Británico (CBE, por sus siglas en inglés) Martin Wolf. La revista londinense The Economist coincidió: “Ante el colapso de la alianza transatlántica, los atónitos líderes europeos iniciaron esta semana un esfuerzo diplomático para salvar lo que queda de ella”.
El lunes 24 de febrero, después de hablar con otros 30 (¡!) jefes de Estado, haciendo acopio de su destrozado ingenio, el Presidente de Francia Emmanuel Macron se reunió con el Presidente Trump en la Casa Blanca para tratar de descarrilar el proceso de paz para Ucrania. Primer strike.
El miércoles 26 de febrero, la Alta Representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas, voló a Washington para reunirse con el secretario de Estado Marco Rubio, quien canceló la reunión por “problemas de agenda”. Segundo strike.
El jueves 27 de febrero, Starmer llegará a Washington para reunirse con Trump. No le hará ninguna gracia enterarse de que un enérgico escuadrón de organizadores de la Organización LaRouche (TLO, por sus siglas en inglés) cubrió el miércoles el Congreso con una ficha informativa exigiendo el fin de la “relación especial”.
Y el viernes, 28 de febrero, el desventurado Volodímir Zelenski llegará a Washington para hablar con Trump sobre la venta de las riquezas minerales de Ucrania a los intereses financieros de Estados Unidos, con la esperanza de recibir las elusivas “garantías de seguridad” de Estados Unidos.
Zepp-LaRouche resumió la situación: “Tengo la sensación de que las élites europeas han perdido realmente la conexión con la realidad durante tanto tiempo, que no pueden ajustarse a una situación estratégica cambiante... Cuando alguien ha perdido todo contacto con la realidad, normalmente se le llama demente”.
Ese mundo cambiante que tanto les cuesta comprender y al que tanto le cuesta responder a las élites del establishment, cuenta con el pleno florecimiento de las naciones de la Mayoría Global en torno a un compromiso común con un nuevo paradigma. Por ejemplo, en una reunión de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU el 24 de febrero, el ministro de Asuntos Exteriores de la India, S. Jaishankar, explicó que “el inquebrantable compromiso de la India con los derechos humanos está profundamente arraigado en su perdurable filosofía de unidad global, apertura y respeto mutuo”. La filosofía india de Vasudhaiva Kutumbakam, añadió, ve el mundo “como una familia... Y hoy, más que nunca, esta perspectiva es urgentemente necesaria... Creemos firmemente que en estos tiempos, el mundo nos necesita a todos, juntos”.
El ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, presentó la visión similar de su país: “China, preocupada profundamente por el futuro de la humanidad y el bienestar de todos los países, será un practicante de la cooperación internacional, un promotor del aprendizaje mutuo entre civilizaciones y un constructor de una comunidad con un futuro compartido para la humanidad”.
Son pensamientos, y conceptos incorporados a la imagen del Hombre, que también se necesitarán en las naciones de Occidente para generar conjuntamente una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo.
“A menos que cultivemos un nivel superior del arte de gobernar”, advirtió Zepp-LaRouche, “no saldremos del pozo”.
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