27 de febrero de 2025 (EIRNS) — “El fin está cerca” es la esencia de los lamentos comunes que salen de los principales medios noticiosos británicos en estos días. Como en el caso de un artículo publicado el 25 de febrero en el Financial Times por su comentarista económico jefe, el comendador del imperio británico (CBE, por sus siglas en inglés) Martin Wolf, que lleva el contundente titular: “Estados Unidos es ahora el enemigo de Occidente”. Wolf lamenta el hecho de que “Washington haya decidido abandonar tanto a Ucrania como su papel de posguerra en el mundo”, y como resultado “hoy, no sólo las autocracias están cada vez más seguras de sí mismas. Estados Unidos se está pasando a su bando. Esa es la lección de las dos últimas semanas”. Su inconexa conclusión: “’Occidente’ está muerto.... En respuesta, o Europa se pone a la altura de las circunstancias o se desintegrará. Los europeos tendrán que crear una cooperación mucho más fuerte, incorporada a un sólido marco de normas liberales y democráticas. Si no lo hacen, serán despedazados por las grandes potencias mundiales. Deben empezar por salvar a Ucrania de la malevolencia de Putin”.

La revista The Economist no se quedó atrás: “Ante el colapso de la alianza transatlántica, los atónitos líderes europeos iniciaron esta semana un esfuerzo diplomático para salvar lo que queda de ella e intentar sacar a Donald Trump del borde del abismo en relación con Ucrania.. El sr. Macron, que era antes parcial a la diplomacia unilateral, esta vez habló con 30 mandatarios europeos y aliados antes de su visita a Washington y ha trabajado estrechamente en planes de seguridad con Gran Bretaña”.

Un segundo artículo más extenso en The Economist se pregunta: “¿Puede Europa enfrentarse sola a la Rusia de Vladímir Putin?”. La respuesta corta es “no”. De hecho, reconoce que “en realidad, podría pasar una década antes de que Europa pueda defenderse sin la ayuda de Estados Unidos”.

El artículo cita a Anders Fogh Rasmussen, ex secretario general de la OTAN, que escribió un ensayo para The Economist: “La arquitectura de seguridad en la que Europa ha confiado durante generaciones ha desaparecido y no va a volver. Europa debe aceptar el hecho de que no sólo somos existencialmente vulnerables, sino que aparentemente también estamos solos”.