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La pérfida Albión teme al fantasma de John Quincy Adams

3 de marzo de 2025 (EIRNS) — Recordemos primero, para todos aquellos que en los últimos dos días han sido inundados con comentarios y “opiniones” sobre el altercado que se produjo en el intercambio de la Casa Blanca Vance-Zelenski-Trump del viernes, o que, por alguna razón, aún no lo han visto y evaluado por sí mismos, el asunto más importante que se discutió allí. Este asunto es hasta ahora por lo general, casi histéricamente minimizado o poco destacado. Supera con creces todo lo que se planteó, o podría haberse planteado, en el intercambio. Fue enunciado varias veces por el Presidente Donald Trump: “¡Usted está jugando con la Tercera Guerra Mundial!”.

En este 250 aniversario de la Revolución Americana, y después de los explosivos acontecimientos de la semana pasada, y, más enfáticamente, el viernes pasado, en la Casa Blanca, la práctica y el estándar de la diplomacia estadounidense iniciada por el Secretario de Estado, más tarde Presidente, y, aún más tarde, congresista y feroz activista antiesclavista, John Quincy Adams (1767-1848) es el estándar adecuado al que nuestra nación debe volver ahora. Esa norma no se corresponde con la de los últimos gobiernos estadounidenses, en especial después de la muerte de Franklin Roosevelt en abril de 1945. El Presidente Eisenhower, en la crisis de Suez de 1956; el Presidente John F. Kennedy, en las acciones de la crisis de los misiles cubanos de octubre de 1962, y en su discurso de la American University, el 10 de junio de 1963; el anuncio del Presidente Ronald Reagan del 23 de marzo de 1983, de la Iniciativa de Defensa Estratégica, son ejemplos de ese estándar de John Quincy Adams. Obsérvese que en los tres casos, las medidas adoptadas por esos Presidentes respondían a la guerra, o al peligro inminente de guerra. En una era termonuclear, la guerra, especialmente la guerra en la que participan potencias nucleares, debe quedar obsoleta.

Tanto el vicepresidente Vance como el Presidente Trump aludieron suavemente al pequeño asunto (un asunto del que tampoco se ha informado nunca honestamente) de que Ucrania ha sido derrotada decisivamente en el campo de batalla, y no tiene capacidad militar para ganar la guerra, como nunca tuvo, y nunca podría haber tenido, sin provocar que Estados Unidos escale hasta una posible Tercera Guerra Mundial contra Rusia “en su nombre”. “Usted no tiene las cartas”, dijo Trump a Zelenski el viernes.

Zelenski ha pedido, varias veces ya, armas termonucleares. Ucrania ha atacado varias veces el territorio de Rusia anterior a 2014 con misiles de largo alcance. No sería razonable, a partir de ahora, pensar que una Ucrania, equipada con armas nucleares, no las usaría “en un santiamén” contra Rusia. El Presidente Trump dejó claro que el objetivo de su gobierno es una paz inmediata. “¡Se está jugando la Tercera Guerra Mundial!” es una de las razones centrales, si no la principal, por la que lo hace.

Los Presidentes Eisenhower, Kennedy y Reagan negociaron seriamente, o iniciaron negociaciones con la entonces Unión Soviética para evitar el estallido, accidental o intencionado, de la Tercera Guerra Mundial. Ahora, el Presidente Donald Trump ha reunido un equipo, defectuoso sin duda, pero con la intención central entendida de prevenir la Tercera Guerra Mundial, sustituyendo la guerra por la diplomacia, para desenredar el nudo gordiano de la extinción termonuclear segura que, de otro modo, sería el destino de la raza humana en un futuro no muy lejano. En un intercambio dominical con un periodista de Fox News, la nueva Directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, respondió así a la pregunta: “¿Cuál es la evaluación de la comunidad de inteligencia sobre Vladimir Putin y sus futuras ambiciones?”.

Gabbard: “Bueno, quiero centrarme, en primer lugar, en el objetivo del Presidente Trump y la realidad que hay sobre el terreno. Eso es lo que parece perderse en lo que estamos viendo en las declaraciones del Presidente Zelenski en la Casa Blanca y la respuesta de los mandatarios europeos a esto. El Presidente Trump reconoce la necesidad urgente de poner fin a esta guerra después de tres largos y sangrientos años, y ha demostrado que es la única persona que puede hacerlo. El Presidente Zelenski tiene otros objetivos en mente. Ha dicho que quiere poner fin a esta guerra, pero solo aceptará un final, aparentemente, que conduzca a lo que él considera la victoria de Ucrania, aunque sea a un costo increíblemente alto de potencialmente la Tercera Guerra Mundial, o incluso una guerra nuclear. El Presidente Trump está comprometido con la paz y la libertad. Estamos viendo esta gran divergencia aquí entre su posición y su compromiso con estos valores y los intereses del pueblo estadounidense, y los intereses del Presidente Zelenski y estos mandatarios europeos. Esta es una cuestión que debe resolverse. Sé que el Presidente Trump se ha comprometido a hacerlo, y ahí es realmente donde tiene que desembocar el siguiente paso”.

Más tarde añadió: “En realidad, hay dos caminos viables. Uno es que esta guerra continúe como lo ha hecho durante más de tres años. Cada vez más ucranianos perderán la vida. Más y más Ucrania será diezmada y destruida, en lo que seguirá siendo esencialmente una guerra de desgaste. ¿Y con qué fin? ¿Con qué resultado? El Presidente Trump ve esta realidad. Así que la alternativa a esto, en la que él está tan empeñado, de lo que habló continuamente a lo largo de su campaña, y por la que votó el pueblo estadounidense, es su compromiso de poner fin a esta guerra y lograr la paz”.

En la pregunta planteada y en la respuesta de Gabbard, así como en los intercambios posteriores al viernes de otros miembros del gobierno con los agentes de inteligencia incrustados en lo que se conoce bajo el nombre de “medios noticiosos”, estamos viendo el potencial emergente de un nivel superior de pensamiento diplomático, que conduce a una resolución de orden superior del conflicto. Este “giro de 180 grados” de Estados Unidos, que se aleja de su política de guerra perpetua de tres décadas y billones de dólares, debe ser reforzado. Debe reforzarse si el pueblo estadounidense comprende claramente por qué la comunidad internacional, que no es “Europa”, sino la “Mayoría Global”, las naciones de Asia, África, América del Sur y Central y, por último, el sector transatlántico, también debe saber que, ahora, la diplomacia estadounidense va en otra dirección. Pero no es algo sin precedentes: Es la diplomacia estadounidense de John Quincy Adams, Abraham Lincoln, Franklin Roosevelt, Dwight Eisenhower, John Kennedy y del Presidente Ronald Reagan que adoptó el programa de la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE) del economista y estadista Lyndon LaRouche en cuestiones de guerra y paz.

Por supuesto, romper con la “relación especial” entre Gran Bretaña y Estados Unidos, en particular en lo que respecta al intercambio de información de inteligencia, es, si no un requisito previo, desde luego coincidente para el éxito de cualquier negociación de paz en cualquier parte del planeta. En una videoconferencia del 27 de junio de 2009, “Britain Delenda Est, Lyndon LaRouche explicó, hace 16 años, el problema real que presenciamos, de Macron de Francia, de Starmer de Gran Bretaña, y Zelenski el viernes 28 de febrero (que no era un “problema de Ucrania”) y cómo resolverlo:

“Europa no tiene ningún poder, Europa Occidental y Central, ningún poder en absoluto. Perdieron su soberanía a manos del imperio británico. Margaret Thatcher tomó la iniciativa, apoyada por el Presidente Mitterrand de Francia, y apoyada por George H.W. Bush, que es un auténtico lameculos de los británicos; su padre, después de todo, puso a Hitler en el poder en Alemania; ahí es donde empezó la verdadera Liga Bush, y así ha sido desde entonces. Así que, estos tres personajes: Margaret Thatcher, la Bruja de Londres, François Mitterrand, el viejo enemigo, que odia a Charles de Gaulle, y el Presidente de Estados Unidos, el pobre sonrisa de tonto George H.W. Bush, como Presidente, hicieron un acuerdo en el que impusieron la gestión imperial sobre toda Europa Occidental y Central. Europa no tiene libertad. No se les permite crear su propia moneda; no se les permite crear crédito nacional. Tienen industrias y capacidades, todavía, que si pudieran organizar el crédito nacional, apropiadamente, Europa continental podría unificar sus esfuerzos entre las naciones, y realmente comenzar un programa de recuperación. ¡Tienen prohibido hacer eso! ¡Por el imperio británico! Que ahora tiene a toda Europa Occidental y Central como una colonia del imperio británico...

“Nosostros, somos una nación antioligárquica. No tenemos nada que ver, en nuestra tradición, con los sistemas monetarios de Europa. Vinimos aquí y fundamos esta nación para ser libres de los sistemas monetarios de Europa. ¡Para ser libres de cosas como el FMI, hoy! Para ser libres del imperio británico. La gente vino de Europa en particular, a este territorio, para unirse y participar en la construcción de una nación, que llevaría adelante lo mejor de la civilización europea, su mejor herencia, pero libre del problema oligárquico que todavía se sentaba encima de la gente de Europa. La gente vino aquí, no para alejarse de la cultura italiana, no para alejarse de la cultura francesa, no para alejarse de la cultura alemana, sino todo lo contrario: ¡para liberar estas culturas, trayendo estas culturas aquí, para traer lo mejor de ellas aquí! Y desarrollar aquí lo mejor de la civilización europea. Pero libre de los sistemas oligárquicos de Europa.

“Por lo tanto, tenemos icorporados en nuestra historia, y en las tradiciones de tipo orgánico, que podemos evocar en cualquier momento que tengamos las agallas para hacerlo, podemos evocar, de nuevo, el patrimonio europeo que es específico de los Estados Unidos, un Estados Unidos que fue creado para liberarse del mal en Europa, la incompetencia de Europa. Podemos lanzar eso de nuevo, desde Estados Unidos, bajo nuestra Constitución, que fue diseñada para esta misión”. (Énfasis en el original).

La diplomacia estadounidense, liberada de su influencia británica, puede ahora cumplir esa misión para la que se fundó originalmente la nación, si el pueblo de Estados Unidos, en colaboración con una Mayoría Global por la paz, actúa para crear una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo.

 

Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com

 

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