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El escenario está preparado: ¿Qué drama se representará?

8 de marzo de 2025 (EIRNS) — Nadie lo dice con seguridad. El viernes, The Times de Londres dice: “Hay la perspectiva de un ‘acuerdo en el desierto’, como ya se está anunciando en Whitehall, con las conversaciones entre Ucrania y Estados Unidos en Arabia Saudita sobre un posible acuerdo de alto al fuego. A eso le podría seguir a corto plazo un viaje conjunto de Zelenski, Starmer y el Presidente Macron de Francia a la Casa Blanca. Aunque no hay planes para el viaje en la próxima semana, el Primer ministro está listo para ir en cualquier momento”. Así pues, el Presidente Macron, el Primer ministro Starmer y el “servidor del pueblo” ucraniano Zelenski planean, en función de las conversaciones entre Estados Unidos y Ucrania en Riad, regresar a Washington. Los tres estuvieron en Estados Unidos hace poco más de una semana. Después, fueron a la Casa Blanca uno por uno. Ahora, tentativamente, volverán juntos, quizás como un bis al encontrón de Zelenski en la Casa Blanca el 28 de febrero. Hablando de comediantes, ¿alguien se acuerda de “Los tres chiflados”?

Uno pensaría que estas personas, ostensiblemente encargadas de dirigir naciones (aunque, en realidad, son meros testaferros de aparatos corporativos y de inteligencia que realmente dirigen los territorios en los que posan como mandatarios), querrían “mantener las apariencias” quedándose en casa, y aparentando estar trabajando. Pero no. Al igual que con los clones de la Fundación Nacional para la Democracia en el Congreso de Estados Unidos que se reunieron con Zelenski, antes de que el Presidente Trump y el vicepresidente Vance se reunieran con Zelenski el pasado viernes 28 de febrero, su condición de “mandaderos” está en plena exhibición.

Sin embargo, Europa, a pesar de los bufones de la corte que pretenden gobernarla, tiene que, por el bien de la humanidad, volver a sus cabales. Como si las acciones decisivas que están teniendo lugar en el campo de batalla ucraniano en los últimos días no fueran suficiente advertencia, no sólo el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, sino también el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, han aconsejado indirectamente al necio de Emmanuel Macron que no está más que participando en lo que podría denominarse delicadamente “abuso contra sí mismo” cuando se trata de sus fantasías de “paraguas nuclear para Europa” o “fuerzas de paz de la OTAN en Ucrania”. En unos comentarios qu ehizo en una reunión previa al Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, con mujeres miembros de la Fundación Defensores de la Patria, el Presidente Vladimir Putin envió un mensaje breve pero inequívoco a Macron y a los euro-farsantes.

Luego de que una madre presente relató la muerte de su hijo en la Operación Militar Especial, un soldado ruso que se había inmolado para salvar la vida de varios miembros de su unidad, la 810ª Brigada de Infantería de Marina del Ejército de Tierra, Putin respondió: “Me resulta difícil hacer comentarios. Los muchachos son ciertamente héroes, sacrificándose conscientemente para salvar las vidas de sus camaradas. Parece posible sólo en unos pocos países. Rusia es uno de ellos. Aquí, tales actos son posibles. Es un rasgo común de nuestra nación. Algunas personas no pueden aceptarlo. Desean volver a los días de Napoleón, olvidando cómo terminó”.

Para quienes lo hayan olvidado, o quizá nunca lo hayan sabido, consúltense las memorias del general Armand de Caulaincourt, duque de Vicence, "Con Napoleón en Rusia". En la obra "The Rise and Fall of the Third Reich" (Ascenso y caída del Tercer Reich), de William Shirer, éste se refiere al general alemán Günther Blumenritt, que participó en el inicio de la invasión a la Unión Soviética en la Operación Barbarroja el 22 de junio de 1941, y que había leído a de Caulaincourt. Ahora, Blumentritt recordaba los fantasmas de la Grande Armée de Napoleón, que había tomado ese mismo camino hacia Moscú, y el recuerdo del destino de Napoleón empezó a atormentar los sueños de los invasores nazis. Los generales alemanes empezaron a leer, o releer, el sombrío relato de Caulaincourt sobre el desastroso invierno del conquistador francés en Rusia en 1812.

Napoleón, que fue a Rusia con una fuerza “babilónica” de más de 700.000 hombres, regresó a Francia con menos de 100.000 soldados. Aprendió, al ser destruido, que los militares y el pueblo de Rusia preferían quemar Moscú ellos mismos, antes que dejarle ocuparla. Engañado por lo que consideraba una victoria, Napoleón tardó semanas en enfrentarse a la verdad de su situación. De Caulaincourt escribe: “El incendio de Moscú había despertado serias reflexiones en su mente, aunque hizo todo lo posible por desterrar de sus pensamientos las consecuencias que implicaba tal acción por parte de los rusos, y la escasa esperanza de que el gobierno ruso estuviera dispuesto a hacer las paces... En su círculo íntimo, el emperador conversaba, actuaba y daba órdenes, todo ello con la presunción de que iba a quedarse en Moscú, de modo que incluso aquellos que gozaban de su más estrecha confianza no albergaron dudas al respecto durante algún tiempo... Todo el mundo creyó que nos íbamos a quedar en Moscú hasta el mismo momento en que nuestro convoy de artillería fue atacado...”.

Pero ni Macron, ni Starmer, ni Zelenski, ni la raza humana tendrán semanas para morir, como el ejército de Napoleón. “¡Estás jugando con la Tercera Guerra Mundial!” le dijeron a Zelenski, una y otra y otra vez, la última vez cuando estuvo en la Casa Blanca. La descabellada propuesta de Ursula von der Leyen y la Comisión Europea de invertir 800.000 millones de euros para una concentración militar como la ideada por el ministro de Finanzas nazi (y nativo de Brooklyn, Nueva York) Hjalmar Schacht, tardaría años en llevarse a cabo, en caso de que pudiera hacerse. La Tercera Guerra Mundial tardará minutos, y no esperará a que Europa “se recomponga” para volar el mundo, sin la ayuda de Estados Unidos.

Dos exponentes del imperialismo británico, el historiador David Starkey y William Matthews, investigador del infame Chatham House, también conocido como Real Instituto de Asuntos Internacionales, están tratando de advertir a los lerdos de la clase política europea de lo que ha ocurrido en los últimos 40 días. “Y lo que tenemos que entender es que las reglas del juego han cambiado. Han cambiado por completo”, afirma Starkey.

“El mundo en el que pensábamos que vivíamos, en el que hemos vivido la mayor parte de mi vida, que es un mundo del llamado 'Sistema Internacional Basado en Reglas', SIBR, se ha vuelto añicos... Hace exactamente tres años, el día que Putin invadió, predije el fin del SIBR”. Starkey se ha dado cuenta de lo mismo que Napoleón.

Pero, ¿qué hacer? El 6 de marzo, un frenético Matthews señaló que los liliputienses europeos tienen “una corta ventana de oportunidad en la que demostrar que pueden adaptarse a un mundo de política de grandes potencias antes de que Washington y Moscú fuercen un acuerdo de paz en Ucrania”. Matthews sugiere que, por desagradable que parezca, Europa tiene que aliarse con China contra Estados Unidos y Rusia, ¡antes de que estalle la paz! Los imperialistas, británicos o no, se han quedado, como Napoleón, por debajo del nivel intelectual de los acontecimientos.

Como dijo ayer Kirk Wiebe, ex analista de la Agencia de Seguridad Nacional: “Helga (Zepp-LaRouche, fundadora del Instituto Schiller) empezó señalando cuál es el objetivo de todas nuestras actividades, y es una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo económico. Creo firmemente que los recientes acontecimientos de las dos últimas semanas sientan las bases para alcanzar realmente ese objetivo”. La conferencia internacional del Instituto Schiller y de la Junta Internacional de Comités Laborales, el fin de semana del 24 y 25 de mayo, Día de los Caídos en Estados Unidos, que lleva el título de “¡Una hermosa visión para la humanidad en tiempos de gran turbulencia!”, será la ocasión para que todos aquellos para quienes Juana de Arco, y no Napoleón, representa el verdadero liderazgo, se reúnan, deliberen y actúen para llevar esa visión a buen término.

 

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