De las letras Mefo a las criptomonedas: cómo es que el dinero falso conduce a la guerra real
13 de marzo de 2025 (EIRNS) — Las mentadas stablecoins (criptomonedas dizque estables) se han convertido silenciosamente en una de las principales fuerzas del mercado mundial de criptomonedas, y representan más de dos tercios de los billones de dólares en transacciones de criptomonedas registradas en los últimos meses. A diferencia de la mayoría de las criptomonedas privadas, que a menudo pueden estar sujetas a oscilaciones drásticas de precios, las stablecoins están supuestamente vinculadas a activos menos volátiles, como monedas fiduciarias o materias primas en una proporción de 1:1, con el fin de mantener un valor constante y predecible. Pero no hay nada que garantice esa estabilidad, salvo la palabra (no auditada) del emisor privado de la stablecoin. La capitalización total del mercado de stablecoins, incluidas las que están respaldadas por bonos del Tesoro de Estados Unidos, ha aumentado sustancialmente, superando recientemente los $200.000 millones de dólares.
La forma en que se “vendió” este programa a los jefes de Estado y de gobierno fue la ilusión tóxica de que el "dinero", ya sea respaldado por un Estado o no, ya sea de la droga, la prostitución, la especulación o el juego, crea olas de crecimiento y que al final del día, la riqueza se "filtrará" a la población en su conjunto. Y que como el cripto no es moneda de curso legal, no hace estallar las estadísticas de inflación.
Hay un precedente histórico importante de este programa: el rearme de Alemania en preparación para la Segunda Guerra Mundial. Agobiada por las reparaciones de guerra impuestas por el Tratado de Versalles y temiendo volver a la hiperinflación de Weimar, el gobierno de Hitler recurrió a una contabilidad creativa para hacer frente al desafío.
Un año después de llegar al poder, Hitler nombró al banquero alemán Hjalmar Schacht como ministro plenipotenciario para la "Economía de Guerra". Los financieros anglo-estadounidenses, ya fueran los hermanos John Foster Dulles y Allen Dulles en Estados Unidos, o Montagu Norman, gobernador del Banco de Inglaterra, conocían la inventiva de Schacht y le dieron carta blanca para armar a Alemania en la perspectiva de una guerra contra Rusia. Creían que si los nazis y los bolcheviques podían masacrarse mutuamente en el Este, todo sería ganancia para la City de Londres y Wall Street.
Al crear las "letras Mefo" (Mefo bills), Schacht se ganó el título de "mago de las finanzas". En realidad, Schacht no hacía más que revivir un viejo truco probado durante la revolución francesa. Sin dinero, el gobierno francés había confiscado las propiedades de la Iglesia Católica, cuya reventa se suponía que aportaría dinero fresco. Pero los compradores no llegaban. Mientras tanto, el gobierno pagaba a sus proveedores con "asignaciones", pagarés que transformaba en un medio de pago temporal. Garantizados por el Estado francés, los proveedores podían, a su vez, utilizar los pagarés para liquidar sus gastos. Cuando quedó claro que no eran más que trozos de papel, la pirámide de las asignaciones se derrumbó.
Entonces, ¿qué hizo Schacht en 1934? Siguiendo sus instrucciones, el Reichsbank (el banco central de Alemania entre 1876 y 1945) y cuatro de los mayores fabricantes de armas (Krupp, Siemens, Gutehoffnungshütte y Rheinmetall), crearon una empresa fantasma llamada Metal Forschungsinstitut GmbH (Mefo, por sus iniciales), o Instituto de Investigación del Metal. En lugar de pagar a sus proveedores en reichsmarks (marcos), esta institución emitía "letras Mefo" para pagar a sus proveedores, quienes, a su vez, podían pagar sus propios gastos en letras Mefo. El esquema funcionó porque los bancos podían redescontar las letras Mefo en el Reichsbank en cualquier momento dentro de los tres meses siguientes a su primer vencimiento. De este modo, las letras Mefo proporcionaron un balón de oxígeno a la economía de guerra, perfectamente al margen del sistema monetario oficial.
Y como las letras Mefo no tenían curso legal como moneda, los volúmenes movilizados no se incluían en el crecimiento de la masa monetaria y, por tanto, ¡se consideraba que no eran inflacionarios! Semejante subterfugio, por supuesto, no podía durar eternamente. Para salvar la burbuja de las letras Mefo, ¡el gobierno de Hitler obligó a los bancos de ahorro y a los bancos mercantiles a invertir hasta el 30% de sus depósitos en letras Mefo! En el caso de los municipios, este porcentaje era del 90%, ¡y se impusieron porcentajes similares a los fondos de seguros públicos y privados! Esto es más o menos lo que ocurrió en el 2013 en España, donde, para evitar la quiebra del banco Bankia, los depósitos de la gente fueron convertidos en "preferentes", es decir, ¡las llamadas acciones "preferentes" del banco!
En el papel, Schacht consiguió contener la inflación. La masa monetaria oficial sólo aumentó un 33% entre febrero de 1933 y febrero de 1938. Pero al mismo tiempo, de 1934 a 1938, se creó el equivalente a más de 12.000 millones de marcos del Reich gracias a las letras Mefo, pero fuera del sistema. Cabe imaginar cómo habría sido la inflación si esta moneda hubiera tenido una emisión monetaria real.
En realidad, la enorme expansión monetaria de Schacht y la preparación para la guerra tuvieron un efecto inflacionario inmediato, lo que el régimen Nazi escondió con fuertes controles de precios. Sin embargo, dada la limitada disponibilidad en las tiendas y los precias artificiales establecidos, ya en 1936, había un mercado negro para los alimentos básicos, que da una idea de cuál era el nivel de la inflación. El precio oficial del pan era de 0.5 marcos una barra de pan; en el mercado negro, el precio era tres veces mayor. En el mercado negro, el precio de la carne de res y la carne de cerdo era también el doble del precio oficial. Era lo mismo para los zapatos y la ropa, incluso para los radios, que eran muy buscados entonces. Uno puede preguntarse si la Unión Europea, para respaldar su política de "rearme", ¿introducirá pronto controles de precios similares a los impuestos por los Nazis, o dejará que la inflación sacuda a las economías nacionales?
Hoy los apóstoles de la "economía de guerra", así como fue en el pasado, tienen que enfrentar un problema: tienen que enfrentar la realidad. Imprimir dinero falso y pagarés para mantener el valor nominal de la inversión en la producción, en el mejor de los casos, produce nada, y por lo peor, solo produce destrucción, y por lo tanto, por su naturaleza propiamente, es un activo que está axiomáticamente condenado.
Es como si un loco saliera de un casino donde acaba de ganar enormes cantidades de fichas y tratara de utilizarlas para comprar verdaderos productos a los comerciantes del pueblo. En Alemania, este loco se llamaba Hitler. Y quienes rehusaban aceptar las fichas del casino como dinero efectivo, terminaban en una muy mala condición.
Para hacer que esta "economía de guerra" prosperara, el Dr. Schacht implementó en Alemania una política de auto canibalización, que llevó por medio de su lógica infernal, a campos de exterminio de los "comensales inútiles", así como a guerras de conquista territoriales dictadas esencialmente, no solo por Lebensraum, sino también por la necesidad de apropiarse de recursos que faltaban en Alemania. Envió camiones que regresaban cargados con la tierra enormemente rica de Ucrania para la agricultura, robaba agua pesada de los noruegos, oro de los austriacos, los checos y los eslovacos, y belgas, y todo esto por supuesto, para prepararse para una guerra contra Rusia. Es nuestra responsabilidad garantizar que esta historia no se repita.
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