De los eurobonos a las “eurobombas”: Londres busca ideas
17 de marzo de 2025 (EIRNS) — La revista de la City de Londres, The Economist, se congratuló de que esté en marcha “el debate nuclear más profundo de Europa desde los años 50”, en el artículo que publicó el 12 de marzo en el que propone opciones para que Europa supere los dos mayores obstáculos para esgrimir sus propias “eurobombas”: credibilidad y capacidad. Los británicos están decididos a azuzar el debate sobre lo “impensable”.
La idea de la disuasión ampliada, en la que “un país debe prometer utilizar sus fuerzas nucleares, y arriesgarse así a la aniquilación nuclear, en nombre de otro”, es una dificultad, confiesa. El Reino Unido adoptó esa política asignando sus “modestas” fuerzas nucleares a la defensa de la OTAN. No así Francia;-excepto, argumenta The Economist, cuando amplió implícitamente su disuasión sobre el Reino Unido en 1995, cuando Gran Bretaña y Francia acordaron que “los intereses vitales de uno no podían verse amenazados sin que los intereses vitales del otro estuvieran igualmente en peligro”, y sobre Alemania, cuando se adoptó el mismo lenguaje en 2019 en el Tratado franco-alemán de Aquisgrán.
La cuestión ahora es qué significan esos tratados en la práctica. Por ejemplo: El Primer ministro de Polonia, Donald Tusk, quiere que Francia amplíe su protección nuclear sobre Polonia, pero insinúa que también quiere autoridad de lanzamiento. The Economist lo ve improbable, pero recuerda a sus lectores que en los años 50 se habló de “una fuerza nuclear paneuropea de propiedad y operación conjunta”, y en los 60, “Gran Bretaña propuso una Fuerza Nuclear Atlántica que pondría a las fuerzas nucleares británicas y estadounidenses bajo mando internacional, con vetos nacionales”.
The Economist plantea otras opciones. El funcionario de defensa británico retirado Peter Watkins propone que Francia se una al Grupo de Planificación Nuclear de la OTAN en calidad de observador; “una opción con más garra sería que Francia aclarase públicamente la dimensión europea de sus intereses”, sugiere The Economist. Las propuestas del experto nuclear francés Bruno Tertrais también interesan a Londres, como su idea “de que Francia podría simplemente dejar claro que el artículo 42.7 del Tratado de Lisboa, la cláusula de defensa mutua de la Unión Europea, ‘podría ejercerse por cualquier medio, incluyendo por tanto las armas nucleares’”.
¿Cómo podría funcionar la repartición de bombas nucleares británicas y francesas por Europa? Los submarinos no funcionarán, pero “los aviones son harina de otro costal”. Francia ya ha invitado a otras naciones europeas a “asociarse” a los ejercicios nucleares franceses (participar aportando sus capacidades convencionales, como el reabastecimiento de combustible). Esa cooperación podría ampliarse, convocando “un grupo de trabajo marítimo nuclear europeo”, como ha propuesto Monsieur Tertrais.
The Economist, reconociendo que ni Francia ni el Reino Unido tienen capacidades nucleares de escala, impulsa la idea de “una nueva Entente Cordiale” en el frente nuclear, en la que Gran Bretaña y Francia acuerden desarrollar conjuntamente capacidades nucleares, mientras Suecia, Alemania y otras naciones europeas aumentan su participación en los ejercicios nucleares franceses.
Ninguna de estas propuestas convence, ni siquiera a su autor. Pero lo que está incuestionablemente claro es que los británicos están lo suficientemente dementes como para hacer que Europa sea capaz de librar una guerra nuclear. Europa debe estar preparada para disparar misiles nucleares “contra, presumiblemente, ciudades rusas”, argumenta The Economist, si Estados Unidos no lo hace.
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