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Nubes de tormenta amenazan; los buitres imperiales británicos acechan

2 de abril de 2025 (EIRNS) — A medida que se agudizan las tensiones en torno a Irán, Yemen y Palestina, surge la interrogante de si Donald Trump logrará eludir las trampas y los desastres de las guerras interminables que asolaron a sus predecesores y contra las que él hizo campaña explícitamente. Los nubarrones de guerra siguen descendiendo sobre el sudoeste de Asia, con los continuos ataques aéreos estadounidenses en Yemen, el aumento de los despliegues militares en la región y la creciente retórica contra Irán. El propio Trump volvió a amenazar a Irán en un mensaje en su cuenta de Truth Social el 31 de marzo, con un mensaje que dice que “el verdadero dolor está aún por llegar, tanto para los hutíes como para sus patrocinadores en Irán”.

Las autoridades iraníes siguen dejando claro que no retrocederán, ni pueden hacerlo, ante tales amenazas. Ali Larijani, uno de los principales asesores del ayatolá Jamenei de Irán, advirtió que cualquier acción militar contra Irán empujará finalmente al país a desarrollar sus propias armas nucleares. “Si Estados Unidos o Israel bombardean Irán con el pretexto de la cuestión nuclear iraní, la República Islámica se verá obligada a avanzar hacia la producción de bombas nucleares”, declaró en una entrevista el 31 de marzo. El mundo no apoyará a Estados Unidos si continúa con esta peligrosa escalada.

Esta forma de pensar alcanzó nuevos mínimos el pasado fin de semana cuando el presentador de Fox News Jesse Watters dijo, en relación con la disputa con Dinamarca sobre Groenlandia: “Todos los países anteponen sus intereses. Y cuando nuestros intereses coinciden, podemos hacer negocios. Y cuando no, así es la vida. Si tenemos que quemar algunos puentes con Dinamarca para conquistar Groenlandia, ya somos grandecitos. Lanzamos bombas atómicas sobre Japón y ahora es nuestro principal aliado en el Pacífico”.

Este es el tipo de locura peligrosa que se arremolina en torno a Trump, y es exactamente el tipo de pensamiento que a los británicos y su pandilla unipolar les encantaría verlo abrazar. ¿Funcionará este enfoque? ¿Son estas amenazas un método útil para llevar a las partes a la mesa de negociaciones? No. Pero lo más probable es que conduzca a una guerra mucho mayor y, casi con toda seguridad, acabará con cualquier perspectiva de mejora en las relaciones entre Estados Unidos, Rusia y China que puedan cambiar el mundo.

Mientras tanto, los defensores del viejo sistema se derrumban a cada paso. En Europa, los llamados a gastar más en el complejo militar y a imponer nuevas sanciones a Rusia, están llevando a la quiebra a sus economías nacionales, y se están encontrando con una resistencia cada vez mayor dentro de las naciones de la Unión Europea (UE). Sin embargo, a medida que crecen las voces de la oposición, se enfrentan a una censura brutal y a decisiones antidemocráticas, como se vio a principios de esta semana con la flagrante detención de Marine Le Pen, la principal candidata a las elecciones francesas de 2027. En Israel, el Primer ministro Benjamin Netanyahu también ha intentado eliminar a todos los opositores a su guerra genocida contra los palestinos. Pero, a pesar de sus esfuerzos, se ha visto salpicado por más escándalos de los que quisiera. El último, en torno a dos de sus principales asesores que presidieron su desastrosa política respecto a Qatar, está estallando ahora. La comparecencia prevista de Netanyahu ante el tribunal el 31 de marzo por su propio escándalo de corrupción interrumpió porque tuvo que ir corriendo a otro tribunal para testificar sobre el nuevo caso de corrupción.

Estas políticas obviamente fallidas dejan claro que el gobierno de Trump debería deshacerse de estos supuestos líderes y colaborar con Rusia, China y las naciones del BRICS en la creación de una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo para el mundo. Sólo este enfoque puede llevar una paz duradera a Ucrania, Gaza y más allá. La visita de tres días a Moscú del ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, esta semana, donde se reúne con su homólogo, Serguéi Lavrov, y con el Presidente Vladimir Putin, pone de relieve el potencial de colaboración entre estas tres naciones. Wang Yi elogió los esfuerzos de Estados Unidos y Rusia para alcanzar la paz en Ucrania, y destacó que “se ha mantenido una conversación seria sobre la solución política de la crisis ucraniana y la mejora de las relaciones ruso-estadounidenses”. Wang añadió: “Un paso hacia la paz, aunque no sea tan grande, es constructivo; merece la pena darlo. La paz no se consigue recostado, hay que trabajar y conseguirla con trabajo”.

Tengan presente este potencial y movilícense para hacerlo fructificar. A los británicos y sus acólitos nada les gustaría más que ver al gobierno de Trump dispararse en el pie, o en otro lugar, involucrándose en una guerra con Irán, un peligro que debe evitarse a toda costa.

 

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