El ritmo del cambio se acelera por la política “arancelaria”
5 de abril de 2025 (EIRNS) — El “escarmiento” de lo que parece ser simplemente la política arancelaria del Presidente Donald Trump, podría presentar muchos desafíos y oportunidades para nuevos acuerdos internacionales de inversión entre las principales naciones, incluyendo Estados Unidos.
La pregunta: “¿Qué piensan Trump y su equipo que están haciendo?” se remite a menudo al jefe del Consejo de Asesores Económicos, Stephen Miran, y a su artículo de noviembre de 2024 “A User’s Guide to Restructuring the Global Trading System” (Guía del usuario para reestructurar el sistema de comercio mundial), como lo hace por ejemplo Simplicius en una minuciosa entrada de su blog del 4 de abril; y también al aporte al pensamiento económico, por así decir, del vicepresidente J.D. Vance. En la “guía” de Miran hay que realizar toda una serie de maniobras programáticas, algunas de ellas mutuamente contradictorias entre sí, pero que tal vez deban realizarse en una meticulosa secuencia equivalente a una de esas trampas en que se metía Houdini para escapar luego.
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Trump's "Liberation Day": Another PR Gag, or Global Reorientation Turning Point? simplicius76. substack. com |
La estrategia bien podría definirse así: Empujar a la economía de Estados Unidos a una recesión, supuestamente corta y superficial, mediante agresivos recortes del gasto y una agresiva interrupción del comercio. Utilizar ese estancamiento para empujar al Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, el ente que decide la política de la Reserva Federal) a que haga recortes sustanciales en las tasas de interés, como le exigió Trump de nuevo al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, el 4 de abril. Los recortes de tasas de interés y el estancamiento económico llevarán a una devaluación significativa del dólar estadounidense, por acción del mercado o por algunos “Acuerdos de Mar-a-Lago”; esa devaluación, combinada con tasas de interés bajas y más muros arancelarios, convertirá a Estados Unidos en una superpotencia manufacturera y exportadora una vez más, e impulsará tanto a las empresas estadounidenses como a las de propiedad extranjera a “deslocalizar” su producción. El Presidente Trump negociará continuamente este tipo de acuerdos de inversión industrial, tal vez “recíprocamente” a cambio de una desgravación arancelaria.
El propio Trump volvió a publicar un vídeo en el que presenta este enfoque, en esencia.
Pero la reindustrialización exigiría de Estados Unidos lo que ahora no está a la vista: un nuevo aumento de la productividad y del empleo productivo en las industrias y ciencias de tecnología de punta; una política de créditos dirigidos para proporcionar nuevas plataformas de infraestructura y avances tecnológicos a la economía estadounidense; inversión en los motores de la ciencia y la educación relacionados con la exploración espacial y la energía de fusión.
Y mientras tanto, para evitar una crisis financiera, la gran presión a la que están sometidos los mercados de valores de la Tesorería (Hacienda) de Estados Unidos y del dólar (agravada por la invasión de esos mercados por las criptodivisas) exigirá nuevos acuerdos de tipos de cambio fijos sobre inversiones productivas.
Así que, aunque esta versión arancelaria del “Sistema Americano” esté “escarmentada”, el Presidente tendrá ciertamente que negociar proyectos de inversión productiva. Las naciones y regiones objeto de los aranceles (como China, Europa, el Sudeste Asiático) podrían reorientar sus políticas comerciales entre sí. El ritmo del cambio aumentará.
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