7 de abril de 2025 (EIRNS) — El problema al que se enfrenta el Presidente Trump en Irán, mientras contempla una posible intervención militar allí, nunca se resolverá mediante amenazas, intimidación o guerra. En el contexto del genocidio que perpetra Israel en Palestina, el rechazo del derecho internacional por parte de Israel y el decadente sistema centrado en Occidente, la ostensible crisis en torno a Irán a la que se está viendo arrastrado Trump es mucho más complicada de lo que parece.

En realidad, esa crisis sólo puede entenderse desde el punto de vista de que el orden posterior a la Segunda Guerra Mundial, un orden que se cimentó aún más sobre los cadáveres de John F. Kennedy, Martin Luther King, Jr., Robert F. Kennedy y otros, fue diseñado por la casta imperial británico dominante para generar una lucha interminable entre Estados Unidos y Rusia. Suponían que nunca habría estabilidad mientras las superpotencias estuvieran enfrentadas.

Por lo tanto, el esfuerzo en marcha por normalizar las relaciones entre Estados Unidos y Rusia es un acontecimiento revolucionario, que infunde miedo en las grietas más profundas y oscuras de las élites anglo-estadounidenses dominantes. Los esfuerzos de Trump en este sentido podrían ser la clave para resolver otros grandes problemas del mundo.

No crean que la casta dirigente anglo-estadounidense se lo toma a broma. De lo contrario, están haciendo todo lo posible para descarrilar el potencial y arruinar al gobierno de Trump, ya sea explotando escándalos como el “SignalGate” o atrayéndolo a una trampa que garantizaría esto: una guerra con Irán.

Es notable que las manifestaciones nacionales e incluso mundiales de “Manos fuera” contra Trump el sábado 5 de abril (según los informes, las mayores manifestaciones contra un Presidente estadounidense en ejercicio) no incluyeron entre sus demandas “Manos fuera de Irán”, ni tampoco “Manos fuera de Gaza”. En cambio, una de sus demandas era “Manos fuera de la OTAN”, lo que indica, en el mejor de los casos, una completa ignorancia de la situación estratégica más amplia o, en el peor, el despliegue intencionado contra cualquier esfuerzo de Trump por alejar al mundo del conflicto con Rusia.

La única solución legítima a la crisis es que Estados Unidos reviva sus mejores tradiciones y se una al BRICS y al Sur Global para crear una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo. En lugar de un régimen arancelario perturbador, supuestamente para reforzar la actividad económica interna, Estados Unidos haría mucho mejor en fomentar el crecimiento en el resto del mundo, creando así una mayor actividad económica mediante la exportación de productos estadounidenses avanzados a naciones en desarrollo de rápido crecimiento.

Este enfoque se plasma en el informe especial del Instituto Schiller “Miles de millones de empleos productivos para detener la emigración forzosa y la guerra”, en el que se plantea una vía para sustituir el moribundo orden neoliberal actual por una nueva era justa que beneficie a toda la humanidad.