Cuatro leyes, diez principios y una oportunidad
14 de abril de 2025 (EIRNS) — La sesión del domingo 25 de mayo en la mañana, de la conferencia del Instituto Schiller del 24 y 25 de mayo, “¡Una hermosa visión para la humanidad en tiempos de gran turbulencia!”, abordará el tema de “Lyndon LaRouche, patriota estadounidense y ciudadano del mundo”. Hay que acabar con supresión que se ha hecho de las ideas de LaRouche, el economista y estadista que pronosticó con éxito, en nueve ocasiones, el avance de la crisis de desintegración física del sistema transatlántico posterior a Bretton Woods.
Esto no es un mero imperativo moral, aunque se trata de una cuestión de simple justicia, tanto para LaRouche como para los perseguidos y encarcelados con él. Sus soluciones programáticas, como el Plan Oasis de LaRouche para el suroeste de Asia, se originan en su entendimiento avanzado y mejora de la disciplina conocida como el Sistema Americano de economía física. Estudiar, adoptar y cuestionar, incluso disputar, las propuestas de LaRouche, como su revolución singular del concepto de “corredor de desarrollo” en la economía física, es esencial para que Estados Unidos, en particular, llegue a reconocer que el problema que está experimentando con China y Rusia no es el “comunismo” o el “socialismo”.
El problema es que Estados Unidos mismo ya no entiende, ni acepta, ni apoya al Sistema Americano de economía física. Esa es la lección que se debe sacar de la tragicomedia que se está desarrollando actualmente, llamada problema de “los aranceles y el comercio”. Aunque de ninguna manera es la causa del actual caos financiero, sí está contribuyendo a él, precisamente porque el actual sistema de deuda, tal como existe, no tiene salvación. No existe ninguna solución financiera concebible que pueda resolver este problema. El sistema debe someterse a una quiebra ordenada, al mismo tiempo que se hace disponible el crédito, en billones de dólares, y en todo el mundo, para la producción física, gran parte de ella, de hecho, concentrada en los Estados Unidos, pero que involucra a todas las naciones. Ese asunto se abordará en el Panel Tres de la conferencia del Instituto Schiller, “El programa LaRouche para crear 3.000 millones de nuevos empleos productivos en una generación”, el sábado 24 de mayo.
También hay algunas buenas noticias. Parece que, aunque en Estados Unidos no se ha visto a nadie, especialmente entre los economistas, que haya tenido el valor de discutir las propuestas económicas de LaRouche por su nombre, está comenzando la ntroducción pública del tema de la economía anticolonialista del Sistema Americano de Alexander Hamilton en las deliberaciones políticas, cuando menos en secciones de las redes sociales. Durante el intercambio entre los analistas Alexander Mercouris, Glenn Diesen y Alastair Crooke, el pasado viernes 14, los comentaristas intentaban dar sentido a las motivaciones de la arcaica “élite” del mundo transatlántico. Habían discutido el conflicto arancelario, las perspectivas de guerra contra Irán y China, la destrucción masiva de Gaza e incluso la posible reanudación de la guerra contra Rusia.
Crooke preguntó a Diesen (a quien Crooke calificó como “un economista”) qué pensaba. “Vale la pena señalar que muchas de estas ideas económicas con las que los rusos están jugando ahora tienen un gran origen en Estados Unidos”, dijo Diesen. “Porque si nos remontamos a la época de Alexander Hamilton, su principal preocupación era el dominio económico británico, que era una forma de imperialismo de libre comercio que impediría el desarrollo de sus sociedades, y muchos otros problemas. Así que todo el fundamento de esto para Alexander Hamilton y Henry Clay para desarrollar este Sistema Americano, donde tendrían una mayor autonomía industrial, su propio sistema financiero, es decir, con su propio banco nacional, control de sus propios corredores de transporte, mucho de esto se extendió por todo el mundo, incluso Japón. Friedrich List, como usted ha mencionado, copió efectivamente el Sistema Americano. Quería llevarlo a Alemania con los ferrocarriles, un banco nacional,... luego estaba Sergei Witte, de Rusia, el ministro de finanzas, que tradujo las ideas de List en folletos y los repartió en Rusia.
“Y esto fue de vital importancia para Rusia. Siempre miraron a Sergei Witte, también cuando giraron hacia Asia, se aplicaron las mismas ideas. Los corredores de transporte, la autonomía industrial, la autonomía financiera. Así que mucho de esto se remonta a cuando Alexander Hamilton liberó a Estados Unidos de los británicos. Pero después de la experiencia soviética, coquetearon de nuevo con el liberalismo con Yeltsin, pero ahora realmente vuelven a List. Así que, si quieres entender la dirección en la que van tanto los rusos como los chinos, tiene un origen estadounidense muy fuerte”.
Diesen tiene razón. ¿Qué economista estadounidense se unirá a él en esta conversasión? ¿Se atreverá alguien a mencionar el nombre de Lyndon LaRouche? ¿Quién en las cercanías de la Casa Blanca está dispuesto a actuar para recrear “el Sistema Americano, todo el Sistema Americano, y nada más que el Sistema Americano”, en contraposición al casino y comercio de armas, que es la economía estadounidense actual cargada de deudas?
Una vez hace tiempo ya que Estados Unidos, con sus defectos, era sin embargo sinónimo de productividad y orientación a la producción. Volver a eso requiere un cambio cultural, no un truco monetario o fiscal. Estados Unidos no puede hacerlo ahora, sin formar parte de un equipo internacional, concentrándose, como se tiene que ocasionar que haga el gobierno de Trump, en cómo crear una arquitectura justa de seguridad y desarrollo entre Estados Unidos y Rusia, y también China y entre esas tres naciones y la India, y luego todas las demás. Se deben adoptar ya a nivel mundial los acuerdos sobre aranceles, comercio, crédito para la producción física y no para la especulación; para la minería, manufacturas, agricultura, sistemas avanzados de energía de alta densidad y cooperación en el espacio; infraestructura de salud y educación. Las Cuatro Leyes por las que esto puede lograrse las planteó Lyndon LaRouche hace una década. Se discutirán en la Conferencia Schiller, junto con los “Diez principios para una nueva arquitectura internacional de seguridad y desarrollo” de Helga Zepp-LaRouche.
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