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La economía del beneficio mutuo

14 de abril de 2025 (EIRNS) — Hoy en día, el mundo se encuentra en un mar de incertidumbre, oscilando entre múltiples crisis, y al mismo tiempo está al borde de un gran avance. El potencial de normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia sigue avanzando, aunque todavía existen muchos obstáculos para una resolución significativa después de años de histeria antirrusa. El Presidente Donald Trump recordó que se había opuesto a la estúpida marcha del gobierno de Biden hacia la guerra nuclear, en una publicación del 14 de abril en su cuenta de Truth Social, en la que escribió: “El presidente Zelenski y el corrupto Joe Biden hicieron un trabajo absolutamente horrible al permitir que comenzara esta farsa. Había muchas formas de evitar que empezara”.

Pero esto de ningún modo significa que estamos fuera de peligro. Ciertas naciones europeas están presionando frenéticamente para implementar su “coalición de la matanza”, desesperadas por mantener la guerra contra Rusia, incluso hasta el punto de desplegar sus propias tropas en Ucrania. El Canciller alemán entrante, Friedrich Merz, reiteró su intención de enviar misiles Taurus de largo alcance a Ucrania, e incluso llegó a señalar el puente de Crimea de Rusia como objetivo de ataque. La respuesta al reciente ataque ruso en Sumy parece ser otro ejemplo de esto, ya que Kiev y los medios noticiosos occidentales repiten como loros la narrativa de que no es posible dialogar con Rusia.

En el sudoeste de Asia, las conversaciones indirectas del fin de semana pasado entre el enviado estadounidense Steve Witkoff y el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, fue una señal esperanzadora de que la diplomacia aún puede ganar a la guerra. Los informes de ambas partes destacan que las discusiones fueron positivas y respetuosas, y la decisión de reunirse de nuevo el 19 de abril es prometedora. Aunque no se sabe a dónde conducirá todo esto en última instancia, está claro que se aleja de donde los halcones de la guerra preferirían llevarlo. Tanto los israelíes como los neoconservadores estadounidenses acérrimos como Elliott Abrams y el Atlantic Council dejaron claro que creen que las negociaciones deberían apresurarse y fracasar, para que puedan comenzar los ataques militares contra Irán.

Pero en lo que respecta a la política arancelaria y comercial, Trump no ha tenido tanto éxito, ni lo tendrá si no cambia de rumbo. La oleada de imposición y escalada de aranceles entre EU y China la semana pasada ha creado una situación de extrema tensión. Como se dice en la declaración del Instituto Schiller del 10 de abril sobre esta situación: “El Presidente Trump parece tener la intención de liberar al sistema financiero mundial de los aspectos especulativos de la globalización, lo que sería un esfuerzo legítimo. Pero la interpretación de que el mundo entero saqueó a Estados Unidos pone toda la historia patas arriba. Fue el sistema financiero neoliberal de Wall Street y la City de Londres... lo que creó un mecanismo para saquear las capacidades productivas de todos los países, incluido Estados Unidos”. (Énfasis añadido).

Si no se revierte el colapso de la productividad física en general, los aranceles y los ajustes comerciales solo tendrán efectos perturbadores y destructivos. De hecho, el sitio de seguimiento de envíos Vizion informó de una caída del 64 % en las solicitudes de envíos para las importaciones estadounidenses procedentes de China en la primera semana de abril, y una caída del 34 % para las exportaciones estadounidenses a China. Luego, el 11 de abril, China promulgó una prohibición sobre la venta de metales de tierras raras e imanes de tierras raras a Estados Unidos, materiales que son absolutamente vitales para muchos aspectos de la economía, en especial para los productos de alta tecnología y los que utilzan motores eléctricos. La suposición de que Estados Unidos puede compensar la diferencia de la noche a la mañana, después de décadas de desmantelar su sector industrial, es una fantasía peligrosa y corre el riesgo de desencadenar un estallido mucho mayor de todo el sistema financiero en bancarrota.

Por el contrario, el (ex) candidato a la presidencia de Rumanía, Calin Georgescu, planteó una idea muy diferente. Georgescu, que estaba en camino de convertirse en Presidente de su país hasta que se canceló la democracia en Rumanía y se le impidió presentarse, le dio una entrevista a Tucker Carlson el 10 de abril, en la que dijo que su visión es tener una “Rumania hamiltoniana”, que tenga “libertad y dignidad”, en contraposición a la “tecnocracia y la deuda”. Dijo que “uno de los mejores es el padre fundador de Estados Unidos, Alexander Hamilton”.

El comentario de Georgescu sobre Hamilton, el principal creador del sistema económico antiimperialista de Estados Unidos, tiene una implicación muy importante para hoy. Si Trump, o cualquier otro país occidental, implementara los principios económicos de Hamilton, como lo ha hecho China, sería el mejor enfoque para reconstruir el mundo de las cenizas del moribundo sistema liberal británico. Un enfoque tan beneficioso para todos de desarrollo económico global y paz, una nueva arquitectura de seguridad y desarrollo, que identifique, como hizo Hamilton, que el verdadero valor no reside en el dinero sino en esa capacidad creativa física y mental para hacer avanzar a la humanidad: este es el camino para asegurar realmente el futuro.

El único economista que ha entendido a fondo y ha promovido los principios de Hamilton en la historia reciente es Lyndon LaRouche, por lo que la conferencia del Instituto Schiller del 24 y 25 de mayo es un evento que no querrá perderse.

 

Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com

 

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