Economía e ideas: El espíritu de Bandung
19 de abril de 2025 (EIRNS) — En el prólogo de su revolucionario libro de 2005, Earth's Next Fifty Years (Los próximos cincuenta años de la Tierra), que lleva el subtítulo de “Economía e ideas” Lyndon LaRouche escribió:
“La única solución para este aspecto de la crisis es someter al sistema monetario-financiero internacional a una asociación de gobiernos de Estados nacionales soberandos definida por una misión orientada. La reanudación del sistema de Bretton Woods, tal y como lo planteó el Presidente Franklin Roosevelt, es el modelo para el único tipo de medidas que pueden detener el colapso a corto plazo y proporcionar una solución duradera para las generaciones inmediatas”.
LaRouche concluye ese prólogo con estas palabras: “No se puede evitar que el planeta en su conjunto se sumerja en una nueva era de tinieblas inminente, a menos que actuemos sobre la base del hecho de que toda la teoría monetaria y financiera generalmente aceptada, tal y como se enseña y practica, por ejemplo, en Europa y en las Américas hoy en día, no solo es incompetente hasta punto de lo absurdo, científicamente, sino que representa un obstáculo ideológico perverso para cualquier reforma que pueda permitir a cualquier economía salir con vida de la crisis que se avecina”.
En ese mismo libro previó con asombrosa precisión, hace dos décadas, el desplazamiento del centro de gravedad de la economía física mundial hacia la región de Asia-Pacífico, hacia lo que LaRouche describió como “el mundo euroasiático que se avecina”, al que instó a unirse rápidamente a los líderes equivocados del sector transatlántico, so pena de enfrentarse a su propio colapso.
Esa visión de los próximos cincuenta años de la Tierra es el concepto que explorará en profundidad en el Panel 5 de la conferencia del Instituto Schiller (que se realizará los días 24 y 25 de mayo) un panel internacional de líderes del movimiento juvenil de LaRouche, como es debido.
Hoy en día, el cambio tectónico global que LaRouche previó hace dos décadas está en marcha, independientemente del conocimiento, la intención o los prejuicios de las naciones y los líderes occidentales, y precisamente por las razones que LaRouche previó. Como declaró sin tapujos esta semana Celso Amorim, principal asesor internacional del Presidente Lula da Silva de Brasil, uno de los países fundadores del BRICS, en una entrevista: “China tiene hoy una disponibilidad de recursos para invertir en el extranjero que Estados Unidos no tiene. Es una cuestión pragmática. China ofrece hoy a Brasil más oportunidades y menos riesgos”.
Amorim hizo estas declaraciones en el contexto de la visita a Brasil de una delegación china de alto nivel que estudia las perspectivas de construir un corredor ferroviario bioceánico desde la costa atlántica de Brasil hasta el puerto de Chancay, en Perú, en el Pacífico, un gran proyecto de infraestructura que Wall Street y la City de Londres aborrecen profundamente. Cabe destacar también que el Presidente Lula viajará a Moscú para participar en la celebración del Día de la Victoria, el 9 de mayo, que conmemora la derrota del fascismo hace 80 años, donde también se reunirá con el Presidente Vladimir Putin. Desde allí, Lula se dirigirá a Pekín para reunirse con el Presidente Xi Jinping, con la promesa de que se firmarán importantes acuerdos entre ambos países. El presidente brasileño está haciendo esto a pesar de —o quizás precisamente por— la enorme presión de Washington y Londres para que no tenga nada que ver con Rusia ni con China.
De manera similar, el Primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, tras su reunión del 16 de abril con Xi Jinping (que acaba de completar una gira por Asia para cerrar las compuertas ante la esperada turbulencia mundial que presagian los aranceles estadounidenses y otros desastres políticos) atacó la tendencia hacia el “tribalismo económico” y declaró airadamente que Malasia no rompería con China, a pesar de la presión internacional.
Especialmente a la luz de estos acontecimientos, la advertencia y las propuestas programáticas de LaRouche en 2005 siguen vigentes hoy en día: “El mundo se encuentra ahora al borde de una crisis financiera que supera la experiencia de cualquier persona viva” —escribió LaRouche en su prólogo “Economía e ideas”— “que ahora amenaza con sumir al planeta entero en una nueva era de tinieblas. Aún es posible salvar a la economía mundial de este horror”, señaló LaRouche. Pero para ello se necesitarán “medidas abruptas y radicales”, entre ellas el fomento de una relación de trabajo entre Occidente y “el mundo euroasiático que se avecina” para desarrollar conjuntamente el planeta y el sistema solar más allá de él.
Para mayor información escriba a preguntas@larouchepub.com


