Llamado urgente al Presidente Trump, al Presidente Xi, al Presidente Putin, al primer ministro Modi, y a los dirigentes de los demás países para la implementación urgente de las Cuatro Leyes de Lyndon LaRouche
Declaración de Helga Zepp-LaRouche, presidente del Instituto Schiller
Llamado urgente al Presidente Trump, al Presidente Xi, al Presidente Putin, al primer ministro Modi, y a los dirigentes de los demás países para la implementación urgente de las Cuatro Leyes de Lyndon LaRouche:
27 de febrero de 2020
En tanto que la propagación del coronavirus amenaza con volverse una pandemia, el impacto sobre la producción económica física ya está desafiando las cadenas de suministro para el sistema de producción industrial (en donde los carteles internacionales han ocupado el lugar de la soberanía de las economías nacionales, con lo cual se ha creado una dependencia extrema en esas cadenas de suministro) así como a la existencia misma de la pequeña y mediana industria. Hay señales de advertencia muy claras de que esas perturbaciones pueden causar otro “momento como el de Lehman Brothers” en el sistema financiero global.
La crisis del coronavirus podría convertirse rápidamente en el detonante de un colapso sistémico del sistema financiero global, que ya de por sí está irremediablemente en bancarrota (con dos mil billones de dólares en agregados financieros totales) como lo deja ver muy claro la emisión masiva de préstamos “repo” de la Reserva Federal desde el 17 de septiembre del año pasado, así como el programa permanente de “emisión cuantitativa” de dinero, y las tasas de interés cero y hasta negativas del Banco Central Europeo, del Banco de Inglaterra y del Banco de Japón. Dentro de este sistema, las únicas opciones que quedan son: un derrumbe descontrolado de reacción en cadena, que podría desatar cualquiera de las muchas causas, tales como la crisis de deuda de los países de mercados emergentes, o el colapso de la burbuja de los bonos de la deuda corporativa de Estados Unidos, o el colapso de cualquier banco grande de Estados Unidos o de Europa; o la opción de un estallido hiperinflacionario. Lo que sucedió en Alemania en 1923 se podría repetir en todos los países que forman parte de este sistema monetario. Las consecuencias de un colapso tal sería el caos, la pérdida de millones de vidas, y posiblemente la guerra.
Hay una solución para esta crisis existencial. Los países más prominentes del mundo, empezando con Estados Unidos, China, Rusia e India, con el apoyo de otros, tienen que implementar las siguientes medidas necesarias para la reorganización del sistema financiero actual:
1. Se tiene que implementar de inmediato un sistema global de separación bancaria, según el modelo exacto de la ley Glass-Steagall del 16 de junio de 1933, de Franklin Roosevelt. Bajo este sistema, la banca comercial debe estar bajo protección del Estado, y debe estar completamente separada, con un cortafuegos, de los especulativos bancos de inversión, a los cuales no se les debe permitir ya el acceso a los activos de la banca comercial, ni el privilegio de los rescates financieros con el dinero de los contribuyentes. El papel tóxico de estos bancos, tales como los contratos de derivados pendientes, se tienen que dar por perdidos.
Los reclamos legítimos, que tienen que ver con la economía real o con las pensiones u otros activos de los trabajadores, se tienen que reconocer como válidos en el nuevo sistema. Algunas categorías de demanda de pagos se tienen que congelar por el momento, para ser evaluadas por las instituciones del Estado en términos de su validez.
2. Cada país debe crear un banco nacional, según la tradición del Banco de Estados Unidos de Alexander Hamilton, o el Kreditanstalt für Wiederaufbau de la posguerra en Alemania, a fin de que el Estado pueda proporcionar los fondos necesarios de crédito para las inversiones productivas en la economía física. La emisión de estos créditos se debe guiar por los principios de la alta densidad de flujo energético y de un aumento óptimo de la productividad de las capacidades productivas y de las facultades del trabajo, poniendo el acento en el avance científico y tecnológico.
3. Se debe establecer entre los países participantes un sistema de tipos de cambio fijo, y se deben establecer tratados de cooperación entre los Estados soberanos con el propósito de llevar a cabo proyectos de desarrollo y de infraestructura bien definidos. Estos tratados en conjunto representan de hecho un Nuevo Sistema de Bretton Woods, como el que se proponía Roosevelt, con la intención explícita de proporcionar crédito para el desarrollo industrial del sector en desarrollo.
4. El aumento urgente en la productividad de la economía mundial para que pueda alojar a una población mundial de casi 8 mil millones de personas actualmente, se debe facilitar mediante un programa internacional de urgencia para la realización de la energía de fusión termonuclear y otras tecnologías avanzadas, tal como la biofísica óptica y ciencias de la vida, a fin de encontrar soluciones a los desafíos como el coronavirus; así mismo, con el mismo objetivo se debe facilitar la cooperación internacional en la tecnología espacial y los viajes espaciales, lo cual puede establecer la necesaria plataforma económica superior siguiente, como lo ha desarrollado el economista Lyndon LaRouche.
Nosotros, los abajo firmantes, hacemos este llamado urgente a los gobiernos mencionados, para que actúen en este momento de extraordinario desafío para la seguridad y existencia de toda la humanidad, para corregir los errores del sistema actual, los cuales han llevado a esta crisis presente, y para retornar a los principios del bien común, de la soberanía de los Estados nacionales, y de la seguridad alimentaria y energética, al tiempo que adoptamos una visión para las metas comunes de la humanidad y una comunidad de futuro compartido de la humanidad.
No hay mejor momento para implementar estos cambios urgentes que ahora, en el año de Beethoven, cuya obra monumental es una bella metáfora para un nuevo paradigma por un mejor futuro de la especie humana.