Un asunto de vida o muerte:
Llamado a una movilización internacional
por los recursos alimenticios
para combatir la hambruna en África
13 de octubre de 2020 —Me llamo Ramasimong Phillip Tsokolibane. Soy el dirigente del movimiento de LaRouche en Sudáfrica. Sin embargo, no hago este llamado como ciudadano de mi país, sino como vocero de todos los que en este momento están pasando hambre o que muy pronto van a enfrentar hambruna en África, y que no tienen a nadie que hable por ellos.
En estos momentos, muchos millones de mis hermanos africanos están muriendo de hambre. Padecen hambre a consecuencia de un subdesarrollo impuesto deliberadamente en mi continente —impuesto por la potencia neocolonial del imperio británico, por medio de su poder financiero en la City de Londres y en Wall Street— que ahora se combina con una pandemia global y la plaga de langostas, y otros desastres naturales que afectan la producción de alimentos en el continente. Para utilizar un lenguaje técnico, están padeciendo la “Fase 4 de Inseguridad Alimentaria Aguda: Emergencia Humanitaria”, a solo un paso de la “Fase 5: Hambruna/Catástrofe Humanitaria”. Si dejas de lado la jerga correcta, quiere decir que ya están muriendo de hambre, en tanto que millones de personas más también van a enfrentar la hambruna a menos de que reciban alimentos rápidamente.
“La humanidad enfrenta la mayor crisis que ninguno de nosotros hayamos visto nunca. Es hora de que quienes tienen más, den un paso al frente, para ayudar a quienes tiene menos”. Esa advertencia la hizo David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 17 de septiembre. El escribió que, en estos momentos, 30 millones de personas corren peligro de morir de hambre. La mayor parte de estas personas están en África.
Quiero hacer hincapié en que esto no es un asunto de lo que va a suceder; ya está sucediendo. Y a menos de que se tomen medidas pronto, millones y millones de personas van a morir en las próximas semanas y meses que tenemos por delante, como lo advirtió David Beasley. En abril, ya él se había dirigido al Consejo de Seguridad de la ONU, en donde advirtió que podrían morir de hambruna 300,000 personas por día.
Aunque ya varias organizaciones de caridad y de otro tipo han sonado la voz de alarma y han pedido ayuda económica, lo que tenemos enfrente, si es que queremos salvar vidas, es que tenemos que garantizar enormes cantidades de alimentos, lo más pronto posible, para las personas hambrientas y que padecen hambruna. Dado el estado de la infraestructura en el continente y el hecho de que gran parte de esta hambruna está sucediendo en zonas rurales aisladas, el proceso de distribución que se tiene que llevar a cabo supera con creces los medios de los gobiernos locales o de los organismos de socorro.
Considero que tenemos que movilizar las capacidades logísticas de las fuerzas militares más capaces a nivel mundial y diseñar una estrategia para llevar los suministros alimentarios desde las naciones que los producen, como Estados Unidos y Canadá, y llevarlos directamente a quienes los necesitan. Que unan sus fuerzas los aliados y los enemigos por igual, en este el mayor de los esfuerzos humanitarios. En su más reciente encíclica, Fratelli Tutti (Sobre la fraternidad y la amistad social), su santidad el Papa Francisco escribió que finalmente ha llegado el momento para que la humanidad renuncie a la idea de que la guerra se puede justificar; cualquier tipo de guerra que acaba con vidas humanas. Pero esto es ciertamente una guerra, o para ser más preciso, una batalla internacional, para salvar lo más sagrado que todo, las vidas humanas.
Apelo al Presidente de Estados Unidos, Donald Trump:
Asuma este reto. Dele a los granjeros estadounidenses la misión de producir alimentos para alimentar a quienes padecen hambruna, y al mismo tiempo que despliegue los enormes recursos de las fuerzas armadas de Estados Unidos en una misión de caridad para llevar alimentos a quienes los necesitan en mi continente. Haga esto en consonancia con su esposa, la gentil Primera Dama Melania, quien prometió ayudar al África y en especial a sus niños de todas las maneras que fuese posible, en una visita que le hizo al continente en octubre del 2018. Como una medida de emergencia, tome cualesquiera que sean las medidas necesarias para hacer que suceda.
Esta debería ser una razón suficiente para llevar a cabo esa cumbre internacional de las grandes potencias a la que ha llamado la gran señora, Helga Zepp-LaRouche, presidente del Instituto Schiller.
Podemos salvar vidas, pero para ello es necesario un esfuerzo internacional. Estados Unidos hizo esto antes. Recuerdo el gran esfuerzo que se hizo para llevar alimentos a las personas hambrientas luego de la Segunda Guerra Mundial en Europa, el cual ameritó la movilización del pueblo estadounidense noble y bondadoso, que envió los paquetes CARE y suministros de alimentos.
Mis hermanas y hermanos africanos se pueden salvar, si existe voluntad, y si la gente se ve a sí mismos actuando en el espíritu de la caridad (ágape), para elevarse por encima de diferencias mezquinas, para hacer algo grande y bondadoso.
13 de octubre de 2020