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“The LaRouche Organization” emitió un documento fundacional: “Quiénes somos”

23 de diciembre de 2020 (EIRNS) —  “The LaRouche Organization” (La Organización de LaRouche) emitió hoy el siguiente documento fundacional, que también se puede leer, en inglés, en su sitio electrónico www.LaRoucheOrganization.com  

Quiénes somos 

El propósito único de The LaRouche Organization (La Organización de LaRouche) es diseminar las ideas de Lyndon LaRouche y propagar su labor de vida, su método de pensamiento analítico y científico, con la intensión de hacer realidad las soluciones que él propuso a las muchas crisis que la humanidad enfrenta ahora. 

Lyndon LaRouche (1922–2019) es famoso por identificar el fatídico acto del Presidente Richard Nixon del 15 de agosto de 1971 de poner fin al Sistema de Bretton Woods, para reemplazar los tipos de cambio fijo por los tipos de cambio flotante y desacoplar el dólar del patrón oro, como una medida que inevitablemente llevaría a un colapso sistémico del sistema financiero, a un nuevo fascismo y en última instancia al peligro de una guerra. Desde 1973 en adelante, identificó además que el impacto de la política monetaria y su política de austeridad correspondiente, en los llamados países en desarrollo —en concreto, al debilitar el sistema inmunológico de muchas generaciones en varios continentes— traería consigo el peligro del resurgimiento de viejas enfermedades y la aparición de otras nuevas, como las pandemias. El estado actual del sistema financiero transatlántico en bancarrota irremediable (que desde el 2008 solo se ha mantenido gracias a las enormes cantidades de “emisión cuantitativa” de parte de los bancos centrales), la realidad de la pandemia de Covid-19, el peligro inminente de nuevas pandemias, y una hambruna de “dimensiones bíblicas” que amenaza a 270 millones de vidas para el año que viene, han demostrado que los pronóstico de LaRouche han sido absolutamente acertados.

Por tanto, La Organización de LaRouche ve como su tarea trabajar hacia la implementación de las soluciones, tanto a nivel nacional como a nivel internacional, por las que LaRouche abogó en vida, una misión que ahora asumió su viuda y aliada política más cercana por más de medio siglo, Helga Zepp-LaRouche. Estados Unidos debe retornar al Sistema Americano de economía, como lo desarrolló Alexander Hamilton, mediante el fomento de la economía física para el beneficio del bien común. Fue esta tradición, que continuaron Henry Clay, Friedrich List, Mathew y Henry C. Carey, y que revivió el Presidente Franklin D. Roosevelt, con su programa del Nuevo Trato, lo que permitió a Estados Unidos superar la Gran Depresión. 

La Organización de LaRouche hará hincapié en la promoción de la idea a la que LaRouche dedicó su vida entera, a saber, que Estados Unidos junto con otras naciones industriales, colaboren para superar el subdesarrollo y la pobreza del llamado sector en desarrollo, con la ayuda de tecnologías avanzadas. Esta política económica es acorde con el propósito original de Franklin D. Roosevelt para el Sistema de Breton Woods, a fin de elevar los niveles de vida de todos los seres humanos del planeta, como la única condición viable para una paz duradera, una política que nunca llegó a realizarse debido a la prematura muerte del Presidente Roosevelt. 

En este espíritu decimos: ¡El desarrollo es el nuevo nombre de la paz! 

Muchos estadounidenses se han distanciado últimamente de este principio fundamental de la visión y la metodología de LaRouche, relegando los asuntos internacionales para “después de que se gane la batalla más importante dentro de Estados Unidos”. Pero esa batalla, que incluye la intensa batalla por la defensa de la Constitución de Estados Unidos y de la Presidencia, no se puede ganar nunca sino del modo en que lo planteó Lyndon LaRouche: por medio de una batalla internacional para derrotar a un enemigo internacional, en la que Estados Unidos tenga un papel destacado en base en “los mejores ángeles de nuestra naturaleza”. 

Eso es lo que somos. 

Estados Unidos debe participar en la creación de un nuevo paradigma en las relaciones internacionales, basado en la soberanía perfecta de todas las naciones y en el principio de aceptación de las diferencias en los sistemas sociales, trabajando en conjunto para traer consigo el bien común de toda la humanidad. Un precedente de esta perspectiva en la política de relaciones exteriores es el principio de John Quincy Adams: “Pero ella [Estados Unidos] no va al extranjero en búsqueda de monstruos que destruir”. Más bien, Estados Unidos debe asociarse con otras naciones de peso, como Rusia, China, India y otras, para superar el peligro de los imperios de todo tipo, que hoy encarna el imperio británico. 

Los problemas de hoy son tan grandes, que solo se pueden resolver con la cooperación estrecha, en especial de las dos más grandes economías del mundo: China y Estados Unidos. La Iniciativa de la Franja y la Ruta, de China, sigue siendo una oferta abierta para la cooperación con todas las naciones, oferta que Estados Unidos debe aceptar sin más demora. 

En este esfuerzo que tiene el objetivo de que la política de relaciones exteriores de Estados Unidos contribuya en la creación de una era nueva y más bella para la humanidad, El Movimiento de LaRouche, se inspira completamente en el trabajo intelectual de LaRouche de los últimos 50 años de su vida, así como su visión de los próximos 50 años de la Tierra, que concibe el futuro de la especie humana no desde su capacidad presente sino desde el punto de vista del potencial del futuro, que incluye desatar el potencial creativo de todos y cada uno de los individuos del planeta. Esto debe suponer el mejor desarrollo posible de las naciones de África, Asia e Iberoamérica, así como las partes de Estados Unidos y de Europa que hasta ahora no han podido alcanzar su potencial por medio de la industrialización y el desarrollo de la agricultura moderna. Esto requiere de la cooperación de las mayores potencias industriales, bajo la premisa de revivir las mejores tradiciones de la cultura clásica de cada cual. Lyndon LaRouche era categórico en que por medio de la belleza de la música clásica, como la de Ludwig van Beethoven, y la elevada imagen del hombre que presentan los grandes poetas como William Shakespeare y Friedrich Schiller, la humanidad saldría de lo profundo de esta crisis civilizacional actual. 

Los principios que planteó LaRouche en su “Borrador de un memorando de entendimiento entre Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas” [https://larouchepub.com/spanish/pdfs/1984/Resumen_ejecutivo-v1n21-19840415-lyn-informe_esp.pdf] en 1984 como una plataforma para la cooperación en la implementación común de la Iniciativa de Defensa Estratégica, son válidos hoy todavía. En el Artículo 1 de ese documento, titulado, “Condiciones generales para la paz”, dice: 

Los cimientos políticos de la paz duradera deben ser: (a) la soberanía incondicional de cada uno y todos los Estados nacionales; y (b) la cooperación entre los Estados nacionales soberanos a fin de crear oportunidades ilimitadas de participación general en los beneficios de los avances tecnológicos, para el provecho mutuo de todos y cada uno de ellos. 

La aplicación de esta política de paz duradera impone, por encima de todo, modificar profundamente las relaciones monetarias, económicas y políticas que imperan entre las potencias dominantes y las naciones relativamente subordinadas, a menudo catalogadas como "naciones en desarrollo". No habrá paz duradera en este planeta si no remediamos progresivamente las injusticias que subsisten como consecuencia del colonialismo moderno. 

En la medida en que Estados Unidos, Rusia, China, India y otras naciones reconozcan que el progreso de las facultades productivas del trabajo en todo el planeta es de vital interés estratégico de todas y cada una de ellas (y las demás que se unan), esas potencias están sujetas en esa medida y de esa manera por un interés común. Esta es la esencia de los programas políticos y económicos indispensables para fomentar la paz duradera entre las potencias. 

El aumento en las facultades productivas del trabajo requiere que haya tasas de inversión relativamente altas en formas tecnológicamente progresivas de bienes de capital en todas las esferas de la producción. Hay tres categorías generales de adelantos científicos y tecnológicos con los que la humanidad debe contar en el futuro próximo: 

1)   Plasmas termonucleares controlados, de muy elevada densidad de flujo energético, cuyo mejor ejemplo es el desarrollo de la producción “comercial” de la energía de fusión, que será la principal fuente de energía de la humanidad en la Tierra y en la exploración y colonización del espacio extraterrestre;

2)   La cooperación internacional en la exploración espacial y la colonización entre las naciones que tienen programas espaciales actualmente, así como la inclusión de las demás naciones que deseen participar en el descubrimiento de los secretos de nuestra universo, así como en la posibilidad de hacer la Luna, Marte y otros planetas habitables en un futuro.

3)   En la investigación y la utilización en la biofísica y los estudios del principio de la vida como tal. 

La pandemia de COVID-19 y las nuevas pandemias que ya son una amenaza, han dejado en claro que no hay nadie a salvo de una enfermedad a nivel local o regional; todas las naciones deben tener su sistema de salud moderno. Al participar en la creación de estos sistemas con la infraestructura necesaria, Estados Unidos puede comenzar a suministrar cada vez mayor cantidad de bienes de capital de tecnología avanzada a las naciones en desarrollo y de esta manera fomentar tasas de crecimiento cada vez mayores en nuestros sectores de producción de bienes de capital más avanzados. 

Dejando de lado la cuestión de las ganancias que acumule Estados Unidos por las exportaciones, como un subproducto de ese aumento en las tasas del volumen de ventas, el ritmo del mejoramiento de la tecnología se aumenta en tal modo cualitativo que la economía de Estados Unidos se vería reconstruida por completo. Todas las categorías antes mencionadas de hecho se pagarán por sí mismas, ya que el crédito que se proporciona mediante un sistema de crédito hamiltoniano financiará la producción futura, que incrementará la productividad de toda la economía con pleno empleo. Es característica del Sistema Americano de Economía, que el ingreso fiscal de esta producción en aumento es siempre mayor que el crédito inicial proporcionado para la inversión, en virtud del valor económico físico y tecnológico adicional que se ha creado por ese medio. 

Todo esto requiere de una inmediata reorganización por bancarrota del sistema financiero transatlántico, con su burbuja especulativa de casi $2 mil billones de dólares, que la City de London y Wall Street tratan de salvar y defender a costa de miles de millones de vidas humanas. (Vea, Las Cuatro Leyes de Lyndon LaRouche, en inglés https://laroucheorganization.nationbuilder.com/). 

Estados Unidos solo tendrá un futuro brillante, cuando vuelva a sostener los principios de la Declaración de Independencia y de la Constitución de Estados Unidos. El carácter de Estados Unidos debe ser el de una república, no el de un socio menor del mismo imperio en contra del cual se luchó y se ganó la Guerra de Independencia. Ya es tiempo suficiente de que Estados Unidos vuelva a ser una fuerza de bien en el mundo, y que vuelva a ser de nuevo un faro de esperanza y templo de libertad. Con la movilización en torno a las ideas de Lyndon LaRouche, esa tradición de orgullo vivirá un renacimiento que inspirará al mundo entero a unirse a una futura civilización verdaderamente humana.

 Diciembre 2020

Para mayor información escribe a preguntas@larouchepub.com

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