Memorando del Instituto Schiller
[actualizado]
31 de diciembre de 2021
¿Caminamos sonámbulos hacia una Tercera Guerra Mundial termonuclear?
Te han mentido. Rusia no planea invadir Ucrania. Putin no es un “mal actor” que busca recrear al imperio soviético. Ucrania no es una democracia bisoña que sólo se ocupa de sus asuntos.
Como muestra el repaso resumido de los antecedentes documentados, Ucrania está siendo utilizada por las fuerzas geopolíticas de Occidente que responden al sistema financiero especulativo en bancarrota, como el punto crítico para detonar un enfrentamiento estratégico con Rusia, un enfrentamiento que ya es más peligroso que la Crisis de los Misiles en Cuba de 1962, y que podría terminar fácilmente en una guerra termonuclear que nadie ganará, y de la que nadie sobreviviría.
Considera los hechos tal y como los presentamos en la cronología abreviada a continuación. Rusia, al igual que China, está cada vez más sometida a la amenaza de ser destruida por dos tipos distintos de "guerra nuclear", por parte de la belicosa y arruinada casta financiera del Reino Unido y de Estados Unidos: 1) "ser los primeros en hacer un ataque nuclear", como lo declaró de la manera más explícita el demente senador Roger Wicker (republicano por Mississippi); y 2) la "opción nuclear" en una guerra financiera, medidas tan extremas que equivaldría a sitiar financieramente a Rusia para tratar de someterla por hambre, como se está haciendo contra Afganistán.
Rusia acaba de anunciar, para que todo el mundo lo escuche, que su línea roja está a punto de ser cruzada, si eso pasa Rusia se verá forzada a responder con “medidas técnico-militares retaliativas”. Han dejado muy claro que esa línea roja, es que las fuerzas militares de Estados Unidos y la OTAN continúen avanzando hasta las mismas fronteras con Rusia, junto con el emplazamiento de sistemas de misiles con capacidad nuclear defensiva y ofensiva a escasos 5 minutos de vuelo de Moscú.
Rusia presentó dos proyectos de tratados internacionales, uno con Estados Unidos, y el otro con la OTAN, que les daría garantías jurídicas de que detendrán el avance de la OTAN hacia el este, que Ucrania y Georgia en particular no serán invitadas a formar parte de la OTAN, y que los sistemas de armas avanzadas no se van a emplazar a la puerta de Rusia.
Estas son, ni más ni menos, las garantías verbales que le fueron dadas a la Unión Soviética en 1990 por los engañosos gobiernos de George Bush y Margareth Thatcher, garantías que desde entonces han sido violadas sistemáticamente. Es ni más ni menos, lo que el Presidente John F. Kennedy exigió a Jruschov durante la Crisis de los Misiles en Cuba de 1962, que se desactivó con éxito gracias a las hábiles negociaciones tras bastidores del enviado personal del Presidente Kennedy, su hermano Robert Kennedy, fuera de la vista del complejo militar industrial que buscaba la guerra.
Es urgentemente necesario que Estados Unidos y la OTAN firmen con premura esos tratados propuestos por Rusia; y retrocedan del umbral de una extinción termonuclear.
La crónica que presentamos a continuación ha ido sucediendo, paso a paso, mientras la mayoría de la gente de todo el mundo estaba en las nubes. Ya es hora de despertar, antes de que caminemos sonámbulos hacia una Tercera Guerra Mundial termonuclear.
El componente militar
El colapso de los Estados socialistas de Europa Oriental y luego de la Unión Soviética de 1989 a 1991, fue un momento de gran esperanza, por el fin de la Guerra Fría y la posibilidad de que las partes de la Guerra Fría cooperaran en la construcción de un nuevo orden mundial basado en la paz a través del desarrollo. Ese momento se perdió cuando la élite anglo-estadounidense optó, en cambio, por declararse “la única superpotencia” en un mundo unipolar, saqueando a Rusia y a los antiguos Estados soviéticos, al tiempo que buscaba apoderarse de Rusia o si no, aplastarla.
Al principio de este período se hicieron promesas a la Unión Soviética --y por tanto a Rusia, como su sucesor legal reconocido como potencia con armas nucleares-- todas las cuales se han incumplido durante los últimos treinta años. Ya en febrero de 1990, en Moscú, el entonces Secretario de Estado de Estados Unidos, James Baker, le prometió el Presidente soviético Mijaíl Gorbachov y al Ministro de Asuntos Exteriores Eduard Shevardnadze, que tras la reunificación alemana que se produjo ese mismo año, si las tropas estadounidenses permanecían en Alemania no se produciría la expansión de la OTAN “ni una pulgada hacia el Este”. (Esto se confirmó en los archivos oficiales de Estados Unidos publicados en 2017).
En ese momento, la estructura de la fuerza soviética en Alemania Oriental consistía de unos 340.000 soldados y una amplia infraestructura militar, armas y equipos. Estaban a discusión los términos de su retirada (que finalmente se completó en 1994) y si en el marco de la reunificación alemana, las fuerzas de la OTAN las sustituirían o no, en esa parte de Alemania anteriormente ocupada por los soviéticos. Otros países de Europa Oriental, situados al este de Alemania Oriental, eran todavía miembros de la Organización del Tratado de Varsovia (Pacto de Varsovia), cuya disolución no se preveía entonces; esa disolución se produjo en julio de 1991, el mes anterior a la desintegración de la propia Unión Soviética.
Pero el Departamento de Defensa de Estados Unidos ya estaba planeando la expansión de la OTAN hacia el este en octubre de 1990. Aunque se debatían diferentes políticas en el seno de la dirección política estadounidense, la planificación de la expansión se llevaba a cabo entre bastidores.
En apariencia, las relaciones de Rusia con las potencias transatlánticas no fueron conflictivas durante la mayor parte de la década de 1990. En la esfera económica, sin embargo, la “toma de posesión” prosiguió a buen ritmo, con la adopción de reformas económicas diseñadas por Londres y Wall Street que dieron lugar a la desindustrialización a gran escala de Rusia, y que pudo haber llevado a la aniquilación de su poderío militar. Hubo un desmantelamiento planificado de armas nucleares tanto en el Este como en el Oeste, en el que especialistas estadounidenses proporcionaron asistencia in situ en la transferencia de armas nucleares desde Ucrania, Bielorrusia y otras zonas ex soviéticas ahora independientes, de vuelta a Rusia, así como en la eliminación de algunas de las propias armas rusas.
El 27 de mayo de 1997 se firmó el Acta Fundacional OTAN-Rusia [<1>] el cual estableció el Consejo OTAN-Rusia y otros mecanismos de consulta. Entre otras cosas, el documento declaraba que la “OTAN y Rusia no se consideran adversarios entre sí”, (Sec. 2, Par. 2). La OTAN describió el documento como “la manifestación de un compromiso duradero, asumido al más alto nivel político, para construir, juntos, una paz duradera e integradora en la zona euroatlántica”, (Sec. 2, Par. 2).
No obstante, a finales de la década de 1990 comenzó a ocurrir un cambio impulsado por varios acontecimientos. Uno de ellos fue que las reformas económicas importadas, que promovieron una enorme especulación financiera y el saqueo de los recursos rusos, provocaron un estallido en agosto de 1998 del mercado de bonos del Estado ruso (que estuvo a punto de desencadenar un colapso del sistema financiero mundial debido a las malas apuestas realizadas en los valores rusos por Wall Street y otros fondos de cobertura, como reconoció posteriormente el ex director del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus).
Tras este colapso, los “jóvenes reformistas” liberales de Rusia, entrenados en Londres y Chicago, fueron sustituidos por un gobierno dirigido por el ex ministro de Asuntos Exteriores, Yevgeny Primakov, y el experimentado funcionario de la industria de la defensa, Yuri Maslyukov, quienes actuaron rápidamente para frenar el colapso del resto de la industria rusa.
Un segundo factor en los problemas de Rusia en ese momento fue la escalada de los movimientos terroristas separatistas en la región del Cáucaso Norte de Rusia, que los servicios de inteligencia rusos habían identificado sólidamente como respaldados y alentados no sólo por los fundamentalistas islámicos wahabitas de Arabia Saudita, sino también por las agencias de inteligencia de Estados Unidos y el Reino Unido directamente. En el verano de 1999, estas redes intentaron separar todo el Cáucaso Norte de Rusia.
También a finales de la década de 1990, la OTAN incrementó su participación en la guerra de Bosnia y en otros conflictos de la Península Balcánica entre los antiguos componentes de Yugoslavia, que se había desintegrado. Esta intromisión alcanzó su punto álgido con el bombardeo de la OTAN sobre Belgrado, la capital de Serbia, de marzo a junio de 1999, sin autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta acción conmocionó a Moscú al comprobar que la OTAN estaba dispuesta a actuar unilateralmente, a su antojo, sin consenso internacional.
En julio de 1997, en una cumbre de la OTAN celebrada en Madrid, se invitó a Polonia, Hungría y la República Checa a ingresar en la OTAN, lo que hicieron formalmente en 1999. Esta fue la primera de las cinco fases de expansión de la OTAN. En el 2004, fueron admitidos, los tres países bálticos (que antes fueron repúblicas de la Unión Soviética), y Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia. En los años siguientes se adhirieron otros cuatro países balcánicos, con lo que el número de miembros de la OTAN llegó a su nivel actual de 30 países.
Vladimir Putin, en su discurso del 21 de diciembre del 2021 ante una reunión ampliada del Consejo del Ministerio de Defensa, expresó la opinión de Moscú sobre la importancia del Acta Fundacional OTAN-Rusia y su posterior traición por parte de la OTAN. [Discurso de Putin en inglés: address]
"Veamos el pasado reciente, a finales de los años ochenta y principios de los noventa, cuando se nos dijo que nuestra preocupación por la posible expansión de la OTAN hacia el este era absolutamente infundada. Y luego vimos cinco oleadas de expansión del bloque hacia el este. ¿Recuerdan cómo ocurrió? Todos ustedes son adultos. Sucedió en un momento en el que las relaciones de Rusia con Estados Unidos y los principales Estados miembros de la OTAN estaban despejadas, si no es que completamente afines".
"Ya lo he dicho en público y lo recordaré de nuevo: Los especialistas estadounidenses estaban permanentemente presentes en las instalaciones de armas nucleares de la Federación Rusa. Iban a su oficina allí todos los días, tenían escritorios y una bandera estadounidense ¿No era esto suficiente? ¿Qué más se necesita? Los asesores estadounidenses trabajaban en el gobierno ruso, oficiales de carrera de la CIA, que daban su asesoría. ¿Qué más querían? ¿Qué sentido tenía apoyar al separatismo en el Cáucaso Norte, con la ayuda incluso del ISIS; bueno, si no el ISIS, había otros grupos terroristas. Obviamente, apoyaron a los terroristas. ¿Para qué? ¿Con qué fin querían ampliar la OTAN y retirarse del Tratado ABM?".
Como señaló Putin, Estados Unidos, bajo el gobierno de George W. Bush, comenzó a desmantelar el sistema de control de armas estratégicas montado durante la Guerra Fría, comenzando en el 2002 con la retirada de Estados Unidos del Tratado Antimisiles Balísticos (ABM) de 1972, apenas unos meses después de que Putin hubiera presentado una oferta de cooperación estratégica con Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre.
El gobierno estadounidense comenzó rápidamente a planificar un sistema global de defensa antimisiles balísticos (BMDS, por sus siglas en inglés) en Europa y Asia, que en Europa llevó a la primera navegación de un destructor de misiles guiados estadounidense equipado con los cohetes antimisiles Aegis (el USS Arleigh Burke) en el Mar Negro en la primavera del 2012. En el 2016 se inauguraría la colocación del “Aegis Ashore”, el mismo sistema, pero con base en tierra, en Rumanía, y se iniciaría la construcción de un emplazamiento similar en Polonia.
En una conferencia celebrada en Moscú en mayo del 2012, el entonces jefe adjunto del Estado Mayor ruso, el general Valery Guerásimov, documentó ampliamente, con animaciones en vídeo, el hecho de que el BMDS no estaba dirigido principalmente a Irán --como alegaba Estados Unidos-- pero sí representaba, en sus fases posteriores previstas, una amenaza para la disuasión estratégica de Rusia. Putin y otros funcionarios rusos también han destacado la posibilidad de que los sistemas defensivos (antimisiles) se reconfiguren rápidamente como lanzadores de misiles para un ataque directo.
La respuesta rusa, cada vez más aguda, a la continuación de estos programas por parte de Estados Unidos y de la OTAN, y al rechazo de las ofertas de cooperación de Rusia, también se hizo evidente en el contraste de dos discursos que el Presidente Putin pronunció en Alemania: ante el Bundestag (Parlamento de Alemania) el 25 de septiembre del 2001, y en la Conferencia de Seguridad de Múnich en el 2007.
Putin habló ante el Bundestag, en alemán, apenas dos semanas después del atentado terrorista del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos. Llamó al Presidente Bush a las pocas horas de haber ocurrido ese ataque --fue el primer mandatario extranjero que lo llamó-- para ofrecerle todo el apoyo de Rusia a Estados Unidos en el momento de la crisis. Le dijo a los alemanes: “La Guerra Fría ya terminó”, y planteó una visión de colaboración global para construir un nuevo paradigma basado en la colaboración entre todas las naciones del mundo.
Entonces, el 10 de febrero de 2007, Putin pronunció un discurso histórico en la Conferencia de Seguridad anual de Múnich. Los medios de comunicación occidentales y algunas personas que estaban presentes, entre ellos el belicista senador estadounidense, John McCain, lo denunciaron como beligerante y esto se convirtió en un punto de partida para la posterior satanización de Putin. Pero no fue un discurso agresivo. Putin simplemente dejó claro que Rusia no iba a dejarse pisotear, como una nación subyugada en un mundo imperial unipolar.
Casi todos los medios de comunicación internacionales ignoraron la forma en que abrió el discurso, con una cita cuidadosamente elegida de las transmisiones de radio de Franklin Delano Roosevelt del 3 de septiembre de 1939, dos días después de la invasión nazi de Polonia que había marcado el inicio de la Segunda Guerra Mundial. FDR dijo, y Putin citó, “Cuando se ha roto la paz en cualquier lugar, la paz de todos los países en todas partes está en peligro”. Este discurso fue la señal, hablando en términos estratégicos, de que Rusia estaba “de vuelta”.
En julio del 2007, Putin intentó evitar el cruce de una línea que Moscú definió como una amenaza fundamental para la seguridad rusa, a saber, la instalación del Sistema de Defensa de Misiles Balísticos (BMDS) estadounidense directamente en las fronteras de Rusia. En su visita al Presidente George W. Bush en Kennebunkport, Maine, propuso el desarrollo y despliegue conjunto ruso-estadounidense de sistemas antimisiles, incluida la oferta al gobierno de Estados Unidos de utilizar el radar ruso de alerta temprana de Gabala, Azerbaiyán, como parte de un sistema mutuo ruso-estadounidense de defensa antimisiles para Europa, en lugar del BMDS estadounidense previsto para su instalación en Polonia y la República Checa (este último se cambió por el de Rumanía). Putin también ofreció dar a Estados Unidos acceso a una instalación de radar en el sur de Rusia, y establecer la coordinación del proceso con el Consejo OTAN-Rusia.
Serguéi Ivanov, entonces viceprimer ministro, dijo que las propuestas rusas significaban un cambio fundamental en las relaciones internacionales, y podrían significar el fin de las referencias a una nueva Guerra Fría:
“Si se aceptan nuestras propuestas, Rusia ya no necesitará colocar nuevas armas, incluidos los misiles, en la parte europea del país, incluyendo a Kaliningrado”.
Las negociaciones entre funcionarios rusos y estadounidenses sobre la propuesta rusa se llevaron a cabo a lo largo del 2008, antes de que se estancaran. La clave de su fracaso fue la vehemencia de la negativa de Washington a abandonar la construcción del BMDS. En palabras del entonces subsecretario de Estado en funciones para Asuntos Político-Militares, Stephen Mull:
“Lo que no aceptamos es que Gabala sea un sustituto de los planes que ya estamos llevando a cabo con nuestros aliados checos y polacos. Creemos que esas instalaciones son necesarias para la seguridad de nuestros intereses en Europa”.
Claramente, el objetivo no era Irán, sino Rusia, y la oportunidad para un nuevo paradigma se perdió.
En la cumbre de la OTAN celebrada en abril del 2008 en Bucarest, capital de Rumania, se prometió a Georgia y a Ucrania la futura adhesión a la OTAN, aunque no se les ofreció un Plan de Acción de Membresía (MAP, por sus siglas en inglés) formal. No obstante, sus ofertas fueron bien acogidas por muchos y quedaron las esperanzas ante la posibilidad del MAP en el futuro, tal vez en el futuro cercano, lo suficiente como para que los georgianos declararan:
“Se ha tomado la decisión de aceptar la adhesión a la OTAN y consideramos que es un éxito histórico”.
En agosto de 2008, mientras el Presidente Dmitri Medvédev estaba de vacaciones y el entonces Primer ministro Vladimir Putin se encontraba en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín, la Georgia de Mikheil Saakashvili atacó a las tropas rusas de mantenimiento de la paz en la provincia separatista georgiana de Osetia del Sur, lo que dio lugar a una corta pero feroz guerra, que Georgia perdió. El hecho de que Saakashvili actuara suponiendo que contaría con todo el apoyo de la OTAN, aunque se demostró que era un error, no pasó desapercibido para Moscú, y ha influido en las posteriores ideas rusas sobre lo que ocurriría si Georgia o Ucrania se volvieran miembros de pleno derecho de la OTAN.
Ucrania
En diciembre de 2008, tras el enfrentamiento militar de Georgia con Rusia, Carl Bildt y Radek Sikorski, ministros de Asuntos Exteriores de Suecia y Polonia respectivamente, iniciaron la “Asociación Oriental” de la Unión Europea. Estaba dirigida a seis países otrora repúblicas de la Unión Soviética: tres en la región del Cáucaso, a saber, Armenia, Azerbaiyán y Georgia; y tres en Europa Central y Oriental, a saber, Bielorrusia, Moldavia y Ucrania. No se les invitó a ser miembros de pleno derecho de la Unión Europea (UE), pero sin embargo se les atornilló en un aprieto a través de los denominados Acuerdos de Asociación de la UE (AAUE), que giraban en torno a un Acuerdo de Libre Comercio Integral y Profundo (DCFTA, por sus siglas en inglés).
El objetivo principal del esfuerzo era Ucrania. Según el acuerdo negociado con Ucrania, pero que no se firmó inmediatamente, la economía industrial del país sería desmantelada, se ensañarían contra el comercio con Rusia (Rusia tendría que poner fin a su régimen de libre comercio con Ucrania para evitar que sus propios mercados fueran inundados a través de Ucrania), y los actores del mercado de la UE se apoderarían de las exportaciones agrícolas y de las materias primas de Ucrania.
Además, los Acuerdos de Asociación de la Unión Europea exigían la “convergencia” en materia de seguridad, con la integración en los sistemas de defensa europeos. Bajo este acuerdo, los convenios a largo plazo sobre el uso por parte de la marina rusa de sus cruciales puertos del Mar Negro en la Península de Crimea (una región rusa desde el siglo 18, pero asignada administrativamente a Ucrania dentro de la URSS a principios de la década de 1950) se darían por terminados, con lo cual se daría, en última instancia, una base a la OTAN de avanzada en la frontera inmediata de Rusia.
Poner a Ucrania en contra de Rusia había sido un objetivo a largo plazo de los planificadores estratégicos anglo-estadounidenses de la Guerra Fría, como lo fue antes con las agencias de inteligencia imperial austrohúngaras durante la Primera Guerra Mundial. Después de la Segunda Guerra Mundial, hasta mediados de la década de 1950, Estados Unidos y el Reino Unido apoyaron una insurgencia contra la Unión Soviética, una guerra civil que continuó sobre el terreno mucho después de que se firmara la paz en 1945.
Los insurgentes pertenecían a la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) y a los restos del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA, en ucraniano). La OUN fue fundada en 1929 a partir de una estructura similar a la que produjo el movimiento fascista italiano y otros movimientos europeos. Su líder, Stepan Bandera, fue un aliado de forma intermitente de los nazis, y la OUN-UPA, con una ideología de pureza étnica, perpetró matanzas en masa de polacos y judíos en el oeste de Ucrania hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. En Europa, después de la guerra, Bandera fue patrocinado por el MI6 británico (inteligencia), mientras que el fundador de la CIA, Allen Dulles, acogió como pieza de Estados Unidos al general Mykola Lebed, otro líder de la OUN, a pesar de la fuerte oposición de la inteligencia del ejército estadounidense, basada en el historial de Lebed de colaboración con los nazis y por sus crímenes de guerra.
Los seguidores de Lebed de la siguiente generación, cuya base de operaciones (la Corporación de Investigación Prolog en la ciudad de Nueva York) fue financiada por la CIA de Dulles para la recopilación de información y la distribución de literatura nacionalista y de otro tipo dentro de la URSS, se integraron al personal de las instalaciones de Radio Liberty de Estados Unidos en Múnich, Alemania, para transmitir hacia Ucrania, hasta la década de 1980. [<2>].
Cuando la URSS se desintegró en agosto de 1991, los principales líderes banderistas se fueron a Lviv, en el extremo occidental de Ucrania (a sólo 1.240 km de Múnich, 12 horas en coche) y comenzaron a reconstruir su movimiento. La región de Lviv, que durante muchos años había formado parte del imperio austrohúngaro, no del ruso, era el bastión de los herederos de la OUN.
La influencia de los banderistas recibió un impulso luego de la “Revolución Naranja” de 2004 en Kiev. Con el respaldo de la Fundación Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy) del gobierno de Estados Unidos, y de las fundaciones privadas del financista George Soros, ejecutaron la mentada “revolución de color” que anuló los resultados de unas elecciones presidenciales, y en una segunda votación, instaló al banquero Víctor Yushchenko como Presidente. Éste fue sacado del gobierno n 2010 por la oposición popular a sus brutales políticas de austeridad (generadas por las fórmulas dictadas por el Fondo Monetario Internacional de privatizaciones y desregulación), pero no antes de supervisar una revisión de la historia oficial de las relaciones entre Ucrania y Rusia, a favor de un nacionalismo radical y antirruso (mientras que, históricamente, había habido una fuerte tendencia entre los patriotas ucranianos y los defensores de la independencia a preferir una alianza a largo plazo con Rusia).
Mientras tanto, los banderistas de Lviv reclutaron y reforzaron su movimiento y organizaron campamentos paramilitares de verano para jóvenes en el campo ucraniano y en otros lugares de Europa del Este. En ocasiones, entre los instructores había oficiales militares fuera de servicio de los países de la OTAN. En 2008, Yushchenko solicitó por primera vez que la OTAN concediera a Ucrania un Plan de Acción para la Adhesión.
El punto de inflexión en la condición de Ucrania como el detonante posible de la amenaza de guerra en la actualidad, se produjo en el 2014. Continuaron los esfuerzos para que Ucrania ultimara los Acuerdos de Asociación de la UE (AAUE), pero fueron rechazados como insostenibles por el gobierno de Viktor Yanukóvich en noviembre del 2013, cuando quedó claro que las disposiciones de libre comercio, que daban a los productos europeos acceso ilimitado al mercado ruso a través de Ucrania, traerían consigo medidas de represalia por parte del mayor socio comercial de Ucrania, Rusia, para contrarrestar este asalto a los propios productores rusos, y por lo tanto se volvería en contra de la economía ucraniana. Cuando el 21 de noviembre el Presidente Yanukóvich anunció que se posponía el acuerdo con la Unión Europea, se activaron los planes que habían sido trazados con tiempo de anticipación por los banderistas para convertir a Ucrania en una herramienta para aislar y satanizar a Rusia.
Los manifestantes contra la decisión de Yanukóvich de aplazar el AAUE empezaron a reunirse inmediatamente en la plaza Maidan (plaza central) de Kiev. Un gran número de personas de a pie acudieron, ondeando banderas de la UE, debido a la destrucción de la economía ucraniana bajo las medidas “de choque” de la desregulación en la década de 1990 y las políticas de privatización y austeridad dictadas por el FMI durante los años de la Revolución Naranja. Muchos habían creído desesperadamente, como dijo una vez la economista ucraniana Natalia Vitrenko, que con los AAUE llegarían “salarios como en Alemania y paquetes de beneficios como en Francia”. Un número desproporcionadamente alto de los manifestantes procedía del extremo occidental de Ucrania, y la violencia planificada de antemano por el grupo paramilitar banderista, Sector Derecha, se utilizó entonces para la escalada sistemática en la plaza Maidan.
El derramamiento de sangre y las víctimas, todas ellas atribuidas al régimen, se utilizaron entonces para mantener el fervor y la indignación en la plaza Maidan hasta febrero del 2014. [<3>]. Los muros de los edificios y las pancartas en la plaza Maidan fueron pintarrajeados con símbolos neonazis y fascistas, pero eso no disuadió a Estados Unidos de apoyar públicamente este proceso. El senador John McCain se dirigió a la multitud en diciembre del 2013, mientras la subsecretaria de Estado, Victoria Nuland, repartía pastelitos y negociaba con el embajador de Estados Unidos en Ucrania, Geoffrey Pyatt, a quién colocar en el cargo una vez derrocado Yanukóvich. Una discusión telefónica entre Nuland y Pyatt fue grabada y se difundió en todo el mundo.
El 18 de febrero del 2014, los líderes del Maidán anunciaron una “marcha pacífica” hacia la Rada Suprema (parlamento), que se convirtió en un ataque y desencadenó tres días de enfrentamientos callejeros. Estos enfrentamientos, que alcanzaron su punto álgido el 20 de febrero (un día de disparos de francotiradores desde edificios altos durante lo cual mataron tanto a manifestantes como a policías), tuvo un saldo de más de 100 muertos. Una escrupulosa investigación realizada por el profesor Iván Katchanovski, nacido en Ucrania, en la Universidad de Ottawa, utilizando grabaciones de video y otras pruebas directas de estos hechos, ha demostrado de manera convincente que la mayoría de los disparos de los francotiradores procedían de las posiciones paramilitares del Maidán, y no de las fuerzas policiales especiales Berkut del gobierno.[<4>]
El 21 de febrero del 2014, un trío de líderes del Maidán, entre los que se encontraba Arseniy Yatsenyuk, el hombre elegido por Victoria Nuland para ser el próximo primer ministro de Ucrania, firmó un acuerdo con el presidente Yanukóvich, mediante el cual ambas partes se comprometían a una transición pacífica del poder: una reforma constitucional para septiembre, elecciones presidenciales a finales de año y entrega de armas. Los ministros de Asuntos Exteriores de Francia, Alemania y Rusia ayudaron a negociarlo, con un representante de Moscú como observador. Cuando este documento fue llevado al Maidán, un joven militante banderista se apoderó del micrófono del escenario para liderar su rechazo por parte de la multitud, y amenazó de muerte a Yanukóvich si no dimitía por la mañana. Yanukovich abandonó Kiev esa noche. La Rada instaló anticonstitucionalmente a un presidente en funciones.
Una de las primeras medidas del nuevo gobierno fue que la Rada despojara al ruso y a otras lenguas "minoritarias" de su condición de lenguas oficiales regionales. (En el censo del 2001, el ruso se hablaba en todo el país y era considerado “nativo” por un tercio de la población). Esto, junto con otras medidas anunciadas desde Kiev, avivó una importante oposición al golpe, centrada en el este de Ucrania, las regiones de Donetsk y Luhansk (el Donbás) y Crimea. El conflicto civil estalló en ambas zonas, con grupos locales que tomaron edificios gubernamentales.
En Crimea se impuso la insurgencia contra el régimen golpista de Kiev. En un referéndum celebrado el 16 de marzo del 2014 en la República Autónoma de Crimea y en la ciudad de Sebastopol (una jurisdicción independiente en la península), se preguntó a los votantes si querían unirse a la Federación Rusa o mantener el estatus de Crimea como parte de Ucrania. En Crimea, el 97% del 83% de los votantes con derecho a voto votaron a favor de la integración a la Federación Rusa; en Sebastopol, el resultado fue igualmente del 97% a favor de la integración, mientras que la participación fue mucho más del 89%.
No hubo ninguna “invasión militar rusa a Ucrania”. El 1º de marzo, el Presidente Putin solicitó y recibió autorización de la Asamblea Federal (el poder legislativo) para desplegar fuerzas rusas en territorio ucraniano, alegando amenazas a la vida de los ciudadanos rusos y de los residentes de etnia rusa de Crimea; se trataba de tropas de las instalaciones de la Flota Rusa del Mar Negro en Sebastopol y sus alrededores, ya estacionadas en Crimea.
El destino de las dos repúblicas autoproclamadas del Donbás, en las regiones de Donetsk y Luhansk, no se resolvió tan rápidamente. El apoyo desde dentro de Rusia a estos insurgentes fue extraoficial, incluyendo la participación de veteranos militares rusos de forma voluntaria. El conflicto de Donbás se convirtió en intensos combates del 2014 al 2015, que ha continuado en un nivel inferior hasta ahora; más de 13.000 personas han muerto en los últimos siete años. Las derrotas de las fuerzas de Kiev por parte de las milicias de Donbás, incluida la obtención del control total del aeropuerto internacional de Donetsk en enero del 2015, sentaron las bases para que Kiev aceptara un alto el fuego.
Luego de un comienzo en falso (el llamado Protocolo de Minsk en septiembre del 2014), se acordó un estado de cosas provisional en el Donbás con el acuerdo “Minsk II” de febrero del 2015 entre el régimen de Kiev, entonces bajo el gobierno del Presidente Peter Poroshenko, y los representantes de las repúblicas autoproclamadas del Donbás, que fue negociado entre el régimen de Kiev, Francia, Alemania y Rusia con el apoyo de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). En él se preveía un cese al fuego, el retiro de las armas, el intercambio de prisioneros y la ayuda humanitaria, así como un acuerdo político dentro de Ucrania. Esto preveía un estatus especial para el Donbás, con una amplia autonomía regional que incluía el “derecho de autodeterminación lingüística”. El restablecimiento del “pleno control” de Ucrania sobre su frontera con Rusia en el Donbás debía producirse tras la concesión provisional del estatuto especial y después de las elecciones locales. El estatus especial debía quedar consagrado en la Constitución ucraniana a finales de 2015.
El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó los acuerdos de Minsk II el 17 de febrero del 2015. Sigue sin aplicarse, porque Kiev se negó casi inmediatamente a celebrar las elecciones o a legalizar plenamente el estatuto especial, hasta que se le conceda primero el control de la frontera entre Donbás y Rusia. En la actualidad, el gobierno del Presidente Volodymyr Zelensky en Kiev se niega incluso a reunirse con los líderes del Donbás para negociar, y sigue afirmando que el Donbás está bajo “ocupación” rusa, y que por lo tanto Kiev debe hablar sólo con Rusia, no con los líderes del Donbás. Los combates esporádicos han continuado, con una nueva escalada de bombardeos a través de la “línea de contacto” entre las entidades de Donbás y el resto de Ucrania.
Una nueva postura bélica de Estados Unidos
El gobierno de Trump aceleró el desmantelamiento de toda la arquitectura de los acuerdos internacionales para el control de armas al retirar a Estados Unidos del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), firmado por los Presidentes Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov en 1987, y del Tratado de Cielos Abiertos, negociado entre la OTAN y las naciones del Pacto de Varsovia en 1992. Esto dejó al Nuevo Tratado START (Medidas para la ulterior reducción y limitación de las armas estratégicas ofensivas, firmado por Estados Unidos y la Federación Rusa en el 2010) como el último de los acuerdos de control de armas existentes, que cubre los misiles intercontinentales pesados. Al tomar posesión de su cargo este año, el Presidente Joe Biden prorrogó el Nuevo Tratado START por cinco años, decisión que fue bien recibida por Moscú.
El 19 de enero del 2018, el Departamento de Defensa de Estados Unidos publicó su nueva Estrategia de Defensa Nacional. “La competencia entre grandes potencias, no el terrorismo, es ahora el objetivo principal de la seguridad nacional de Estados Unidos”, dijo el entonces Secretario de Defensa, James Mattis, en un discurso que describía el documento:
Nos enfrentamos a las crecientes amenazas de potencias revisionistas tan diferentes como China y Rusia, naciones que pretenden crear un mundo congruente con sus modelos autoritarios, procurando conseguir la autoridad de veto sobre las decisiones económicas, diplomáticas y de seguridad de otras naciones.
Horas más tarde, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, declaró, en respuesta a la publicación de la nueva estrategia del Pentágono
Lamentamos que, en lugar de llevar a cabo un diálogo normal, en lugar de apoyarse en el derecho internacional, Estados Unidos trate de demostrar su liderazgo mediante conceptos y estrategias de confrontación.
Durante todo este tiempo, Moscú ha protestado por estas actitudes de confrontación, pero sin éxito. “A pesar de nuestras numerosas protestas y súplicas, la máquina estadounidense se ha puesto en marcha, y la correa de transmisión avanza”, dijo el Presidente de Rusia, Vladímir Putin, en su dramático discurso del 1 de marzo del 2018 ante la Asamblea Federal, en el que anunció públicamente la nueva generación de armas estratégicas que Rusia estaba desarrollando, de las que al menos dos, el vehículo de planeo hipersónico Avangard para misiles balísticos intercontinentales (ICBM en sus siglas en inglés), y el misil balístico aéreo Kinzhal, han entrado en servicio desde entonces.
El componente económico
Comenzando en marzo del 2014, justo después del golpe de Estado de febrero del 2014 en Kiev, Estados Unidos le impuso a Rusia sanciones financieras y económicas, supuestamente por las acciones rusas en Crimea y las repúblicas del Donbass. Estas sanciones están contenidas en cinco leyes que fueron aprobadas por el Congreso, seis órdenes ejecutivas presidenciales, diez “disposiciones en virtud de las órdenes ejecutivas” y otras dos “decisiones” presidenciales. Esto de acuerdo a la lista de sanciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Por supuesto, ha habido otras sanciones, confiscaciones de bienes, expulsiones diplomáticas por otros supuestos motivos, así como otras formas de guerra económica. Todas las sanciones relacionadas con Ucrania y Crimea siguen vigentes, no se ha levantado ninguna. La última gran ronda de nuevas sanciones se impuso en el 2018, la Ley estadounidense para contrarrestar a adversarios a través de sanciones (CAATSA, por sus siglas en inglés), coincidiendo con más sanciones adicionales por el caso del envenenamiento a Serguéi Skripal.
Según diversas estimaciones, el costo para la economía rusa (en términos de la contabilidad del PIB) de todas estas sanciones ha sido del orden de $250.000 a $400.000 millones de dólares, con pérdidas similares impuestas a las economías europeas como resultado.
Además, en el 2016 y 2017 el Presidente Putin acusó al gobierno de Obama de haber conspirado con Arabia Saudita para bajar el precio del petróleo y así perjudicar a la economía rusa. Durante el gobierno de Trump eso no pareció continuar, ya que Rusia y Arabia Saudita llegaron a dos importantes acuerdos de precios de producción de petróleo, el segundo en el 2019 con algún tipo de participación del gobierno de Trump.
En el 2021, la crisis llegó a su punto crítico.
Cronología de 2021
2 de febrero: La revista Proceedings del Instituto Naval de Estados Unidos, publicó un artículo del almirante Charles Richard, comandante del Comando Estratégico de Estados Unidos, en el que afirmaba que el riesgo de una guerra nuclear con Rusia o China estaba aumentando y hace un llamado a la acción.
“Existe la posibilidad real de que una crisis regional con Rusia o China pueda aumentar rápidamente en un conflicto con armas nucleares, si ellos perciben que una derrota convencional puede amenazar al régimen o al Estado. En consecuencia, las fuerzas armadas estadounidenses deben cambiar su suposición principal de que ‘el uso nuclear no es posible’ a ‘el uso nuclear es una posibilidad muy real’, y actuar para afrontar y disuadir esa realidad”.
15 de marzo: Comenzó el ejercicio Defender Europe 21, dirigido por el Ejército de Estados Unidos, y se prolongó hasta junio, con la participación de 28.000 efectivos de tropa de 27 países diferentes. El ejercicio realizó "operaciones casi simultáneas en más de 30 zonas de entrenamiento" en una docena de países, informó ArmyTimes.
16 de marzo: El gobierno británico del Primer ministro, Boris Johnson, publicó su “Revisión Integrada de Seguridad, Defensa, Desarrollo y Política Exterior”. Entre otras cosas, el informe anunció que el arsenal de ojivas nucleares del Reino Unido pasaría de 180 a 260 ojivas. Esta decisión se tomó “en reconocimiento de la evolución del entorno de seguridad, con toda la gama de amenazas tecnológicas y de doctrinas en desarrollo…”.
1º de abril: El Pentágono informó que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, llamó al ministro de Defensa ucraniano, Andrii Taran, “para analizar la situación de seguridad regional”, y condenar la supuesta “escalada de acciones agresivas y provocadoras de Rusia en el este de Ucrania”. Además, Austin le garantizó a Taran:
“Washington no abandonará a Ucrania en caso de que Rusia intensifique la agresión”. Y en el caso de que se produzca una escalada de la agresión rusa, Estados Unidos no dejará a Ucrania a su suerte, y tampoco permitirá que se materialicen las aspiraciones agresivas de Rusia hacia Ucrania”.
13 de abril: El ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, visitó el cuartel general de la Flota del Norte en Severomorsk, donde dijo que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN estaban reforzando las fuerzas navales y terrestres en el Ártico, aumentando la intensidad del entrenamiento de combate, y ampliando y modernizando la infraestructura militar.
“Esta actividad es típica no sólo para la región del Ártico. En los últimos tres años, el bloque del Atlántico Norte ha aumentado su actividad militar cerca de las fronteras rusas”.
Asimismo, Shoigu hizo comentarios sobre los ejercicios militares Defender Europe 21:
“Ahora se están transfiriendo tropas estadounidenses desde la parte continental de América del Norte a través del Atlántico hacia Europa. Hay un movimiento de tropas en Europa hacia las fronteras con Rusia. Las principales fuerzas se concentran en la región del Mar Negro y la región del Báltico... En total, se concentrarán cerca de nuestro territorio 40.000 militares y 15.000 unidades de armas y equipos militares, así como la aviación estratégica... En respuesta a las actividades militares de la Alianza que amenazan a Rusia, hemos tomado las medidas apropiadas”.
“En tres semanas, dos ejércitos y tres formaciones de tropas aerotransportadas rusas se trasladaron con éxito a las fronteras occidentales de la Federación Rusa para realizar tareas de entrenamiento de combate”.
“Las tropas han demostrado su plena disposición y capacidad para llevar a cabo tareas que garanticen la seguridad militar del país”
15 de abril: La Casa Blanca de Biden emitió una Orden Ejecutiva (OE 14024) que proclama que las diversas acciones supuestamente malignas de Rusia “constituyen una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional, la política exterior y la economía de Estados Unidos”.
La Orden Ejecutiva contenía una serie de nuevas sanciones contra Rusia, tales como la expulsión de diez diplomáticos, la inclusión de seis empresas de tecnología rusas en una lista negra, la sanción a 32 entidades e individuos y, lo que es más importante, la prohibición de que las instituciones financieras estadounidenses participen en el mercado primario de bonos denominados o no en rublos emitidos después del 14 de junio de 2021 por el gobierno ruso y sus instituciones financieras.
El propósito explícitamente declarado de las medidas era desencadenar una voluminosa fuga de capitales y un “circuito de retroalimentación negativa” que causaría estragos en la economía rusa. En una sesión informativa oficial, un alto funcionario del gobierno explicó:
“Hay elementos de esta nueva OE que nos autorizan además a ejercer medidas que no estamos tomando ahora... Estamos preparados, en un futuro, para imponer costos sustanciales y duraderos si este comportamiento [ruso] continúa o se intensifica... También estamos transmitiendo una señal clara de que el Presidente tiene la máxima flexibilidad para ampliar las prohibiciones sobre la deuda soberana si las actividades malignas [sic] de Rusia continúan o aumentan”.
Esto último se entendió ampliamente como una amenaza de que podrían seguir más sanciones que impidan la participación en el mercado secundario de bonos, mucho más importante, e incluso llegar a la llamada “opción nuclear” de expulsar a Rusia del sistema de transferencia y pago SWIFT [<5>] utilizado por los bancos de todo el mundo.
14 de junio: La Orden Ejecutiva anunciada el 15 de abril de 2021 entró en vigor oficialmente dos días antes de la cumbre del 16 de junio de 2021 entre los Presidentes Biden y Putin.
23 de junio: El Ministerio de Defensa de Rusia anunció que un buque de guerra ruso disparó tiros de advertencia contra el destructor de la Real Armada británica HMS Defender, el cual, dijo, había violado la frontera marítima de Rusia en torno a Crimea en el Mar Negro. El HMS Defender había entrado en aguas reclamadas por Rusia en las proximidades del cabo Fiolent de Crimea e ignoró las advertencias de que abandonara la zona. No se mencionó en la cobertura de prensa, pero sí pudo verse en los sitios web de seguimiento de vuelos, un avión de inteligencia electrónica RC-135V de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, que estaba rodeando la costa oeste de Crimea en el momento del encuentro naval ruso con el Defender.
La cadena noticiosa británica BBC, que tenía a uno de sus corresponsales a bordo del barco, confirmó que el HMS Defender navegó deliberadamente en aguas reclamadas por Rusia para provocar una respuesta de las fuerzas rusas:
“Este sería un movimiento deliberado para hacerle saber algo a Rusia. El HMS Defender iba a navegar dentro del límite de los 19 km (12 millas) de las aguas territoriales de Crimea”.
23 de junio: El ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigu, advirtió nuevamente sobre el peligro estratégico que enfrenta Europa, en un discurso ante la Conferencia Internacional de Seguridad de Moscú:
“En conjunto, la situación en Europa es explosiva y requiere de medidas específicas para reducir la escalada. La parte rusa ha propuesto una serie de medidas. Por ejemplo, presentó una propuesta para mover las zonas de los ejercicios militares lejos de la línea de contacto”.
Shoigu también hizo hincapié en la propuesta de Rusia de una moratoria sobre el despliegue de misiles de corto y medio alcance en Europa, a los que calificó de “peligro especial” para Europa porque con su despliegue en Europa, “volverá la situación a cuando los europeos eran rehenes del enfrentamiento entre la URSS y Estados Unidos”.
En la misma conferencia habló el general Valeri Guerásimov, jefe del Estado Mayor ruso, quien calificó a la OTAN como un factor desestabilizador:
“La actividad naval de la OTAN cerca de nuestras fronteras ha crecido considerablemente. Los buques de guerra equipados con armas de precisión de largo alcance operan constantemente en los mares Negro y Báltico, mientras que realizan sobrevuelos con aviones de reconocimiento, patrullaje y de ataque, y también vehículos aéreos no tripulados. Las operaciones de los buques de guerra de Estados Unidos y sus aliados son claramente de carácter provocador… Se están creando las condiciones previas para que ocurran incidentes, lo cual no contribuye a reducir las tensiones militares”.
20 de septiembre: La OTAN dio inicio al Ejercicio Rapid Trident 21 en el campo de entrenamiento de Yavoriv en el oeste de Ucrania, con 6.000 soldados de quince países, entre ellos 300 de Estados Unidos. Los simulacros se calificaron como “un paso importante hacia la integración europea de Ucrania”, dijo el general de brigada Vladyslav Klochkov, codirector de los ejercicios.
6 de octubre: La OTAN ordenó la expulsión de ocho diplomáticos de la misión rusa en la sede de la OTAN en Bruselas, alegando que eran “oficiales de inteligencia rusos no declarados”. Moscú tomó represalias con el anuncio del 18 de octubre de que cerraría la misión rusa en la OTAN y cerrarían la oficina de información de la OTAN en Moscú y su personal sería despojado de su acreditación.
“Si alguien alguna vez creyó en la sinceridad de esas declaraciones [de la OTAN], hoy no queda ninguno. Su verdadero precio está claro para todos”, dijo el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Alexander Grushko, en respuesta a la acción de la OTAN.
19 de octubre: El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, aterrizó en Kiev y en una conferencia de prensa en el Ministerio de Defensa de Ucrania, prometió a los dirigentes del régimen que Estados Unidos los respaldará en su conflicto con Rusia:
“Permítanme subrayar lo que dijo el Presidente Biden durante la reciente visita del Presidente Zelensky a Washington. El apoyo de Estados Unidos a la soberanía e integridad territorial de Ucrania es inquebrantable. Por lo tanto, pedimos nuevamente a Rusia que ponga fin a su ocupación de Crimea... que deje de perpetuar la guerra en el este de Ucrania... que ponga fin a sus actividades desestabilizadoras en el Mar Negro y a lo largo de las fronteras de Ucrania... y que detenga sus persistentes ataques cibernéticos y otras actividades malignas contra Estados Unidos y nuestros aliados y socios”.
Señaló que Estados Unidos ha gastado $2.500 millones de dólares en apoyo a las fuerzas militares de Ucrania “para que puedan preservar la integridad territorial de su país y asegurar sus fronteras y aguas territoriales”.
“Creo que nuestra postura en la región sigue presentando una amenaza creíble contra Rusia y permite que las fuerzas de la OTAN operen con mayor eficacia si fallara la disuasión”, dijo Austin al día siguiente en Rumanía. “Y creo que esto se debe a nuestro compromiso de mantener una presencia rotativa de las fuerzas estadounidenses”.
21 de octubre: En el primer día de su reunión en Bruselas, los Ministros de Defensa de la OTAN respaldaron “un nuevo plan general para defender nuestra Alianza”. El nuevo plan incluye “mejoras significativas en nuestra defensa aérea y antimisiles, fortalecer nuestras capacidades convencionales con aviones de quinta generación, adaptar nuestros ejercicios e inteligencia, y mejorar la preparación y eficacia de nuestra disuasión nuclear”. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que la alianza ha aumentado su presencia en el Mar Negro, “porque el Mar Negro es de importancia estratégica para la OTAN”.
21 de octubre: Putin advirtió en un discurso ante el Club Valdai que Ucrania ni siquiera tiene que ser incorporada formalmente a la alianza de la OTAN para representar una amenaza estratégica para Rusia:
“La membresía formal en la OTAN en última instancia puede no suceder, pero el desarrollo militar del territorio ya está en marcha. Y esto realmente representa una amenaza para la Federación Rusa… Mañana podrían aparecer cohetes cerca de Jarkov, ¿qué vamos a hacer al respecto? Nosotros no estamos colocando nuestros misiles allí, son ellos metiéndonos los suyos frente a nuestras narices”.
Putin se refirió ahí a la promesa de la OTAN de no trasladar su infraestructura hacia el este después de la reunificación de Alemania, una promesa que no cumplió:
“Todos, de todos los lados, dijeron que después de la unificación, en ninguna circunstancia la infraestructura de la OTAN se movería hacia el Este, Rusia debería haber podido al menos confiar en eso. Eso es lo que dijeron, hubo declaraciones públicas. ¿Pero en la práctica? Mintieron... y luego la expandieron una vez, y luego la expandieron otra vez”.
30 de octubre: The Washington Post citó en un artículo a funcionarios no identificados, según los cuales los rusos están empeñados en otra concentración de tropas a lo largo de la frontera con Ucrania. Los autores del artículo dijeron que los movimientos de tropas han reavivado las inquietudes que surgieron en abril.
“La cuestión es que, no se trata de un simulacro. No parece ser un ejercicio de entrenamiento. Algo está pasando. ¿Qué es?”, dijo Michael Kofman, director del programa de estudios de Rusia en el grupo de análisis sin fines de lucro CNA, con sede en Virginia.
1 de noviembre: La cadena noticiosa Político publicó imágenes satelitales que pretenden mostrar una concentración de tropas rusas cerca de la frontera con Ucrania, con unidades blindadas, tanques y artillería autopropulsada, junto con tropas terrestres que se concentran cerca de la ciudad rusa de Yelnia, cerca de la frontera con Bielorrusia. En la zona se vieron elementos del 1er Ejército de Tanques de la Guardia. El ejército “ha sido diseñado para realizar operaciones en todos los niveles de combate, desde la contrainsurgencia hasta la guerra mecanizada”, informó el grupo de análisis de defensa de la revista Jane.
Sin embargo, el Ministerio de Defensa de Ucrania negó la información sobre la supuesta concentración militar rusa, y declaró oficialmente: “Para el 1º de noviembre de 2021, no se registró una transferencia adicional de unidades, armas y equipo militar rusos a la frontera estatal de Ucrania”.
2 de noviembre: El Consejo de Seguridad de Rusia anunció que el director de la CIA, William Burns, estaba en Moscú para sostener dos días de conversaciones con Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad. Según las filtraciones que dio a conocer CNN el 5 de noviembre, Biden envió a Burns a Moscú para decirle a los rusos que detuvieran la concentración de tropas cerca de las fronteras de Ucrania, que Estados Unidos vigilaba de cerca.
8 de noviembre: Por primera vez fue aprobada una resolución por las dos Cámaras del Congreso, que planteó la exigencia de imponer “sanciones aplastantes” a la economía de Rusia, supuestamente para detener el oleoducto Nord Stream 2, porque, en palabras del senador James Risch, “Rusia está creando y armando esta crisis energética”. El senador Ron Johnson dijo que Estados Unidos debería “utilizar sanciones aplastantes para detener el oleoducto”. El senador Tom Cotton agregó: “El gasoducto Nord Stream 2 ampliará la influencia rusa y amenazará la seguridad energética en toda Europa. Dado que el gobierno de Biden no responsabilizará a Putin, el Congreso debe tomar medidas para garantizar que nuestros aliados de la OTAN no sean rehenes de la energía rusa”.
11 de noviembre: El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, advirtió ayer que Rusia está preparada para actuar contra cualquier provocación de la OTAN.
“Si es necesario, tomaremos medidas para garantizar nuestra seguridad si hay acciones de provocación de nuestros oponentes cerca de nuestras fronteras. Me refiero a la OTAN y las fuerzas de la OTAN que están tomando acciones bastante agresivas en las proximidades de nuestras fronteras, tanto en el aire, en el agua, como en tierra”.
16 de noviembre: El secretario de Defensa británico, Ben Wallace, se reunió en Kiev con el Presidente Zelensky de Ucrania y firmó una declaración conjunta con el ministro de Defensa de Ucrania, Oleksii Reznikov. Zelensky “agradeció a Ben Wallace por el apoyo inquebrantable del Reino Unido a la independencia y la integridad territorial de nuestro país dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente”, según un comunicado emitido por su oficina. Zelensky “elogió la firma del Acuerdo Marco Bilateral Ucraniano-Británico sobre el apoyo crediticio oficial para el desarrollo de las capacidades de la flota ucraniana”:
“El Reino Unido se ha convertido en nuestro socio fundamental en la construcción de la flota ucraniana. Espero que los proyectos de seguridad futuros planificados en virtud de este acuerdo se implementen de manera efectiva”.
18 de noviembre: En una reunión del Consejo de Política Exterior de Rusia, el Presidente Putin denunció los repetidos vuelos de bombarderos estadounidenses cerca de las fronteras de Rusia.
“De hecho, expresamos constantemente nuestra preocupación por estos asuntos y hablamos de líneas rojas, pero por supuesto, entendemos que nuestros socios son peculiares en el sentido de que tienen un enfoque, cómo decirlo suavemente, muy superficial de nuestras advertencias sobre las líneas rojas”.
Putin repitió que las inquietudes rusas sobre la expansión de la OTAN hacia el este “han sido totalmente ignoradas”.
19 de noviembre: La Directora de Inteligencia Nacional, Avril Haines, llegó a Bruselas para informar a los embajadores de la OTAN acerca de la inteligencia estadounidense sobre la situación y la posibilidad de una intervención militar rusa en Ucrania.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, sugirió que si el nuevo gobierno alemán, (el cual todavía seguía dependiendo de las discusiones al interior de la coalición), se retirara del acuerdo de compartir las bases nucleares de la OTAN, las bombas nucleares B61 que están actualmente almacenadas en Alemania podrían desplazarse hacia el este.
“Por supuesto, corresponde a Alemania decidir si se desplegarán armas nucleares en este país, pero existe una alternativa a esto; es posible que las armas nucleares terminen fácilmente en otros países europeos, incluidos los que están al este de Alemania”, afirmó.
O sea, todavía más cerca de la frontera con Rusia.
20 de noviembre: El jefe de la inteligencia militar ucraniana, general de brigada Kyrylo Budanov, le dijo a Military Times en las márgenes de la Conferencia Internacional de Seguridad en Halifax, que Rusia tiene más de 92.000 efectivos de tropas agrupados a lo largo de la frontera con Ucrania y se está preparando para atacar a finales de enero o principios de febrero del 2022.
21 de noviembre: Bloomberg publicó un informe en el que cita fuentes anónimas que dicen que Estados Unidos ha compartido inteligencia, incluso mapas, con sus aliados europeos, que muestran una concentración de 100.000 efectivos y artillería rusos, para prepararse para un ataque rápido y a gran escala en Ucrania desde múltiples lugares, si Putin decidiera invadir.
30 de noviembre: Radio Free Europe informó que los republicanos habían bloqueado la votación de la Ley de Autorización de la Defensa Nacional (NDAA, por sus siglas en inglés) hasta que se añadieran las sanciones al gasoducto Nord Stream 2, objetando que el oleoducto Rusia-Alemania en el Mar Báltico le negará miles de millones en ingresos anuales a la “aliada” Ucrania. (El oleoducto terrestre Yamal-Europa atraviesa Ucrania, la cual cobra tarifas de tránsito).
5 de diciembre: La neoconservadora demócrata, Michéle Flournoy, ex subsecretaria de Defensa para Política en la Presidencia de Barack Obama, estuvo en el programa dominical “Fox News Sunday” y declaró que el Presidente Biden, en su próxima cumbre por videoconferencia con el Presidente Putin, el 7 de diciembre, iba a amenazar a Rusia con sanciones financieras y económicas “mucho más severas” que cualquiera de las impuestas anteriormente:
[Lo que] el gobierno está considerando activamente con sus aliados, es una serie cada vez mayor de sanciones que van más allá de lo que se ha hecho antes. Estoy segura de que están estudiando la posibilidad de sancionar el sistema bancario, sancionar el sector energético, posiblemente sacar a Rusia del sistema SWIFT, que capacita todas sus transacciones financieras internacionales. Por lo tanto, están buscando métodos mucho más serios... un nivel de dolor mucho mayor que cualquier cosa” [a la que se haya enfrentado Rusia hasta la fecha].
6 de diciembre: El día anterior a la videoconferencia entre Biden y Putin, el alto funcionario anónimo de siempre de la Casa Blanca, informó a la prensa que todos los aliados de la OTAN habían acordado un paquete de “sanciones financieras que impondrían un daño económico significativo y grave a la economía rusa”, si Rusia invadiera a Ucrania:
“Creemos que hay un camino a seguir que nos permitirá transmitir un mensaje claro a Rusia, de que habrá costos genuinos, significativos y duraderos si lo que escogen es seguir adelante, si decidieran seguir adelante con una escalada militar... Hemos mantenido intensas conversaciones con nuestros socios europeos sobre lo que haríamos colectivamente en caso de una gran escalada militar rusa en Ucrania, y creemos que tenemos un camino a seguir que implicaría importantes contramedidas económicas tanto por parte de los europeos como de Estados Unidos. Hemos armado un paquete bien agresivo”.
En su cobertura, la CNN planteó la “opción nuclear” directamente:
“Los funcionarios también han estado sopesando la posibilidad de desconectar a Rusia del sistema internacional de pagos SWIFT, del que Rusia sigue dependiendo en gran medida, según dos fuentes conocedoras de las conversaciones. Esto se considera una opción 'nuclear'. El Parlamento Europeo aprobó en primavera una resolución no vinculante en la que se pedía una medida de este tipo en caso de que Rusia invadiera Ucrania, y Estados Unidos lo ha conversado con sus homólogos de la Unión Europea”.
Más tarde el mismo día, luego de que Biden hubiese hablado personalmente con los jefes de Estado europeos, la Casa Blanca emitió una declaración que no mencionaba las sanciones financieras o daños económicos significativos contra Rusia. Decía que, “la diplomacia es el único camino para resolver el conflicto en Donbás mediante la aplicación de los Acuerdos de Minsk”.
7 de diciembre: Los Presidentes Biden y Putin tuvieron una cumbre por videoconferencia, después de la cual el Asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, le aseguró a los medios de comunicación que Biden,
“le dijo al Presidente Putin directamente que si Rusia invade aún más a Ucrania, Estados Unidos y nuestros aliados europeos van a responder con medidas económicas muy fuertes y podríamos darle a los ucranianos material defensivo adicional, más allá de lo que ya les estamos proporcionando, [ y que Estados Unidos] fortificará a nuestros aliados de la OTAN en el flanco oriental, con capacidades adicionales en respuesta a dicha escalada”.
El propio Biden subrayó más tarde que estaba considerando lo que Putin había exigido respecto a las garantías de seguridad, que después dio lugar a las propuestas de Rusia.
12 de diciembre: La nueva ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, declaró en una entrevista en la televisión nacional que el gasoducto Nord Stream 2 no podía entrar en funcionamiento porque, según los acuerdos de la coalición gubernamental alemana, el gasoducto no era compatible con la legislación energética europea.
El gobierno anterior de Angela Merkel había constatado lo contrario. Baerbock, líder del Partido Verde, no explicó por qué había un cambio de rumbo. El periódico de Washington, DC, The Hill, señaló que los Verdes [el partido Verde] quieren que Ucrania esté en la OTAN.
17 de diciembre: El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso dio a conocer dos borradores de tratados que especifican las garantías de seguridad para Rusia, uno, un acuerdo entre Rusia y la OTAN, y el otro, un tratado entre Rusia y Estados Unidos.
Ambos documentos piden que se reconozca un principio de “no injerencia en los asuntos internos” de la otra parte, reconocen que un “choque militar directo entre ellas podría dar lugar al uso de armas nucleares que tendría gravísimas consecuencias”, reafirman “que una guerra nuclear no puede ganarse y no se debe librar nunca”, y reconocen “la necesidad de hacer todo lo posible para prevenir el riesgo de que estalle una guerra de este tipo entre los Estados que poseen armas nucleares”.
La parte operativa del tratado entre Estados Unidos y Rusia exige abstenerse de realizar acciones “que puedan socavar los intereses básicos de seguridad de la otra Parte”. Consciente del impulso para OTANizar a Ucrania, el artículo 4 establece:
Estados Unidos de América deberá comprometerse a impedir una mayor expansión de la OTAN hacia el Este y a negarle la adhesión a la Alianza a los Estados de la antigua URSS.
Y,
Estados Unidos de América no establecerá bases militares en el territorio de los Estados de la antigua Unión Soviética que no sean miembros de la OTAN, no utilizará su infraestructura para ninguna actividad militar, ni desarrollará una cooperación militar bilateral con ellos.
Continúa afirmando que las Partes (Estados Unidos y Rusia) no emprenderán acciones militares fuera de sus propias fronteras que amenacen la seguridad nacional de la otra parte, ni volarán bombarderos o navegarán con buques de guerra fuera de sus aguas territoriales de forma que se amenacen mutuamente. En cuanto a la expansión de las armas nucleares de Estados Unidos para incluir las almacenadas en dichos lugares de Alemania, el tratado establece;
Las Partes se abstendrán de desplegar armas nucleares fuera de sus territorios nacionales y devolverán las armas ya desplegadas... a sus territorios nacionales.
19 de diciembre: Un alto funcionario anónimo de la Casa Blanca le dijo a la CNN y otros medios de comunicación que “solo había una ventana de alrededor de cuatro semanas” para obligar a Rusia a echarse para atrás y que las sanciones previstas por Estados Unidos “serían abrumadoras, inmediatas e infligirían costos significativos a la economía rusa y a su sistema financiero”.
21 de diciembre: En un extenso informe presentado en una reunión ampliada del Consejo del Ministerio de Defensa, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigu, declaró:
“Las tensiones van en aumento en las fronteras occidental y oriental de Rusia. Estados Unidos está intensificando su presencia militar en las fronteras rusas.
“Estados Unidos y la OTAN están aumentando a propósito la escala e intensidad de las actividades de entrenamiento militar cerca de Rusia. Cada vez más, involucran a la aviación estratégica, llevando a cabo lanzamientos simulados de misiles nucleares en nuestras instalaciones. El número de sus vuelos cerca de las fronteras rusas se ha duplicado con creces.
“La OTAN presta especial atención a las cuestiones de la transferencia de efectivos al flanco oriental de la alianza, incluso desde la parte continental de Estados Unidos. En los ejercicios se ensayan varias opciones para utilizar grupos de coalición contra Rusia con el uso de los Estados no alineados, Georgia, Moldavia y Ucrania.
“Se ha comprobado de forma fehaciente la presencia de más de 120 empleados de empresas militares privadas estadounidenses (PMC en sus siglas en inglés) en los asentamientos de Avdeevka y Priazovskoe en la región de Donetsk. Equipan posiciones de tiro en edificios residenciales y en instalaciones socialmente significativas, preparan a las fuerzas de operaciones especiales ucranianas y a los grupos armados radicales para las actividades hostiles. Para cometer provocaciones, fueron entregados tanques con componentes químicos no identificados en las ciudades de Avdeevka y Krasny Liman”.
El Presidente Vladimir Putin tomó la palabra en esa misma reunión del Consejo del Ministerio de Defensa, para dar la voz de alarma:
“Lo que ellos [Estados Unidos] están haciendo en estos momentos en el territorio de Ucrania, o lo que tratan de hacer y quieren hacer, no sucede a miles de kilómetros de nuestra frontera nacional. Esto está a las puertas de nuestra casa. Tienen que entender que sencillamente no tenemos más espacio para retroceder... ¿Acaso creen que no estamos viendo estas amenazas? ¿O creen que tenemos una voluntad tan débil que nos limitamos a ver de soslayo las amenazas que se ciernen sobre Rusia?”.
“Como ya he señalado, en caso de que continúe la línea evidentemente agresiva de nuestros colegas occidentales, tomaremos medidas técnico-militares de represalia adecuadas y reaccionaremos con dureza ante los pasos no amistosos. Y quiero recalcar que tenemos todo el derecho de hacerlo, tenemos todo el derecho de tomar las acciones diseñadas para garantizar la seguridad y la soberanía de Rusia... Estamos extremadamente preocupados por el despliegue de elementos del sistema global de defensa antimisiles de Estados Unidos cerca de Rusia”.
NOTAS:
<1>: Acta fundacional sobre las Relaciones Mutuas de Cooperación y Seguridad Entre la OTAN y la Federación Rusa, 27 de mayo de 1997.
<2>: Taras Kuzio, “U.S. Support for Ukraine’s Liberation During the Cold War” (El apoyo de Estados Unidos a la liberación de Ucrania durante la Guerra Fría) un estudio de Prolog Research and Publishing Corporation, Communist and Post-Communist Studies (Estudios sobre el comunismo y el poscomunismo) Vol. 45, Edición 1-2, Junio de 2012, pags. 51-64.
<3>: El informe fáctico de EIR “British Imperial Project in Ukraine: Violent Coup, Fascist Axioms, Neo-Nazis” (El proyecto imperial británico en Ucrania: golpe violento, axiomas fascistas, neonazis) documenta la planificación previa y la escalada paso a paso. EIR, Vol. 41, No. 20, Mayo 16, 2014, pp. 21-38.
<4>: Ver Ivan Katchanovski, “The ‘Snipers’ Massacre’ on the Maidan in Ukraine” (La masacre de los francotiradores en la Maidán en Ucrania) Social Science Research Network, Sept. 9, 2015, 79 páginas.
<5>: La Sociedad para la Telecomunicación Financiera Interbancaria Mundial (SWIFT, por sus siglas en inglés) fue creada en 1973 y tiene su sede en Bélgica; funciona como intermediario de las transacciones financieras para enviar y recibir información, rápida, precisa y segura, tal como las instrucciones de transferencia de dinero, entre más de 11.000 bancos afiliados y otras instituciones financieras en más de 200 países.
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