100 Segundos para la Medianoche en el Reloj del Día del Juicio:
¡Necesitamos una Nueva arquitectura de Seguridad!
Este artículo se publicó en el número de Executive Intelligence Review del 11 de febrero de 2022. Originalmente se publicó en el semanario alemán Neue Solidarität (Nueva Solidaridad) del 10 de febrero de 2022.
Por Helga Zepp-LaRouche
6 de Febrero — "Una guerra nuclear no se puede ganar y nunca se debe librar", afirmaron las cinco potencias nucleares y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU en una declaración conjunta el 3 de enero de este año. Dado que el uso de armas nucleares siempre implica el riesgo de utilizar todo el arsenal nuclear, un porcentaje del cual es suficiente para causar la extinción de la especie humana, la confirmación de esta percepción fundamental debería tener implicaciones prácticas para la estrategia militar de todas las potencias nucleares.
A pesar de esta declaración conjunta, en la última semana de enero el Comando Estratégico de Estados Unidos inició el ejercicio Global Lightning 22 (Relámpago Global 22), diseñado para probar la preparación de las fuerzas nucleares estadounidenses.
Aunque esta fue una maniobra llamada "rutinaria", integrada este año con el Comando Indo-Pacifico de EU y por lo tanto dirigida a una posible confrontación con China, en el contexto de tensiones intensificadas entre Rusia, Estados Unidos y la OTAN, puede verse como un elemento más, pero quizás el más peligroso, de la forma en que Occidente está jugando con fuego con respecto a Rusia y China.
El momento de la maniobra coincidió con acusaciones hasta ahora no probadas de Estados Unidos y el Reino Unido de que Rusia contemplaba un ataque militar contra Ucrania entre finales de enero y mediados de febrero, lo que el gobierno ruso ha negado en repetidas ocasiones. El ejercicio de comando y control nuclear se basa en el Plan de guerra nuclear actual del Comando Estratégico de EU. Hans M. Kristensen, director del Proyecto de Información Nuclear de la Federación de Científicos Estadounidenses, consiguió, mediante la Ley de Libertad de Información, obtener la portada de este plan, titulada “Stratcom Conplan 0810-12, ‘Strategic Deterrence and Force Deployment,’ Change 1.” ("Stratcom Conplan 0810-12, 'Disuasión Estratégica y Despliegue de Fuerza', Cambio 1"). Kristensen, uno de los especialistas más competentes en el campo de la estrategia y las armas nucleares, explicó a la revista Newsweek que el ejercicio Global Lightning no supone simplemente un primer ataque nuclear de un lado o del otro, sino una guerra nuclear prolongada que continuaría después del primer intercambio de bombas.
Si bien los componentes individuales de este nuevo plan de guerra, que ha estado operativo desde el 30 de abril de 2019, están sujetos a los más altos niveles de confidencialidad, sobresale el esquema de esta concepción. La suposición es que Estados Unidos y la OTAN podrían sobrevivir a un primer ataque nuclear de Rusia o China, luego tomar represalias, absorber más ataques, tomar represalias nuevamente, etc., en una confrontación militar en curso. Este plan de guerra nuclear incluye no solo armas nucleares, sino varios otros sistemas letales, como sistemas de defensa antimisiles, armas de energía dirigida como armas de pulso electromagnético y láseres, ataques cibernéticos y ataques de la Fuerza Espacial desde el espacio. ¿Quién sería capaz de sobrevivir a una guerra nuclear tan prolongada? ¿Las pocas personas que pueden anidar en búnkers subterráneos profundos? Hace que las fantasías morbosas del Dr. Insólito (Dr. Strangelove) parezcan una fiesta de cumpleaños infantil.
Las maniobras Global Lightning del año pasado, en abril de 2021, se centraron en un posible conflicto con Rusia; este año estuvo dedicado a un posible enfrentamiento con China. Los diversos documentos de estrategia del Pentágono desde 2017 habían definido cada vez más a Rusia y China como rivales y adversarios geopolíticos, reemplazando la lucha contra el terrorismo global con la competencia entre grandes potencias como una prioridad estratégica. Al mismo tiempo, continuó la modernización de la tríada nuclear iniciada por el gobierno de Obama y el umbral para el uso de armas nucleares se redujo cada vez más mediante el estacionamiento de ojivas de bajo rendimiento en los submarinos Trident, entre otras cosas.
El conflicto estratégico
Aunque hubo pocos comentarios oficiales, en el discurso del Presidente Vladimir Putin del 1 de marzo de 2018 ante la Asamblea Federal anunció los nuevos sistemas nucleares de Rusia. [en.kremlin. ru/events/president/ news/56957] Entre ellos, el vehículo planeador hipersónico Avangard (lanzado desde un misil balístico intercontinental que viaja a 20 veces la velocidad del sonido y cuenta con una excelente maniobrabilidad que hace que el sistema de defensa antimisiles estadounidense sea esencialmente obsoleto); el misil de crucero hipersónico Kinzhal; así como misiles de crucero de propulsión nuclear, drones submarinos rápidos y armas láser, una conmoción para el establecimiento militar occidental. Mientras tanto, China también ha desarrollado sus propios misiles hipersónicos con tecnología de localización infrarroja, una capacidad que el ejército estadounidense puede no tener hasta dentro de dos o tres años. Las imágenes satelitales estadounidenses también han ubicado alrededor de 300 silos de misiles en construcción en lugares dispersos en China, algunos de los cuales pueden permanecer vacíos, pero otros tendrían misiles nucleares en un estado de "lanzamiento al aviso" para evitar un ataque sorpresa de desarme. Este es, en términos generales, el trasfondo estratégico en el que Putin presentó sendos acuerdos a Estados Unidos y la OTAN el 15 de diciembre, exigiendo que sean legalmente vinculantes: no más expansión hacia el este de la OTAN, y ningún sistema de armas ofensivas estacionadas en las fronteras de Rusia; además de garantías de que Ucrania no sería admitida en la OTAN.
A diferencia de muchos políticos y medios de comunicación transatlánticos, el general (retirado) Harald Kujat, ex inspector general de las Fuerzas Armadas Alemanas y ex presidente del Comité Militar de la OTAN (2002-2005), cree que la concentración de unos 120.000 soldados rusos cerca de la frontera con Ucrania —algunos, sin embargo, a cientos de kilómetros— no es indicativo de un ataque inminente contra Ucrania, sino que Rusia quiere demostrar su fuerza en este amenazante telón de fondo para forzar las negociaciones con Estados Unidos y la OTAN en igualdad de condiciones.
Hasta ahora, Estados Unidos y la OTAN se han negado a comprometerse con las exigencias fundamentales de Putin y solo parecen estar dispuestos a hacer lo que Rusia considera compromisos secundarios sobre nuevas conversaciones de desarme. Putin ha anunciado “medidas técnico-militares” en caso de una negativa definitiva. En vista del hecho de que el estacionamiento de sistemas de armas potencialmente ofensivos en las inmediaciones de las fronteras rusas en relación con la ampliación de la OTAN hacia el este (esto incluye, por ejemplo, el sistema de defensa antimisiles Aegis estacionado en Polonia y Rumania) creó una situación para Rusia comparable al estacionamiento de misiles soviéticos en Cuba, surge la pregunta de cómo podrían ser estas "medidas".
El experto estadounidense en Rusia Gilbert Doctorow, sospecha que podrían incluir el estacionamiento de misiles de corto alcance con armas nucleares SS-26 Iskander-M, en Bielorrusia y Kaliningrado, para amenazar, a cambio, a los Estados de primera línea de la OTAN y al este de Alemania. Además, sospecha que Rusia puede plantar misiles de crucero hipersónicos con armas nucleares Tsirkon, lanzados desde el mar, frente a la costa de Washington D.C., que los expertos rusos han dicho anteriormente que podrían destruir la capital estadounidense tan rápido que el Presidente no tendría tiempo de abordar el Air Force One para escapar. Teóricamente, los misiles hipersónicos Tsirkon, por supuesto, también podrían usarse en cualquier lugar de los siete mares y son muy difíciles de detectar e interceptar para la defensa aérea convencional en vista de su velocidad (nueve veces la velocidad del sonido) y maniobrabilidad en vuelo.
Por lo tanto, es lógico que el Reloj del Juicio Final del Boletín de los Científicos Atómicos del 20 de enero de 2022 mostrara solo 100 segundos para la medianoche. Eso es solo alrededor de un minuto y medio hasta el apocalipsis nuclear. Aun cuando, desde la escalada de la crisis de Ucrania, después de un sueño profundo de casi 40 años, el movimiento contra la guerra ha emitido toda una serie de llamados públicos y cartas abiertas (más recientemente de 100 organizaciones en Estados Unidos exigiendo que el Presidente Biden reduzca las tensiones con Rusia) el enorme alcance de la amenaza de ninguna manera ha penetrado en la conciencia pública.
Poca Claridad sobre las Causas
Pero incluso entre la mayoría de los occidentales que reconocen el peligro inminente, existe una falta de claridad sobre las causas subyacentes del peligro existencial para la existencia humana. Ellas se encuentran, por un lado, en el carácter sistémico de la crisis del sistema financiero neoliberal, que ahora ha entrado en su fase final hiperinflacionaria; y por otro lado, en la exigencia de la casta financiera dominante de la City de Londres, Wall Street y Silicon Valley en pro de un mundo unipolar en el que solo sus intereses de poder determinen lo que sucederá en el “orden basado en reglas”.
El dilema surge ahora de una dinámica opuesta. Desde el cambio de paradigma de agosto de 1971, reconocido proféticamente por Lyndon LaRouche —cuando Nixon terminó efectivamente con el sistema de Bretton Woods al abolir los tipos de cambio fijos, allanando así el camino para la maximización de las ganancias especulativas— ha habido un cambio cada vez mayor en el mundo transatlántico que se aleja de las inversiones en la economía física productiva hacia la especulación en productos financieros basados en derivados cada vez más exóticos, de los cuales la locura más reciente es "cambiar los billones" al Nuevo Trato Verde.
Desde el punto de vista de la economía física, esta política de invertir en industrias con la densidad de flujo de energía más baja posible representa en última instancia una gran destrucción de capital, al igual que las inversiones en la producción militar de sistemas de armas y en el ejército. El hecho de que este efecto generalmente no se reconozca tiene que ver con la confusión sobre los valores monetarios, dinero versus riqueza real, y la ilusión de que los valores de las acciones de las empresas que cotizan en bolsa dicen algo sobre la productividad de la economía. Por supuesto, es del interés de los multimillonarios propietarios de yates, algunos de los cuales han adquirido hace mucho tiempo condominios en búnkers profundos en Australia y en otros lugares, que la economía de burbuja se sostenga el mayor tiempo posible, incluso si la proporción de la población empobrecida sigue aumentando y la clase media se reduce.
Cuando se disolvió la Unión Soviética en 1991 y el establecimiento transatlántico, a pesar de todas las advertencias --del Papa Juan Pablo II, por ejemplo-- sucumbió a la fantasía de haber “ganado” la Guerra Fría e interpretó el “fin de la historia” en el sentido de que el mundo entero ahora debe someterse al orden neoliberal basado en reglas, ya no había ninguna necesidad de cumplir las promesas hechas a Rusia de no expandir la OTAN hacia el este. Se utilizó todo el espectro de instrumentos para cimentar el mundo unipolar: cambio de régimen, ya sea a través de revoluciones de color o guerras “humanitarias” contra todos los gobiernos que tenían otros valores. Victoria Nuland se jactó públicamente de que el Departamento de Estado había gastado $5 mil millones en ONG solo en Ucrania, lo que inicialmente condujo a la “Revolución Naranja” de 2004. Cuando el presidente Viktor Yanukóvych se negó a unirse al Acuerdo de Asociación de la Unión Europea a fines de 2013, sobre todo porque la UE está totalmente vinculada a la OTAN en términos de tratados y seguridad, el lado no tan democrático del orden basado en reglas pasó a primer plano en la forma del golpe nazi de Maidan de febrero de 2014.
Esto no resultó en ninguna anexión de Crimea por parte de Putin, sino en un referéndum del pueblo de Crimea, que quería retirarse de las políticas fascistas de Kiev. Incluso entonces, Putin afirmó que Occidente estaba realmente interesado en contener a Rusia y que si no fuera en Ucrania, habrían encontrado otra excusa para hacerlo.
El endurecimiento decisivo hacia Rusia y China se hizo visible, a más tardar, en 2017, en el cambio de lenguaje en las doctrinas de seguridad del Pentágono y en la caracterización de estos dos países como “enemigos” y “autocracias”. Si bien las instituciones occidentales inicialmente reaccionaron al anuncio que hizo Xi Jinping sobre la Nueva Ruta de la Seda, en septiembre de 2013, con un prolongado silencio durante cuatro asombrosos años, estas instituciones ahora han reaccionado a este proyecto de infraestructura más grande en la historia de la humanidad como si fuera una amenaza existencial. ¡Es decir, al mundo unipolar!
Prácticamente todas las sanciones que se han impuesto en cualquier parte del mundo de manera unilateral, es decir, sin resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, tuvieron en última instancia el objetivo principal de evitar el ascenso económico de China y la recuperación del estatus de actor mundial de Rusia.
La transcripción de la conferencia de prensa del 25 de enero, realizada por dos funcionarios anónimos de la Casa Blanca, revela sorprendentemente esta intención. Presentan todo un espectro de "medidas económicas serias", comenzando en el nivel más alto de escalada, para frustrar las ambiciones estratégicas de Putin de industrializar su economía, al negarle el acceso a todas las tecnologías modernas y avanzadas, como IA, computadoras cuánticas y cualquier tecnología relacionada con la defensa o aeroespacial, para evitar que “diversifique” la economía más allá de la exportación de petróleo y gas. El objetivo es la atrofia de la economía rusa. [whitehouse. gov/briefing-room/statements-releases/ 2022/01/25/background-press-call-by-senior-administration-officials-on-russia-ukraine-economic-deterrence-measures/].
Esta política, formulada en un lenguaje increíblemente brutal, no es más que una continuación de la llamada “terapia de choque” de Jeffrey Sachs de la década de 1990, que tenía el objetivo explícito de reducir a Rusia del estatus de superpotencia de la era soviética al de un país del Tercer Mundo exportador de materias primas. Esa política fue entonces, como lo es ahora, una declaración de guerra, con la única diferencia de que Putin no es una figura patética como Boris Yeltsin, mimado por Occidente por motivos geopolíticos, sino un estratega brillante que sabe defender los intereses de Rusia.
Las diatribas no menos odiosas contra China, que se pueden escuchar hoy en día de los escritorzuelos de la corte del imperio, así como de los ex maoístas de la era SDS que ahora han ascendido a los puestos más altos en el Partido Verde, no pueden cambiar el éxito sobresaliente de la economía de China, que registró una tasa de crecimiento superior al 8% en 2021 a pesar del nuevo coronavirus. China ha hecho más por los derechos humanos que cualquier otro país de la llamada comunidad occidental de valores, sacando a 850 millones de personas de la pobreza en el país —incluidos los uigures, que ahora disfrutan de un nivel de vida mucho mejor y un crecimiento demográfico superior al promedio— y ofreciendo a muchos países en desarrollo por primera vez la oportunidad de superar la pobreza.
El silencio de esos mismos círculos sobre la mayor de todas las catástrofes humanitarias, desencadenada por las sanciones occidentales en Afganistán, en la que 1 millón de niños mueren de hambre y un total de 23 millones de personas corren el riesgo de morir este invierno, sella su completo desprestigio.
Declaración conjunta de Putin y Xi
Si varios autores han advertido que las campañas contra Rusia y China podrían llevar a estrechar aún más los lazos entre estos dos países, pueden estar seguros de que eso es exactamente lo que ha sucedido ahora durante la visita de Putin a los Juegos Olímpicos en China. Sin embargo, existe una necesidad urgente de quitarse los lentes ideológicos y reconocer la extraordinaria oportunidad que presenta para el mundo entero esta declaración conjunta en la extremadamente peligrosa situación mundial.
El documento de 16 páginas titulado “Declaración Conjunta de la República Popular China y la Federación Rusa sobre las Relaciones Internacionales en una Nueva Era y el Desarrollo Sostenible Global” plantea la sustitución de la confrontación geopolítica por la cooperación económica como base para una política de seguridad común. Ambas naciones hacen un llamado a la OTAN para que se abstenga de nuevos planes de expansión, que vaya más allá del pensamiento de la Guerra Fría y que consagre las garantías de seguridad a largo plazo que exige Rusia. Se debe reforzar el papel de las organizaciones internacionales como el G20, BRICS, SCO, APEC y ASEAN, dicen. Rusia va a cooperar en la realización de la “Iniciativa de Desarrollo Global” propuesta por China y destaca la importancia del concepto de la “comunidad de destino común para la humanidad”. (en.kremlin.ru/supplement/5770).
Pensemos en los 100 segundos antes de la medianoche en el reloj del Juicio Final: ¿Quién puede negar que somos una comunidad de destino indivisible? En las últimas semanas, voces más sensatas se han pronunciado a favor de una nueva arquitectura de seguridad paneuropea que incluya a Rusia y Ucrania, que podría consagrarse en un nuevo acuerdo de Helsinki. Sin embargo, en vista de la complejidad de la situación mundial, la amenaza a la paz mundial que afecta a todos los Estados y la indivisibilidad de la seguridad de todos, es necesario ir más allá de Helsinki y crear una arquitectura de seguridad internacional que abarque los intereses de seguridad de todos los Estados de la Tierra.
Esta arquitectura debe basarse en los principios de la Paz de Westfalia; es decir, debe garantizar los intereses de todos los Estados y, sobre todo, su derecho al desarrollo económico y cultural. El mantenimiento de la paz mundial presupone una renuncia total y definitiva a la política maltusiana, y exige el acceso integral a los logros del avance científico y tecnológico de todas las naciones. Este nuevo orden, el requisito previo para la supervivencia de la especie humana, requiere un nuevo paradigma de pensamiento que debe recurrir a las mejores tradiciones de todas las culturas al más alto nivel humanístico.
Tenemos una opción: o mantenemos el reloj en marcha hasta que haya sonado el último de los 100 segundos, y entonces no quedará nadie para comentar el resultado; o podemos recordar que somos la única especie creativa conocida en el universo y forjar juntos nuestro futuro común.
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