Escritos y discursos de Lyndon LaRouche
Riemann y el contraterrorismo
Lyndon H. LaRouche, Jr. publicó el siguiente memorándum el 28 de septiembre de 2001 En el siglo 19 y a principios del 20, el caso de lo que era útil llamar "terrorismo" significaba por lo común el ejercicio de instrumentos del Servicio Exterior británico, como Danton y Marat, o a finales del 19 y principios del 20, la "propaganda de las obras", el uso por motivos políticos de métodos de grandes delitos, como actos de violencia ejemplar, chantaje, etc. Hoy en día, en la era de las armas nucleares de destrucción en gran escala, lo que ha venido a llamarse "terrorismo internacional", desde 1968 y 1969, es una forma especial de guerra desplegada clandestinamente ya sea por gobiernos, instituciones de gobiernos o poderosas camarillas financieras que se equiparan o a veces exceden el poder de los gobiernos pertinentes. En tales casos, lo que se llama "terrorismo" a menudo se debiera llamar "métodos clandestinos de guerra irregular", que es lo que le sucedió a los Estados Unidos el 11 de septiembre. Por ejemplo, los afgansis de Brzezinski de finales de los años setenta, y la variedad de jugarretas que vinieron a conocerse popularmente como el asunto "Irán-contras", sólo ejemplifican la acumulación de una enorme variedad de personas que han adoptado el asesinato por contrato como su tipo de empleo acostumbrado y preferido. Las entidades de gobierno y otras instituciones supuestamente "respetables" que prefieren actuar anónimamente, rebuscan entre los matones en busca de empleo, para integrar equipos que conducen la guerra irregular clandestina que los ruidosos órganos informativos se gozan en denominar "terrorismo internacional". Diciéndole "terrorismo internacional", quienes despliegan tales actos de guerra enmascaran sus acciones renegadas con formas de negación tales como "¿Quién, yo?", ó "¿Yo? Yo ni toqué esa cosa". Naturalmente, siendo la Mancomunidad Británica la vasta Mancomunidad Británica, y siendo el manejo de los irlandeses la práctica que es, muchos de los mercenarios de lo que se llama el oficio del "terrorismo internacional" pasan por los conductos y arreglos de casas de seguridad británicos. Con decirle a todo eso "terrorismo internacional", se engaña al público e incluso a muchos funcionarios de gobierno. De este modo, tenemos una situación, como lo muestran los acontecimientos del 11 de septiembre, en la que el origen nacional o la inclinación religiosa de las personas desplegadas en tales efectos monstruosos no conduce necesariamente al investigador a descubrimientos útiles. Sherlock Holmes se convierte en un estorbo inútil; es preferible Dupin, en su lugar. La clave para descifrar operaciones como la del 11 de septiembre, no reside en las partes de las acciones, sino en la forma de organización y de los efectos políticos de la agencia aún sin determinar que ha reclutado los trozos y piezas como mano de obra sacrificable para la operación que nos debiera preocupar. A quienes hemos pasado décadas siguiendo la pista de estas formas de guerra irregular, se nos presenta en este momento una situación en la cual los objetivos y motivos de la misteriosa agencia responsable de los ataques del 11 de septiembre son conocidos con precisión relativamente grande y creciente. ¿Quién podría organizar y haría una operación tal? Sabemos, deberíamos saber la respuesta a esa interrogante. Dado nuestro conocimiento de los objetivos, motivos y naturaleza general del perpetrador, tenemos una advertencia de que clase de acciones debemos esperar de su parte en el futuro cercano, y por lo tanto podemos diseñar acciones de flanqueo que tenderán a eliminar la posibilidad de que el aún desconocido adversario materialice sus objetivos últimos, aunque no sepamos todavía quién sea. Si, se debería de eliminar el fondo de recursos para el terrorismo internacional. Sin embargo, eso, a lo sumo, no será más que una necesaria faena rutinaria, aunque a veces sangrienta. El objetivo primario debe ser el de neutralizar, y ojalá también identificar a la camarilla de alto nivel que integró y desplegó la capacidad cuya primera acción pública se atestiguó el 11 de septiembre. Esa respuesta a esa interrogante no se encontrará en el Oriente Medio, ni en el Asia Central. La capacidad de la guerra irregular para desbordar el flanco de las capacidades militares regulares modernas es la capacidad de escabullirse con un cuchillo, o un pedazo de alambre, desde un lugar muy cercano a la víctima escogida. La pregunta es: ¿a través de qué tipo de instituciones poderosas, incluso algunos tipos de muy alto rango y muy capaces, que residen en los propios Estados Unidos, se pudo escabullir a las instituciones de seguridad de los Estados Unidos del modo en que se hizo el 11 de septiembre?
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