Escritos y discursos de Lyndon LaRouche

Propuesta de 15 puntos
El plan de LaRouche para librar la guerra al narcotráfico

El estadista Lyndon LaRouche presentó la siguiente propuesta de 15 puntos en un seminario sobre la guerra continental al narcotráfico, celebrado el 13 de marzo de 1985 en México, DF.


1. Lo que combatimos no son tan sólo los efectos que tiene el consumo de drogas en sus víctimas. El narcotráfico internacional se ha convertido por sí mismo en un gobierno malvado y poderoso. Representa en la actualidad un poderío financiero, político y militar mayor que el de algunas naciones de las Américas. Es un gobierno en guerra contra naciones civilizadas, un gobierno al que debemos declarar la guerra, guerra que debemos librar con las armas de la guerra y que debemos ganar con el mismo espíritu con que los Estados Unidos lucharon por la derrota incondicional del nazismo entre 1941 y 1945.

2. Los métodos policíacos deben apoyar el aspecto militar de la guerra al narcotráfico. El mandato que se dé a las fuerzas policiales desplegadas en apoyo a esta guerra debe ser el principio de que la colaboración con el narcotráfico o con las fuerzas financieras y políticas de los narcotraficantes internacionales es traición en tiempo de guerra.

a) Cualquier individuo al que se sorprenda comerciando con drogas será juzgado como traidor en tiempo de guerra o como espía extranjero de una potencia enemiga.

b) Cualquier individuo que compre sustancias ilegales, abogue por la legalización del comercio de tales sustancias o pida benevolencia en la acción militar o policiva contra la producción y el tráfico de drogas, es culpable de prestar auxilio al enemigo en tiempo de guerra.

3. Debe firmarse un tratado de alianza bélica entre los Estados Unidos y los gobiernos de los Estados iberoamericanos que se sumen a la alianza para combatir al narcotráfico a la que se ha adherido el Presidente de México. Se debe alentar a otros Estados a unirse a esa alianza militar.

4. Bajo los auspicios de ese tratado se han de elaborar disposiciones para la acción de un mando militar conjunto. Dichas disposiciones deberán definir principios de acción común, a fin de que las formas necesarias de acción militar y policiva no subviertan la soberanía nacional de ninguna de las naciones aliadas en cuyo territorio se realicen operaciones militares. Estas disposiciones abarcarán:

a) crear grupos de trabajo militares bilaterales, por pares de las naciones aliadas;

b) crear un mando común encargado de proporcionar las formas de asistencia que se estipulen y que pudieren solicitar las entidades competentes de cada país o del mando bilateral de cualquier par de países;

c) crear, bajo la jurisdicción del mando común, una entidad central de inteligencia contra el narcotráfico, que funcionará a la manera de un estado mayor general, en sus aspectos de inteligencia y planeación, y desempeñará las funciones de un cuarto de guerra;

d) fijar normas que gobiernen las actividades de extranjeros encargados de aportar servicios y asistencia técnica en territorio soberano de cualquier miembro de la alianza.

5. En general, en tanto lo permitan los medios de que disponga cada nación miembro de la alianza, las acciones militares y de otro tipo que se emprendan contra los objetivos de la guerra al narcotráfico deberán realizarlas fuerzas militares de la nación en cuyo territorio ocurran dichas acciones. Fuera preferible, donde fuere factible, proporcionarle a la nación miembro pertrechos suplementarios y personal de apoyo, en lugar de involucrar en funciones de combate al personal extranjero de asistencia técnica. En la medida de lo posible, las funciones relativas al combate militar que tendrá el personal extranjero que se suministre deberán limitarse a:

a) operar equipos de detección y ciertos tipos de aeronaves y armamento antiaéreo que se provean para complementar las capacidades de las fuerzas nacionales;

b) aportar un grado razonable de asesoría técnica, inteligencia y servicios a los elementos apropiados de las operaciones de campo.

6. Con la ayuda de los Estados Unidos deberán proporcionarse los medios técnicos adecuados, entre ellos equipos de detección montados en aeronaves y satélites, para localizar y comprobar el cultivo, la elaboración y el transporte de estupefacientes. Tan pronto como se compruebe en una región determinada un cultivo de proporciones significativas, deberá lanzarse un ataque militar aéreo para destruir dicho cultivo; se enviarán así mismo fuerzas terrestres apoyadas desde el aire para catear la zona y realizar las operaciones complementarias que pudieren requerirse. El objetivo es eliminar hasta el último cultivo de marihuana, coca o adormidera en las Américas, con excepción de los cultivos debidamente autorizados por los gobiernos.

7. Echando mano de los mismos medios técnicos deberán detectarse y comprobarse los centros de elaboración, que se deberán destruir cuanto antes, todos y cada uno, de la misma manera que los campos donde se cultivan los estupefacientes.

8. Las fronteras entre las naciones aliadas, así como las fronteras entre éstas y otras naciones, se deben sellar en forma prácticamente hermética contra el narcotráfico. Deberá emprenderse acción militar para derribar cualquier aeronave que cruce una frontera o vuele sobre aguas caribeñas sin autorización y se niegue a aterrizar cuando se le ordene. En todas las fronteras y demás puntos de inspección aduanal se deberá inspeccionar de manera meticulosa todo vehículo acuático, carretero o ferroviario que llegue a cada país, inclusive los recipientes de carga. Se deben formar grandes concentraciones con la ayuda de fuerzas militares en las zonas de tránsito fronterizo y en todas las carreteras nacionales y vías acuáticas principales.

9. Deben elaborarse reglamentos detallados que gobiernen a las instituciones financieras, a fin de detectar depósitos y transferencias de fondos, tanto hacia fuera como hacia dentro, de los cuales pudiera sospecharse provengan del tráfico de estupefacientes.

10. Las fuerzas militares deberán ocupar de inmediato y confiscar, como se hace en tiempo de guerra, cualesquier instituciones financieras, comerciales o de bienes raíces, así como fondos personales, de los que pueda demostrarse han sido empleados en el cultivo, la elaboración, el transporte o la venta de drogas ilícitas. Cualesquier documentos comerciales o de propiedad de entidades empleadas por los narcotraficantes, así como cualquier individuo vinculado a la posesión u operación de tales entidades, se tendrá por sospechoso o por prueba material.

11. El primer objetivo de la guerra al narcotráfico es de naturaleza militar: destruir el cuasiestado enemigo, el consorcio internacional del narcotráfico, destruyendo o confiscando los recursos económicos y financieros de ese cuasiestado, desmantelando todas las agrupaciones políticas o mercantiles asociadas con el consorcio narcotraficante, incautando las riquezas acumuladas en complicidad con las operaciones de los narcotraficantes, y encarcelando, sea como "prisioneros de guerra" o como traidores o espías, a todas las personas que den auxilio al consorcio narcotraficante.

12. Deberá concentrarse especial atención en los bancos, empresas de seguros y demás instituciones comerciales que de hecho forman parte del cartel financiero internacional que coordina el flujo de cientos de miles de millones de dólares al año en ingresos del narcotráfico internacional. A tales entidades deberá proscribírseles del régimen de derecho en tanto violan los preceptos sobre "delitos contra la humanidad" que fueron elaborados en la posguerra en los tribunales de Nuremberg. Se prohibirá toda relación comercial con tales entidades conforme a la prohibición de mantener comercio con el enemigo en tiempo de guerra.

13. La guerra al narcotráfico en las Américas tiene dos fases generales. El primer objetivo es erradicar en las Américas todo cultivo no autorizado de marihuana, coca o amapola, y destruir al mismo tiempo en este hemisferio las vías principales de importación y distribución de estupefacientes de las principales zonas de producción de los mismos en otras partes del mundo. Esas otras regiones son, en orden de importancia actual:

a) el Triángulo Dorado del sudeste asiático, todavía la más pujante fuente de opio y opiáceos;

b) la Media Luna de Oro, productora de menor envergadura que el Triángulo Dorado, pero de creciente importancia como vía de tránsito del opio del Triángulo Dorado al tráfico del Mediterráneo;

c) el reciente y veloz renacimiento de la producción de opio en el sur de India y en Sri Lanka, resurrección del viejo narcotráfico de la Compañía de las Indias Orientales británica;

d) el aumento de la producción de estupefacientes en ciertas regiones de Africa.

Una vez exterminada en las Américas toda producción importante de estupefacientes, la guerra al narcotráfico entra a su segunda fase, en la que la guerra se concentra en combatir el influjo de estupefacientes provenientes de fuera del hemisferio.

14. Uno de los principales problemas que seguimos enfrentando al combatir el narcotráfico, especialmente a partir de los acontecimientos políticos del período de 1977 a 1981, es la creciente corrupción de las dependencias y el personal gubernamentales, así como de influyentes facciones políticas, corrompidas por intereses financieros de gran poder político, vinculados ya al narcotráfico como tal o a las empresas que amparan la circulación de los ingresos del narcotráfico. Por éste y motivos afines fallan los métodos policiales o comunes para combatir el narcotráfico. Además de la corrupción de las dependencias gubernamentales, los narcotraficantes gozan de la protección de agrupaciones crecientes y poderosas que ya abogan por la legalización del narcotráfico o realizan campañas más o menos eficaces para impedir la aplicación efectiva de las leyes contra el uso y tráfico de estupefacientes. Las investigaciones han demostrado que las agrupaciones que realizan esa labor de proselitismo son tentáculos políticos de los intereses financieros vinculados al lavado de narcodivisas. Por consiguiente, debe dárseles el mismo trato que se le dio en los Estados Unidos a las organizaciones de simpatizantes del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial.

15. La guerra al narcotráfico debe incluir acuerdos para asignar los miles de millones de dólares confiscados de los haberes del consorcio narcotraficante a fines benéficos de desarrollo económico en la infraestructura, la agricultura y la manufactura de bienes útiles. Dichas medidas se tomarán según el derecho de los Estados soberanos a tomar posesión de las propiedades de sus naturales, tanto en el territorio nacional como en el exterior, en razón de las obligaciones de esos naturales para con el Estado. El hecho de que los fondos mal habidos se transfieran a cuentas en bancos extranjeros o se inviertan en bienes raíces en otras naciones no excluye tales propiedades de la jurisdicción y recuperación del Estado del que es natural el propietario.

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