Escritos y discursos de Lyndon LaRouche
¿Podemos salvar a esta Presidencia?
Martes 18 de marzo de 2003. La amenaza de ir a la guerra que emitió el presidente George W. Bush la tarde de ayer, desafía a todos los patriotas pensantes de nuestra república a redoblar nuestros esfuerzos para salvar de esta necedad, tanto a nuestra Constitución, como al patéticamente descarriado Presidente en funciones. Primero, debemos destacar dos hechos en cuanto a los aspectos del comportamiento personal del Presidente en su decisión. Primero, las bien conocidas capacidades limitadas emocionales e intelectuales de este Presidente para bregar con la realidad, realmente se expresan de la forma más clara en los esfuerzos histéricos de su gobierno por negar, tanto la realidad del derrumbe de la economía estadounidense que ahora arrecia, como las realidades relacionadas más obvias de la situación estratégica mundial. Segundo, el hecho de que una maliciosa caterva de asesores, de las que sólo son típicos tales "hijos de Satanás", seguidores de Leo Strauss, como el procurador general de los Estados Unidos, John Ashcroft, el subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz, y el analista político William Kristol, ha explotado con éxito estas debilidades del Presidente, a quien victimizan para inducirlo a actuar, no sólo contra el consejo de los asesores profesionales pertinentes calificados en estos asuntos y en otros relacionadas de política interna y exterior, sino para que adopte lo que de forma pública han demostrado ser mentiras, mentiras que han formado parte de los acicates obviamente integrales de su propio tumbo maníaco y temerario hacia una guerra innecesaria y precipitada cuyas consecuencias, en últimas, son incalculables. Como cuestión de orientación, debo presentar las siguientes apreciaciones generales del carácter inmoral de la acción militar que ahora amenaza con emprender el Presidente. 1. El Presidente virtualmente se ha comprometido a lanzar una "guerra preventiva" proscrita a nivel internacional. Los precedentes principales de semejante forma de guerra, son los de Adolfo Hitler cuando atacó a Checoslovaquia en 1938 y a Polonia en 1939. Peor aún, los apologistas más importantes de este proceder internacionalmente prohibido, son aquellos como el vicepresidente Cheney, el procurador general Ashcroft, y otros, cuyos argumentos públicos a favor de una guerra nuclear "preventiva" de corte nazi y otras guerras, y también de un orden jurídico de Estado policíaco tipo nazi en los propios Estados Unidos, son un reflejo directo de la influencia de la promoción del finado profesor Leo Strauss de la doctrina jurídica nazi de su propio "padrino", el Carl Schmitt que fuera autor de la ley de emergencia de Weimar que se usó para establecer a Hitler como dictador. 2. El cometido del Presidente da pie al espectáculo en el que la mayor potencia militar del mundo aplasta al pueblo arruinado y relativamente indefenso de una nación empobrecida, con menos de la décima parte de la población de los Estados Unidos. En esas circunstancias, el argumento de que Iraq amenaza a los Estados Unidos es motivo para que los psiquiatras de los gobernantes pertinentes emprendan una acción terapéutica, no para emplear la fuerza "preventiva" de las armas contra la lastimera víctima blanco del ataque militar. 3. La posibilidad de que haya seguridad general en este planeta, la representa lo que ahora depende de la tendencia cada vez mayor hacia la cooperación económica a largo plazo entre las principales naciones de Eurasia y otras, y una creciente orientación del arruinado Reino Unido a asociarse con tal desarrollo eurasiático de largo aliento. En el estado real de un planeta azotado por la condición económica desesperada del sistema monetario-financiero mundial posterior a 1971, el bienestar y la seguridad de toda la humanidad requiere que cualquier presidente cuerdo de los Estados Unidos busque desempeñar un papel destacado para contribuir a la creación de una nueva prosperidad económica basada en el que ha sido el imperativo de todos los grandes presidentes de nuestra nación: crear una comunidad perdurable de principio entre las repúblicas respectiva y perfectamente soberanas del planeta. Si podemos liberar a un descarriado presidente Bush de las garras de esos "hijos de Satanás", también asociados al proyecto de crear un tercer partido "Bull Moose" del Instituto Hudson de Conrad Black para las elecciones estadounidenses de 2004, esa condición más de nuestro planeta ahora está al alcance. Con ese propósito, las formas constructivas de cooperación con nuestros socios europeos son ahora la primera línea de defensa de nuestra propia seguridad nacional. |