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por Marsha Freeman Aunque el súbito corte en el servicio eléctrico en seis estados del noreste y medio oeste de los Estados Unidos y Canadá la tarde del 14 de agosto fue algo inesperado para las casi 50 millones de personas afectadas, por años hubo, de hecho, advertencias sobre la fragilidad del intrincado sistema nacional de transmisión. La política de desregular la industria eléctrica, en marcha desde 1992, convirtió a la ya decrépita infraestructura en una inminente catástrofe. Los que pensaron que sólo el desregulado y devastado sistema de California era vulnerable al desplome, sufrieron un duro despertar. El dejarle la generación y distribución eléctrica al "libre mercado" motivado por la codicia sobrecargó el sistema existente de transmisión, pues los productores los usaban de formas para las que no fue hecho, en orden de aumentar sus ganancias, y obstaculizó la inversión en su mejoramiento y modernización en una industria ya subcapitalizada. Lo de menos es determinar la causa directa y el orden de acontecimientos que resultaron en el corte del servicio eléctrico. Lo que sí sabemos es que el terrorismo, sea mediante el sabotaje físico contra el equipo o las líneas de transmisión, o la "piratería informática" conocida como "ciberterrorismo", no fue uno de los factores. También sabemos que no fue una sobrecarga en el sistema de transmisión debida a un aumento en la demanda, pues sólo 75% de la capacidad de generación de la región estaba en funcionamiento en ese momento. Lo cierto es que, en tanto no cambie la política energética, peligrará el sistema. El 15 de agosto los expertos del Consejo de Fiabilidad del Servicio Eléctrico de Norteamérica (NERC, siglas en inglés) informaron a la prensa que el problema inició en el sistema de transmisión conocido como el Circuito de los Grandes Lagos, que rodea a los lagos Erie y Ontario, y conecta el área rural del estado de Nueva York, Ohio, Detroit, Ontario, y de vuelta a Nueva York. La red del área rural de Nueva York se conecta luego con la propia ciudad de Nueva York y sus alrededores. En nueve segundos una desestabilización en ese circuito de transmisión se propagó por la Conexión Oriental multiestatal, lo que provocó que más de una docena de plantas nucleares de Canadá y los EU, y más de 80 plantas convencionales, se apagaran de forma automática. Esto evitó que el equipo se dañara. En total, en el apagón se perdieron más de 61.000 megavatios (MW) de capacidad, casi 10% del total de toda la región al este del río Misisipí. Para las 9:00 de la mañana del día siguiente ya se habían restaurado más de 48.000 MW; una recuperación impresionante. Dos horas después del apagón el presidente George Bush respondió irónicamente, desde San Diego, California, el estado de los apagones gracias a la desregulación a la pregunta de si creía que la red eléctrica era vulnerable, diciendo que "tendremos que revisar y determinar si nuestra red necesita modernizarse o no". El Congreso de los EU está revisando el proyecto de ley del magnate de la industria energética, el vicepresidente Dick Cheney, que repudia la ley de 1930 de sociedades de inversión en las empresas públicas conocida como la PUHCA (siglas en inglés), misma que regulaba la industria eléctrica. Más "modernización" como esta y los EU tendrán, como advierten los expertos, un sistema eléctrico del "tercer mundo". Ninguna figura pública, excepto Lyndon LaRouche, ha propuesto una solución a esta crisis: regresar la pasta de dientes al tubo, darle marcha atrás a la desregulación e instituir un programa de inversión de capital a largo plazo en la infraestructura energética. Hubo muchas advertenciasDesde mediados de los 1980 el NERC ha advertido que las mejoras en la red nacional de transmisión están muy por debajo de lo necesario, resultando en una presión sobre el sistema que tarde o temprano provocará fallas. La interconexión de líneas de transmisión locales y regionales se instituyó para poder transferir electricidad de un sistema a otro cuando fuese necesario, mejorar la fiabilidad y evitar apagones. Sin embargo, en 1986 el NERC informó que la incapacidad de la empresas de servicios para construir nuevas plantas generadoras necesarias en ciertas regiones, debida al sabotaje de los ambientistas, llevó al "tráfico" o transporte de electricidad de regiones más ricas en energía a aquéllas con déficit, sobre una base casi continua. La red nunca se diseñó para tal propósito. En 1984 la capacidad de utilización de las líneas de transmisión en los estados del centrooriental de los EU era de 97%, y de 92% en los del oeste. Esto implicó que cuando se necesitara electricidad de emergencia para estabilizar un sistema débil, no habría la capacidad de transmisión para llevarla. Nueva York es un ejemplo de este problema. En vez de enfrentar a los ambientistas y contruir nuevas plantas, los funcionarios estatales decidieron conprarle electricidad a Canadá, transportándola cientos de millas. Michael Gent, director del NERC, le dijo a la prensa el 15 de agosto que el sistema de transmisión del Circuito de los Grandes Lagos ha "sido un problema por años". También dijo que los planes para fortalecer el sistema, tendiendo cables bajo el lago Erie, nunca se realizaron. El cuello de botella en la capacidad de transmisión de Nueva York también creó una situación en la que la ciudad ya no puede importar más electricidad de fuera. En consecuencia, sólo puede abastecérsele más electricidad produciéndola dentro de los límites de la ciudad. Hace dos años tuvieron que instalar de emergencia 10 pequeños generadores portátiles, en una operación de corte militar, para hacerle frente a posibles apagones en la temporada de verano, porque el propósito de la red regional de auxiliar a sistemas vecinos en apagones temporales ha hecho "corto circuito" por la falta de capacidad en la transmisión. Abran paso a la desregulaciónEn 1992 la Comisión Federal de Regulación de la Energía (FERC, siglas en inglés) ordenó que no sólo las empresas de servicio eléctrico público usaran el sistema de transmisión, y abririrlo a cualquier productor de electricidad. La FERC también permitió que se abandonaran las regulaciones de la PUHCA, abriéndole la puerta a las desreguladas megacorporaciones interesadas sólo en la especulación, a aquéllas que, como Enron, destruyeron el sistema eléctrico de California. Para 1996 la FERC ordenó darle acceso a la red de transmisión a empresas que no eran de servicios públicos, y que estas últimas establecieran sistemas electrónicos para poner su capacidad a disposición de cualquiera. Por su parte, el NERC hizo advertencias en sus informes anuales, año tras año, de que el medio oeste, Nueva Inglaterra, Ontario, Michigan y Nueva York "pueden sufrir problemas en el suministro eléctrico", y que las "restricciones en la transmisión limitarán qué tanta ayuda pueden brindar otros a estas zonas en caso de deficiencias". Desde la estampida hacia la desregulación a fines de los 1990, la situación deterioró con rapidez. Las megacorporaciones desreguladas, que compraron las plantas locales de generación en vez de construir nuevas, trafican de aquí para allá con electricidad más barata para aumentar sus ganacias. Esto ha llegado al extremo de que los funcionarios del sistema de la Tennessee Valley Authority (TVA, o Administración del Valle del Tennessee, el mayor generador de electricidad de los EU) se han quejado con los reguladores de que fluye tanta electricidad por su sistema de transmisión que ni produce ni usa la TVA, que el congestionamiento le impide aumentar su propia capacidad de producción, y pone en riesgo a la red. En abril de 2000 David Cook, asesor general del NERC, testificó ante la Comisión de Energía y Recursos Naturales del Senado estadounidense, donde dijo que la "competencia" arruinó el otrora voluntario pacto de fiabilidad, y que ahora eran necesarias nuevas normas y reglas obligatorias. "Entre más tiempo tome establecer este nuevo sistema, mayor será el riesgo y el tamaño de las fallas en la red", advirtió Cook. Un año después, Cook insistió de nuevo que la red no estaba diseñada para realizar transacciones "de maximización de ganancias", en las que se mueve "gran cantidad de electricidad de una parte a otra del país, por múltiples sistemas". Y añadió: "Algunas entidades han adoptado la consideración económica de que, para ellos, es menos costoso infringir las reglas que seguirlas". En su informe del 15 de agosto, Michael Gent contestó a una pregunta de EIR sobre el impacto de las "transferencias para maximizar ganancias" en la probabilidad de sufrir apagones, diciendo que éstas crean una "mayor congestión" del sistema, y lo hacen más "difícil de manejar". Dijo pensaron "que estábamos en control de estas transferencias", pero ahora un equipo del NERC determinará qué efecto tuvieron en el apagón. En 1965 un corte en una línea de transmisión de 230 kilovoltios en Canadá acarreó una serie de fallas que, en cuestión de minutos, resultaron en vaivenes en el servicio, produciendo un apagón en cascada que dejó a oscuras a 30 millones de personas en la Costa Este de los EU, por más de 13 horas. El NERC se creó en respuesta a éste, que se conoció como el gran apagón del 65. En julio de 1977, cuando un rayo cayó sobre una torre de transmisión al norte de la ciudad de Nueva York, dejó de abastecerse de electricidad a la ciudad, y la generación dentro de la misma era insuficiente. El sistema se vino abajo. Mientras que 9 millones de personas en la ciudad de Nueva York quedaron a oscuras por 26 horas, ningún otro sistema fue afectado. Las reglas de fiabilidad del NERC funcionaron. Gent dijo que se sentía "avergonzado" por el apagón, porque "el sistema se diseñó para que esto no ocurriera". Pero el sistema que el NERC diseñó para garantizar la fiabilidad del servicio eléctrico ya no existe. Lo secuestraron los especuladores de "mentalidad Enron". La ideología del "libre mercado", que ve la electricidad como una "mercancía", tomó control de la vigilancia reguladora de Washington, y no quiere que interfiera con la codicia personal y colectiva. |