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Los fondos buitre desmiembran a las economías moribundas del Tercer Mundo
por Dennis Small El ministro de Hacienda de Argentina, Roberto Lavagna, aprovechó el prominente foro de la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial en Dubay, Emiratos Árabes Unidos, el pasado 22 de septiembre, para dar a conocer la esperada propuesta de reestructuración de su deuda pública de unos 94.300 millones de dólares, sobre la cual el Gobierno argentino está en incumplimiento desde diciembre de 2001. La "solución" propuesta por Lavagna al mayor incumplimiento, y el de mayor plazo, al pago de la deuda pública en el mundo, fue proponer una quita del 75% del valor nominal de la deuda, y pagar el servicio del 25% restante. Los voceros de los acreedores internacionales de Argentina explotaron en lamentaciones de protesta, en especial los especuladores de los mentados "fondos buitre", que son los tenedores de la mayor parte de los bonos vencidos. "Esa propuesta no es seria", declaró con fanfarronería Christian Stracke, jefe de investigaciones de mercados emergentes del CreditSights. "Escandalosa, ofensiva, moralmente inaceptable", declaró echando chispas el abogado italiano Mauro Sandri, que representa a un grupo de tenedores de bonos. Luego vinieron las amenazas de emprender acciones judiciales. "No hay manera de que Argentina evite ir a los tribunales con esta oferta", advirtió Stracke. El diario londinense Financial Times informó que "frustrados inversionistas japoneses intentan apoderarse de terrenos del Gobierno en la Patagonia argentina, e inversionistas alemanes tratan de apropiarse de activos de la embajada argentina para recuperar sus pérdidas". Incluso comenzaron a circular rumores de que el avión presidencial podría ser confiscado en breve. De hecho, uno de esos buitres ya logró ganar una de esas demandas judiciales. El 12 de septiembre, un tribunal de Nueva York falló a favor de Kenneth Dart, de la firma Dart Container Corp., fallando a su favor en una demanda por 700 millones de dólares. Con ese fallo, Dart tendría el derecho de comenzar a embargar activos argentinos para fines de octubre. El ministro de Hacienda Lavagna dijo en una entrevista por televisión que, "en este caso en particular, se trata de un fondo buitre por 700 millones de dólares... Esos fondos que compran bonos sólo para demandar a los gobiernos". Por su parte, el presidente argentino Néstor Kirchner le dijo a sus asesores, según el diario bonaerense Clarín, que los fondos buitre han comprado la mayoría de los bonos argentinos en incumplimiento, y que pagaron por ellos 20 centavos por cada dólar de su valor, en promedio. En otras palabras, a pesar de sus quejas atronadoras, los fondos buitre están en posición de hacer su agosto, incluso si Argentina sólo les paga sobre el 25% de su valor nominal, cuanto más si pudieran recabar dólar por dólar. LaRouche: Esto es fascismoEn cuanto se enteró de estos acontecimientos, el precandidato presidencial estadounidense Lyndon LaRouche dijo que los fondos buitre que representan una gran parte del sistema financiero mundial hoy día son un nido de "fascistas, como los que pusieron a Hitler en el poder. A estos bastardos", añadió LaRouche, " la estabilidad del sistema les interesa mucho menos que al presidente Bush. Ahí pueden ver la cara del fascismo. Y si quieren caracterizarlos, dirían, sobre la reacción de los fondos buitre, que esto refleja la mentalidad del mismo tipo de fascistas que sacrificaron a la raza humana, incluyendo a los que a la larga murieron en Auschwitz. Por eso murió la gente en Auschwitz; porque para esos fondos buitre tenía que haber un Gobierno que hiciese el tipo de trabajo que ellos exigían". En cuanto al tribunal de Nueva York que falló a favor de Dart, LaRouche señaló que a todas luces se extralimitó, ya que la competencia del tribunal no comprende definir el valor de las deudas que debe un Estado soberano. Esto apesta a la "diplomacia de las cañoneras" de Teddy Roosevelt para recabar el pago de la deuda, concluyó LaRouche. En realidad, el caso de Argentina es emblemático de toda la burbuja mundial: ninguna de las deudas puede pagarse en realidad, y la única cuestión política es si se pone el bienestar de la gente por encima de la deuda como exige LaRouche o se trata desesperadamente de mantener la ilusión de que, de algún modo, la deuda está vigente, sin importar el costo humano. En este campo, los buitres le están ganando terreno a quienes todavía tratan de mantener la "estabilidad" y revivir el cadáver del sistema financiero mundial, haciendo quitas considerables a la deuda, de ser necesario. Los buitres prefieren descender sobre el cuerpo ahora, y ser los primeros en roer los huesos. Para ellos, el primero se lleva la tajada grande. Argentina, por supuesto, tiene opciones: puede avanzar por la vía de LaRouche, o puede convertirse en un cadáver económico. El país llegó a esa disyuntiva desde diciembre de 2001, cuando el presidente interino Adolfo Rodríguez Saa anunció ante el Congreso que se mantendría firme ante los acreedores y declaró una moratoria inmediata a la deuda externa. Pero Rodríguez Saa no pudo convocar el respaldo suficiente, nacional e internacional, a favor de este valeroso enfoque, y la asustada clase política de Argentina y demás instituciones permitieron que fuese derrocado el 1 de enero de 2002. Esto puso a Argentina en la condición de someterse a la economía de los buitres, a la que sigue apegada hasta la fecha. Aun así, Argentina no puede pagarA pesar de la retórica, en realidad el presidente Kirchner nunca ha considerado seriamente romper con el FMI. El 10 de septiembre su Gobierno llegó a un acuerdo de última hora con el Fondo, bajo el cual Argentina acordó pagar 2.900 millones de dólares que le debe al FMI. Esa suma se había vencido desde el 9 de septiembre y, por un día, Kirchner cayó en incumplimiento técnico con el FMI, procurando conseguir términos más "indulgentes" para Argentina con los cuales la ultrajasen. "Estuvimos más de 24 horas en default", se informa que le dijo Kirchner a sus asesores más cercanos. "Pudimos haber caído, pero si eso hubiera pasado, el directorio del Fondo caía conmigo", razonó. Kirchner se refería al hecho bien conocido de que un incumplimiento con el FMI o el Banco Mundial, a diferencia de un prestamista privado, es capaz de echar abajo a todo el sistema financiero internacional. Un incumplimiento como ése podría resultar contagioso para otros países, como por ejemplo Brasil, que tiene una deuda pública de casi el doble de la de Argentina. Como le dijo una fuente del Ministerio de Hacienda argentino al diario La Nación, la posibilidad de un próximo incumplimiento de la deuda brasileña "está en la mente de mucha gente". Cualquier incumplimiento soberano como ése ante el Fondo, probablemente llevaría a una degradación de la calificación del propio FMI, y eso podría significar su bancarrota efectiva, y la de todo el sistema mundial del FMI. El 10 de septiembre Kirchner prefirió defender ese sistema, y firmó un pacto con el FMI, lo cual, le dijeron, era el requisito para negociar una quita a los 94.300 millones de dólares de bonos del Gobierno en manos privadas. Por su parte, el Gobierno de Bush presionó al FMI para que fuese "indulgente" con Argentina, dado que la estabilidad de todo el sistema global se consideraba una prioridad superior al cobro de cada céntimo, cuando menos por ahora. Como le dijo sobriamente una fuente del Gobierno de Bush al diario Clarín: "Nadie quería que Argentina entrara nuevamente en default con un organismo internacional". De este modo Argentina acordó con el FMI generar un superávit presupuestal primario, o SPP, en 2004, [con lo cual pagaría la deuda pública] de "solamente" 3% del producto interno bruto (PIB), mientras que los acreedores más rapaces exigían proporciones del 5%, al estilo de Brasil. La prensa financiera internacional caracterizó ridículamente el acuerdo, como diciendo que "el FMI se echó para atrás" ante Kirchner. Luego George Bush le tocó la vena del gusto al Presidente de Argentina en una recepción en las Naciones Unidas el 23 de septiembre, cuando anunció a voz en cuello, para que se oyera en todo el salón: "¡Aquí viene el hombre que conquistó al FMI!" Los fondos buitre, por su parte, estaban furiosos por lo "indulgente" que fue el FMI con Argentina. Un cable de Bloomberg informó que el italiano Mauro Sandri y otros buitres tenedores de bonos "dijeron que estaban enardecidos de que Argentina hubiese llegado a un acuerdo con el FMI hace dos semanas, el cual garantiza que el Gobierno les pague a los prestamistas multinacionales, mientras que a los inversionistas les impone pérdidas". Thomas Dawson, vocero del FMI, defendió su acuerdo con Argentina alegando que "llevará a una posición sustentable de la deuda", lo cual es mentira. Como le señaló un economista de Buenos Aires al Financial Times, "es dudoso que Argentina pueda siquiera pagar el servicio de su deuda pendiente con eso [un SPP de 3%], y menos sus préstamos en incumplimiento". La realidad es que Argentina no va a poder pagar el servicio de su deuda pública, ni siquiera con la quita del 75%. Por encima de los 94.300 millones de dólares en bonos vencidos que ahora serán rebajados a unos 24.000 millones de valor nominal Argentina tiene otros 85.000 millones de dólares en deuda pública supuestamente activa. De eso, unos 70.000 millones se clasifican como "deuda principal", lo que quiere decir que se paga primero, antes que los bonos vencidos renegociados. Esta "deuda principal" incluye unos 25.000 millones de dólares en bonos nuevos del Gobierno, que se emitieron después de la moratoria de diciembre de 2001. Así que, aun con la enorme quita, Argentina tiene más de 100.000 millones de dólares en deuda pública que tiene que pagar; algo imposible, dada la destrucción en marcha de su economía física. Para lograr incluso ese "reducido" SPP de 3% en 2004, el Gobierno tendrá que imponer más cortes al gasto público, en salarios para los maestros, los médicos y demás, así como en el pago de pensiones. Esto, encima de la caída del 11% en la actividad económica nacional en 2002, la cual, acompañada de la devaluación forzada del peso en 70% el año pasado, significó que el PIB de Argentina en dólares cayó de 264.000 millones en 2001, a 120.000 millones en 2002; ¡una caída de 55%! Como resultado de esto, más de la mitad de los 38 millones de argentinos viven por debajo del nivel de la pobreza, y el desempleo supera el 20%. Ninguna cantidad de saqueo políticamente factible puede hacer que la deuda de Argentina rinda nada. Los analistas estiman que, para que Argentina pueda pagar, aun con la quita del 75%, tendría que generar un SPP no de 3%, sino de 4,5%, y no sólo por un año o dos, sino ¡en los próximos 15 años! Esto es fascismo y demencia, como declaró LaRouche. De adoptarse semejantes medidas, dejarán a Argentina, y al resto de las economías del sector en vías de desarrollo que sigan su ejemplo, como un cadáver picoteado por los buitres. Y, después, la deuda quedará sin pagarse de cualquier manera. |
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