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Ninguno de los demócratas, ni siquiera Kerry, ha abordado realmente el problema del derrumbe económico En tanto los dizque expertos que más bien son tergiversadores de la verdad se entretienen interpretando los resultados de las elecciones primarias del Partido Demócrata para escoger a su candidato a la Presidencia de Estados Unidos, dos cosas deben quedar claras. Primero, que los candidatos no serán los que determinarán el proceso de selección presidencial demócrata, ni ninguna elección primaria en particular, sino el impacto de los acontecimientos nacionales e internacionales sobre dicho proceso de selección. Segundo, que la propia contienda electoral está seleccionando a los candidatos que pueden enfrentar el próximo estallido del sistema financiero internacional, que tendrá los efectos desastrosos los cuales apenas empiezan a sentirse de una depresión sobre la población. De ahí la necesidad urgente de botar a Dick Cheney de la Vicepresidencia de EU antes de las elecciones presidenciales de noviembre, antes de que pueda empujarnos a nuevas guerras y conflictos. Como predijo el precandidato demócrata Lyndon LaRouche, la competencia en realidad se reduce a dos candidatos: el senador John Kerry (de Massachussetts) y el propio LaRouche. Estos son los únicos candidatos que los votantes considerarán aspirantes serios que podrían enfrentar estas crisis. Como resultado del segundo triunfo de Kerry sobre el antes favorito y hoy inestable Howard Dean, y de los resultados relativamente pobres que obtuvieron el general Wesley Clark y el senador John Edwards (de Carolina del Norte), varios de los candidatos pronto serán historia. LaRouche pronosticó en diversas entrevistas e intervenciones que este sería el resultado, pero subrayó que los acontecimientos realmente determinantes de la campaña no han ocurrido aún. El candidato explicó que en las próximas semanas, con más certeza durante el proceso de preselección presidencial, el sistema financiero global estallará, creando condiciones obvias y agudas de depresión. De los candidatos demócratas, sólo LaRouche ha abordado el problema del inminente derrumbe económico y demostado la capacidad de liderato requerida para conducir a la nación a puerto seguro en medio de esa crisis. Y es LaRouche, casi el único entre los demócratas, quien ha tenido el valor de señalar, por meses, la otra crisis que enfrenta EU: la demencia de la dirigencia política y el gobierno dominados por el vicepresidente Cheney. Justo en el blancoEn una reunión ciudadana en Manchester, Nueva Hampshire, el 25 de enero, LaRouche hizo una precisa evaluación previa de los resultados de la elección primaria en ese estado: "Bueno, mañana en la noche, luego de que haya azotado la ventisca, bajo los bancos de nieve de Dixville Notch, surgirán un par de personajes y dictarán el destino de la nación, o supuestamente lo harán. Son algo así como las marmotas que se supone salen el 2 de febrero". "Pero en realidad no habrá sucedido casi nada de importancia. Habrá una cierta selección de los candidatos. No pasará mucho antes de que desaparezca la brizna del general Wesley Clark. Obviamente, Dean quedó sepultado, y andan buscando algún lugar dónde ponerlo. Los demás: Kucinich no llegará muy lejos. Sobrevivirá como figura política, pero no llegará a ser un candidato presidencial serio en este proceso. Edwards se quedará por un rato. "Pero, sólo hay dos candidatos por el lado demócrata de alguna importancia para los votantes y ciudadanos de EU: yo soy uno de ellos; el otro obviamente es el senador Kerry. Pueden olvidarse del resto. No estarán aquí por mucho tiempo. Quizá Edwards se quede por ahí para tratar de conseguir la vicepresidencia o algo parecido. "Todavía no empezamos a ver los procesos decisivos en esta campaña". El objetivo es CheneyNinguno de los demócratas, ni siquiera Kerry, ha abordado realmente el problema del derrumbe económico. LaRouche, en cambio, destacó que su campaña contra Cheney finalmente ha tocado las fibras internas del Partido. Demócratas destacados, como Kerry, aunque no con mucho empeño, pero también los senadores Edward Kennedy (de Massachussets), Carl Levin (de Michigan), Tom Daschle (de Dakota del Sur) y otros han señalado a Cheney como el principal culpable de llevar a la nación a una guerra inmoral perdida en Iraq, mintiéndole al pueblo y al Congreso estadounidenses para lograrlo. Asimismo, Cheney se ha convertido en sinónimo de la corrupción monumental de los elementos sinarquistas financieros involucrados en el escándalo de la empresa Halliburton. Esto crea las condiciones que pronto podrían obligar a Cheney a abandonar su cargo y la campaña del Partido Republicano por la reelección presidencial. LaRouche y su equipo de campaña, en especial su Movimiento de Juventudes Larouchistas, le han hecho frente a esto todo este tiempo. Esto quedó de manifiesto en Nueva Hampshire, donde la invasión de los jóvenes larouchistas volteó la campaña patas arriba, forzando a los otros candidatos a abordar la cuestión económica y lo de Cheney, al tiempo que hacían incursiones con caravanas de carros y altavoces por las calles de Manchester y otros lugares. Ningún otro equipo de campaña tiene esta presencia tan agresiva, un hecho que no le pasa inadvertido a los órganos de difusión ni a los otros contendientes. Estos esfuerzos, además de la presencia de LaRouche en la prensa con boletines, anuncios de televisión y radio, y entrevistas al candidato, demuestran que LaRouche domina la campaña.
LaRouche comentó que, como resultado de lo que ya ha logrado, logró desbaratarse la componenda corrupta mediante la cual el Comité Nacional Demócrata (CND) y el Consejo del Liderato Demócrata (CLD) pretendían proteger a Cheney y sabotear la derrota de los republicanos Bush y Cheney en la elección. Algunos de los candidatos se aferran a esta componenda, como lo muestran las tácticas hamponiles que han emprendido el lunático Dean y sus "deaníacos", y el senador Joe Lieberman (por Connecticut), en contra de los jóvenes larouchistas y la campaña de LaRouche en general. Pero otros, en especial Kerry y Kucinich, aunque también Edwards, han tratado a LaRouche y sus jóvenes con respeto, a veces incluso con asombro. Se desbarata el chanchulloEl grupo del CND y el CLD, cuya corrupción y sometimiento al megaespeculador sinarquista George Soros LaRouche ha convertido en un eje de ataque decisivo de su campaña, fue el responsable de excluir a LaRouche de los debates y de entorpecer su campaña por aparecer en las boletas electorales de los diferentes estados. Pero, como muestran los resultados en Iowa y Nueva Hampshire, los demócratas más cuerdos rechazan el plan perdedor del CND–CLD, rechazan a sus candidatos, como Dean y Lieberman, y se corren hacia la posición de LaRouche. Estos hechos abren la posibilidad de que LaRouche participe en futuros debates y diálogos programáticos. Aparte del impacto de las denuncias de LaRouche contra Cheney, y de la cada vez más patente corrupción del CND y Soros, LaRouche habló de lo que consideraba más importante de los resultados de Nueva Hampshire. Se refirió al giro en la votación a favor de Kerry y sus características demográficas. El senador por Massachusetts recibió el voto de la gran mayoría de los electores mayores de 45 años; precisamente el segmento que vota de manera independiente. También, los escrutinios preliminares arrojaron un total extraordinario de 200.000 votantes, casi 40.000 más que en la última elección, lo cual refleja una gran participación de los electores independientes. Este es un grupo devisisvo que votó por Bush en el 2000, y parece que los resultados no favorecerán al Presidente en noviembre. 'El país me necesita'En una entrevista que concedió a la estación de radio KMOX de San Luis, le preguntaron a LaRouche que para qué contendía, si los órganos de difusión habían eliminado su candidatura. LaRouche dijo: Porque "el país me necesita. Hay algunas personas buenas participando, pero ninguna de ellas está preparada para tomar al toro por los cuernos en algunas de estas cuestiones, como el asunto económico, del modo que lo estoy yo. En este momento mi competencia probada es absolutamente indispensable, porque no hay nadie más, disponible, que pueda hacer lo que yo". En cuanto a que no tiene la menor posibilidad, LaRouche se rió: "Bueno, eso es lo que dicen los órganos de difusión. No es verdad. Es cierto que cuando la gente piensa que alguien está en la jugada, o sea, en términos de la prensa, eso la influye. Pero cuando se trata de una crisis real, como la que tenemos ahora, eso se sale del cauce, y entonces le preocupa la sobrevivencia. Y está dispuesta a hacer cosas que sabe son correctas, pero que normalmente no haría. En condiciones normales, la gente dice querer hacer cosas por las que reciba aprobación. Pero en tiempos de crisis, cuando las cosas andan mal, buscarán algo de fuera. "Según se desarrolle la situación nacional, eso determinará cómo me vaya a mí". |
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