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Documentación: Entrevista de EIR

Urge un Nuevo Bretton Woods


Lyndon y Helga LaRouche durante una visita a México en mayo de 1982, en la que Lyndon LaRouche se reunió con el presidente López Portillo, en lo más álgido de la batalla por la soberanía nacional y la sobrevivencia financiera.

José López Portillo le concedió una entrevista exclusiva a EIR el 17 de septiembre de 1998, en la Ciudad de México. A continuación publicamos extractos de la misma.

EIR: El 1 de octubre de 1982, en su último discurso como Presidente de México, ante la Organización de las Naciones Unidas usted afirmó que para enfrentar los problemas críticos del mundo, "o se acepta un nuevo orden económico mundial, o la civilización se hundirá en una nueva edad medieval sin la esperanza de un renacimiento". A 16 años de su afirmación, ¿cómo la evaluaría hoy?

López Portillo: Sigo sosteniéndolo. Para mí era evidente que ya habíamos pasado de la etapa de crisis o desgaste económico por "inflación simple", a la etapa de crisis estructural del sistema económico y financiero internacional. Esto se reconocía mundialmente como la "crisis contemporánea" o la "crisis del sistema capitalista".

La estabilidad económica y monetaria del sistema de Bretton Woods ya estaba en profundos desajustes. [. . .]

Contra esto empujaba fuertemente lo que califiqué como la nueva teología económica, ni tan nueva: libre cambio, libre comercio, libre competencia, apertura total de las economías nacionales a la "inversión extranjera". Esta es la doctrina del Fondo Monetario Internacional, quizá la última reliquia del viejo sistema de Bretton Woods, que se encargó de imponer las condiciones para la desaparición del sistema que lo había engendrado.

La imposición mundial de estos preceptos ha colocado a la humanidad en un salvaje "estado de naturaleza", en donde la fuerza es la razón de los poderosos, y la angustiosa convicción de los débiles tiene que vivir aceptando sus reglas.

EIR: Usted insistió en su gobierno que México crecería "a contrapelo de la recesión mundial".

López Portillo: Tenía plena conciencia como gobernante, y la tengo como mexicano, de que el país debía ser competitivo en el ámbito del desarrollo occidental. [. . .]

Esto significaba grandes proyectos para la economía nacional. Veinte nuevas ciudades, cuatro superpuertos industriales, el desarrollo de la petroquímica, entrar a la era de la energía nuclear. Por esto iniciamos la nucleoeléctrica de Laguna Verde y propuse a nivel internacional el Plan Mundial de Energía, para que así fluyera la transferencia de tecnología vital para el desarrollo de economías como la nuestra.

EIR: Recientemente usted suscribió el llamado a favor de la instauración de un nuevo sistema de Bretton Woods. Esta convocatoria, una iniciativa de la dirigente política Helga Zepp–LaRouche y de la doctora Natalia Vitrenko, parlamentaria de Ucrania, llama a que el presidente William Clinton encabece las acciones para la instauración de un nuevo y justo orden económico internacional. ¿Qué podría añadir a lo que la convocatoria expone?

López Portillo: Serían varias razones por las que me uno a ese llamado. Entre las primeras está lo ya expuesto: urge un nuevo orden económico mundial. [. . .]

Pero más que nada, estoy convencido de que la solución mundial a la crisis que vivimos tiene que venir de la asociación de países en desarrollo, como México, India, Egipto, Argentina, Brasil. El caso de China es indicativo de lo que puede y debe hacer un país en vías de desarrollo. Los países económicamente poderosos deben entender que ellos solos no pueden ordenar al mundo, como de hecho no han podido en este último cuarto de siglo.

Respecto a los Estados Unidos, como siempre lo he concebido, tienen un liderazgo que no ejercen, y este vacío lo llenan con algo, así sea desorden y anarquía. La convocatoria a un nuevo sistema de Bretton Woods por parte del Gobierno de William Clinton, conjuntamente con países como el nuestro, ayudaría a resolver muchos huecos que tiene la historia reciente.[FIGURE 71]

Por lo demás, a la economía mundial creo que no le vendría mal un reordenamiento. Tasas de cambio fijas entre monedas nacionales; convertibilidad controlada donde fuera necesario; control de cambios y control de capitales que prohíba la creación de mercados de especulación financiera; fomento de medidas proteccionistas en los reglamentos comerciales y arancelarios. Si se pudo después de la Segunda Guerra Mundial, con decisión, también se podría en la actualidad.

EIR: De los que conozco, usted es el único estadista que se identifica con Shakespeare para el análisis medular de nuestros tiempos. En los escritos de usted, en sus discursos, aparecen personajes como Hamlet, o como Shylock, el usurero de la obra El mercader de Venecia. ¿Por qué?

López Portillo: Es que no son personajes ficticios, son personajes reales. Hamlet es el reconocimiento de que existe una angustia histórica, una angustia universal.

Quien no se enfrenta al "ser o no ser" son espíritus monolíticos, nada saben de ser y sólo saben de hacer. Administradores de su propia resignación. Parece que este es el espíritu de los actuales gobernantes del mundo. Nadie quiere saber de una decisión como el de "estoy dispuesto a todo por la consecución de un fin noble".

Shylock es el usurero de El mercader de Venecia, en cuyas manos ha estado nuestro país desde 1982. Lo recuerdo muy bien. Con la caída del precio del petróleo y el aumento en las tasas de interés, habíamos quedado sólo con compromisos de pagos y sin recursos monetarios.

Y recurrimos a Shylock para venderle nuestra sangre petrolera, antes de que intentara cortar la carne y pudieramos pagarle lo debido. Y Shylock se comportó como Shylock. Propuestas humillantes, inaceptables intentos de chantaje como condición para que ellos, los acreedores, nos proveyeran recursos para pagarles los vencimientos, cuando de antemano, todos nuestros excedentes económicos ya estaban bajo resguardo en sus propias arcas.

También sé como se trata a Shylock. Cuando giré la terminante instrucción, en 1982, de que México se declararía en suspensión de pagos, los negociadores estadounidenses retiraron las condiciones inaceptables, no sin antes obtener algunas otras usureras ventajas.

EIR: Para finalizar, me gustaría pedirle algunas palabras sobre Lyndon H.LaRouche. Hubo muchas especulaciones sobre la relación de usted con él durante su presidencia, que me gustaría que comentara; y también, ¿cómo lo ve ahora como ex presidente?

López Portillo: Como presidente, guardé con el señor L.H. LaRouche una relación de respeto a su posición ideológica sólidamente independiente y tenaz, en gran parte por mí compartida, en gran parte por la adhesión que había logrado de un grupo de jóvenes mexicanos, a los que por igual respeto y admiro, que soportaron, incluso, acusaciones de pertenecer a la CIA, lo que resultó falso.

Como ex presidente, mi simpatía por su cautiverio y mis deseos porque se defina ya su situación procesal, que se agrava con una enfermedad de la que, espero, alivie.

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