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La Unión Nacional Sinarquista de México Las peleas faccionales dentro del sinarquismo
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Los ex colaboradores de LaRouche, Fernando Quijano y Marivilia Carrasco,quienes fueron presa de una operación enemiga a cargo de católicos ultraderechistas sedevacantistas. Ellos rompieron con LaRouche en el 2000 y el 2003, respectivamente, y siguen coordinando operaciones en su contra en Iberoamérica. |
por William F. Wertz, Jr.
Esta es la quinta entrega de nuestra serie sobre el sinarquismo en México.
El efecto Pearl Harbor Así como hubo un cambio de paradigma impresionante en los Estados Unidos inmediatamente después del bombardeo japonés contra Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, también ocurrió un cambio súbito parecido en México, que afectó el rumbo que tomaría la UNS. El cambio lo acentuó el hecho de que el 19 de noviembre de 1941, tan solo 17 días antes del ataque a Pearl Harbor, fue la firma de un acuerdo de buena vecindad con los EU, y se sentaron las bases para resolver el problema petrolero.
Ese acuerdo de buena vecindad fue la forma concreta que cobró la política del buen vecino de la que habló Franklin D. Roosevelt en diciembre de 1932, y de nuevo en su discurso de toma de posesión el 1 de marzo de 1933. El aspecto más importante del acuerdo era que los EU le reconocían oficialmente a México la propiedad soberana de la riqueza de su subsuelo. Entre los asuntos del acuerdo estaban:1) una evaluación de las propiedades petroleras expropiadas;
2) el compromiso de México de pagar 40 millones de dólares en los próximos 14 años, para satisfacer cualquier reclamo pendiente de ciudadanos estadounidenses por daños revolucionarios y expropiación de propiedades;
3) la negociación de un acuerdo comercial recíproco;
4) la estabilización de la moneda mediante la compra de pesos mexicanos y de plata mexicana al precio fijo de 35 centavos por onza, por parte del Tesoro estadounidense, renovando el arreglo previo a la expropiación petrolera; y,
6) la extensión de créditos al Gobierno mexicano por parte del Banco de Importaciones y Exportaciones de los EU. Las primeras emisiones de crédito eran para ampliar la red carretera de costa a costa y de frontera a frontera.
Aparejado a esto, también hubo medidas importantes que el Congreso mexicano tomó para combatir a la Unión Nacional Sinarquista (UNS). En un debate en el Congreso sobre el sinarquismo el 14 de octubre de 1941, el diputado Alfredo Félix Díaz Escobar tildó a la UNS de quinta columna fascista en México. Luego, el 30 de noviembre de 1941, tras la firma del acuerdo de buena vecindad y poco más de una semana antes del ataque a Pearl Harbor, el Congreso mexicano aprobó la creación de un grupo de resistencia a las tendencias regresivas que representaba la UNS, llamado el Comité Nacional Antisinarquista y en Defensa de la Democracia.
Cuando los japoneses bombardearon Pearl Harbor en la estela del reconocimiento estadounidense de los derechos de México en la expropiación petrolera, todo el cuadro en México cambió. El 8 de diciembre de 1941 México rompió relaciones con Japón, y el 12 de diciembre con Alemania e Italia, países de los que México había dependido para vender su petróleo.
En mayo de 1941 la UNS afirmaba que el panamericanismo encubría el imperialismo estadounidense, y reafirmaba su intención de crear un bloque de Estados hispanoamericanas en contra de los EU. No obstante, después de lo de Pearl Harbor, Antonio Santacruz, el jefe de La Base —que era la que controlaba a la UNS—, les dijo a los seguidores del jefe de la UNS, Salvador Abascal, que tenían que avenirse con los EU, porque desde lo de Pearl Harbor era un asunto de vida o muerte.
La Base de hecho derrocó a Salvador Abascal y lo reemplazó por Manuel Torres Bueno el 12 de diciembre de 1941.
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El jefe de la CIA, Allen Dulles, y su director de contrainteligencia, James Jesus Angleton, fueron partícipes del desarrollo de las redes sinarquistas en México, como lo fueron en sacar en secreto a la dirigencia de la SS nazi de Alemania luego de la guerra, hacia Italia y la España de Franco.
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El 14 de mayo de 1942 los nazis hundieron el buque cisterna mexicano Potrero de Llano cerca de la costa de Florida, y el 17 de mayo hundieron otro, el Faja de Oro. El 28 de mayo la Cámara de Diputados aprobó la declaración de guerra, y el Senado el 30. El 1 de junio el Presidente Manuel Ávila Camacho firmó los decretos declarando que México estuvo en guerra desde el 22 de mayo. En noviembre de 1942 todos los miembros del Congreso votaron a favor de crear el Comité Nacional Antinazi y Antifascista, que era una extensión del Comité Nacional Antisinarquista y en Defensa de la Democracia. El presidente del comité era Díaz Escobar.
Uno de los artículos de la constitución del comité decía que, dadas las pruebas que habían encontrado en ciertos documentos en su poder, consideraban al sinarquismo y a otras organizaciones afiliadas a éste una quinta columna en México, que seguía órdenes de la Falange Española y empleaba tácticas nazi–facistas.
Después de lo de Pearl Harbor, aunque la Iglesia católica no era menos pro falangista, pasó por una presión cada vez mayor para que al menos frenara públicamente a la UNS, como deja claro la declaración de Santacruz. La dirigencia de la Iglesia, como el Baltasar bíblico, podía ver las palabras escritas en la pared. De ahí que, bajo la presión de los EU y de fuerzas políticas de México, intentaron dar la impresión de que rompía con la falange, e incluso mintió al decir que no tenían nada que ver con la UNS ni con el Partido Acción Nacional (PAN), ambos controlados por la organización secreta del Consejo Falange–Iglesia o La Base.
Un documento ahora desclasificado del agregado naval de la embajada de los EU en México, Harold Braman, de los servicios de inteligencia, con fecha del 30 de marzo de 1942, muestra cómo la Iglesia católica mexicana usó a un monarquista español, luego denunciado como falangista, para darle a Washington la siguiente impresión: “La Iglesia católica en México, que ha desempeñado un papel importante en la creación del movimiento sinarquista en este país, está a punto de hacer a un lado su cooperación con la Falange en la dirección del grupo, y asumirá control total de los sinarquistas tan pronto como sea ‘conveniente’, según el marqués de Castellón, representante del grupo católico monarquista español aquí”.
“Aunque esta declaración tiene que tomarse con total reserva, el marqués [de Castellón] tiene excelentes conexiones con la Iglesia, y trabaja aquí en íntima colaboración con el representante local de la Conferencia Católica Nacional de Bienestar de Washington, D.C. El marqués [de Castellón] afirma que este último, cuyo nombre es Saavedra, es el ‘enterado’ en la materia, y que está librando una campaña exitosa para alinear a todos los dignatarios de la Iglesia en acordar un programa detallado de apoyo y dirección para los sinarquistas”.
“La participación de la Iglesia en la Unión Sinarquista ha sido, hasta ahora, una muy sospechosa. Desde hace mucho se sabe que los sacerdotes locales ofrecen listas de ‘recomendados’ para afiliarlos a la Unión. La Falange, que dirige la labor de propaganda del Eje en la Unión y en su aliado secreto, Acción Nacional, ha tenido una relación tan cercana con el arzobispo de México [Luis María Martínez] y con otros varios obispos clave, que se sospecha de toda actividad de la Iglesia relacionada con los sinarquistas.
“Los monarquistas españoles, sin embargo, alegan que el arzobispo ha estado ‘usando’ a los sinarquistas en beneficio de la Iglesia, al ‘seguirle la corriente’ a la Unión y a la Falange a fin de descubrir a los principales simpatizantes y dirigentes, obtener información detallada del programa, y tomar control de los fondos, con el propósito de que el control ejecutivo total quedara en manos de la Iglesia, ya sea de forma abierta o en secreto”.
Según el historiador Alan Chase, esta fuente quedó desacreditada en mayo de 1942, cuando apareció un informe que demostraba que el marqués de Castellón no era español, sino un mexicano de nombre Luis Sevilla. En 1931 se embarcó para España cuando estaba libre bajo fianza acusado de estafarle un dinero a un tal general Limón. Durante la Guerra Civil española trabajó en Marsella, Francia, como agente del servicio secreto del general Francisco Franco, aparentando ser un agente del Partido Monárquico español. Regresó a México en 1939 y mantuvo contacto con Augusto Ibáñez Serrano, el representante oficial de Franco. Al aparecer el informe, él desapareció. El informe de inteligencia desclasificado del 30 de marzo de 1942 continúa: Abascal “renunció recientemente, después de que la policía lo arrestó por haber proferido insultos contra el Ejército mexicano. Abascal negó la acusación y luego quedó en libertad, pero el incidente puso en aprietos a los hermanos Trueba Olivares, quienes son los que dirigen en realidad la Unión y la fundaron para los nazis, [y ellos] decidieron enviarlo a Baja California como jefe del proyecto de colonización ahí”.
“Ciento treinta y dos diputados de izquierda y cuarenta senadores del Congreso nacional han formado un ‘Comité Nacional Antisinarquista y en Defensa de la Democracia’, y firmado declaraciones que alegan que la Unión está en contra del liberalismo y de los países democráticos. Acusan al sinarquismo de ser la ‘verdadera quinta columna de México’, y de estar trabajando con la Falange Española.
“El 3 de marzo de 1942 este nuevo comité sacó a la luz la cuestión de la Iglesia, declarando públicamente que la Unión está actuando desde ‘dentro’ del ‘clero católico’, que es una organización política muy parecida al fascismo español como el de los falangistas tradicionalistas españoles, y que había un nexo entre todos estos grupos”.
“En respuesta a esto, el obispo de Guadalajara, monseñor Garibi Rivero, emitió una declaración a través del arzobispo de México, diciendo que la Iglesia no tiene nada que ver con los sinarquistas ni con Acción Nacional”.
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El obispo Fulton Sheen (izq.) y el cardenal Francis J. Spellman (der.) fueron cabecillas de la facción pro fascista antirooseveltiana en los EU. Trabajaron de la mano con La Base en México después de lo de Pearl Harbor, en reorientar a la UNS hacia una forma “universal” de fascismo, conocida como el “nuevo orden social cristiano”.
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Una facción angloamericana contraria a Roosevelt toma control de la UNS
Según el autor mexicano Mario Gill, después de la derrota de los nazis en la batalla de Estalingrado el 2 de febrero de 1943, era claro que el futuro de los sinarquistas no estaba con las potencias del Eje, sino más bien con la adaptación de una facción fascista pro franquista en los EU. En estas condiciones, la UNS abandonó su posición abiertamente antiyanqui y a favor del Eje gracias a la intervención de una facción angloamericana imperialista contraria a Roosevelt, encabezada por el cardenal Francis J. Spellman de Nueva York y el obispo Fulton Sheen, quienes reciben una mención favorable en el libro del 2004, Who Are We? (¿Quiénes somos?), de Samuel “Choque de Civilizaciones” Huntington de Harvard.
Estos dos dirigentes de la Iglesia en los EU, quienes eran aliados del director de la CIA Allen Dulles y de su segundo, James Jesus Angleton, trabajaron con La Base en México para reorientar a la UNS hacia una forma de fascismo universal bajo la guisa de un nuevo orden social cristiano.
La tesis de Mario Gill, misma que el escritor Héctor Hernández hoy intenta refutar, también era la evaluación de El Popular, el periódico de la Confederación de los Trabajadores Mexicanos (CTM). El Popular escribió en su edición del 14 de diciembre de 1943, que no había duda de que la reciente visita de monseñor Sheen a México, el ‘líder negro’ pro fascista del clero norteamericano, contribuyó a lograr la conversión de los sinarquistas mexicanos a una nueva política a tono con las exigencias de la situación del nuevo mundo.
Según Gill, “monseñor Fulton J. Sheen vino a México para asistir al Congreso Eucarístico en Tulancingo, Hidalgo. Durante su estancia en el país se alojó en la casa del padre [Eduardo] Iglesias, y es bien sabido que celebró una serie de conferencias con la dirigencia política de la Iglesia, los mentores y confesores de los principales sinarquistas. A su regreso a los EU en noviembre de 1943 hizo algunas declaraciones a la prensa en Washington, en las que afirmaba lo siguiente: ‘Lo que México necesita es una revolución; ninguna revolución ha sido menos revolucionaria que la de México; la corrupción en este país es escandalosa y total. . . Sólo la fe religiosa del pueblo y su tradición católica pueden salvar a México’ ”. Sheen hizo esta declaración contra un aliado de guerra de los EU en medio de la Segunda Guerra Mundial.
Gill subrayó que las opiniones de Sheen coincidían exactamente con las de la UNS y el PAN. También señaló que Sheen, el cardenal Francis J. Spellman y el reverendo Jerome P. Holland representaban una facción de la Iglesia en los EU que quería establecer un nuevo orden cristiano en América. Spellman era conocido como uno de los que pelearon a favor de Franco en los EU. Holland era el jefe de redacción del periódico católico The Tablet en Brooklyn, Nueva York. El 8 de mayo de 1943, recién desempacado de su viaje a México con Sheen, el padre Holland publicó el programa de 16 puntos de los sinarquistas. En esa misma edición, defendió el régimen de Franco.
Esta agrupación dentro de la Iglesia católica estadounidense es la vieja red de William F. Buckley padre, y de los intereses bancarios Morgan, quienes estaban bien metidos en atacar al Gobierno mexicano y en fomentar la rebelión cristera desde principios de siglo. Desde 1921 Buckley trabajó con Thomas W. Lamont de J.P. Morgan, para formar la Asociación Americana en México. El presidente Álvaro Obregón expulsó de México a Buckley en noviembre de 1921, por “conspiración contrarrevolucionaria”. Fue Buckley quien animó a René Capistrán Garza, el cabecilla militar de la Liga Nacional, a reunirse con Nicholas Brady, presidente de la Edison Company de Nueva York y de la United Electric Light and Power Company, para que recabara apoyo financiero para los cristeros.
Antes de lo de Pearl Harbor, Buckley ascendió al ejecutivo de la Standar Oil, Nelson Rockefeller, cuya empresa le vendía petróleo a los nazis, a presidente de la Oficina de Coordinación de Asuntos Interamericanos. James Jesus Angleton, director de contrainteligencia de la CIA de Allen Dulles, le asignó a su hijo, William F. Buckley, Jr., la tarea de montar la primera oficina de la CIA en la Ciudad de México. Antes de la guerra, tanto Allen Dulles como su hermano John Foster Dulles de la firma legal Sullivan and Cromwell, representaron a Schröder, Rockefeller and Company, un banco de inversiones entre cuyos socios estaban Avery Rockefeller, sobrino de John D. Rockefeller; el barón Bruno von Schröder en Londres y Kurt von Schröder del Banco de Pagos Internacionales (BPI) y de la GESTAPO en Colonia, Alemania. El propio Allen Dulles era parte de la directiva.
Las operaciones de Spellman y Sheen en México eran totalmente congruentes con el hecho de que después de la Segunda Guerra Mundial, Allen Dulles, quien había encabezado las operaciones de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) en Alemania y trabajado con Angleton, jefe de la OSS en Italia, protegió a sus colaboradores nazis. Sacaron en secreto de Alemania a miembros de la dirigencia de la SS nazi vía la “línea de ratas”, primero a Italia y luego a la España de Franco, de donde escaparon hacia países iberoamericanos. El cálculo es que, para 1950, unos 16.000 emigrantes nazis estaban viviendo en España.
Spellman y Sheen, ambos partidarios de Franco, eran parte de los elementos corruptos dentro de la Iglesia católica, quienes estaban empeñados en imponer una forma de “fascismo universal” en el período de la posguerra.
La ideología fascista de la hispanidad Los adeptos de la hispanidad celebran la Inquisición y sus métodos
por William F. Wertz, Jr.
El 7 de noviembre de 1940 el general español Francisco Franco creó el Consejo de la Hispanidad en Madrid. El término hispanidad lo popularizaron los teóricos falangistas y lo afinó el Instituto Iberoamericano de Berlín en los 1930, para que la Falange Española lo usara en Iberoamérica. De acuerdo con esta ideología, la Edad Media fue el mayor período de desarrollo espiritual del hombre. España era la mejor representante de esto bajo el sacro emperador romano Habsburgo y rey de España, Carlos V (reinó de 1519 a 1556), quien auspició el concilio de contrarreforma de Trento (1545–1563); y bajo el reinado de Felipe II de España (reinó de 1556 a 1598), quien reprimió brutalmente la revuelta de los Países Bajos, por lo que los adeptos de la hispanidad lo consideran el defensor de la fe.
Sin embargo, la unidad ultramontana del cristianismo la rompió el Renacimiento Dorado, el cual dio a luz al Estado nacional soberano, y la Reforma protestante, a la que los seguidores de la hispanidad consideran pagana. La pelea por la creación y desarrollo de los Estados nacionales soberanos, en oposición al poder teocrático de la Iglesia católica, llevó a que el rey Carlos III de España proscribiera la orden de los jesuitas (fundada en 1534) en 1767. Los sinarquistas partidarios de la hispanidad consideran esto como el comienzo de la odiada revolución, cuya primera expresión fue la exitosa Revolución Americana de 1776.
La misión de la España de Franco fue darle marcha atrás a este proceso y restablecer un imperio “cristiano” teocrático, usando los métodos empleados por los patrocinadores de Franco, la Alemania nazi y la Italia fascista, que tuvieron su origen en la España de la Inquisición de Tomás de Torquemada (1420–1498). Así, los adeptos de la hispanidad celebran la Inquisición y sus métodos, incluida la expulsión antisemita de los judíos de España en 1492, y la de los moros, que inició en 1502 y concluyó en 1609, con el rey Felipe III.
Los sinarquistas propagandistas de la hispanidad se oponen al rey pro estadounidense de España Carlos III y a sus asesores, Pedro Pablo Abarca de Bolea, conde de Aranda; Pedro Rodríguez, conde de Campomanes, Gaspar Melchor de Jovellanos, etc. En su opinión, los mayores males de México los trajeron los líderes del movimiento independentista Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón y, peor aun, el presidente Benito Juárez. Sus héroes son el emperador Agustín de Iturbide, el general Antonio López de Santa Anna, el emperador Maximiliano de Habsburgo y el dictador Porfirio Díaz. Y consideran a los Estados Unidos de América como una nación anglosajona protestante creada por los masones.
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Luego de su ordenación en 1919 y de recibir dos títulos en la Universidad Católica de América en Washington en 1920, Sheen fue a la Universidad de Lovaina en Bélgica. Ahí recibió un doctorado en filosofía y un “súper doctorado” en 1925. La Universidad de Lovaina era un centro de apoyo cristero. El sacerdote jesuita Alfredo Méndez Medina estudió teología ahí, y fue asesor eclesial de la Liga Nacional Defensa de la Libertad Religiosa. Las dos oficinas principales de la Unión Internacional de Amigos de la Liga estaban en Roma y en Lovaina. Se dice que Sheen se ganó el respeto de G.K. Chesterton, el “distribucionista” nominalmente católico que apoyó el Estado nazi de Hitler en la edición del 8 de junio de 1933 de su publicación, GK’s Weekly.[1] Durante la Segunda Guerra Mundial Spellman tomó a Sheen bajo su protección. Sheen también era amigo personal de J. Edgar Hoover del FBI, y era famoso por su anticomunismo.
En 1941 el cardenal Spellman se convirtió en el “gran protector” y “consejero espiritual” de la Soberana Orden Militar de Malta (SOMM), cuya rama estadounidense nació en 1927. El tesorero de la SOMM era nada menos que John J. Raskob, el presidente del Comité Nacional Demócrata (CND) que se opuso a Roosevelt en su campaña para ganar la candidatura presidencial demócrata en 1932, y quien en 1934, inspirado por el fascista francés Croix de Feu, y colaborando de cerca con John Davis del banco Morgan, fue el principal financiero del complot de golpe de Estado contra Roosevelt. William Buckley padre y Nicholas Brady eran miembros de la SOMM. William Buckley hijo también era miembro, al igual que James Jesus Angleton.
La Quinta Asamblea Nacional de Jefes de la UNS, también conocida como la Junta de los Volcanes, tuvo lugar después de la visita de Sheen. Según Gill, la UNS “corrigió algunos errores tácticos que Sheen observó, entre ellos su hispanismo rabioso y sus posiciones antiyanquis hostiles hacia los EU y las democracias. El sinarquismo proclamó que no admitía un hispanismo antiyanqui, del mismo modo que tampoco podía admitir un panamericanismo antihispano. La tesis de la hispanidad en tanto teoría política que los sinarquistas en un principio esgrimieron contra Norteamérica, como por su convicción e interés y conformidad con la sugerencia de la quinta columna nazi–falangista (inspirada en la orientación del Instituto Iberoamericano del general Wilhelm von Faupel), fue reemplazada por lo siguiente: la unidad continental nunca se lograra si uno intenta deshispanizar a la gente que se encuentra al sur de los EU, en razón de lo cual el panamericanismo y la hispanidad no han de contraponerse, sino más bien armonizarse de conformidad. Consideramos que la cultura cristiana y el origen de América son las mejores bases para alcanzar la unidad del continente”.
Según Gill, “la nueva estrategia fascista para América no era el establecimiento de un nuevo orden hitleriano, sino más bien una nueva suerte de fascismo dirigido por la Iglesia; un régimen clérico–empresarial, o sea, el nuevo orden social cristiano”.
Gill pasa a decir que la UNS empezó a buscar el apoyo de los sectores más reaccionarios del imperialismo angloamericano. Todos los financieros originales de la UNS venían del bando filosófico y político de la hispanidad, “la brillante teoría de aquellos que sueñan con la reconstrucción del imperio de Felipe II, de aquellos enamorados del antiguo orden virreinal”. Este también es el sueño húmedo de Fernando Quijano del Movimiento de Solidaridad Iberoamericana (MSIA).[2]
“Pero a fines de 1943 la situación mundial había cambiado. La esperanza de un triunfo del fascismo en Europa había desaparecido. Confiar en una fuerza que está desintegrándose es un error táctico, y la UNS revisó su línea de forma oportuna. En este cambio estratégico contó con la importante participación de monseñor Fulton J. Sheen, el prelado católico pro fascista, uno de los profetas del nuevo orden social cristiano en América. No hay duda de que la intervención de monseñor Sheen no fue puramente teórica, él no se limitó a dictar la línea y a señalar los nuevos planes de acción a la organización. No cabe duda que también abrió nuevas fuentes para provecho económico de la UNS. Incuestionablemente el resultado fue que, tras el viaje de monseñor Sheen a México, el jefe nacional de la UNS, [Manuel] Torres Bueno, empezó a obtener fondos en grandes cantidades de sectores imperialistas antirooseveltianos de los EU”.
Gill alega que la inspiración filosófica para la noción sinarquista del nuevo orden social cristiano vino de la ideología fascista antisemita del sacerdote argentino Julio Meinvielle (1905–1973). Es interesante que Alejandro Peña, ex colaborador de LaRouche y ahora uno de los dirigentes de la oposición al presidente Hugo Chávez en Venezuela, con nexos con la comunidad cubana exiliada en Florida, difundiera el pensamiento de Meinvielle. Fernando Quijano también defendía las ideas de Meinvielle.
[1]Ver “Traditionalist’ Cult Is Roman, Not Catholic” (La secta de los tradicionalistas es romana, no católica), por Stanley Ezrol, en la EIR del 26 de abril de 2002.
[2]Mientras el director fundador de Resumen ejecutivo de EIR Lyndon LaRouche estuvo injustamente encarcelado, desde el 27 de enero de 1989, el ex colaborador de LaRouche, Fernando Quijano, quien devino en un agente de Néstor Sánchez de la CIA, intentó apropiarse de la asociación de LaRouche. En diciembre de 1990 dio un discurso, el cual apareció publicado en la Resumen ejecutivo del 1 de enero de 1991, en el que defendió la expulsión de los judíos de España en 1942 y a la Inquisición española. Era defensor de las teorías del fundador de la Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, y simpatizante del general Francisco Franco, el dictador fascista español. Despreciaba la memoria del presidente mexicano Benito Juárez, defendía a Felipe II de España, y odiaba al rey borbón pro estadounidense de España, Carlos III. En 1992 ayudó a fundar el sinarquista Movimiento de Solidaridad Iberoamericana (MSIA).
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