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Helga Zepp-LaRouche renueva su llamado por un Nuevo Bretton Woods Siguiendo las convocatorias anteriores a favor de un Nuevo Bretton Woods de 1997 y 2000, a las que se sumaron miles de personalidades de todo el mundo, entre ellas ex jefes de Estado, parlamentarios, sindicalistas, empresarios, juristas, eclesiásticos, militares y demás, en demanda de una reorganización del sistema financiero mundial, la presidenta del Instituto Schiller, Helga ZeppLaRouche, ha emitido una nuevo llamado que el Instituto Schiller difundirá por todo el mundo, junto con los nombres de los firmantes, publicándolo por internet y en diversos periódicos.
Cuando Lyndon LaRouche hace un pronóstico, por lo común los expertos económicos y financieros competentes del mundo le prestan la mayor atención, porque LaRouche es demostrablemente un economista cuyos análisis han estado en lo correcto a lo largo de las últimas décadas, mientras que sus críticos han quedado totalmente desacreditados. Esta vez su evaluación cayó como una bomba en el corazón político de Washington y otras partes. Como el paralelo entre la aceleración del aumento del precio de las materias primas más importantes y la hiperinflación de 1923 es tan obvio, los mecanismos acostumbrados para suprimir la realidad ya no funcionan. Los banqueros centrales han topado con un dilema sin salida: si continúan con la política de Greenspan de los últimos 19 años, de expansión continua de la liquidez a través de los derivados financieros y los fondos especulativos, asociaciones de capital privado y medios parecidos, entonces los precios de los energéticos y las materias primas van a estallar. Si tratan de disminuir esta liquidez, como lo están haciendo ahora al abandonar el acarreo de yenes y aumentar las tasas de interés, entonces las burbujas empezarán a reventar, tal y como ya está sucediéndole a la burbuja estadounidense de los bienes raíces. En cualquier caso, ya sea que ocurra un derrumbe hiperinflacionario del sistema financiero mundial como en noviembre de 1923, o una explosión como de reacción nuclear de las burbujas de los mercados hipotecario, bursátil y de bonos, la bancarrota de los fondos especulativos, de pensiones, de sociedades de capital privado y los bancos, las consecuencias para la población mundial serán catastróficas. Los sectores más pobres de la población mundial serían los más afectados, y a la clase media le robarían todos sus ahorros. Si el Estado no puede financiar sus actividades, la sociedad se verá amenazada con caer el caos. El resultado sería el hundimiento en una nueva Era de Tinieblas. Para impedir el daño inaceptable a la población que acarrearía el derrumbe descontrolado del sistema financiero mundial, los abajo firmantes exigimos la que se convoque de inmediato a una conferencia de emergencia que ha de decidir la adopción de un nuevo sistema financiero mundial en la tradición del sistema de Bretton Woods de 1944 que iniciara Franklin D. Roosevelt. Asimismo, los abajo firmantes también señalamos que el Parlamento italiano ha hecho suya la propuesta de LaRouche y, en una resolución que aprobó el 6 de abril de 2005, instó al Gobierno italiano a convocar a "una conferencia internacional a nivel de Jefes de Estado y de gobierno... para crear un nuevo sistema monetario y financiero mundial más justo". Semejante reorganización fundamental es más urgente hoy de lo que fue entonces, pero las posibilidades para su realización también han aumentado. Esto se debe a una ironía de la historia, porque, cuando la Unión Soviética emepzó a desintegrarse en 1991, los neoconservadores del Gobierno del Presidente George Bush padre decidieron transformar la república estadounidense en un imperio, según su "proyecto de un Nuevo Siglo Estadounidense". Esta "doctrina de fuerza" descansaba en la proposición de que no podía permitírsele a ninguna nación ni grupo de naciones amenazar la posición dominante de Estados Unidos en ningún sentido político, económico ni militar. Pero ahora los neoconesrvadores del régimen de Bush y Cheney, con su política de guerra preventiva y cambios de régimen, han garantizado que el proceso de cooperación entre las naciones de Eurasia y América Latina, que normalmente habría tomado décadas, acelere bajo la influencia de la política unilateral estadounidense. Una serie de jefes de Estado de países importantes han dejado claro que han decidido defender el bienestar general de su población contra la intromisión de las instituciones financieras asociadas con la globalización. En consecuencia, han aumentado enormidades las posibilidades de poner la cuestión de un nuevo orden económico mundial más justo en el orden del día. Pero sería una ilusión peligrosa creer que podría darse una reorganización exitosa del quebrado sistema financiero mundial sin EU o en su contra. Por tanto, los abajo firmantes nos declaramos a favor de la cooperación con el verdadero EU, en la tradición de la Revolución Americana y su Declaración de Independencia, ese EU identificado con nombres tales como Alexander Hamilton, John Quincy Adams, Abraham Lincoln, Franklin D. Roosevelt y Martin Luther King, y del que Lyndon LaRouche es la inspiración hoy día. EU tiene que formar parte de la nueva comunidad de principios de repúblicas soberanas, unida en el interés común de la humanidad. Para corregir la falta de desarrollo que ha ocurrido debido al cambio de paradigma de los últimos 40 años y, sobre todo, desde que el presidente estadounidense Richard Nixon abandonó el sistema de tipos de cambio fijos en 1971, lo cual llevó luego a la disolución de la Unión Soviética, con la globalización desenfrenada, y al brutal capitalismo buitre actual tenemos que instrumentar las siguientes medidas: La conferencia por un nuevo Bretton Woods resolverá, así, que: 1. Tiene que acordarse un sistema de tipos de cambio fijos de inmediato. 2. Ha de prohibirse la especulación con derivados mediante un acuerdo entre gobiernos. 3. Tiene que ponerse en efecto una reorganización abarcadora o más bien una reprogramación de las deudas. 4. Ha de emitirse nuevas líneas de crédito mediante la creación de crédito del Estado, en la tradición de Alexander Hamilton y el Sistema Americano, lo cual posibilitará el empleo productivo pleno mediante la inversión en la infraestructura básica y la renovación tecnológica. 5. La realización del Puente Terrestre Eurasiático como el núcleo de la reconstrucción de la economía mundial es, así, la perspectiva que no sólo creará un milagro económico, sino que puede también convertirse en un sistema de paz para el siglo 21. 6. Un nuevo "Tratado de Westfalia" ha de garantizar la apertura y el desarrollo de las materias primas para todas las naciones de esta Tierra, al menos por los próximos 50 años. Los abajo firmantes somos de la opinión de que el sistema de la "globalización", con su brutal capitalismo buitre, ha fracasado en lo económico, lo financieró y lo moral. En su lugar, tiene que ubicarse de nuevo al hombre en el centro, y la economía ha de servir, primero y antes que nada, al bienestar general. El nuevo orden económico debe garantizar los derechos inalienables de toda la humanidad en este planeta.
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