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Declaración del MJL de México: 7 de febrero de 2006 No con bombas nucleares; con energía nuclear. A finales de enero el secretario de Energía de México anunció que el Gobierno de Vicente Fox promovería la construcción de una sola nueva planta de energía nuclear en el país, cuya ubicación se definirá antes de Fox cumplir su mandato en diciembre de 2006. El Movimiento de Juventudes Larouchistas (MJL) de México considera que no debemos construir una sola planta nuclear. ¡Necesitamos 20! Debemos regresar a lo que proponía el ex presidente José López Portillo para construir la nación, lo que entrañaba la construcción de 20 nucleoeléctricas y docenas de nuevas ciudades industriales, especialmente cerca de las costas, y el intercambio de nuestro petróleo por tecnología avanzada. Tenemos que industrializar a nuestra nación con celeridad, lograr la autosuficiencia alimentaria, y, lo más importante, crear millones de nuevos empleos productivos, y educar y capacitar a las nuevas generaciones de jóvenes mexicanos para que puedan desempeñarse en ellos, de tal manera que nuestra población, el recurso más valioso de nuestra nación, permanezca en el país contribuyendo al desarrollo nacional. ¡Basta ya de la fuga de cerebros, de botar a nuestra población en condiciones de trabajo esclavo en Estados Unidos! Tal programa de desarrollo, centrado en la energía nuclear, es clave para la contienda presidencial mexicana de 2006. Ésta es la oportunidad para que México acabe con la pesadilla de las últimas dos décadas de orientación económica neoliberal; para eliminar todo vestigio del sinarquismo de la política nacional y regresar a nuestras raíces republicanas; y para asumir de nuevo nuestro legítimo e histórico papel de conducción en Iberoamérica. Es la oportunidad para ponerle fin a las medidas económicas fascista mundiales de los banqueros sinarquistas internacionales. Y México cuenta con importantes y poderosos aliados en esta batalla.
Ya es hora de despertar Mientras que la mayoría de los mexicanos dedicaba su atención a las telenovelas en boga o al más reciente caso de corrupción política o a compadecerse de sí mismos por haber elegido a un payaso de presidente, Iberoamérica y el mundo vienen experimentando cambios impresionantes desde principios de 2005. Estos cambios son de la mayor importancia política para México, y para ti en lo personal. Primero, en Estados Unidos las fuerzas asociadas con el ex precandidato presidencial demócrata Lyndon H. LaRouche han puesto en marcha un formidable movimiento de oposición a la orientación nazi del Gobierno de George W. Bush y Dick Cheney. Estas fuerzas, encabezadas por el mismo Movimiento de Juventudes Larouchistas, pero que además incluyen a muchos senadores y congresistas demócratas y a muchos otros, logró parar la campaña de Bush de principios de 2005 para privatizar el Seguro Social acorde a los lineamientos del modelo fascista del Chile de Augusto Pinochet. Después de eso LaRouche logró detener la arremetida del vicepresidente Cheney para echar por tierra la función constitucional de supervisión adscrita al Senado, cuando el Poder Ejecutivo se descarría. Ahora Cheney y Bush encaran varios escándalos, entre ellos el espionaje llevado a cabo por la Agencia Nacional de Seguridad, la tortura de prisioneros, y demás. Gracias a lo que ha hecho LaRouche, ahora se habla abiertamente en Washington de un juicio político, como ocurrió con Richard Nixon y el Watergate. Cierto es que los banqueros sinarquistas que controlan a Cheney y a Bush ganaron la batalla para imponer a Samuel Alito en la Corte Suprema de Estados Unidos, a un Alito que promueve la doctrina legal nazi del “jurista de la corona” de Hitler, Carl Schmitt. Pero las fuerzas de la oposición dirigidas por LaRouche, especialmente en el Partido Demócrata, se hicieron más fuertes en el proceso de esa batalla, y ahora se despliegan para ganar la guerra más amplia para remplazar el quebrado sistema monetario mundial del FMI con un Nuevo Bretton Woods comprometido con el desarrollo industrial soberano de todas las naciones.[FIGURE 1] Segundo, en Sudamérica está en marcha una revuelta antinazi, como se reflejó de manera impresionante en los resultados de las elecciones presidenciales de Chile el pasado 15 de enero, cuando los herederos de Pinochet fueron vapuleados en las urnas. En términos más amplios, lo que pudiéramos denominar “el club de presidentes de Sudamérica”, la institución informal pero muy importante conformada por los presidentes en funciones y los recientemente electos, también ha dado pasos para tratar de estabilizar la región y establecer una alternativa a la demencia de saqueo y desestabilización que emana de Washington. El presidente argentino Néstor Kirchner, con su campaña de principios contra las medidas del FMI y en defensa del desarrollo económico soberano, ha impulsado esta reactivación de los integrantes tan disímiles del club de presidentes. Éstos se anotaron una primera victoria con la derrota decisiva que le propinaron al Área de Libre Comercio de la Américas (ALCA) en la cumbre de Mar del Plata en noviembre de 2005. Más recientemente el club de presidentes intervino para estabilizar a Bolivia, el primer blanco de balcanización de Cheney en la región, y también llamó por la construcción de proyectos de desarrollo de infraestructura regional, tales como el propuesto gasoducto sudamericano.
¿Por qué energía nuclear? El gas natural y las centrales hidroeléctricas están bien. Pero la energía nuclear es la única vía para lograr la verdadera independencia energética y el avance científico, tecnológico e industrial. Si en verdad proponemos darle a cada uno de nuestros ciudadanos un nivel de vida digno e industrializar a nuestras economías para producir los bienes que nos permitan hacerlo, entonces necesitaremos cantidades de energía, que sólo podrán generarse con energía nuclear. La hidroelectricidad y los hidrocarburos, aun en grandes cantidades, simplemente son insuficientes. Pero hay una razón más profunda para optar por la energía nuclear. Cuando se selecciona una fuente energética, el parámetro crítico es lo que el economista físico Lyndon H. LaRouche denomina “la densidad del flujo energético”. Esto significa que cómo se organiza la fuente de energía —su densidad de aplicación económica— es tan importante como la cantidad absoluta. Por ejemplo, no es lo mismo tener 60 kilovatios de energía en la forma de mil bombillos eléctricos de 60 vatios, que organizar esos mismos 60 kilovatios en la forma de un rayo láser. El láser puede realizar un trabajo que mil bombillos eléctricos no pueden ejecutar. (Es como la diferencia que hay entre un presidente de verdad y uno de pocas luces). El incremento en la densidad del flujo energético que representa la energía nuclear también está asociada con las tecnologías más avanzadas. Para tener un futuro viable, y ser en verdad soberano, México, al igual que el resto de Iberoamérica, tiene que desarrollar la ciencia y la tecnología. Debemos dominar las tecnologías nucleares como eslabón para obtener logros mayores en la totalidad de la economía. Lyndon H. LaRouche y José López Portillo tenían razón, y los mexicanos debemos tener el coraje de reconocerlo. En los últimos 25 años hemos transitado por el sendero equivocado y 2006 es el año del cambio. Deja de actuar como Sancho Panza: sólo un burro rehúsa moverse cuando sus actos por los últimos 25 años han probado ser erróneos. La densidad del flujo energético que representa la energía nuclear también está asociada con las tecnologías más avanzadas. Para tener un futuro viable, y ser en verdad soberano, México, al igual que el resto de Iberoamérica, tiene que desarrollar la ciencia y la tecnología. Debemos dominar las tecnologías nucleares como eslabón para obtener logros mayores en la totalidad de la economía.
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