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Declaración del Movimiento Ciudadano Larouchista.
México, 28 de noviembre de 2014.
¿Quién está desatando una “revolución de color”
para derrocar al gobierno de Peña Nieto y por qué?
Las respuestas a estas preguntas no deben buscarse dentro de México, pues no están ahí, sino en Wall Street y la City de Londres.
El sistema financiero transatlántico está en bancarrota irremediable, con cerca de 2,000 billones de activos financieros especulativos sin valor que sigue creciendo como un cáncer mortal. El imperio británico, con sus bases en la City de Londres y Wall Street, los dueños del cáncer, quiere salvar su sistema sometiendo al mundo entero a sus políticas genocidas de libre comercio, globalización y ambientalismo anticientífico. Sobre todo, ellos están determinados a extinguir la alternativa al actual sistema en bancarrota que están construyendo los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y naciones aliadas en Iberoamérica, Asia y África, quienes juntos representan más de la mitad de la humanidad.
Para ese imperio, el Presidente Enrique Peña Nieto cometió el imperdonable pecado de abrir la posibilidad de vincular a México a ese nuevo bloque, en particular a través de acuerdos de desarrollo de infraestructura con China, tales como la línea de ferrocarril de alta velocidad entre la Ciudad de México y Querétaro; una línea de ferrocarril principal para cubrir la ruta Nayarit-Chihuahua-Nuevo México; y sobre todo, una línea ferroviaria y corredor industrial transístmico desde los súper puertos de Coatzacoalcos, en el Golfo de México, a Salina Cruz, en el Pacífico. Este último es un proyecto de proporciones verdaderamente estratégicas, que se remonta a los proyectos, y las políticas del gran presidente mexicano José López Portillo, un amigo y aliado del estadista norteamericano, Lyndon LaRouche.
Para México, tales proyectos de desarrollo son la única base físico-económica para liberar al país del golpe de estado de Narcotráfico, S.A., que Obama y sus controladores británicos orquestaron en México en 2009, y dar marcha atrás a las décadas de saqueo bajo el Fondo Monetario Internacional y el acuerdo Bush-Salinas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que dejaron al país en el umbral de la muerte.
Cuando Peña Nieto, – quien durante gran parte de su mandato no se ha distanciado mucho de las políticas de reformas estructurales de los sectores laborales y energéticos que Londres y Washington han exigido – anunció que viajaría a la cumbre de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) en Beijín a mediados de noviembre, para consolidar esos proyectos ferroviarios con China y otros acuerdos, a la vez que se anunció que México había otorgado el contrato de la línea férrea Ciudad de México-Querétaro a un consorcio internacional encabezado por la empresa China Railway Construction Corporation (CRCC), la pandilla bancaria enloqueció. Protestaron a viva voz y usaron un supuesto "escándalo de corrupción" profesionalmente publicitado para forzar a México a revocar el contrato. Añadieron un segundo escándalo sobre la residencia personal de la esposa del presidente. Ahora escalan dramáticamente a desencadenar una “revolución de color” alrededor del espeluznante secuestro y probable asesinato de 43 estudiantes del estado sureño de Guerrero, dominado por el narco, culpando al gobierno de EPN, sin ninguna evidencia, y usándolo para crear el ambiente para su deseado “golpe de Estado”.
¿Quién emitió las órdenes de marcha?
El Financial Times de Londres lo hizo, escribiendo el 13 de noviembre que la decisión de Peña Nieto de viajar a China, a pesar del chantaje y la presión, era inaceptable: "Nada de esto [los acuerdos con China--ndr] es un buen augurio para el programa de reforma realmente histórico que el Sr. Peña Nieto ha puesto en marcha durante los últimos dos años”.
El Economist de Londres, la publicación estrella de la City de Londres, lo hizo, declarando en su columna Americas del 8 de noviembre: “Fue una buena señal el 6 de noviembre cuando en una acción sin precedentes, el Sr. Peña ordenó la revocación de la adjudicación controversial del proyecto ferroviario de $3.75 mil millones a causa de su falta de transparencia”.
Pero la City de Londres y Wall Street quieren ir más allá que simplemente parar los acuerdos de México con China y su posibilidad de vincularse con los BRICS. Intentan someter al país a una “revolución de color” sangrienta y destruir todo vestigio institucional de nacionalismo pro-desarrollo que queda en el país, incluyendo el derrocamiento del gobierno de Peña Nieto. Tal y como los banqueros internacionales han sabido y hecho claro por décadas, el PRI de López Portillo, al cual pertenece Peña Nieto, es el principal vehículo para el nacionalismo en el México moderno, aunque también encuentre expresión en otros partidos y grupos políticos.
En un artículo del 13 de noviembre titulado “El `Nuevo México' estalla en llamas”, el Financial Times evocó la imagen de una nueva revuelta tipo 1968 contra el gobierno mexicano, recordando que “la policía asesinó alrededor de 300 manifestantes en 1968”. El artículo entonces planteó su amenaza de muerte a México: “Va a haber otro '68. Se siente como entonces. La gente está harta", palabras que el Financial Times puso en boca de un supuesto "Juan López, taxista”.
El Financial Times sabe de lo que habla. Investigaciones posteriores han demostrado que la ola de violencia de 1968 que sacudió a México desde la raíz, fue desencadenada por una “tercera fuerza” de francotiradores profesionales ubicados en las azoteas de la Plaza Tlatelolco, quienes dispararon y asesinaron a estudiantes manifestantes y también a militares mexicanos, a fin de desatar caos.
El artículo del Financial Times añadió que las actuales protestas sobre la desaparición y el probable asesinato de 43 estudiantes del magisterio en el estado de Guerrero el 26 de septiembre, “volcó a México en un polvorín de protestas volátiles y cada vez más violentas”. Amenazan con que “el legado de Peña Nieto se construirá sobre lo que haga en las próximas 4 a 6 semanas”, y eso incluye una reestructuración de su gabinete y “combatir la corrupción”.
Una semana antes, el Economist ya había especificado que las cabezas tenían que rodar, demandando al Presidente que reemplace a su Secretario de Gobernación de confianza, Miguel Ángel Osorio Chong, con el pelele que ellos prefieren, Manlio Fabio Beltrones, ex gobernador de Sonora: “Aunque no está en la naturaleza del Presidente salirse de su camarilla, su gobierno se elevaría con una figura más sustancial como Secretario de Gobernación, con la libertad de actuar. El candidato obvio es Manlio Fabio Beltrones, el líder del PRI en el Congreso”.
Al interior del país, líderes políticos oportunistas (y peor), tales como el senador panista Javier Corral Jurado, demandaron que el Presidente no viajara a China, y que se quedara en casa para más bien lidiar con los problemas internos, como también lo hicieron senadores de la oposición del PRD y PT. El ex candidato presidencial y líder del partido Morena, Andrés Manuel López Obrador, también demandó que Peña Nieto no viajara, y ha ido más lejos al llamar a que el gobierno sea depuesto porque se requiere un "cambio de régimen”.
¿"Cambio de régimen"?
Cómo funciona una revolución de color
Las “revoluciones de color” son una forma de cambio de régimen ilegal, llevado a cabo bajo la cubierta protectora de supuestas protestas masivas. Los gobiernos de Rusia y de China, víctimas de tales intentos de “revoluciones de color” movidas a control remoto desde los Estados Unidos y Gran Bretaña, han denunciado explícitamente tales operaciones como una forma de guerra, llevada a cabo por otros medios.
Para que el imperio británico lleve a cabo una "revolución de color" exitosa –ya sea en México, en Ucrania, o la Primavera Árabe- ni siquiera necesitan que la mayoría de aquéllos que participan estén a favor de la desestabilización jacobina en la que están participando. De hecho, por lo general están neciamente ciegos respecto a quiénes los están manipulando y moviendo, y para qué fines estratégicos.
Por lo general, alrededor del 95% de los involucrados son manifestantes bien intencionados, pero románticos, que protestan contra problemas económicos y políticos muy reales que los rodean. Son la carne de cañón ingenua de los planes sangrientos del imperio británico.
Otro pequeño porcentaje, quizás el 4%, son organizadores profesionales pagados por ONGs e instituciones internacionales, tales como la notoria Fundación Nacional para la Democracia (NED, o Proyecto Democracia), quienes cuentan con el financiamiento y el acceso a los medios para conducir la dirección política de la operación completa. En 1998-1999 la NED gastó millones de dólares para financiar la “revuelta popular” que llevó a la victoria de Vicente Fox del PAN en las elecciones presidenciales del 2000. Tal y como nuestro movimiento reveló en ese tiempo, la política declarada de la NED era que la "democracia" no existiría en México hasta que el PRI perdiera la elección presidencial. Su objetivo declarado era eliminar totalmente al PRI, como una fuerza institucional a favor de la soberanía y el desarrollo.
Pero para consternación de Wall Street y la City de Londres, no fueron capaces de finiquitar el problema durante la última década, y la misma NED y muchas de las mismas ONGs ahora se despliegan para dar el golpe de gracia. Solo hay que ver el papel de la “Alianza Cívica” de Sergio Aguayo o la "Campaña Global por la Libertad de Expresión A19, A.C." Ve al sitio web de la misma NED para ver cuánto dinero han gastado en México a través de los años y quién lo recibió (www.ned.org).
Los mexicanos deben despertar. Las mismas fuerzas internacionales que en el 2000 llevaron al "derechista" PAN al poder con Vicente Fox y Felipe Calderón, son los mismos que ahora están dirigiendo las manifestaciones "izquierdistas" llamando a “un cambio de régimen” contra el gobierno de Peña Nieto.
El minúsculo 1% restante de la "revolución de color" consiste en provocadores profesionales y anarquistas que están desplegados para hacer estallar la violencia de ambos lados y desatar caos e ingobernabilidad. Ese fue el papel asignado a la “tercera fuerza” de francotiradores en Tlatelolco en 1968. Es el papel que hoy cumplen los pequeños grupos de tropas de choque entrenadas y encapuchadas, quienes lanzan bombas molotov, incendian carros de la policía y eventualmente tratarán de asesinar policías y soldados, y/o manifestantes inocentes, durante las protestas.
Pero lo que está en juego hoy es mucho más grande que en 1968, tanto para México como para el mundo. El sistema transatlántico del imperio británico está en su lecho de muerte y está tratando de imponer su política de austeridad fascista, legalización de las drogas, despoblación y guerras sangrientas en el planeta entero. Los BRICS y las naciones aliadas han emergido en el curso de 2014 y construyen una alternativa viable a esta locura, y hoy representan a más de la mitad de la humanidad. Han extendido una invitación al resto del planeta a unirse a ellas.
México debe aceptar esa oferta. Hay que defender al gobierno de Peña Nieto de la "revolución de color", y presionarlo para que se una con los BRICS. Las instituciones y los líderes políticos de la nación necesitan reconocer finalmente que el pragmatismo y las concesiones hechas a los banqueros internacionales solo llevarán a la desaparición de la nación. Y los mexicanos que hoy en día son usados como carne de cañón por las operaciones de los banqueros, también necesitan despertar y unirse a la campaña del MOCILA para que México se una a los BRICS.
No seas una oveja llevada al matadero en el “Maidan" de México.