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Trump lanza una guerra a las drogas;
pero tiene que atacar a los bancos del narcotráfico
10 de febrero de 2017 — El Presidente Donald Trump lanzó una guerra contra las drogas realmente en serio. En un discurso que dio el 8 de febrero ante la Asociación de Jefes de Policía de las Ciudades Importantes (MCCA, en sus siglas en inglés), en Washington, D.C., Trump dijo que el flagelo de las drogas estaba destruyendo el potencial de los jóvenes estadounidenses y el futuro de Estados Unidos, y hay que aplastarlo. Para lograr esto nombró al nuevo Secretario del Departamento de Seguridad Nacional, el general (r) John Kelly. Al día siguiente Trump emitió una orden ejecutiva en la cual nombró al nuevo Procurador General recién confirmado, Jeff Sessions, para encabezar un nuevo organismo especial “que se concentre en destruir a las organizaciones delictivas transnacionales y a los carteles de la droga”, y le dio 120 días para presentar un informe sobre “organizaciones delictivas transnacionales y sus organizaciones subsidiarias, así como el alcance de la penetración de esas organizaciones en Estados Unidos”.
Este es el primer llamado en serio a combatir el flagelo de la droga, que agobia a todas las comunidades y a millones de familias en Estados Unidos, desde que Lyndon LaRouche acuñó por primera vez el término de “Guerra a las Drogas” en 1980, cuando la organización de LaRouche creó la “National Anti-Drug Coallition” (Coalición Nacional Antidroga) y lanzó la publicación de la revista War on Drugs (Guerra a las Drogas).
El único problema que tiene la guerra a las drogas de Trump —y muy posible talón de Aquiles si no se corrige— es que no identifica y no ataca al verdadero núcleo del cartel internacional del narcotráfico, que son los bancos que hacen posible este negocio. EIR publicó en 1978 la primera edición de Dope, Inc. (que se publicó en español con el título de Narcotráfico, SA), a la cual le siguieron media docena de ediciones de este exitoso documento (lo puede comprar en este enlace: http://store.larouchepub.com/product-p/eirbk-2010-1-0-0-std.htm). El libro documenta con muchos detalles cómo el negocio ilícito de las drogas, el negocio más grande del mundo, está completamente controlado por los bancos británicos y de Wall Street, desde la época de las Guerras de Opio de los británicos contra China, y esto sigue así hasta la fecha.
La identificación de los bancos “demasiado grandes para quebrar” de Londres y de Nueva York, como cuartel general de Narcotráfico, SA, ofrece además otro motivo para restablecer de inmediato la Ley Glass-Steagall, para detener el criminal lavado de dinero y la especulación que llevó a la ruina al sistema financiero transatlántico.
Trump está plenamente consciente de que el problema de las drogas es crucial para el futuro de la nación, lo que se vio con claridad en el discurso que dio en la Conferencia de Invierno de la Asociación de Jefes de Policía de las Ciudades Importantes, el 8 de febrero en Washington. Trump señaló que “cada niño en Estados Unidos debe poder jugar al aire libre sin temor, caminar a su casa sin peligro, e ir a la escuela sin tener que preocuparse por las drogas o las pandillas o la violencia... Se han perdido muchas vidas y muchas personas. Se ha interrumpido su potencial, sus vidas. Se ha marginado tanto potencial. Se han despedazado y se han roto tantos sueños, se han despedazado por completo...
“Ya es hora de impedir que las drogas sigan inundando nuestro país”, siguió diciendo Trump. “Y, dicho sea de paso, eso es lo que vamos a hacer. Y yo les voy a decir esto: el general, que ahora es el Secretario [de Seguridad Nacional] es el hombre que va a llevar a cabo esto”
“Es hora de desmantelar a las pandillas que aterrorizan a nuestros ciudadanos, y es hora de asegurar que todo estadounidense joven pueda crecer en un ambiente de decencia, dignidad, amor y de apoyo. Ustedes pidieron los recursos, las herramientas y el apoyo que necesitan para llevar a cabo la tarea. Vamos a hacer todo lo que nosotros podamos para ayudarlos y satisfacer sus exigencias”, agregó Trump.
Trump señaló que había invitado a la Casa Blanca a varios funcionarios del orden público, y les preguntó: “¿Qué impacto tienen las drogas con respecto al porcentaje de la delincuencia? Ellos respondieron que entre un 75% y un 80%. Eso es muy triste. Vamos a evitar que las drogas sigan entrando. Vamos a hacer que esas drogas dejen de envenenar a nuestros jóvenes, y que envenenen a nuestra población. Vamos a ser despiadados en esta lucha. No tenemos otra opción...Y vamos a dar esa pelea contra los carteles de las drogas y vamos a trabajar para liberar a nuestras comunidades de las terribles garras de la violencia”.
Narcotráfico, SA: a cargo de los bancos británicos
La Guerra a las Drogas del Presidente Trump ha de ser sumamente encomiable y digna de apoyo de todos los ciudadanos del mundo que atesoran la mente humana y el espíritu humano, pero va a fracasar si no ataca al corazón de la bestia: los bancos británicos, encabezados por el HSBC, y sus subsidiarios de Wall Street. Bajo su nombre anterior (Banco de Hongkong y Shanghai), el HSBC controlaba el tráfico de opio en Asia durante las Guerras del Opio del siglo 19, y más recientemente controlaba el lavado de dinero de los carteles mexicanos del narcotráfico en Estados Unidos. Cuando se le atrapó en este delito, el gobierno de Obama, que estaba muy ocupado promoviendo el consumo y la legalización de las drogas por todo Estados Unidos, sentenció que no se debería encausar penalmente a ningún banquero por el lavado de dinero del narcotráfico, de la misma manera que ninguno de ellos fue encausado por los delitos generalizados con sus estafas de derivaos que llevaron en 2007 y 2008 casi al colapso total del sistema bancario de Occidente. Los nexos de Obama con George Soros, el notorio financista y promotor de prácticamente todo esfuerzo internacional para legalizar las drogas, está muy bien documentado.
Ahora Trump está en posición de corregir ese crimen. Durante su campaña prometió implementar la ley Glass-Steagall, la ley de Franklin Roosevelt que separaba la banca comercial de la banca de inversión, y le daba apoyo del gobierno solo a la primera, la cual tenía prohibido participar en actividades especulativas. El Presidente Trump se tiene que hacer responsable de esa promesa. Si se implementa la Glass-Steagall, las operaciones de dinero del narcotráfico de los bancos “demasiado grandes para quebrar” se agotarían prácticamente de la noche a la mañana, y se podría barrer con los carteles del narcotráfico relativamente fácil.
No es solo Lyndon LaRouche quien ha identificado el papel de los bancos en el narcotráfico global. En 2009, luego de que el sistema bancario de occidente casi se colapsó en 2008, el entonces director de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Antonio Maria Costa, identificó el hecho de que los bancos internacionales se habían vuelto “narcodependientes”. Dijo en ese momento: “En muchos casos, el dinero de las drogas era la única inversión de capital líquido. En la segunda mitad de 2008, la liquidez era el principal problema del sistema bancario, asì que el capital líquido se convirtió en un factor importante. Los préstamos interbancarios se financiaban con dinero que se originaba en el narcotráfico y en otras actividades ilegales... Hubo indicios de que algunos bancos fueron rescatados de esa manera”.
El director del Servicio Federal Antinarcóticos de Rusia desde 2008 hasta 2016, Viktor Ivanov, dijo en una conferencia en Washington, D.C., en 2011, que: “El dinero del narcotráfico y el narcotráfico global, no solo son realmente elementos valiosos, sino que, como donantes de liquidez escasa, constituye un segmento vital e indispensable de todo el sistema monetario”. Para acabar con esto, dijo, Rusia y Estados Unidos deben trabajar en conjunto para efectuar una “transformación drástica del sistema financiero internacional... Hasta cierto punto, estamos contemplando el restablecimiento de la Ley Glass-Steagall, que se adoptó en Estados Unidos en 1933 en el punto más álgido de la Gran Depresión, y que separaba las funciones de depósitos e inversión de los bancos”. Sin embargo, agregó, “las restricciones para impedir la atracción del dinero del delito necesitan de mucho más. En otras palabras, la liquidación de la burbuja financiera no será suficiente... La manera decisiva de acabar con el narcotráfico global consiste en reformular la economía existente y volver a una economía que excluya al dinero criminal” y que ofrezca la reproducción de “activos líquidos, es decir, a una economía de desarrollo, en la cual se tomen las decisiones en base a proyectos de desarrollo y créditos de largo plazo”.
La Orden Ejecutiva de Trump contra Narcotráfico, SA
La orden ejecutiva de Trump del 9 de febrero es fuerte y clara: “Las organizaciones delictivas transnacionales y sus subsidiarias, tales como los carteles transnacionales de las drogas, se han extendido por toda la nación, y amenazan la seguridad de Estados Unidos y de sus ciudadanos... Estos grupos son causantes del delito, la corrupción, la violencia y la miseria... En particular, el tráfico de los carteles de sustancias controladas ha disparado un resurgimiento del fatal abuso de las drogas y un aumento correspondiente en los delitos violentos relacionados con las drogas... Se necesita un enfoque integral y decisivo para desmantelar estos grupos organizados de delincuentes y para restaurar la seguridad al pueblo estadounidense”.
Al mismo tiempo que se emitió esta orden ejecutiva, el Senado de Estados Unidos confirmó el nombramiento de Jeff Sessions como el nuevo Procurador General del gobierno de Trump. Sessions ha sido uno de los más feroces opositores a la política de legalización de las drogas que se implementó bajo el gobierno de Barack Obama.
En este sentido, cabe señalar que el general (ret.) John Kelly, ex jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de EU, quien ahora es el Secretario de Seguridad Nacional del gobierno de Trump, puso de relieve la importancia de un “enfoque de varios niveles que se extienda más allá de nuestras costas, por todo el hemisferio, en asociación con nuestros vecinos al sur y al norte”. Kelly señaló que “si las drogas están en Estados Unidos, estamos perdidos”. Kelly estima que el 99% de la heroína que entra a Estados Unidos se produce en México; la amapola que se utiliza para fabricar heroína se produce en México y en Guatemala, y luego la droga se transporta a Estados Unidos. También destacó la importancia de la asociación con México, e indicó que a Estados Unidos le gustaría “ayudarlos a perseguir la producción de amapola... perseguir los laboratorios de producción... perseguir la heroína, las metanfetaminas... antes de que lleguen a la frontera”. Cabe señalar también que la destrucción de la economía mexicana bajo el TLCAN, dejó a buena parte de la juventud sin ninguna alternativa de empleo productivo, y los carteles del narcotráfico han llenado ese vacío en gran medida. Esto hace de lo más urgente que la región se incorpore de inmediato a la iniciativa china de la Nueva Ruta de la Seda, y eliminar el TLCAN.
Desde el lado estadounidense, Kelly dijo que se tiene que reducir drásticamente la demanda de drogas. “Nunca se va a llegar a cero”, dijo, “pero nosotros sabemos como hacer esto. Ya lo hemos hecho antes con otras drogas y otras cosas que son malas para la sociedad”. Porque durante los años de Bush y de Obama, agregó Kelly, “Ni siquiera lo intentamos”.
Únete a la lucha
La Guerra a las Drogas de Trump ofrece otro motivo a la empresa Narcotráfico SA de Londres para su campaña histérica para tumbar al gobierno de Trump. Las revoluciones de color que dirige el narcopromotor George Soros en contra de todas las naciones en Europa, África, el Medio Oriente y Sudamérica, ahora se emprende contra el gobierno de Estados Unidos, y la encabeza la City de Londres, sus subsidiarias de Wall Street y la prensa prostituida.
El medio necesario para derrotar esta perversidad está en la movilización del pueblo estadounidense, y de los pueblos de todo el mundo, para inducir al Presidente Trump a que cumpla su promesa de instituir la ley Glass-Steagall, y restaurar el “Sistema Americano” hamiltoniano de banca nacional, capaz de dirigir el crédito a la infraestructura nacional, a la industria y al crecimiento agrícola, y restaurar la misión de la nación al avance de las fronteras del conocimiento científico, a través del desarrollo de la fusión nuclear y de la exploración espacial, en otras palabras, las Cuatro Leyes de LaRouche.
Trump ha demostrado que está dispuesto a trabajar con las grandes naciones del mundo, Rusia, China, Japón, y una Europa y un Estados Unidos restaurados, para crear una era de “Paz mediante el desarrollo”, como es el horizonte del programa donde “todos ganan” del programa de la Nueva Ruta de la Seda del Presidente de China, Xi Jinping. Estados Unidos puede, y debe, una vez más, ser el Templo de la Esperanza y el Faro de la Libertad para todo el mundo, y para eso tiene que restaurar su papel como constructor de naciones y proteger el futuro de sus hijos como seres humanos creativos y productivos.
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