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Este artículo se publicó en la edición del 12 de febrero de 2020 de Executive Intelligence Review.
Blanden el hacha de las “Finanzas verdes” para reducir la población en todas partes
La oligarquía británica maltusiana tiene bajo su mano a Mark Carney, ex gobernador del Banco de Inglaterra, y otros directivos de los bancos centrales más importantes del mundo; a algunos de los gestores de activos más poderosos; y ahora se añade a líderes políticos como Joe Biden, para impulsar el “nuevo trato verde”. Esta oligarquía cuenta ahora con el arma más letal, para imponer una austeridad en masa y reducir la población. Puede suprimir todos los flujos financieros para los combustibles fósiles y la energía nuclear que sustentan la vida.
En el frente de estos verdugos está BlackRock Inc., la empresa de gestión de capitales más grande del mundo, con más de $8 billones de dólares en su control.
Mike Billington rastrea los métodos utilizados por BlackRock para forzar a las empresas tanto del sector avanzado como del sector en vías de desarrollo a abandonar los combustibles fósiles y desplazarse a las fuentes dizque “renovables”. Karel Vereycken traza el ascenso al poder de este gestor de activos en grande y su infiltración en el gobierno de Biden.
BlackRock, Inc.: Cómo las “Finanzas verdes” prohíben los combustibles modernos
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30 de enero — Con el pretexto del “cambio climático antropogénico”, la Gran Mentira de que las emisiones de carbono de origen agrícola e industrial son la causa del calentamiento global, BlackRock está encabezando la campaña para forzar a las empresas y a las naciones a suprimir la producción de energía a partir de combustibles fósiles, en especial a partir del carbón. Dado que la mayoría de las naciones pobres y muchas naciones avanzadas dependen principalmente del carbón para la generación der electricidad, y dada la pandemia actual, la hambruna que amenaza África y otras zonas del mundo, estas acciones de forzar el cierre de plantas a carbón constituye un aspecto importante del esfuerzo mortal maltusiano de reducir la población mundial, es decir, es un acto de genocidio.
El director general de BlackRock, Larry Fink, anunció en enero de 2020 que la compañía se desprendería de cualquier empresa que generasen más del 25% de los ingresos a partir del carbón, junto con otras medidas para forzar el cierre de compañías de combustibles fósiles, e impedir la construcción de centrales eléctricas de carbón, como hizo al forzar a Peabody Coal en Estados Unidos a ir la bancarrota. BlackRock no solo amenazó con desinvertir, sino que podría utilizar su considerable influencia para despedir a los ejecutivos y miembros de los consejos de administración que no acataran sus órdenes.
La carta anual de Fink a los directores ejecutivos en 2021 hace aparecer esta destrucción perversa de la generación de energía, en países ricos y pobres por igual, como si fuese su “responsabilidad” como fiduciario de los más rico entre los ricos (los clientes de BlackRock) para maximizar las ganancias financieras, con el cuento de que las empresas de combustibles fósiles y otras industrias que tienen una gran “huella de carbono” estaban perdiendo valor patrimonial debido a la supuesta creencia popular de que son perjudiciales para la sociedad. La cuestión de cuál es la causa y cuál es el efecto es obvia, como lo aclara el resto de este Informe Especial.
Prohibición de la energía del carbón
En mayo de 2020, BlackRock informó a la Korea Electric Power Corporation (KEPCO por sus siglas en inglés), la grandísima Corporación de Energía Eléctrica de Corea, de propiedad mayoritaria del gobierno de Corea del Sur, que debía parar la construcción de centrales termoeléctricas en Vietnam e Indonesia, o que si no, serían castigados financieramente. KEPCO ha invertido en proyectos de energía en 27 países, con un 80% en instalaciones que funcionan por combustibles fósiles y también está construyendo centrales nucleares en el extranjero. La carta de BlackRock a KEPCO estaba firmada conjuntamente por varias instituciones financieras, ¡incluida la Iglesia de Inglaterra!
BlackRock no tardo en agregar la exigencia de que KEPCO tenía que cancelar la construcción contratada de una central termoeléctrica de carbón de 1000 MW en Filipinas, llamada Sual2. El propósito de Sual 2 era reemplazar a Sual 1, que fue construida en 1990 y cuya clausura estaba prevista para 2024. Hasta el portal electrónico estadounidense Mongabay, un sitio de noticias estadounidense rabiosamente ecologista, aunque alabó la clausura del proyecto Sual 2, admitió que a Sual 1 "muchos le atribuyen el mérito de haber impulsado el desarrollo de la ciudad [Sual] en las últimas dos décadas, aumentando sus ingresos anuales promedio a 380 millones de pesos ($7,85 millones de dólares) en 2017 de 75 millones de pesos ($1,5 millones) en 2001". Es evidente que los maltusianos no van a permitir este progreso ni la mejora en los niveles de vida.
El anuncio de KEPCO de poner fin al contrato para construir Sual 2 se produjo el 16 de octubre de 2020, un ejemplo del poder de BlackRock sobre los estados nacionales. El 28 de octubre, solo unos días después, el secretario de Energía de Filipinas, Alfonso Cusi, anunció que el gobierno declaraba una moratoria sobre todas las nuevas plantas de carbón. "Estamos impulsando la transición de la utilización de tecnología basada en combustibles fósiles, a fuentes de energía más limpias para garantizar un crecimiento más sostenible para el país" declaró Cusi. “Crecimiento sostenible”, como se emplea aquí, es un eufemismo para referirse a la enorme disminución de la disponibilidad de electricidad y al aumento de los precios de la misma. Filipinas ya tiene apagones continuos y el precio de la electricidad más alto de Asia.
Se trata del mismo secretario Cusi que hace cuatro años apoyó el plan para reabrir la planta de energía nuclear de Bataan en Filipinas, tras conocer el plan a través del presidente de la Sociedad LaRouche Filipina, Butch Valdes, quien lo había presentado en una reunión regional del Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) en septiembre de 2016. Pero Cusi se retractó de esa promesa, probablemente por la presión de los maltusianos antinucleares, como ahora ha sucumbido a los maltusianos de BlackRock.
KEPCO también anunció, bajo la presión de BlackRock, que cancelaba un contrato de mil millones de dólares para construir parte de la planta de carbón Thabametsi de 630 MW en Sudáfrica. Al igual que en Filipinas, Sudáfrica ha experimentado apagones continuos, ya que los ecologistas cerraron varias de las principales centrales eléctricas de carbón luego de que entablaron con éxito demandas judiciales contra ellas en relación con los recursos hídricos y otras cuestiones ambientales. El Banco Mundial ha declarado que 32 de las 48 naciones de África están experimentando una crisis energética, mientras que grandes regiones del continente africano no tienen electricidad en absoluto. La paralización de todas las nuevas plantas de carbón, mientras que también se cierran las plantas existentes, aumentará drásticamente la tasa de mortalidad por enfermedades y hambre. De hecho, destruirá el hábitat natural que los nativos afirman defender, ya que se talan árboles para obtener combustible.
Aunque KEPCO ha declarado que continuará con las centrales de carbón parcialmente terminadas en Vietnam e Indonesia, a pesar de las amenazas de BlackRock, ha capitulado ante su mandato de no lanzar nuevas plantas de carbón en ningún lugar del mundo.
Las economías avanzadas no se salvan
No son sólo las naciones en desarrollo las que los maltusianos intentan destruir. La quiebra del gigante del carbón estadounidense Peabody fue precipitada por BlackRock y otros fondos que desinvirtieron millones de dólares de la compañía. Michael Bloomberg ha jugado un papel importante en esta destrucción de la economía estadounidense, inyectando más de $500 millones de dólares en su campaña contra el carbón, llamada "Más allá del carbono". En la reunión anual de Peabody, BlackRock votó en contra de la reelección del presidente de salud y seguridad de la empresa. Alegó un "avance insuficiente" con respecto al establecimiento de objetivos para la reducción de las emisiones de carbono de acuerdo con el Grupo de Trabajo sobre Divulgación Financiera Relacionada con el Clima (TCFD, por sus siglas en inglés, creado por la Junta de Estabilidad Financiera bajo la dirección del entonces jefe del Banco de Inglaterra, Mark Carney) y el Consejo de Normas de Contabilidad de Sostenibilidad, creado en 2011 para promover los criterios “ESG” (por las siglas en inglés de medio ambiente, social y buen gobierno) sobre la financiación de las empresas.
En Australia, BlackRock sumó su peso a un ataque ecologista contra el mayor productor de electricidad del país, AGL Energy. En una reunión de accionistas de octubre de 2020, BlackRock se sumó a la demanda de que AGL adelantara en 12 años la fecha programada para el cierre de su enorme central eléctrica de carbón Loy Yang de 3.280 MW, la más grande de Australia, de 2048 a 2036. El Financial Times calificó esto como "el gestor de activos más grande del mundo muestra sus dientes sobre las preocupaciones climáticas en el país". Loy Yang produce el 50% de la electricidad del estado de Victoria. BlackRock también tiene como objetivo la planta de carbón de AGL, Bayswater de 2640 MW, en Nueva Gales del Sur.
KEPCO de Corea del Sur también está bajo fuego en Australia, donde los reguladores de inclinación ecologista están intentando bloquear el desarrollo de una mina de carbón en Nueva Gales del Sur, en la que la compañía ha invertido más de $462 millones de dólares en los últimos nueve años.
BlackRock contra el petróleo
Según un informe de GreenTechMedia del 8 de septiembre de 2020, "en la primera mitad de 2020, más de 50 empresas sintieron la desaprobación de BlackRock por su falta de progreso en el cambio climático, entre ellas Chevron, ExxonMobil y la empresa alemana Uniper". El informe agrega que un portavoz de BlackRock informó que otras 191 empresas habían "sido puestas en guardia", para esperar que BlackRock haga uso de su influencia en sus salas de juntas en 2021.
Con respecto al compromiso de Shell de alcanzar emisiones netas de carbono cero para 2050, BlackRock escribió: "Haremos que la administración y la junta de directores rindan cuentas por la falta de progreso en su cumplimiento mediante votaciones futuras sobre las elecciones de directores".
Mientras tanto, BlackRock invierte miles de millones de dólares en empresas que producen operaciones eólicas y solares en todo el mundo, lo que vuelve a plantear la cuestión de si BlackRock y sus empresas compañeras de las finanzas verdes están elevando los precios de la energía para crear una nueva burbuja verde, bajo la cubierta de su pretendido reclamo de “responsabilidad fiduciaria” para invertir de manera rentable para sus clientes. No existe el "valor justo de mercado" cuando se habla de un actor de mercado de 8 billones de dólares.
La intención de BlackRock es imponer una "sociedad postindustrial" mientras mantiene el poder supremo de la oligarquía financiera del imperio centrado en la City de Londres y Wall Street, a pesar de la quiebra de ese imperio bancario. Crear una burbuja verde para la especulación y desviar todo el crédito al desarrollo a largo plazo hacia esa actividad especulativa. Es un guión maltusiano para la despoblación.
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