El Real Instituto de Asuntos Internacionales de la corona británica dice:
les vamos a quitar la comida
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Este artículo se publicó en la edición del 12 de febrero de 2020 de Executive Intelligence Review.
5 de febrero de 2021 — La noticia principal en el portal electrónico del Real Instituto de Asuntos Internacionales (RIIA, por sus siglas en inglés) de la corona británica, desde el 3 de febrero, es un “documento de investigación” que plantea una estrategia para reducir sistemáticamente la producción y consumo de alimentos en todo el mundo. Proponen hacerlo mediante los métodos que han empleado para reducir el consumo de energía prohibiendo los combustibles fósiles; todo a nombre de la defensa de la “Naturaleza”.
El documento del RIIA, “Food System Impacts on Biodiversity Loss: Three Levers for Food System Transformation in Support of Nature” [https://www.chathamhouse.org/2021/02/food-system-impacts-biodiversity-loss] (El impacto de los sistemas alimenticios en la pérdida de biodiversidad: tres palancas para la transformación de los sistemas alimentarios en apoyo de la naturaleza) destaca por su cinismo de reconocer que el propósito del programa de la monarquía es elevar el costo de los alimentos en todo el mundo y reducir por la fuerza la producción mundial de alimentos de manera permanente. La propuesta de hacerlo en un momento en que la hambruna amenaza a cientos de millones de vidas, y en que un número mucho mayor de familias pasarán hambre en los países pobres y ricos por igual, deja en claro de manera innegable que se trata de un plan de despoblación.
Los cinco autores del documento son todos veteranos de la mafia de la “crisis climática”, empezando con el autor principal, Tim Benton, que dirige el Programa de Energía, Medio Ambiente y Recursos del RIIA (o Chatham House, como se le conoce a su sede). Benton fue uno de los autores del “Informe Especial sobre cambio climático y suelo” del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, y de la “Evaluación de Riesgo del Cambio Climático del Reino Unido de 2017”.
La realeza quiere "reducir la demanda de alimentos" en el mundo
La premisa del “estudio” es que “la producción de alimentos es la causa principal de la pérdida de biodiversidad en el mundo”, en la tierra, y en el agua dulce y los mares. “La superficie de tierra ocupada por la agricultura ha aumentado unos 5,5 veces desde 1600 y sigue aumentando. Actualmente la siembra y la cría de animales ocupa un 50% de la tierra habitable del mundo”. Así que se declara perjudicial la producción de alimentos por “degradar o destruir los hábitat naturales y por contribuir a la extinción de las especies”.
Se quejan de que por décadas,
“Los programas y estructuras económicas se han puesto como meta producir cada vez más alimentos a costos más bajos. La producción agrícola intensiva degrada los suelos y los ecosistemas, reduciendo la capacidad productiva de la tierra y necesitando cada vez más producción intensiva de alimentos para mantener el ritmo de la demanda. El creciente consumo global de calorías más baratas y alimentos intensivos en recursos agrava estas presiones. La producción actual de alimentos depende en grandísima medida de la utilización de insumos como son los fertilizantes, pesticidas, energía, tierra y agua”.
Por lo tanto, el RIIA propone tres “palancas” para aplastar el actual “paradigma de alimentos más baratos”.
Primera: “Cambiar las pautas dietéticas para reducir la demanda de alimentos… El crecimiento constante en la demanda de alimentos ejerce presiones cada vez mayores sobre los recursos de la tierra”. ¿Cómo esperan lograr esto? El “elemento decisivo… para poner en línea las emisiones del sistema alimenticio con las metas de temperatura del Acuerdo de París sobre cambio climático”, dicen ellos, consiste en forzar a la humanidad a que rebaje las dietas de proteína animal de alto valor a favor de dietas basadas en plantas fundamentalmente, y reducir el consumo de alimento de esa dieta también, a fin de reducir “el sobreconsumo de calorías”, en particular entre los estadounidenses. La realeza británica calcula que “un cambio de carne de res a frijoles en la dieta de toda la población estadounidense podría liberar… 42% de la tierra de cultivo en Estados Unidos, para utilizarla en otras cosas como la restauración de ecosistemas o una agricultura más acorde con la naturaleza”.
Segunda: Se tiene que retirar más tierra de la agricultura, “apartarla y protegerla para la Naturaleza”. Pero no en una pequeña escala tampoco:
“Esto va a significar típicamente superficies significativas de tierra para dejarlas a la gestión de la naturaleza, principalmente porque el riesgo de extinción para cualquier especie crece en la medida en que se reduce el tamaño de su población, y porque muchos animales grandes necesitan una superficie de hábitat grande para sostener una población adecuada”.
Tercera: Se tiene que transformar la agricultura; tiene que haber una reducción forzada de los insumos utilizados en la agricultura moderna, junto con la maquinaria que ha liberado al hombre y a la mujer del trabajo arduo en el campo.
Ninguna “palanca” sola va a funcionar sin las otras, repiten insistentemente, pero los “cambios dietéticos”, y la reducción en la “demanda alimenticia”, es “esencial para preservar los ecosistemas nativos existentes y restaurar los que han sido eliminados o degradados”.
Dado que la mayoría de la humanidad no va a aceptar nunca por voluntad propia estos programas, dicen los voceros de la realeza británica que es necesario establecer “directrices globales en las áreas programáticas tales como la inversión responsable, los cambios dietéticos y las soluciones de mitigación del cambio climático acordes con la naturaleza”. Para ello sostienen que será necesario aplicar “incentivos”, un eufemismo para el recorte del crédito y financiamiento a la agricultura moderna, como se ha hecho ya contra las formas modernas de energía. Estas son las medidas que están planteando los sicarios ideológicos de la reina, para promoverlas en una serie de conferencias internacionales y cumbres que ya están programadas para el 2021 sobre “sistemas alimenticios y biodiversidad”, hasta llegar a la primera “Cumbre de la ONU sobre Sistemas Alimentarios” a finales del año.
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