27 de octubre de 1976
El genocidio maltusiano y la guerra nuclear son dos caras de la misma moneda
Por Lyndon LaRouche
Este artículo se publicó en la edición del 4 de junio de 2021 de Executive Intelligence Review.
Nota del editor: Como candidato presidencial de Partido Laboral de EU, Lyndon LaRouche emitió este discurso de media hora en la cadena de televisión NBC, el 27 de octubre de 1976. El discurso original en inglés se puede ver aquí: LaRouche's 1976 Presidential Campaign — Pulling the Plug on Nuclear War - YouTube
Este es Lyndon LaRouche, candidato presidencial del Partido Laboral de Estados Unidos, el tercer candidato en esta elección.
Esta noche, quiero hablarles no solo en nombre del Partido Laboral, sino en nombre de muchos republicanos preocupados, muchos demócratas preocupados, y muchos dirigentes europeos preocupados. Estamos convencidos, no solo yo, mi partido, sino republicanos prominentes, demócratas prominentes, dirigentes europeos prominentes, dirigentes prominentes del Tercer Mundo, de que la elección de Jimmy Carter como Presidente de Estados Unidos el 2 de noviembre significaría que Estados Unidos, estaría, para todos los efectos, comprometido irreversiblemente a la guerra termonuclear, a más tardar en el verano de 1977.
Esta noche, les indicaré los hechos básicos en los que se basa esa conclusión, y también les diré, por supuesto, en cierto detalle, cómo exactamente pueden ustedes evitar que esto ocurra.
Hay dos tendencias dominantes en la actual política exterior de Estados Unidos. Carter representa una de esas tendencias, o sus asesores representan una de esas tendencias. Debido a que el mundo se halla en una crisis monetaria, es decir, porque el sistema monetario construido al final de la Segunda Guerra Mundial se está derrumbando ahora: el caso de Italia, el caso de Gran Bretaña, el derrumbe del mercado de eurobonos, del mercado del eurodólar; el hecho de que 17, quizás 20 naciones del sector en desarrollo están ahora en mora de sus deudas internacionales, el hecho de que no hay confianza en el sistema monetario internacional; ciertas fuerzas dentro de Estados Unidos están comprometidas a intentar salvar este sistema monetario en bancarrota.
Los métodos a los que están recurriendo, está modelados de manera consciente en los que utilizó anteriormente Hjalmar Schacht, el ministro de Finanzas nazi, en particular durante el periodo de 1933 a 1936. Es decir, están recurriendo a los métodos de austeridad extrema, austeridad que canibaliza la economía misma, en el esfuerzo de exprimir del ingreso real, de los servicios sociales esenciales y del capital de la propia industria, la riqueza suficiente para refinanciar, al menos por un tiempo, algunas de las tenencias de deuda en bancarrota de ciertos intereses financieros.
Estas medidas son suficientemente malas para el sector avanzado, y son bastante malas para Estados Unidos. Vemos en la ciudad de Nueva York a lo que lleva esto. Son suficientemente malas para Europa Occidental, y para Japón. Pero en el sector en desarrollo, estas medidas significan genocidio.
El “triaje” de George Ball
George Ball es muy explícito al respecto en su actual libro, Diplomacy for a Crowded World (Diplomacia para un mundo lleno de gente). Ball propone que, dado que ve improbable ciertas cosas que podrían resolver estos problemas, que debemos recurrir a lo que él llama “triaje”. Es decir, debemos decidir qué parte de la población mundial actual debe morir, y gestionar el suministro de alimentos y el desarrollo de tal forma que se determine quién muerte y quién vive. Este es también el programa de William Paddock, a quien Ball cita como una autoridad e parte para su punto de vista. Ball, por supuesto, es un asesor esencial de Carter, el secretario de Estado a la sombra de Carter, el ex secretario de Estado con el gobierno de Kennedy.
Ahora, Ball ilustra su política, y la política de Carter, citando el caso de México. Ball respalda la propuesta de Paddock de reducir la población de México, nuestro vecino, de 58 millones a 28 millones. Propone hacer esto, y Paddock es muy explícito en ello, mediante métodos empleados por Hitler para eliminar seis millones de judíos y eslavos, y otros en Europa Oriental durante la guerra: mediante un forzado sistema de trabajo esclavo intensivo en mano de obra, en el que se deja morir a quienes ya no sean aptos para este proceso en trabajo esclavo. Utilizan la palabra “triaje” para describir este proceso de dejar morir a los comensales inútiles.
Narrador: En una entrevista del 6 de enero, William Paddock, el autor de Famine 1975! (¡Hambruna, 1975!) Dijo: “Vamos a cerrar las fronteras con México, y luego los veremos gritar. Realmente, no hay nada que podamos hacer con ellos. México no puede mantener su población actual de manera estable. Habrá que reducir la población en 30 millones de personas”.
LaRouche: Esa es la política de Ball, es lo que está detrás de la política exterior de Kissinger. Es la política de un grupo dominante en Estados Unidos. Ahora bien, es obvio que esa política no puede imponerse al sector en desarrollo mediante la voluntad del pueblo de ese sector. La gente de la ciudad de Nueva York puede aguantar este tipo de cosas, pero la gente del sector en desarrollo, en general, no lo tolerará. Por tanto, es obvio que lo que Ball propone, lo que proponen otros partidarios de Carter, lo que también propone Kissinger, lo que propone Bill Simon, el secretario del Tesoro, no puede imponerse con el consentimiento de la población del sector en desarrollo.
Tenemos el caso de Chile, donde hay un gobierno muy malo que está dispuesto a imponer una dictadura, una dictadura brutal para imponer la austeridad económica. Esa fue la razón del golpe de Estado chileno. Pero no se puede encontrar ninguna base de apoyo política significativa en ninguna parte del sector en desarrollo, que esté dispuesto a imponer el genocidio a su propio pueblo.
Ahora, gente como Ball y otros asesores de Carter saben esto. Saben que no se puede inducir al sector en desarrollo a aceptar el genocidio como política para su propia pueblo, sin una fuerza militar externa, un control político-militar. Lo que proponen es poner al sector en desarrollo, efectivamente, bajo el control político y militar de la OTAN. Es decir, poner al sector en desarrollo bajo condiciones de soberanía limitada, y el ejemplo de esto es la propuesta de la Organización del Tratado del Atlántico Sur, para incluir al gobierno genocida y racista de la Unión Sudafricana, y otros gobiernos de la región. Esa es la clave de la política de Kissinger para África.
Ahora, Kissinger y otros reconocen que tal política, poner a la mayor parte del sector en desarrollo bajo este tipo de soberanía de la OTAN, significa la guerra con la Unión Soviética. Kissinger cree, o al menos, ha defendido la idea de que tal guerra puede evitarse forzando a la Unión Soviética a retroceder sucesivamente con un blofeo. Ahora bien, el problema con la política de Kissinger – y aquí es donde surge el peligro de guerra inmediata-– es que Kissinger es como un jugador de póker sentado con una mano de cartas malas y con espejos en sus espaldas, tratando de blofear a su oponente.
Todos los miembros de la OTAN con los que he hablado, y también los soviéticos, saben que, en este momento, si Estados Unidos y la OTAN se vieran envueltos ya sea en una guerra convencional, o en una guerra nuclear limitada, o bien en una guerra termonuclear con la Unión Soviética, la OTAN saldría derrotada. Ese fue el contenido de la sesión informativa del general [George] Brown, jefe del Estado Mayor Conjunto, hace unos meses. Esa fue una de las razones por las que cierta gente trató de deshacerse de Brown haciéndole un Watergate, porque representaba una voz de cordura en ese sentido. Él no deseaba que Estados Unidos se involucrara en confrontaciones donde Estados Unidos podría ser destruido, como resultado de la imprudencia de gente como Kissinger.
Ahora algunas personas, obviamente, al darse cuenta de que la política de blofeo de Kissinger no va a funcionar, están pensando en términos de cómo librar una guerra termonuclear. Es decir, reconocen que la política de genocidio impuesta al sector en desarrollo significa la guerra mundial, pero en vez de renunciar a esa política, proponen descubrir cómo librar la guerra.
El genocidio y la guerra de Paul Nitze
Luego tenemos gente como Paul Nitze, en esta categoría. Paul Nitze es un hombre que fue expulsado del gobierno de Eisenhower en 1954, porque Eisenhower, un general competente, se dio que cuenta de lo que era este maniático. Nitze escribe un artículo en la revista Foreign Affairs de enero de 1976, que si bien es un artículo más o menos vulgarizado, representa no obstante la evaluación del equilibrio estratégico tal como lo ve Nitze y muchos otros. De hecho, es bastante optimista en contraste con lo que mucha gente piensa es la realidad.
Nitze afirma, en efecto, que para finales de 1977 o principios de 1978, la Unión Soviética, el Pacto de Varsovia, tendrá una ventaja estratégica tan decisiva con respecto a la OTAN y Estados Unidos, que Estados Unidos sería derrotado en una guerra. Hay algunas personas que piensan que Estados Unidos sería derrotado ahora, y eso es probablemente correcto. Por tanto, Nitze y otros que aceptan la política de genocidio para el sector en desarrollo, dicen que debemos ir a la guerra antes de que se produzca ese cambio en el equilibrio estratégico. Y eso significa ir a la guerra para el verano de 1977.
Narrador: En su artículo de Foreign Affairs, Nitze afirmó: “Si en 1970 los soviéticos hubiesen atacado a las fuerzas estadounidenses, toda su ventaja de preguerra habría sido eliminada, dejando a Estados Unidos con una superioridad sustancial al final del enfrentamiento. Sin embargo, esta situación comenzó a invertirse en 1973, cuando los soviéticos adquirieron la capacidad militar para terminar un enfrentamiento con una ventaja a su favor. Para 1977, después de que los soviéticos iniciaran un ataque de contrafuerza contra Estados Unidos, al que Estados Unidos respondiera con un ataque de contrafuerza, la Unión Soviética dispondría de fuerzas restantes suficientes como para destruir la capacidad nuclear china, de la OTAN europea, atacar a la población estadounidense y a los objetivos militares convencionales de Estados Unidos, y tener todavía un peso de fuerza restante superior al de Estados Unidos. Y después de 1977, la ventaja soviética tras el ataque supuesto aumenta rápidamente”.
Nitze subrayó su idea en una carta al diario Washington Post hace dos días, Nitze escribió: “Un punto fundamental en la defensa de Henry Kissinger al acuerdo SALT ha sido que en nuestro tiempo, la guerra entre grandes potencias es impensable. Podría ser que la guerra entre grandes potencias sea pensable. Pero sí es así, debemos pensar en ello con cuidado, de manera congruente y con toda la previsión y prudencia de la que seamos capaces”.
LaRouche: A esto es a lo que están comprometidas estas personas. Se lo he dicho a ustedes de forma breve, pero lo que les he dicho es el pensamiento esencial de los jefes de gobierno europeos, jefes de los partidos europeos, jefes de los partidos y de otras fuerzas de este país, que están convencidos, con razón, de que, si Carter fuera elegido con esta combinación de asesores, Zumwalt, Nitze, Schlesinger, Rostow, hombres con antecedentes de larga data de maniáticos de la guerra, que con Carter –-su chico, su pequeño Jimmy, el pequeño Jimmy del Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York-- esta nación se encaminaría a la guerra.
Jimmy Carter y Gerald Ford
Ahora, la personalidad de Carter, por supuesto, es, algo menor en este sentido. Carter no es más que un peón de las fuerzas que domina Rockefeller, junto con algunas otras fuerzas, es decir, el Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York. Carter fue un protegido de David Rockefeller y de Zbigniew Brzezinski en la Comisión Trilateral organizada por David Rockefeller. No es sino un peón de Rockefeller. Sin embargo, su personalidad es significativa.
Hemos visto cómo Gerald Ford, un hombre de conocidas limitaciones, ha intentado crecer en el puesto de Presidente, intentó crecer en la Casa Blanca. Y Gerald Ford ha actuado, en varias ocasiones, hasta donde yo sé, para evitar que Estados Unidos siguiera en una trayectoria de colisión con la guerra nuclear. No hay duda de que Gerald Ford es un hombre que, por intención y un cierto grado de comprensión, está comprometido con la paz, en particular si tiene los asesores adecuados.
Pero Carter no es el tipo de hombre que crecería en la Casa Blanca. Para darles a ustedes un ejemplo, cito el caso del anuncio que apareció la semana pasada en Los Angeles Times, y que fue reimpreso hoy en el New York Times: “¿Puede confiar usted en un hombre que ya no es de confianza para el copresidente de su comité nacional?”. Esta es una declaración de Herbert Hafif, quien ha sido, y supongo que ya no lo es, copresidente del comité directivo nacional de Carter. Ahora bien, no estoy citando a Hafif como una autoridad; simplemente lo cito porque Hafif se refiere a cosas, subestima cosas, que sé que son ciertas.
Narrador: [Citando a Hafif] “El acto más difícil para el hombre es admitir sus errores. Es por lo tanto más difícil aún para el copresidente del comité directivo nacional de Carter admitir públicamente su error al apoyar a Jimmy Carter. Yo, junto con muchos de los amigos que apoyaron mi campaña de 1974 para la postulación demócrata a gobernador de California, renunciamos a nuestras vidas personales, nuestros fondos, y a buena parte de nuestros corazones en un esfuerzo exitoso por conseguir la postulación presidencial demócrata para un hombre que creíamos que representaba una nueva fuerza decente en un gobierno receptivo.
“Nuestro apoyo fue lo suficientemente fuerte como para no notar la creciente evidencia de que el historial y las promesas de Carter no se correspondían del todo con la imagen. Al fin y al cabo, a nosotros, en la cúpula, nos tranquilizaba personalmente el propio candidato, quien hablaba públicamente de no mentir nunca y prometía llevar a cabo una campaña de amor y compasión. Por lo tanto, fue una gran conmoción para nosotros ver a un Jimmy Carter decadente, convertirse en un hombre mezquino y vengativo que utilizaba un lenguaje y unas tácticas diseñadas para destruir la integridad y la persona de Gerald Ford, cuando atacar las políticas de Ford debería haber sido un objetivo suficiente.
“Pero en el disgusto por esas tácticas se esconde la verdad real sobre Jimmy Carter y su campaña, una verdad de la que ahora me siento obligado a hablar, y es el verdadero propósito de esta carta abierta. Soy demócrata y me gustaría ver un Presidente demócrata. Pero ahora estoy convencido de que sería un desastre si ese Presidente demócrata fuera Jimmy Carter. La razón, por supuesto, no es porque haya prometido todo a todo mundo. Tampoco es porque presencié cosas como sus planes privados para obtener dinero de los agricultores en California durante las primarias, solo para ver su cambio de posición para conseguir el voto de los trabajadores agrícolas después de las primarias.
“Pero la razón es más bien un hecho muy importante que la mayoría ha ignorado. Independientemente de los defectos de carácter, el hombre simplemente no es capaz, por experiencia o habilidad, ser Presidente de este país. Quizás nos hayamos condicionado a la farsa y al engaño de los políticos; quizás ahora podamos tragarnos la lujuriosa ambición de un cargo público. Quizás podamos tolerar con pragmatismo que un hombre hipócrita sea nuestro salvador, cuando todo lo que buscamos es un Presidente.
“Pero, ¿podemos aceptar el hecho de que este hombre y su pequeña cuadrilla estilo Nixon, no tienen ni el conocimiento ni la experiencia para dirigir una presidencia responsable y de base amplia? No será el Partido Demócrata el que dirija este país, sino una pequeña camarilla de personas, de motivaciones más estrechas y mucho menos experimentadas que la camarilla de Nixon. Detrás de las sonrisas y las bromas del pequeño equipo de Carter, se esconde el hecho de que se trata de un equipo con experiencia solo en campaña, sin más objetivos que conseguir que su hombre llegue a la presidencia.
“En resumen, a este país no se le pide que elija un Presidente demócrata, sino que elija a otro presidente imperial, que prometerá cualquier cosa por ser elegido, pero cuyas palabras contrastan con sus antecedentes y sus acciones. Esta campaña amenaza con una tragedia para el futuro de este país.
“Ahora me uno a demócratas de toda la vida como Mimi Harris, quien es la principal recaudadora de fondos del senador Cranston, y el gobernador Pat Brown, Sr., para decirle no a Jimmy Carter.
“Pido disculpas a mis muchos amigos por mi juicio equivocado. Espero que esta declaración pública deshaga al menos parcialmente cualquier daño que pueda haber causado mi apoyo anterior".
LaRouche: Un partido que no toleraría al senador Eagleton en el puesto de vicepresidente, no debería de ninguna manera, absolutamente de ninguna manera, tolerar a un Jimmy Carter, con su personalidad conocida y problemas de personalidad, en el puesto de Presidente, justo al lado del botón rojo durante la mayor crisis de la historia de Estados Unidos.
Carter es un irresponsable, y su ingreso a la Casa Blanca por su historial como gobernador de Georgia, su personalidad, sus mentiras, sus vacilaciones a lo largo de la campaña, sus declaraciones totalmente irresponsables sobre cuestiones estratégicas. Ese hombre no es un impedimento para la guerra. No es el tipo de hombre que se dirigirá a sus asesores y les dirá, como dijo Ford en efecto, “No, soy el Presidente de Estados Unidos, no me importa quién me haya ayudado a llegar aquí. Soy Presidente y tengo una responsabilidad con esta nación. Y voy a tratar de salvar a esa nación". El problema de Ford es que es inadecuado para el trabajo, pero, no obstante, la comparación entre él y Carter es obvia.
Vote por LaRouche para salvar la nación
¿Cómo podemos detener esto? ¿Cómo podemos evitar que esta nación sea destruida en una guerra termonuclear en el verano de 1977?
En este momento, si uno se guiara por las encuestas --y por nuestro conocimiento de algunos de los hechos pertinentes a las encuestas-- podría decir que, en una elección honesta, en este momento, no hay peligro de que Jimmy Carter pueda ser elegido honestamente. Sin embargo, también sabemos que el fraude electoral más masivo de la historia de Estados Unidos ya está en marcha. Los extranjeros en California votarán no sólo una vez sino muchas veces. Marcharán de un distrito electoral a otro, emitiendo sus votos sobre la marcha. Este es el resultado de la campaña de registro de tarjetas postales.
Hay 15 estados clave en los Estados Unidos en los que está a punto de producirse un fraude electoral tan malo o casi tan malo como el que va a ocurrir en California. Por lo tanto, no hay que descansar y asumir que, porque Ford tiene la mayoría del colegio electoral en este momento en una elección honesta, que va a ganar. El peligro es que Ford pueda ser derrotado por Carter, lo que nos comprometería esencialmente a la guerra, o aunque en virtud de una elección fraudulenta, o que el propio fraude impida una clara mayoría en el colegio electoral, y que se necesiten meses para clasificar los votos de muchos estados, para determinar quién ganará esos estados, los estados clave, y por lo tanto no sepamos para el 20 de enero, o incluso más tarde, quién podría ser Presidente de los Estados Unidos.
Esos dos peligros son muy graves. ¿Qué puede hacer usted?
Si usted era, antes, un votante leal del Partido Demócrata o un independiente que antes votaba por el Partido Demócrata, y desea salvar esta nación, vote por mí.
Su voto por mí asegurará dos cosas. En primer lugar, asegurará que Carter no se acerque a la Casa Blanca, que sus asesores no se acerquen a la Casa Blanca. En segundo lugar, obligará al Presidente Ford a deshacerse de Henry Kissinger, Edward Levy y otros tipos similares. Porque un gran voto para el Partido Laboral --tenemos el potencial de 7 a 10 millones de votos si salen a votar por mí-- gente que ya ha mostrado su preferencia por el Partido Laboral en este país. Esto despertará a un gran segmento del Partido Demócrata, la maquinaria habitual del Partido Demócrata. También animará al tipo de republicanos de la corriente principal a los que se les está bloqueando el acceso al presidente Ford en este momento. Estas fuerzas combinadas, el Partido Laboral, los demócratas honestos anti-Carter y los republicanos de la corriente principal, representan el 70% o más del electorado de este país.
Ahora, aunque tenemos muchos desacuerdos entre nosotros, estas tres fuerzas, sin embargo estamos de acuerdo en que Carter no debe llegar a la Casa Blanca porque eso significaría una guerra termonuclear y horrores similares. Estamos de acuerdo en que no debemos ir a la guerra, estamos de acuerdo en que se debe resolver esta crisis monetaria, estamos de acuerdo en la tradición americana de progreso tecnológico, y expansión industrial, y desarrollo agrícola, en el pleno empleo a través de esos programas.
Ahora, con el 70% del electorado movilizado, podemos forzar la salida de Henry Kissinger de la Casa Blanca; no costará mucho esfuerzo, una vez que Ford vea que tiene ese tipo de respaldo para ese fin. Nos desharemos de Edward Levy, el hombre que ha tratado de destruir la Constitución de Estados Unidos desde el despacho del Fiscal General de Estados Unidos; obtendremos una combinación en la rama ejecutiva y en el Congreso, que llevará a esta nación a salvo a través del próximo período. Ese sería el efecto de su voto por mí.
La propuesta del Banco de Desarrollo Internacional
Tengo otras cosas que hacer además de esta función. Gracias a mis esfuerzos y a los de mis asociados durante el último período, los últimos meses, las fuerzas fundamentales del sector en desarrollo, las fuerzas gobernantes o las principales fuerzas políticas de otro tipo, industriales, financieros de Europa Occidental, de Estados Unidos y del sector en desarrollo, han llegado a reconocer una propuesta que yo desarrollé, llamada Banco de Desarrollo Internacional, como la única propuesta alternativa de competencia que está ahora sobre la mesa para reemplazar a un sistema monetario en bancarrota.
La situación es tal, que si el Presidente de Estados Unidos dijera un martes, miércoles o jueves cualquiera, que esta nación está comprometida con el desarrollo de un nuevo sistema monetario según las líneas de la propuesta del Banco de Desarrollo Internacional, la abrumadora mayoría del sector en desarrollo aceptaría inmediatamente su propuesta; que la mayoría de los gobiernos de Europa, y creo que también el gobierno de Japón, aceptarían inmediatamente esa propuesta.
En esas condiciones de una declaración tal de parte de Ford, o de cualquiera que esté en la Casa Blanca, tendríamos un nuevo sistema monetario. No tendríamos la depresión, que por otra parte es prácticamente inevitable, el colapso económico, que por otra parte es prácticamente inevitable, que se producirá alrededor de la Navidad. Entraríamos en la era de la mayor prosperidad de la historia moderna.
Sólo les daré algunos datos al respecto para indicarles lo que implica.
Estimo que los acuerdos a los que se llegaría según mi propuesta entre varias naciones, que implicaría tanto al Comecon como a Europa occidental, Estados Unidos y el sector en desarrollo, implicarían unos 300.000 millones de dólares al año de créditos a largo plazo, creados por acuerdo de tratado, para provocar el flujo de una mayor producción industrial hacia proyectos viables de desarrollo de la agricultura, la industria y las infraestructuras en el sector en desarrollo. Los proyectos viables para este fin ya están bien definidos. Sólo es necesario crear y canalizar el crédito necesario para ampliar nuestra capacidad, nuestra utilización de la capacidad, en Europa occidental, en Estados Unidos y Japón, etc., para que estas cosas funcionen.
De estos 300.000 millones de dólares que he calculado, aproximadamente 100.000 millones de este crédito a largo plazo corresponderían a un aumento de la producción anual de las exportaciones industriales de Estados Unidos solamente. Además, poner aproximadamente 300.000 millones de dólares al año en este tipo de desarrollo industrial y agrícola a largo plazo, tendrá efectos secundarios, es decir, que el aumento de la producción industrial mundial subirá muy por encima de los 300.000 millones de dólares al año como resultado de los efectos secundarios.
Eso significaría que en esta nación saldríamos de la decadencia industrial, y entraríamos en un período de alta formación de capital, con la plena utilización de nuestra capacidad ociosa, la capacidad industrial, con la expansión de esa capacidad, con la modernización de esa capacidad, y con puestos de trabajo que representen niveles de calificación cada vez mayores disponibles para un mayor número de nuestra población. Y con los ingresos fiscales disponibles para el gobierno federal sobre la base de esa expansión, seríamos capaces de satisfacer las necesidades de nuestra población.
Sin ese programa, nadie puede satisfacer esas necesidades. No podemos mantener a una población en la prosperidad tratando de volver a repartir un pastel que se reduce. Sin un nuevo sistema monetario, sin grandes fuentes de nuevos créditos para revitalizar la producción industrial, sin créditos para establecer los mercados en el sector en desarrollo necesarios para revitalizar esa producción, Estados Unidos va a entrar en la peor depresión de la historia. Pero, si creamos esos créditos, entonces vamos a tener la mayor prosperidad de toda la historia.
Además, si establecemos ese sistema monetario, entonces se elimina la causa básica del peligro de guerra. Ahora bien, se necesita tiempo en este país para que la gente luche por esto. Un nuevo sistema monetario implica una moratoria de la deuda y otras medidas. La gente está muy infeliz, muy molesta por esto. Necesitan tiempo, tal vez, para enderezar esto.
Creo que si votan por mí, denme un voto lo suficientemente grande, una influencia suficiente, que podamos impedir que los asesores de Carter impongan sus políticas que nos llevan a la guerra, y tendremos el tiempo y el margen para luchar entre los republicanos de la corriente principal, los demócratas honestos anti-Carter y los partidarios del Partido Laboral, para luchar racionalmente por las medidas que hay que tomar para realizar este nuevo sistema monetario.
Este es Lyndon LaRouche. Gracias.
Para mayor información escribir a preguntas@larouchepub.com