Economía

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, nums 4-5

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Estudios estratégicos

El etanol y el libre comercio en México presagian inflación, hambruna y emigración en masa

por Dennis Small

¿Has comido alguna vez una tortilla mexicana?

Lo más probable es que sí; o lo que venden como tortilla en el submundo de las franquicias de tacos y burritos. Pero los 107 millones de mexicanos comen la de a de veras todos los días. De hecho, según informes de la prensa mexicana, ¡se calcula que los mexicanos comen 630 millones de tortillas al día! La tortilla, una especie de pan delgado, plano y sin levadura, hecho de maíz finamente molido, es el alimento básico de la dieta mexicana, en especial para los 50 millones de mexicanos que viven "oficialmente" en la pobreza. Las tortillas son la fuente del 47% de las calorías que consumen los mexicanos y, con los frijoles, es en realidad lo único que come la mayoría de los mexicanos pobres.

Aun así, bajo los auspicios del TLCAN —la insignia de los acuerdos de libre comercio, negociado por el presidente estadounidense George H.W. Bush y el presidente mexicano Carlos Salinas de Gortari, y puesto en marcha por los dos países, junto con Canadá, en 1994—, se ha devastado la agricultura mexicana, al igual que los niveles de consumo en general. Por ejemplo, el promedio anual del consumo de tortilla ha caído, de 140 kg per cápita en 1996, a 140 kg en 2006; un desplome de 25%.

Con este breve cuadro en mente, ¿qué piensas que pasaría en México si el precio de la tortilla aumentara 50%? Bueno, eso es justamente lo que ha pasado, en un lapso de menos de dos semanas a comienzos de 2007. Un kilo de tortillas que costaba 6,50 pesos (unos $0,60 dólares) a fines de 2006, se disparó a 8 pesos el 6 de enero, y a 10 para el 9 de enero. En algunos lugares del país se ha informado de precios de entre 20 y 30 pesos por kilo. En general, se espera que para marzo el precio promedio nacional llegue a entre 13 y 15 pesos. Eso significará duplicar el precio del elemento más básico de la comida mexicana en sólo tres meses.

La tortilla de maíz es el alimento básico en la dieta del mexicano, en especial del pobre, pero los precios se están disparando, en parte como consecuencia de la fiebre global del etanol. ¡Y el Gobierno de Felipe Calderón quiere hacer de la producción de más etanol una prioridad nacional, lo que le quitará la comida de la boca a la gente!

La respuesta del Gobierno de Felipe Calderón, quien tomó posesión el día 1 de diciembre de 2006, ha sido sicótica y criminal. Lo primero, porque lo absolutamente disasociada que está de la realidad económica física elemental que enfrenta México; lo segundo, por las consecuencias genocidas previsibles para la gran mayoría de los mexicanos, millones de los cuales enfrentarán hambruna e intentarán cruzar la frontera de Estados Unidos como refugiados económicos, nomás para mantenerse con vida junto con sus familias.

La repuesta del Gobierno de Calderón al asunto de la tortilla ha sido doble:

1. De inmediato culparon del precio disparado de la tortilla y del maíz con que se elabora, al auge mundial del etanol y el consiguiente aumento en la demanda de maíz. Pero, en vez de proteger a México de esa locura, el Gobierno de Calderón saltó imprudentemente hacia el abismo. Según el diario mexicano Excélsior, el secretario de Agricultura Alberto Cárdenas alegó que el campo mexicano necesita con urgencia producir maíz y caña de azúcar a precios competitivos, para producir etanol. Ya el gobierno calcula que "México necesita cultivar cuando menos un millón de hectáreas de ese cereal [maíz] para satisfacer la demanda que generarán las plantas de biocombustible". Juan Camilo Mouriño, jefe del despacho de la Presidencia, explicó que el etanol sería la máxima prioridad en el plan de desarrollo nacional del gobierno para enfrentar "la falta de empleo en el sector agrícola".

Sin embargo, la decisión del Gobierno de Calderón de arrejuntarse con los ibiotas no fue consecuencia de los precios disparados. Ya en octubre del año pasado, antes de haber tomado posesión como presidente, Calderón viajó a Brasil y a Canadá para anunciar que México se orientaría en grande hacia los biocombustibles.

A los mexicanos no les ha pasado inadvertida la locura absoluta que significa que México, uno de los mayores productores de petróleo del mundo, use el maíz para producir etanol, cuando su población está tan hambrienta y depende por completo de las tortillas de maíz para proporcionarle un mínimo de nutrición. Víctor Suárez Carrera, director nacional de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras del Campo (ANEC), atacó las "medidas económicas neoliberales" que han diezmado a la agricultura. "No hay suficiente oferta para satisfacer la demanda, pero las autoridades deberían enfocar sus políticas en la producción para el consumo humano, no para biocombustibles".

2. La segunda decisión política del Gobierno de Calderón fue rechazar el control de precios frente a la espiral especulativa desaforada, con el cuento de que eso "desalentaría la producción". Según esto, seguirán gobernando "las fuerzas del mercado", o sea, los especuladores criminales. En vez de control de precios o medidas para aumentar la producción, el secretario de Economía Eduardo Sojo anunció la eliminación inmediata de las restricciones a la importación, dizque para permitir la entrada de más maíz extranjero (en lo principal de EU) y así bajar el precio. En realidad, el único efecto que tendrá esta decisión de puertas abiertas será la quiebra de 2,2 millones de mexicanos que aún se dedican a la producción de maíz. La mitad de la tierra de cultivo en México se dedica a la producción de maíz, así que las consecuencias de esta ola librecambista son inimaginables.

Con el TLCAN, el libre comercio ya ha avanzado bastante la tarea de acabar con la agricultura de México. En su primera década de vida, el TLCAN ha contribuido a desaparecer 2 millones de empleos del campo mexicano y —de manera significativa— a la emigración en masa. Ahora hay unos 12 millones de mexicanos que residen en EU. Como declaró el diputado José Antonio Almazán, del PRD, a principios de enero: "La crisis que enfrentamos, con relación a las tortillas, es la crisis del campo mexicano, porque antes del neoliberalismo México era autosuficiente en alimentos. ¿Qué significa esto? Que los frijoles, el arroz, las tortillas, las cosas que comemos, antes las producíamos. Y eso se acabó con el Tratado de Libre Comercio. Y ésa es la explicación de fondo que tenemos para esta cuestión del aumento criminal del precio de las tortillas que el gobierno quiere ignorar".

El papel de Venecia

La declaración del diputado Almazán apunta a un asunto más de fondo.

Con los términos del TLCAN, el arroz, la soya y el trigo quedaron libres de aranceles para su importación en México desde 2003, luego de una transición de nueve años hacia la liberalización del comercio. En esos nueve años se destruyó la producción mexicana de esos productos, en particular del arroz, como documentaremos más adelante.

Sin embargo, el maíz y el frijol, alimentos básicos de la dieta mexicana, se excluyeron de ese cronograma en el acuerdo de 1994 porque, según un estudio del Departamento de Agricultura de EU de mayo de 2004, "era la creencia generalizada que una apertura repentina del mercado mexicano del maíz a las exportaciones de EU sería extremadamente perturbador, y desplazaría a muchos pequeños productores de maíz en México y los obligaría a emigrar en busca de otras oportunidades de empleo, ya fuera en México o en EU". La transición al libre comercio de maíz y frijol se extendió a 14 años, en vez de 9, pero el "día D", enero de 2008, se acerca con rapidez.

Hay una oposición política enorme en México a que se acepte ese plazo, para lo que en general se considera una sentencia de muerte para la agricultura mexicana. Pero con el precio de la tortilla por las nubes, fuera del alcance de la mayoría de los mexicanos, hay fuerzas internacionales muy poderosas que tratan de atizar un clamor en el país para empezar a traer maíz importado barato ahora, de algún lado, de cualquier parte, para bajar el precio.

¿Quién domina el mercado de la tortilla en México? Una sola compañía controla un asombroso 85% de la industria de la harina de maíz en México, Maseca. Su dueño es Roberto González Barrera, quien también controla el cuarto banco más grande del país, Banorte. Quizás González Barrera sea más conocido en México como el empresario que le ayudó al aborrecido ex presidente Carlos Salinas de Gortari a salir del país en su jet privado en marzo de 1995. Pero González tiene una conexión extranjera más siniestra y de mayor peso que todo lo que se haya dicho hasta ahora, fuera de estas páginas (ver Resumen ejecutivo de EIR de la 2ª quincena de agosto de 2004).

González Barrera integra el consejo general de la poderosa aseguradora Assicurazioni Generali de las viejas fortunas venecianas que, entre otras cosas, financió el ascenso de Mussolini al poder en Italia. El consejo general de Assicurazioni es todo un semillero de los intereses pecuniarios más rancios y sucios de Europa. Ningún banquero de pueblo forma parte de ese cuerpo, a menos que juegue en el partido de Venecia, donde ellos ponen las reglas.

González Barrera tiene agarrada la tortilla en México, su fama internacional proviene de su dominio de lo que SmithBarney del Citigroup refiere como "el negocio de recuperación y gestión de préstamos vencidos", es decir, de la compra de deudas a un precio muy descontado, para luego cobrarlas al estilo de la mafia. Como destaca SmithBarney, con respeto, en un informe de 2004, Banorte tiene una "tasa promedio de recuperación del 40% del valor nominal [de los créditos vencidos]. En este negocio en particular, el rendimiento sobre la inversión en muchos de estos activos ha sido de más de 100%".

Qué nos espera

Para darse una mejor idea de lo que puede venir a raíz de esta crisis de la tortilla y de la farsa del etanol en México, considera la historia reciente de la agricultura mexicana en la serie de gráficas adjuntas, las cuales abarcan el período desde 1970 hasta el presente. Cabe señalar que el Fondo Monetario Internacional le impuso condiciones económicas devastadoras a México desde principios de 1982, cuyos resultados se aprecian en estas gráficas.

La gráfica 1 muestra la evolución de la producción y el consumo per cápita de maíz en México. Tras alcanzar un máximo de 212 kg per cápita en 1981, la producción de maíz se ha estancado, y hasta reducido, de tal modo que en 2006 la producción —de 180 kg per cápita— es 15% menor a la de hace 25 años. La única forma en que el consumo per cápita no ha caído, se debe a las importaciones cada vez mayores. Hoy día casi la cuarta parte del consumo nacional es importada.

La gráfica 2 muestra lo que ha ocurrido con el frijol: En 1981 la producción per cápita fue de 21,1 kg, y para 2005, apenas la mitad de eso. De este producto, las importaciones no han sido tan significativas y, por ende, el consumo ha seguido la misma pauta de la caída en la producción.

Pero la verdadera historia de terror es la del arroz, como de plano muestra la gráfica 3. En 1981 la producción per cápita fue de 9,3 kg, y para 2004 se desplomó a 2,6 kg; una caída de más de 70%. Entre tanto, la importación de arroz inundó a México, de tal modo que el consumo per cápita de arroz cayó "sólo" 22% en el mismo período. Ahora las importaciones de arroz constituyen 70% del consumo nacional, según las estadísticas de la FAO, aunque las de los productores de arroz en México ubican la cifra en 80%.

Con el TLCAN, la importación de arroz quedó totalmente liberada en 2002. Eso es lo que le espera al maíz y al frijol a partir del 1 de enero de 2008.

Como señaló en 2005 Heladio Ramírez, presidente de la Confederación Nacional Campesina (CNC): "El TLC le ha hecho más daño al campo mexicano que un huracán, porque el arroz casi desapareció como sector productivo; y ahora el TLC pone en peligro a millones de productores de maíz, frijol y caña de azúcar, porque el acuerdo de comercio establece que en 2008 México será invadido por la producción extranjera".

La gráfica 4 resume la tendencia en la producción de los tres productos, al tomar como índice los niveles de 1981: el maíz cayó 15%, el frijol 51%, y el arroz un enorme 71%. La gráfica 5 muestra la pauta respectiva de la participación cada vez menor que tiene la producción nacional en el consumo nacional.

Una pregunta que sale a relucir ante este cuadro es, ¿qué pasará cuando el maíz reciba el "tratamiento del arroz", que se espera ocurra, ya no el 1 de enero de 2008, sino ya, como resultado de la crisis de la tortilla y del etanol?

¿Qué pasará cuando las importaciones de maíz quiebren a los 2,2 millones de empobrecidos productores de maíz que quedan en México? ¿Qué pasará con el consumo de tortillas cuando millones de hectáreas de maíz se sumen a la locura del etanol? ¿Qué pasará cuando el precio de la tortilla siga su trayectoria estratosférico, gracias a los especuladores al mando de Venecia? Considera que en 1999, el año en que el Gobierno mexicano abandonó formalmente el control del precio de la tortilla, podía comprarse un kilo de tortilla con el 1% del salario mínimo, mientras que a fines de 2006, el mismo kilo costaba 20% del salario mínimo. Qué pasará cuando la tortilla suba al doble y se necesite 40% del salario mínimo para comprar un kilo?

Ahora observa el mapa 1. Cerca de la mitad de los mexicanos que emigran a EU, de forma legales e ilegal, provienen de seis estados del centro del país. Esos mismos seis estados se encuentran entre los 8 principales productores de maíz y, en conjunto, producen 49% del maíz nacional. Otros dos estados productores de maíz importantes, Sinaloa y Chiapas, producen 14% y 10%, respectivamente.

¿Qué piensas que va a pasarle a México, y a EU, si siguen aplicándose las dementes políticas librecambistas y del etanol?

Vale más adoptar la energía nuclear y ponerle fin a la era de la globalización. Como dice el Movimiento de Juventudes Larouchistas en las calles de México: "Sólo la energía nuclear salvará tus tortillas".

El autor, Dennis Small, habla en una reunión campesina en la Ciudad de México a mediados de marzo. (Fotos: EIRNS).