Estudios estratégicos
Sólo la energía nuclear podrá
salvar tus tortillas
El Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) emitió la
siguiente declaración a fines de enero desde la Ciudad de
México.
La situación sobre el aumento del precio de nuestras preciadas
tortillas es un tema que ha puesto a discutir a muchos sectores políticos
y sociales en nuestro país. Y aunque los análisis son muy
diversos, ninguno toca la problemática real: la crisis financiera
internacional, la cual sólo ha sido mencionada por Lyndon LaRouche, el
estadista y economista estadounidense, y líder de la campaña para
llevar a juicio político a Dick Cheney y George W. Bush en los propios
Estados Unidos.
El aumento del precio del maíz —principal causa del incremento
directo del precio, no sólo de las tortillas, sino del puerco, el pollo,
entre otros— es causado por la demanda de este producto en el mercado
internacional, demanda inflada de forma ficticia por la necesidad de maíz
para la creación del biocombustible llamado etanol. El Gobierno de
Calderón alega que el auge maniático internacional del etanol es
el causante del aumento en los precios del maíz (y la tortilla), y
argumenta que los mexicanos, muriéndose de hambre, tienen que ser
competitivos y ponerse a cultivar maíz como biocombustible. El gobierno
anunció que va a “proteger” a los consumidores mexicanos,
abriendo las compuertas a la importación de maíz barato; esto va a
arrasar con la producción de maíz independiente y no
afectará a los carteles. Así que, de hecho, el fraude del etanol
se usa como pretexto para aplicar la siguiente fase del TLCAN,
prematuramente.
|
El LYM también está circulando este cartel en Argentina
contra el fraude del “pedanol” y sus patrocinadores, como el ex
vicepresidente estadounidense Al Gore. |
El fraude del etanol
En los últimos años se ha difundido entre gobiernos de todo
el mundo la tonta idea de los biocombustibles, esencialmente del etanol, como
una supuesta “alternativa” para remplazar nuestra dependencia del
petróleo; esto en lugar de invertir en las altas tecnologías
requeridas. Lo más alarmante del caso es que gobernantes, legisladores,
académicos, así como la población en general, llegan a
creer en esta idea absurda.
Ahora bien, repasemos un poco lo que hay detrás de esta dizque
“tecnología energética”. La mayoría de los
“expertos” que defienden la idea trabajan o son patrocinados por
empresas que tienen que ver con la producción alimenticia y de cereales,
las cuales, por cierto, tienen inversiones en cultivos diseñados para la
producción de biocombustibles (como el etanol y el biodiésel).
Estas transnacionales “preocupadas” por el medio ambiente han
llevado a cabo intensas campañas para presentar los biocombustibles como
alternativas “ambientalmente amigables”, que ayudarían a
combatir el cambio climático y a sustituir parte del consumo de
petróleo dedicado a combustibles para transporte.
El fraude de la supuesta “alternativa energética” se
refuta fácilmente; aquí un simple ejemplo: “La
producción de alcohol consume más unidades de energía
fósil que las que genera al quemarse como combustible. El etanol de
maíz, de pasto switchgrass y de madera, consume, respectivamente,
29, 45 y 57% más unidades de energía de combustible fósil
que las que rinde”.
De hecho, lo único que mantiene al etanol son los subsidios que le
dan los gobiernos que caen en la trampa. No es de sorprender que los grandes
beneficiados con los subsidios del Gobierno estadounidense, quien ha impulsado
en gran medida esta tonta idea, sean los carteles cerealeros —Archer,
Daniels, Midland y Cargill— y los fondos especulativos, los cuales
recientemente han pasado sus apuestas al fútil etanol.
Este fraude se legalizó en nuestro país el año pasado,
cuando el Congreso aprobó la “ley de Promoción y Desarrollo
de los Bioenergéticos”, que respalda el uso de biocombustibles para
la generación energética.
La idea de pensar en tecnologías alternas ineficientes, en lugar de
desarrollos tecnológicos, no es nueva ni tampoco original. En esencia es
el mismo principio de carácter imperial, al mero estilo
angloholandés, de saquear a las colonias sus materias primas, venderles
el producto terminado, y no permitir el desarrollo industrial que
representaría su independencia. No desarrollar altas tecnologías
es simplemente la imposición del atraso, no diferente al de una colonia,
para olvidarnos del verdadero potencial que podemos desarrollar con otro tipo de
combustibles. Nos siguen dando “espejitos por oro”.
Esto es lo que está pasando en la realidad, así que hablemos
claro. Si queremos resolver el problema del alza de la tortilla y a la vez el
energético, ¿estarías dispuesto a respaldar una
energía que, además de ser limpia, sea de bajo impacto ambiental;
potente y de una densidad cada vez mayor; segura, barata y, por qué no,
que además de obtener energía nos ayude a resolver el problema de
las emisiones de gases y, si no es mucho pedir, el del abasto de agua,
así como de la obtención de nuevos combustibles sintéticos
a base de hidrógeno, cuya combustión sólo produce agua?
¿Te gusta la idea?
Pues, ¡bienvenido a la propuesta
nuclear!
Las nuevas aplicaciones de la industria nuclear son realmente
espectaculares. Prueba de ello son los reactores sudafricanos PBMR. Estos
reactores, además de producir energía barata, limpia y segura,
aprovechan el calor del reactor para desalar cantidades importantes de agua de
mar y sintetizar hidrógeno como fuente de combustible. Y esto es
sólo el comienzo, porque lo anterior es tecnología de
fisión. Hoy en día estamos entrando a la era de la fusión;
el 21 de noviembre del año pasado 20 naciones firmaron en París el
acuerdo para la construcción del ITER, el primer reactor de fusión
nuclear controlada, la tecnología energética más natural
que existe, pues es el proceso con el cual el Sol y las estrellas pueden
existir.
Tenemos que dejar de invertir en tecnologías atrasadas —que
sólo nos mantienen en la dependencia y el saqueo del bienestar de la
población—, y hacerlo en lo más avanzado de la ciencia en
nuestro planeta, para desarrollar el más alto nivel industrial y
científico de nuestro país.
Pero, si dejáramos esto hasta aquí, sería una
solución ingenua, ya que llegaría el FMI, el Banco Mundial o
cualquier organismo supranacional a hacer su trabajo, o sea, parar este
desarrollo. Así que el asunto central es cambiar lo que realmente permite
esta y cualquier otra corrupción, es decir, el sistema financiero
internacional.
Tenemos que reorganizar el sistema financiero en su totalidad a lo que
Lyndon LaRouche llama un nuevo orden económico de alta tecnología.
Por eso decimos: deja de pensar, como la llamada generación del 68, en
“el aquí y el ahora”; la energía nuclear podrá
salvar, no sólo tus tortillas, sino que además le dará un
verdadero futuro a lo que en realidad está en juego. . . las
próximas dos generaciones.
|
|