Iberoamérica
Argentina crece, crece y crece. . .
por Gretchen Small
El nombre de nuestro futuro es el cambio. Argentina protagoniza una profunda
transformación, es hora del cambio cultural y moral. Producto del
profundo cambio de paradigma que necesitamos, el éxito de la
gestión tiene que ser juzgado desde las perspectivas del bien
común. . . y el ejercicio del poder político a favor del
bienestar del pueblo.
La economía argentina está transitando su quinto año
consecutivo de crecimiento a un fuerte ritmo, que ronda entre el 8 y el 9%
anual, sin mostrar signos de desaceleración y con firmes expectativas de
que en el año 2007 continuará el proceso de crecimiento a una tasa
todavía elevada.
Se confirma que, luego de la crisis económica y financiera más
grave de la que se tenga memoria, lejos de experimentar un rebote, como
decían los especialistas, la economía experimentó un cambio
decisivo en su modo de funcionamiento. Los resultados son elocuentes en todos
los frentes, a pesar de algunos representantes dignos y brillantes de las
escuelas económicas que nos vienen asesorando.
—Presidente de Argentina, Néstor Kirchner,
1 de marzo de 2007.
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El presidente argentino
Néstor Kirchner, luego del discurso que dio el 1 de marzo. (Foto:
Presidencia de Argentina). |
Argentina, que era el modelo del éxito del Fondo
Monetario Internacional en los 1990, y que luego los financieros internacionales
la abandonaron a su suerte cuando su economía se desintegró por
las propias directrices del FMI a fines del 2001, se yergue ahora como una
nación donde los salarios, las pensiones, la industria, la
infraestructura, la salud y la educación crecen, en tanto que el
holocausto económico se propaga por todo el planeta. Para furia de los
buitres financieros del imperio de las islas Caimán de Londres, gente de
todo el mundo sabe que Argentina no emprendió el camino a la
recuperación sino hasta que su actual presidente, Néstor Kirchner,
rompió con el garlito del FMI.
Ahí radica la importancia estratégica del informe que
Kirchner presentó ante el Congreso argentino el 1 de marzo, en el que
identificó los principios que guían la recuperación
nacional y resumió los logros alcanzados.
Como dejan claro sus palabras, Kirchner no es ningún sesentiochero
cuando se trata de la economía. Los criterios financieros no determinan
la decisión de su Gobierno de dónde invertir, sino más bien
las necesidades físicas de la nación y su pueblo. Condena la
intentona de reducir a la Argentina a una economía de servicios con una
política que procuró imponerle “la paz del sepulcro” a
los argentinos, mientras unos pocos se enriquecían con el pretexto de
“combatir la inflación”. Argentina quiere una “sociedad viva”, dijo Kirchner, y así es que ahora con orgullo se
reindustrializa e invierte en la energía nuclear.
Kirchner identifica el quid de su programa de recuperación como ese
anatema para la sicosis sesentiochera: ¡el trabajo!
Para enojo de esos satélites del financiero fascista Félix
Rohatyn que repiten hasta el cansancio que los métodos de Franklin Delano
Roosevelt no funcionan en el mundo moderno, el hecho irrefutable es que el
enfoque que adoptó el Gobierno de Kirchner sigue los mismos principios
que los que Roosevelt aplicó: que la inversión dirigida por el
gobierno en la infraestructura y la industria, la regulacion del Estado de los
intereses privados en favor del bien común, un gobierno guiado por su
responsabilidad de garantizar el bienestar general y la felicidad del pueblo de
la nación, ¡sí funcionan!
Esos principios económicos del Sistema Americano han funcionado en
todos los países del mundo que los han aplicado. Demostraron su poder con
Roosevelt, y lo hacen ahora en la pelea de Argentina por recuperarse del
infierno que le impusieron los buitres financieros y sus testaferros del FMI.
Éstos son los principios que han de aplicarse de inmediato para remplazar
al sistema financiero mundial en su totalidad, o el planeta entero caerá
en una nueva Era de Tinieblas que arrastrará a todas las naciones,
incluso a Argentina.
Lo que fraguó el FMI
Antes de que el FMI se apoderara de la economía con el golpe militar
de José Martínez de Hoz que dirigieron los nazis en 1976,
Argentina era una de las naciones más ricas de Iberoamérica, con
altos niveles de vida, una fuerza laboral calificada, 99% de alfabetismo, y una
infraestructura científica y tecnológica impresionante.
Tras 25 años de dictados del FMI, en los que los gobiernos de los
1990 aplicaron, por medios dizque “democráticos, una dictadura
económica tan destructiva como la militar de Martínez de Hoz
(quien remató las empresas y recursos del Estado, redujo los servicios
públicos a nada, y “resolvió” cada crisis de la deuda
creando más), para 2001 Argentina estaba acabada. En noviembre de ese
año el gobierno incautó los ahorros de la gente para pagar deuda,
el sistema financiero hizo implosión y el gobierno cayó. La
economía se hundió en el abismo.
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Antes de la llegada del presidente Kirchner en el 2003, Argentina se
hundía en una pobreza tan abyecta, que la gente salía por las
noches a escarbar en los basureros en busca de comida.(Foto: Carlos Pérez Galindo). |
Para fines del 2002 se reconocía que 60% de los argentinos
había caído por debajo del nivel de pobreza, a un ritmo de 762.000
al mes, o 25.000 diarios durante ese año. El desplome hacía
parecer pequeño incluso el que sufrió Indonesia durante la
“crisis asiática” de 1997–1998. Durante ese año,
los pobres aumentaron a un ritmo de 762.000 por mes, o 25.000 diarios.
En un país que produce suficiente comida como para alimentar a 300
millones de personas, 30% de la población ya no podía ni comprar
comida. En la capital, Buenos Aires, ejércitos de familias harapientas
recorrían las calles por las noches en busca de comida de los basureros.
Cuando no encontraban nada, comían ratas, ratones, ranas y sapos.
Cuarenta por ciento de los argentinos cayó en la desnutrición, la
mortandad infantil aumentó, y la muerte por inanición
—desconocida antes en Argentina— fue la suerte que corrieron cientos
de niños, al tiempo que los recortes presupuestales diezmaban el otrora
excelente sistema nacional de salud.
Resultados elocuentes
Ése fue el país que encontró el presidente Kirchner al
tomar posesión el 25 de mayo de 2003. No podía emprenderse
reconstrucción seria alguna en tanto no se quitara la carga financiera de
las espaldas del país. Invocando el principio de que la vida es primero
que la deuda, Kirchner le dijo a los acreedores que Argentina sólo
podía pagar entre 25 y 35% del valor nominal de su deuda, y que el resto
tendrían que darlo por perdido. Tras ganar esa ardua batalla, Argentina
pudo saldar su deuda con el FMI en enero del 2006, para librarse de sus
chantajes.
Casi cuatro años después, Kirchner pudo informarle al
Congreso que entre los avances logrados con el nuevo paradigma están
que:
• El porcentaje de argentinos por debajo del nivel de pobreza se
redujo, de 60% cuando tomó posesión, a 31,8% hoy, y el
número de indigentes se ha reducido a la mitad, lo cual aún es
“una vergüenza”, dijo, pero es mucho menor.
• El desempleo cayó a menos de 10% por primera vez en 14
años, a 8,7%, una tercera parte del 27% que era en mayo del 2003. Desde
entonces, se han creado unos 3,4 millones de empleos.
• Desde el 2003, el salario mínimo aumentó de 200 a 800
pesos, el salario de los maestros se triplicó, el salario nominal
promedio de los trabajadores con empleos registrados (es decir, que no
están en la “economía informal”) aumentó
72%.
• El pago de las pensiones y el seguro social aumentó diez
veces, luego de estar congelado por años. Mientras que treinta y cinco de
cada cien de nuestros abuelos estaban condenados a la indegencia en el 2002, sin
seguridad social, hoy nueve de cada diez están protegidos,
afirmó.
• Está dándosele marcha atrás a la
privatización del sistema de salud por medio de la cooperación
entre la federación y los estados, que incluye el establecimiento de 179
nuevos centros comunitarios de salud, y un aumento de la atención
básica y de la inversión en 40 hospitales a nivel nacional. Un
ejemplo de los resultados es el aumento de 46% en las consultas médicas
en los hospitales y los centros de atención básica
combinados.
• Se construyen ya 2.400 km de carreteras nuevas, que integran a las
provincias “olvidadas”. La inversión en los ferrocarriles
aumentó en el 2006, con la reparación de equipo y 300 km de
ferrovías ya construidos.
• La industria creció 8,3% en el 2006, con un incremento tal
en la capacidad utilizada, que ramas tales como el acero y el papel ampliaron su
capacidad de producción. En los últimos tres años la
industria de más rápido crecimiento fue la de la
construcción: 34,4% en el 2003, 29,4% en el 2004, 20,4% en el 2005, y se
proyecta un ritmo de 20% para el 2006.
• La inversión en plantas de electricidad pretende
añadir más de 4.600 megavatios de generación para el 2008,
un aumento de 50% en las líneas de alta tensión del país,
uno de 22% en la capacidad de transporte de gas natural, y está
terminándose la central nuclear Atucha II.
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