Iberoamérica
Bush hundirá a
Iberoamérica en la demencia de los biocombustibles
por Cynthia R. Rush
Cuando George W. Bush inició su gira por cinco naciones de
Iberoamérica el 8 de marzo para promover la estafa de los biocombustibles
como la salvación económica de la región, se embarcó
en una misión muy congruente con el carácter demente de su
presidencia.
Desde 2001, el régimen de Bush y Cheney ha insultado, provocado y
pisoteado a la región, en lo principal por medio de las directrices
globalizadoras del Fondo Monetario Internacional que idearon los financieros
angloholandeses que tiran de los hilos del Gobierno estadounidense. El sistema
financiero sufre una desintegración sistémica, y los planes para
extender la guerra en el Sudoeste de Asia amenazan con arrasar a la
civilización misma. El estadista norteamericano Lyndon LaRouche ha
propuesto un enfoque programático que podría salvar al mundo.
Pero, en cambio, los amos sinarquistas de los chiflados de la Casa Blanca
prometen una “revolución del etanol” que llevará a EU
y al mundo, no al nirvana, sino derechito al infierno.
En el caso de Iberoamérica, Bush mismo ha anunciado que está
dispuesto a escuchar y aprender para “involucrar” a la
región, del modo que el subsecretario de Estado Nicholas Burns lo
describió durante su viaje del 6 y 7 de febrero a Brasil y Argentina. El
equipo de Bush alega que, con los biocombustibles, EU recuperará la
influencia que ha perdido en la región.
Bush promovió esta demencia de los biocombustibles en todos los
países de su gira —Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y
México—, pero sus amos le tienen echado el ojo en especial al poder
económico brasileño. El 6 de febrero, al tiempo que la Casa Blanca
anunciaba el itinerario de viaje de Bush, en el que Brasil sería su
primera parada, Nicholas Burns y Greg Manuel, el asesor especial sobre
energía de la secretaria de Estado Condoleezza Rice, estaban en Brasil
recabando apoyo para la “alianza estratégica” que el Gobierno
estadounidense pretende pactar con el presidente Luiz Inácio Lula da
Silva, en razón de su posición como los dos principales
países productores de etanol del mundo. El biocombustible, dijo Burns,
¡“es ahora el eje simbólico” de las relaciones entre EU
y Brasil!
Ésta es la manera de abordar los problemas acuciantes de la pobreza
y el desempleo en Brasil e Iberoamérica, dijo Burns, y EU y Brasil lo
harán juntos. La Comisión Interamericana del Etanol que
creó en diciembre de 2006 el hermano de Bush, el ex gobernador de la
Florida Jeb Bush, hasta se atreve a predecir que la integración
iberoamericana la forjará. . . ¡el etanol! Jeb
también tendrá una participación importante en el
“equipo general del etanol” que la Casa Blanca ha formado para
supervisar la alianza con Brasil en cuanto a los biocombustibles.
¿De cuál fumaron?
La “solución” de los biocombustibles tiene dos aspectos
que subrayan su incompetencia, ya no digamos sus implicaciones
genocidas.
Primero, que esto no tiene nada que ver con concepto real alguno de
economía física queda claro por el hecho de que los mismos fondos
especulativos y derivados financieros que han alimentado la burbuja especulativa
global y el acarreo de yenes que están por reventar, concentran ahora su
codicia en la estafa internacional del etanol para crear una “burbuja de
los biocombustibles” igual de inestable. En una conferencia en Londres el
1 de febrero sobre “El mercado europeo del biodiésel”, el
consultor financiero Robert Outram correctamente señaló que,
“en el interés de las organizaciones financieras por invertir en la
industria de los biocombustibles puede verse una gran similitud con la burbuja
de las ‘punto com’ que estalló al terminar el
siglo”.
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George W. Bush realizó una gira el 8 de marzo por cinco naciones de
Iberoamérica, Brasil, Uruguay, Colombia, Guatemala y México, para
promover la demencia de los biocombustibles como la salvación
económica de la región. Pero sus amos le tienen echado el ojo en
especial al poder económico brasileño. (Foto: Paul Morse/Casa Blanca). |
La cúpula de la sinarquía financiera internacional dirige
este juego. El especulador George Soros, los grandes carteles agrícolas
—Cargill, Archer Daniels Midland (ADM), Bunge, Louis Dreyfus—, y los
fondos especulativos y de inversión privada con sede en Londres o en sus
paraísos bancarios de ultramar en las islas Caimán, Hong Kong o
Bermudas, le están metiendo dinero a este timo, babeando por la
perspectiva de hacerse de dinero fácil.
En una conferencia sobre “La dinámica global de los
combustibles”, que patrocinó el Centro Woodrow Wilson el 20 de
febrero en Washington, el asesor sobre energía del Departamento de Estado
Greg Manuel, quien acababa de regresar de Brasil, soltó la sopa. Al
empezar sus comentarios con la explicación de que él venía
del sector privado, donde trabajó para J.P. Morgan y como emprendedor
capitalista en el Valle del Silicio, Manuel regurgitó que, “esta
industria [de los biocombustibles] en realidad no es tan diferente. La clave es
el capital. . . todo lo mueve el capital”.
Luego, al igual que otros oradores, Manuel defendió la
intervención de los fondos y especuladores que vierten su dinero en el
sector de los biocombustibles de Brasil. “Todo nuevo mercado tiene
especuladores. . . ¿Existe una burbuja? Quizás”,
dijo. Pero así es que funciona el libre mercado. Hizo hincapié en
que el gobierno debe intervenir lo menos posible en este embauco, y dejarlo todo
en cambio en manos de los financieros que saben lo que hacen.
Ansiosos por sumarse al circo, los bancos de inversión de Wall
Street programaron una “Reunión cumbre sobre finanzas e
inversión en el etanol” para el 19, 20 y 21 de marzo, con oradores
de Goldman Sachs, Morgan Stanley y Citigroup Venture Capital International,
entre otros. Una “Reunión cumbre de Wall Street sobre el comercio
verde”, a realizarse el 16 y 17 de abril, contará con una
sesión especial sobre “Los mercados comerciales de
biocombustibles”, junto con toda clase de temas sobre
“financiamiento verde”.
Segundo, como lo ha documentado Resumen ejecutivo de EIR, los
biocombustibles mismos son un fraude. No es ciencia real, como la que el
Movimiento de Juventudes Larouchistas ha demostrado con su trabajo
revolucionario en el redescubrimiento de los principios físicos
universales que probó el gran científico del siglo 17, Johannes
Kepler. Más bien representan una acumulación primitiva, como la típica del modelo colonial británico de las plantaciones,
que también se impuso en los estados del Sur en EU y que llevó a
la guerra civil de 1861–1865. No tienen nada que ver con el principio del
Sistema Americano de defender el bienestar general. Es saqueo de materias primas
y destrucción de la fuerza laboral mediante la mano de obra esclava, en
tanto que sólo se construye la infraestructura necesaria para facilitar
dicho saqueo.
Entenderlo bien. . .
La mayoría de los gobiernos iberoamericanos ha enfrentado con
bastante competencia la locura de las políticas especulativas
librecambistas del FMI, y lo que éstas le han hecho tanto a sus
economías como a su estabilidad política. Por eso, en los
últimos años el demoninado grupo informal del “Club de
Presidentes” ha aprovechado una serie de reuniones cumbre y la
cooperación estrecha para formular alternativas al quebrado sistema del
FMI.
El 21 de febrero el presidente argentino Néstor Kirchner y su
contraparte venezolana Hugo Chávez anunciaron en Puerto Ordaz, Venezuela
la firma de un memorando de entendimiento para crear el Banco del Sur, como
núcleo de una nueva entidad continental que financie el desarrollo, con
grandes obras industriales y de infraestructura.
Kirchner, quien le ha aportado un liderato importante al Club de
Presidentes, subrayó que, aunque la nueva entidad empiece como una
asociación bilateral, todas las naciones iberoamericanas están
invitadas a unirse tan pronto como puedan. El ministro de Economía de
Ecuador, Ricardo Patiño, quien estuvo en Caracas el mismo día, de
inmediato anunció la disposición de su Gobierno a
sumarse.
En los comentarios que hizo en Venezuela el 21 de feberero, Kirchner
explicó que el Banco del Sur tendrá “filosofías
diferentes” a las del FMI, cuyas directrices se convirtieron en
“verdaderos castigos” para muchas naciones.
El Banco del Sur debe fomentar “el financiamiento de inversiones
básicas y fundamentales para la integración
latinoamericana”, dijo Kirchner, “resolver estructuralmente
problemas que [las naciones] tienen y que. . . les va a permitir
desarrollarse”. Y, advirtió, “si el Banco del Sur se
convierte en una entidad financiera más, habrá sido un nuevo
fracaso de la región”.
. . . y entenderlo mal
Pero entender bien la criminalidad de las medidas librecambistas y enemigas
del Estado nacional del FMI no ayudará si los gobiernos iberoamericanos
se tragan el cuento de los biocombustibles, que los mismos oligarcas financieros
que dirigen el Fondo ofertan como una gran revolución
“transformadora”. Los borrarán de la faz de la Tierra. Hasta
a los gobiernos más cuerdos en materia de política
económica, como Argentina, los han contagiado con esta fiebre.
Brasil, que le gusta jactarse de su “grandeza”, es
quizás el peor. Brasil es decisivo para la integración
iberoamericana, y tiene planes ambiciosos de construir plantas nucleares y
enriquecer uranio. Pero, al mismo tiempo, el presidente Lula ha dejado que el
pragmatismo mortal que con frecuencia ha significado la perdición de
Brasil, lo lleve a abrazar la idea estúpida de que puede convertirse en
una superpotencia energética independiente “sembrando el
petróleo del futuro”, el etanol.
En su discurso del 26 de enero en el Foro Económico Mundial de
Davos, Lula le hizo una gran propaganda al desarrollo de biocombustibles, en la
que en particular instó a EU a ayudar a los países pobres a
financiar cultivos que se usan en la producción de etanol, los cuales,
alegó, no sólo producirán un combustible limpio, sino que
también le traerán empleo e ingresos a esas naciones. Embobado con
el “Programa Estratégico de Biocombustibles” del Gobierno de
Bush, que también incorporará a otras naciones de América
Central y del Sur, el Gobierno de Lula organizó una conferencia
internacional a fines de febrero, a fin de establecer normas técnicas
para clasificar al etanol como un “producto globalizado” que no
puede comerciarse en los mercados internacionales, como es hoy el caso con el
petróleo y la soya.
Según el Banco Central brasileño, la inversión
extranjera en el etanol aumentó 3.000% en 2006. George Soros, Cargill,
ADM y una caterva de depredadores financieros asentados más que nada en
paraísos fiscales de ultramar, son los primeros en la lista. Lula tal vez
tenga la ilusión de que Brasil se convertirá en otra
“Arabia”, pero la intención de los buitres que le inyectan
liquidez al etanol brasileño es aprovechar la mano de obra esclava de la
industria azucarera para llenarse los bolsillos, al tiempo que pulverizan la
fuerza laboral.
No por nada los zafreros del empobrecido noreste de Brasil hablan del
“azúcar satánica”. Es un trabajo extenuante por muy
poca paga y condiciones miserables de vida, plagado de desnutrición y
analfabetismo. No hay seguridad laboral, y los campesinos que cultivan para el
consumo humano y se ven obligados a ceder sus tierras para la creciente
producción de azúcar, soya o ricino para el etanol, por lo general
acaban en las favelas urbanas.
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