Reportaje especial
El LYM enfría el
calentamiento de Gore
por Nancy Spannaus
Ponte cómodo y observa el cuadro completo. A mediados de febrero,
antes del feriado del Día de los Presidentes en Estados Unidos, tanto la
Cámara de Representantes como el Senado participaron en un encendido
debate sobre sus responsabilidades, conforme a la Constitución
estadounidense, en los asuntos de la paz y la guerra. Mayorías
significativas de ambas cámaras votaron en contra de la
intensificación de la guerra del presidente George Bush en el Sudoeste de
Asia, con lo que sentaron las bases para imponer medidas más
duras.
Entonces, la semana del 26 de febrero voceros del gran fraude del
calentamiento global del ex presidente Al Gore infestaron el Congreso y la
capital estadounidense, al participar en una serie de audiencias legislativas,
la conferencia de la Asociación Nacional de Gobernadores y la Conferencia
Anual sobre las Perspectivas del Departamento de Agricultura, entre otras. Fue
casi como pasar de lo sublime a lo ridículo.
Fue en este ambiente que Lyndon LaRouche desplegó a su Movimiento de
Juventudes Larouchistas (LYM) en una campaña de vida o muerte para librar
al Partido Demócrata y otras instituciones del fraude de Gore. El
Comité de Acción Política Lyndon LaRouche (o LaRouche PAC)
emitió un volante que revela la “verdad incómoda”
sobre la que mienten los adeptos del fraude del calentamiento global,
como Al Gore, acerca de los datos científicos en los que se apoyan para
sojuzgar a la sociedad industrial (ver nuestra edición de la
1a quincena de marzo de 2007). El LYM se dispuso a romper el ambiente
controlado y a desenmascarar los axiomas maltusianos inmoralmente
anticientíficos que le han vendido a la generación del 68 en los
últimos 40 años, y que ahora amenazan con abrirle paso a una
dictadura angloholandesa global, una nueva Era de Tinieblas
planetaria.
El Oscar al mejor fraude científico
El LYM empezó su campaña en Hollywood, donde el tragón
de Al Gore recibiría su Oscar de manos de la Academia por el mejor
documental del año. Un equipo de nueve activistas larouchistas se
apostaron en una acera a una cuadra de la alfombra roja, y extendieron una gran
manta que decía: “Al Gore: premio de la Academia por el mejor
fraude científico”. Los volantes se repartían como pan
caliente, y empezó la ceremonia de premiación
“paralela”.
En la parodia de la ceremonia participaron tres personajes: un reportero,
el depravado lord Bertrand Russell y el propio Gore. El guión le
concedía el “prestigioso premio Pinocho” a Gore. Lord Russell
abundó:
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Al Gore recibe su Oscar de manos de Davis Guggenheim el 25 de febrero de
2007. El cursi mundo irreal de Hollywood fue el lugar idóneo para premiar
a Gore por un “documental” que, de hecho, no es más que
propaganda fundada en un fraude científico. (Foto: ©
AMPAS). |
“Me siento de lo más honrado de estar aquí en nuestra
antigua colonia, América, en representación de la Real Sociedad
británica, para otorgarle al señor Albert Gore un premio. La
mayoría de ustedes, rústicos estadounidenses, desconocen
cómo la respetada Real Sociedad se ha distinguido en esto del fraude
científico desde nuestros primeros días, cuando tuvimos que
destruir la reputación de ese americanista de Godofredo Leibniz, quien
alegaba haber inventado el cálculo. No cabe duda que hicimos un buen
trabajo en esa ocasión. ¡Ustedes los estadounidenses todavía
creen que nuestro estimable hechicero Isaac Newton era un genio! Desde esa
travesurilla, la Real Sociedad no ha efectuado un fraude más eficaz en
nombre de la élite financiera. Les aseguro que al otorgarle este
galardón al señor Gore continuamos una bien fundada
tradición.
“En mi libro de 1951, El impacto de la ciencia sobre la
sociedad, escribí:
“ ‘Al presente la población mundial aumenta en
58.000 habitantes al día. La guerra, hasta ahora, no ha surtido un gran
efecto en este aumento, que continuó a lo largo de las dos guerras
mundiales. . . La guerra. . . hasta el momento ha sido
decepcionante a este respecto. . . pero tal vez la guerra
bacteriológica pruebe ser más eficaz. Si pudiera propagarse una
peste negra por el orbe cada generación, los sobrevivientes
podrían procrear con libertad sin sobrepoblar demasiado el
mundo. . . La situación sería un poco desagradable,
pero, ¿y qué? La gente de veras noble es indiferente a la felicidad,
en especial a la de otras personas’.
“Cuando escribí estas palabras, cuándo me iba a
imaginar que un advenedizo joven político estadounidense de segunda
rebasaría por mucho mis proyecciones más desbordadas de genocidio.
Pero he aquí a Albert Gore y su excelente producción de Una
verdad incómoda, una obra maestra de locuacidad (si es que alguna vez
vi una). De seguirse las recomendaciones del señor Gore de reducir las
emisiones de dióxido de carbono, el desplome consiguiente de las
economías del mundo no acarrearía la muerte de meras decenas de
millones o incluso de cientos de millones. Yo creo que el señor Gore y
las víctimas de su engaño bien podrían arrasar con unos
cuantos miles de millones. ¿No sería lindo?”
Entonces lord Russell le entregó a “Al Gore” una
estatuilla plateada de muy larga nariz. Por supuesto, Gore estaba fascinado, al
igual que los equipos de televisión y los turistas, quienes videogrababan
la “premiación”. En cuanto a la gente “normal”, a
muchos les sorprendía que nadie contradijera la fe religiosa popular en
el calentamiento global. La lección recién empezaba.
‘Kepler refutó el calentamiento global
hace 400 años’
Entre tanto, en la Ciudad de Nueva York el LYM desbarataba una
sesión de lavado cerebral disfrazada de reunión ciudadana del
representante demócrata Anthony Weiner. La idea de la reunión, en
la que se proyectó el documental de Gore y hubo una sesión con
dizque expertos, era movilizar a la población para “combatir el
calentamiento global” con el ahorro de energía y medidas
parecidas.
El LYM distribuyó entre los 400 presentes el volante que descubre el
fraude de Gore sobre las emisiones de CO2, y topó con muchos
que, afectados emocionalmente por la película, atacaron a quienes
desenmascaraban el timo. Sin embargo, lo mejor de la intervención vino
durante el período de preguntas y respuestas, en el que hablaron dos
miembros del LYM.
La verdad calienta el ambiente en el Club Nacional de
Prensa
A 24 horas de que emprendió una andanada de intervenciones en el
mundo grotesco del galardonado actor de ciencia ficción Al Gore, tanto en
la ceremonia de entrega de los Oscares en Hollywood como en una reunión
que organizó un congresista en la Universidad de Queens en Nueva York, el
Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) se abocó a llevar un poco de
realidad a una recepción del Club Nacional de Prensa que presidió
James Hansen, el director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la
NASA en Nueva York, en la que habló del calentamiento global.
Luego de regurgitar los acostumbrados cuentos del consenso
científico acerca del calentamiento global como un problema generado por
el hombre, cuya solución es la austeridad industrial, empezaron las
preguntas. Tras batear algunas preguntas fáciles que le lanzó una
prensa sesentiochera típicamente desmoralizada, un miembro del LYM lo
refutó a nombre de la revista 21st Century Science &
Technology, al señalar cuestionamientos científicos serios
sobre la validez y metodología de las muestras de hielo que emplea el
Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climatológico (IPCC), mismo que
Hansen había citado. El larouchista refirió el estudio del
profesor alemán Ernst–Georg Beck, que se apoyó en 175
estudios separados, con 90.000 mediciones directas en un lapso de 100
años, en el que aplicó el científicamente legítimo
método químico, y señaló que, de hecho, contrario a
todo lo que Hansen acababa de decir, en el pasado hemos tenido índices de
CO2 muy superiores a los actuales, en el período de
1935–1948.
Hansen respondió con una mentira, al decir que no hay registros de
CO2 de los 1930 y que tendría que ver los documentos
propiamente acreditados antes de poder hacer algún comentario. Luego hizo oídos sordos a todo comentario
posterior al respecto. Al final, el joven organizador se acercó a Hansen
para entregarle el volante de LaRouche PAC sobre el fraude de Al Gore con el
CO2 e indicarle los estudios que el mismo cita. Hansen
respondió con un: “Oh, LaRouche. Esto no es ciencia, no viene de
una publicación acreditada”.
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Si James Hansen hubiera vivido en tiempos de Kepler, ¿habría
considerado al genio alemán, cuyas ideas contravinieron los axiomas de
los astrónomos de la época, como un científico
“acreditado”? |
A la salida, el LYM repartió el volante entre los asistentes y tuvo
un enfrentamiento con uno de ellos, quien se rehusó a aceptar el impreso
y se enfureció cuando los activistas le dijeron que, si fuera un
verdadero científico y no nada más fuera adonde el dinero lo
mandara, investigaría estas contradicciones. Esto animó a un
oyente, quien se acercó para pedir un volante y dijo estar de acuerdo en
que Hansen era muy cerrado. Luego les dio su tarjeta de presentación, con
lo que demostró que de hecho era un colega de Hansen en la NASA y
explicó que en el pasado había colaborado con el movimiento de
LaRouche en desenmascarar el fraude de los hoyos en la capa de ozono.
—Cody Jones, miembro del LYM.
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Ver ampliación
Al Gore y Bertrand Russell (caracterizados por organizadores larouchistas)
son entrevistados por “periodistas” en una manifestación en
Hollywood el 25 de febrero, durante la entrega de los premios Oscar. (Foto: Sylvia Spaniolo/EIRNS). |
El primero se presentó como un demócrata de la capital
ambientista del mundo, se burló de la incapacidad de Bush para entender
nada científico, y luego puso el dedo en la llaga: “Pero no estoy
de acuerdo con Al Gore”. Unos cuantos sesentiocheros lo abuchearon, pero
todo el mundo estaba atento. El larouchista continuó: “La
razón es que he estudiado geoquímica y el método de Kepler
en cuanto a la astrofísica. Uno no puede probar una relación
lineal directa, de uno a uno, entre un aumento del CO2 y un aumento
de la temperatura de la Tierra. Y es evidente que Kepler, quien descubrió
el principio universal de la gravitación, no sólo refutó
los métodos estadísticos de Copérnico, Brahe y Ptolomeo en
su Nueva astronomía y luego en La armonía del mundo, sino, de hecho, el método de análisis estadístico de Al
Gore, hace 400 años. Así que mi pregunta para los expositores es:
si han leído la obra de Kepler, ¿cómo pueden seguir
defendiendo el método estadístico lineal de Al Gore? Y mi segunda
pregunta, para Weiner, es: si nos importa tanto el mundo y tenemos dos
portaaviones estacionados en las costas del golfo Pérsico listos para
atacar a Irán, ¿por qué el tema de esta reunión
ciudadana no es el enjuiciamiento de Bush y Cheney?”
Esta última pregunta arrancó más aplausos que
cualquier otra cosa durante las preguntas y respuestas. Era obvio que el
público hubiera estado más que dispuesto a apoyar el juicio
político, pero la pandilla de Gore había arrastrado al congresista
al pantano del fraude.
Aunque los “expertos” y el congresista le sacaron al bulto, no
se escaparon. La siguiente pregunta vino del LYM: “Luego de ver la
película de Al Gore y escuchar a los expositores, he concluido que la
principal causa del aumento del CO2 son los sofistas, aquellos que
hablan mucho pero que nunca abordan el problema verdadero, y el problema
verdadero es el que tienen los neoconservadores en la promoción de esta
seudociencia”. El joven larouchista explicó la participación
de James Woolsey, Joe Liebermann y la Coalición Liberen a América,
junto con George Shultz, en el fomento de la bioidiotez; y luego la
agarró contra el congresista, quien ya antes había apoyado el plan
de “bonos de carbono”, dejando al descubierto que ésta es una
propuesta política del banquero sinarquista Félix Rohatyn. Weiner
trató de desviar el tema: “Tú sólo quieres hablar de
un tema, el etanol”. A lo que la respuesta no se hizo esperar: “No,
sólo saqué a colación otro, el de Félix Rohatyn y
los bonos de carbono”. El congresista ya no contestó.
El campo de batalla en Washington
En la capital estadounidense el LYM emprendió su ofensiva en muchos
frentes, entre ellos el Club Nacional de Prensa, una reunión de los
gobernadores de los estados y muchas audiencias del Congreso. Las reacciones de
los congresistas fueron desde la ira, hasta una renovación apasionada de
su dedicación al progreso tecnológico y la razón.
En cierto caso, un organizador abordó a un alto miembro de la
Comisión de Energía del Senado y viejo defensor de la
energía nuclear durante un receso de la audiencia anual sobre las
perspectivas energéticas, y le habló de la necesidad de una
transición a la energía atómica. Luego de ofrecerle trabajo
al larouchista, el senador dijo que ya tenían un política
energética. El organizador replicó con la verdad de que construir
seis plantas en 20 años no es una política energética.
Picado, el senador regresó a su reunión, donde afirmó que
EU va para atrás con su política energética, y luego
abandonó la audiencia.
Los cabilderos del calentamiento global que pululan en el Capitolio se
interesaron en el volante. Sin embargo, al topar con las paradojas de las
mediciones reales de CO2 se echaban un rollo y huían, en vez
de encarar el desafío. Mientras intentaba entregarle algunos impresos a
un representante de la Comisión de Administración y Presupuesto,
un organizador escuchó a una mujer de la Junta de Legisladores Negros,
que hablaba de cómo recabar fondos, preguntarle a su jefe de personal:
“¿Podemos conseguir que Al Gore participe en este acto?
¿Podría tal vez ir a este otro?” El activista del LYM se dio
la vuelta y le entregó el volante. La mujer gritó estupefacta,
pero no lo hizo bola ni lo tiró. El larouchista le dijo que no todos los
científicos están de acuerdo en lo del calentamiento global. Su
jefe de personal se asomaba sobre su hombro, y luego se dirigieron al Capitolio
leyendo el volante.
Otro senador, que participa en varias comisiones importantes, topó
con un organizador que le recordó que no todos los científicos se
tragan lo del calentamiento global. Al preguntarle al larouchista que qué
estudiaba, éste le respondió que astrofísica, con LaRouche.
El senador se burló de que “el problema” con LaRouche es que
empieza con una conclusión y luego trabaja para atrás. El joven le
preguntó: “¿Y no es precisamentre eso lo que están
haciendo con lo del calentamiento global, al buscar las estadísticas que
cuadren con el supuesto?” El senador no tuvo mucho qué decir, pero
el intercambio lo dejó pensativo.
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Gore, el pingüino
friolento |
Remplacemos el fraude con ciencia
El objetivo de la ofensiva del LYM en Washington es revolucionar la forma
de pensar, y no sólo cambiar medidas específicas. Los
jóvenes han estado procurando a los congresistas y sus asesores
científicos para mostrarles el método revolucionario de Kepler, y
cómo debe remplazar las visiones de “Tierra plana” que han
llevado a EU a abandonar su industria y el bienestar de su
población.
Lo que el LYM enfrenta son 40 años de lavado cerebral, en los que
los instrumentos anticientíficos de la oligarquía financiera se
han apoderado de la cultura. Esta perspectiva ha llevado al mundo al borde de la
catástrofe, en tanto que el enfoque científico del LYM ofrece un
camino hacia la recuperación, no sólo de EU, sino del planeta
entero. Armado con la ciencia, el LYM está decidido a triunfar, empezando
con el enjuiciamiento de Cheney. |
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