Estudios estratégicos
Por qué seguimos
perdiendo guerras
por Lyndon H. LaRouche
En la guerra de Indochina de 1964–1972 a la que Estados Unidos de
América se tiró de cabeza como un estúpido, las fuerzas
estadounidenses ganaron las batallas, pero perdieron la guerra sin razón
más pertinente que haberla escogido. La guerra de Iraq que la primera
ministra Margaret Thatcher le endilgó a un crédulo presidente
George H.W. Bush, fue un desastre mucho menor, sólo porque se le
aconsejó sabiamente que no se adentrara más en Iraq. Pero, al
final de esa guerra, Europa y EUA (ambos) emprendieron prestos, y perdieron, las
guerras de los Balcanes, que nunca debieron haberse iniciado. La nueva guerra
que se propaga por el Sudoeste de Asia, a la que el Gobierno británico de
Blair ha inducido a meterse a sus víctimas incautas tales como el
presidente Bush y su secuaz el vicepresidente Cheney, ha sido ya la peor necedad
de todas, pero está por empeorar mucho más, a menos que se bote
rápido a Cheney del cargo.
Una lectura del meticuloso Informe Final del general estadounidense (r.)
Barry R. McCaffrey del 26 de marzo de 2007 pone de relieve este hecho. Para
resumir la esencia de su informe, las fuerzas militares estadounidenses
están ganando las batallas, pero la criminalidad del Blair de Londres
está logrando destruir a nuestra nación, un Gobierno fabiano de
Blair que tiene agarrados de sus necias narices al vicepresidente Cheney y otros
cómplices, lo cual adentra a nuestra república “un paso
más en las arenas movedizas estratégicas globales” de su
autodestrucción inminente, del modo que Londres atrajo a Napoleón
Bonaparte a la trampa de la guerra de guerrillas en España.
Esto nos recuerda a algunos el cuento cruel del coronel de marina que
encabezó a su regimiento en el ataque frontal exitoso contra un nido de
ametralladoras, pero que perdió a sus soldados en el intento. La pregunta
al coronel después fue: “¿Por qué no los
flanqueó?” Ese coronel era un genio en comparación con los
planificadores estratégicos actuales del Gobierno de Bush.
La pregunta que los necios senadores estadounidenses y otros debieran
hacerse es: “¿Quién es el que prácticamente ha drogado
a nuestro Congreso, una y otra vez, para que emprenda batallas que nuestras
fuerzas ganan en el extranjero, pero pierden en casa?”
¿Quiénes fueron los idiotas confusos del Senado de EU y otras
partes que se alegraron por el cierre permanente de la economía
estadounidense a instancias del agente británico Al Gore, todo en aras de
abandonar nuestra soberanía nacional para convertirnos todos en esclavos
de un nuevo imperio mundial, la nueva torre de Babel que llaman
“globalización”?
¿Quiénes son los idiotas que están prestos a contender
por la Presidencia de EUA en alianza con los que enarbolan la bandera de la
traición del pelele del Príncipe de Gales y viejo heredero de una
tradición familiar racista hondamente enquistada, la del compinche
íntimo del Príncipe de Gales, el maltusiano imbécil, pero
depravado y charlatán de Al Gore, cuya estafa mentirosa del
“calentamiento global” está presionando a todos los idiotas
universitarios y de otra índole disponibles entre nosotros a que lleven a
la república estadounidense al suicidio nacional? Éste es el
suicidio que quiere el monstruo de Middlebury y ex socio de George Shultz y
Pinochet, Félix Rohatyn.
La gran enseñanza de la historia de la estrategia desde que Grecia
fue destruida por su victoria en la guerra del Peloponeso, es que la gente de
una perversión peligrosa en la historia mundial es aquella que, como el
Imperio Británico, ha aprendido a ganar guerras haciendo que otros se
destruyan a sí mismos al librar la clase de batallas ideadas para
acarrear la ruina mutua de los combatientes, del modo que nos tiramos de cabeza
como necios en las guerras de Indochina y los Balcanes, y en la
conflagración del Sudoeste de Asia que desencadenó en el
Líbano el consentido de Inglaterra, Henry A. Kissinger, en abril de 1975,
una guerra aún batiente hoy.
No necesitamos nuevos enemigos en el Sudoeste de Asia, cuando aquí
en casa tenemos más que suficientes bribones y mentecatos de altos vuelos
en la cúpula que logran engañarnos.
El gran problema estratégico que enfrenta ahora EUA, al igual que el
mundo entero, es el conflicto entre los patriotas y aquellos que profanaron la
Constitución estadounidense, el fundamento de nuestra soberanía,
para pactar alianzas y emprender guerras en complicidad con quienes quieren
despojarnos de nuestra soberanía a favor de una “torre de
Babel” global, y degradarnos, de ser una economía de progreso
animada por la ciencia, a una suerte de pueblo que, con justicia, un
cavernícola y quizás hasta un mono que se respeten verían
con disgusto.
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