Iberoamérica
Bush inflama a Colombia en etanol
por Javier Almario
Con motivo de la visita del presidente George Bush a Colombia el 11 de
marzo, el presidente Álvaro Uribe le ofreció a Estados Unidos
dedicar 6 millones de hectáreas —60 mil kilómetros
cuadrados— de la Orinoquia colombiana al cultivo de caña de
azúcar para la producción de etanol, dizque para remplazar el
consumo de gasolina automotriz. Según Uribe, este territorio
podría utilizarse “sin afectar la selva
amazónica”.
La cifra es realmente extraordinaria, si se considera que la tierra
cultivada en Colombia (sin incluir pastizales para el ganado) fue de apenas 4,06
millones de hectáreas en 2005, incluyendo el cultivo de café,
según informa la Sociedad de Agricultores de Colombia. La máxima
superficie cultivada que ha tenido el país en los últimos 17
años fue de sólo 4,6 millones, y eso fue en 1990, antes de que se
diera la apertura y la tan cacareada globalización.
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Bush consigue en Colombia el traje de cacique apropiado para dirigir a toda
Iberoamérica como a una gran plantación de aguardiente de etanol. (Foto: César Carrión Ayala/SNE). |
Colombia es ya el segundo productor más grande de etanol del
Continente, después de Brasil. El presidente Uribe propuso que el
país dé este salto gigantesco en el cultivo para biocombustibles
con la apertura de la Orinoquia, una región escasamente poblada del este
del país, que es una mezcla de llanuras y selva.
Hoy la economía de esta región se reduce más que nada
al petróleo, algunos ranchos ganaderos y las drogas. Sin embargo, por
décadas el movimiento de LaRouche en Colombia ha insistido que la
Orinoquia, con sus fértiles planicies de fácil labranza, a las que
sólo les hace falta infraestructura y sistemas hidráulicos,
debería transformarse en un nuevo granero para Colombia y para toda
Sudamérica.
Aumentar 250% la superficie cultivada en Colombia sí que
sería una proeza, que implicaría inversiones tremendas en
infraestructura (carreteras, ferrocarriles, túneles, puentes,
energía, traslado de población, servicios de salud, etc.).
Sólo que hacerlo para producir etanol, para quemarlo como combustible,
llevaría al país a la bancarrota total, y a una indiscutible
escasez de alimentos y la hambruna.
La pregunta sigue siendo: ¿quién aportará el dinero para
las plantaciones y los ingenios azucareros? ¿Acaso está esto
relacionado con los informes que ha recibido EIRNS en Wahington, de que
el hermano del Presidente de Estados Unidos, Jeb Bush, está invirtiendo
en grande en el etanol en Perú y Colombia?
Hasta ahora. . . ¡todo va
mal!
Desde noviembre de 2005, el 57% de la gasolina que se distribuye en
Colombia viene mezclada con 10% de alcohol etílico. Lo que jamás
se ha dicho es que el Gobierno colombiano organizó las cosas de modo tal,
que la población está subsidiando la producción de etanol
con más de un dólar por galón, un sobreprecio que termina
pagando tanto el consumidor de gasolina como el resto de los
colombianos.
En efecto, Ecopetrol, la empresa estatal petrolera que controla la
distribución general de los combustibles líquidos en Colombia, le
paga a los productores de gasolina 1,42 dólares por galón. En
cambio, por cada galón de “alcohol carburante”, como se le
llama en Colombia, Ecopetrol le paga al productor 2,35 dólares. En pocas
palabras, Ecopetrol compra etanol casi 60% más caro que la
gasolina.
¿Y quiénes reciben ese subsidio para que la tierra que
podría cultivar alimentos se use en la producción de etanol? Se
trata, por ahora, de cinco ingenios azucareros: Mayaguez, Manuelita,
Providencia, Incauca y Risaralda, todos ubicados en uno de los valles más
fértiles de Colombia, el del río Cauca, que abarca los
departamentos de Cauca, Valle y Risaralda. Esta región altamente
mecanizable se ha dedicado a la producción de caña de
azúcar, cultivo que desplazó a la soya, el algodón, el
maíz, el frijol y otros. Los ingenios decidieron invertir en
destilerías de alcohol después de que el gobierno les
garantizó un precio ligado al del azúcar en el mercado
internacional.
Por otra parte, en los últimos dos años estos ingenios
azucareros han enfrentado serios problemas laborales, al intentar, por varios
medios, reducir los salarios y prestaciones laborales de los corteros de
caña, a quienes quieren contratar en cooperativas, en vez de hacerlo
directamente, para negarles los beneficios que exige la contratación
colectiva con los sindicatos.
La primera consecuencia de usar alcohol como combustible es que el precio
del azúcar y la panela (una especie de bloque de azúcar morena a
medio procesar), productos que aportan más de 30% del consumo
calórico en la dieta de los colombianos, aumentó 75%. La euforia
del etanol, el cual ya está demostrado que tiene un saldo
energético negativo, es decir, que es más la energía que se
invierte en producirlo que la que genera, afectará la producción
alimenticia en Colombia. En el 2005 había 431.781 hectáreas
sembradas con caña de azúcar, cifra que muy probablemente se
disparó en el 2006 y que afectará los precios de los productos
agrícolas de consumo humano y animal.
Por otra parte, la inclusión del alcohol en la gasolina ha afectado
el funcionamiento del parque automotor. Según un estudio de la Facultad
de Ingeniería de la Universidad Nacional, el etanol aumentó 3% la
contaminacion, al elevar la temperatura interna de los motores. El estudio
también mostró que la eficiencia del combustible también
disminuía con el etanol, porque el alcohol se evapora más
rápido que la gasolina y, por tanto, se consume incluso mientras el motor
está apagado.
La mayor parte del parque automotor en Colombia todavía usa
carburadores, los cuales se ven seriamente afectados por el etanol, en especial
porque es muy difícil eliminar las pequeñas cantidades de agua que
conserva luego de pasar por el proceso de destilación. Lo único
que el gobierno podría alegar es que mejoró el ingreso de los
talleres de mecánica, que aumentaron de manera inesperada sus ingresos
desvarando automóviles, lavando tanques de gasolina, y organizando y
calibrando carburadores.
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