Iberoamérica
El LYM al Congreso mexicano:
‘No’ al TLC,
y ‘sí’ al NBW
por Laura Flores, miembro del LYM
El 9 de febrero una escuadra de organizadores del Movimiento de Juventudes
Larouchistas (LYM) participó en una reunión del Senado mexicano,
donde se debatía una “revisión” al Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN), con la presencia de senadores de
la Comisión de Desarrollo Rural, senadores invitados, diputados federales
y locales, embajadores y “expertos” en comercio internacional. Entre
los “expertos” estaban dos tipos que se mandó traer
directamente de las filas de los afiliados a la secta fanática del libre
comercio; de esos que nunca dejan de sonreír, aunque estén
diciendo que miles de trabajadores han tenido que emigrar y que la pobreza
está llegando a niveles no vistos.
‘¿Por qué no se va a
poder?’
El presidente de la Confederación Nacional Campesina (CNC), Cruz
Aguilar, mostró que aun es humano al afirmar que el libre cambio no ha
hecho más que empobrecer a millones de mexicanos. Sin embargo, su
problema fue el de siempre, al salir con que “el libre comercio es
inevitable, pero podemos protegernos haciendo reformas”.
Otro orador puntualizó que las “grandes exportaciones”
de hortalizas de las que hablaba uno de los “expertos”, Jaime
Zabludovzki, se daban en regiones industrializadas que pertenecen a una
pequeña élite que tiene acceso a los sistemas de riego, mientras
millones de campesinos que dependen del temporal no tienen ningún apoyo:
“¿Dónde están los programas del gobierno para el
campo?. . . ¡El campo está en ruinas!” Otro
participante abundó: “El TLCAN benefició mucho a pocos, y
dañó mucho a muchos”.
Por su parte, Zabludovzki dijo que él también estaba
preocupado, pero que era un error culpar al libre comercio, que la pobreza era
un problema anterior, y que para resolverla, lejos de desechar el tratado,
debían abrirse por completo las fronteras.
Cuando salía, una joven del LYM lo alcanzó y le dijo:
“Quiero preguntarte: ¿creíste lo que les acabas de decir?
¿Cómo lo logras, cómo puedes dominar tus nervios para mentir
así en público? ¡Es admirable!” El
“experto” respondió con cinismo: “Igual que
tú”, y salió huyendo.
El ambiente era de pesimismo, de resignación ante lo inevitable.
Sólo un viejo diputado estuvo a la altura, Alfredo Ríos Camarena,
cuando dijo que el Senado tenía la autoridad de desechar tratados cuando
iban contra los principios de la Constitución. “Yo soy uno de esos
viejos dinosaurios a los que todavía les importa la nación, y creo
que si el Presidente [Felipe Calderón] no quiere revisar el tratado,
¡no nos importa lo que diga el Presidente! ¡El TLCAN es
anticonstitucional! Hay quien dice que no se puede, pero, ¿por qué
no se va a poder? Este sistema se basa en la usura criminal de una élite,
y los senadores tienen que asumir su papel histórico en derrotar estos
crímenes”.
Cómo sobrevivir a Laputa
En medio de esto, una joven del LYM se levantó para decir: “El
problema es que se han estado haciendo la pregunta incorrecta. La pregunta no es
cómo vamos a sobrevivir dentro del libre comercio. Han estado discutiendo
como si le dieran a una mujer violada analgésicos y cursos de autoestima,
en lugar de decirle que denuncie a su violador. Esto parece un regreso a
nuestras raíces aztecas, donde están sacrificando seres humanos a
los dioses del mercado. Pero, ¿qué es el mercado? Quizá su
mamá les dijo que iba a venir ‘el mercado’ en vez del
‘coco’, pero les tengo una noticia: ¡no existe!. . .
Los senadores tienen que recordar lo que significa servir a una nación,
asumir su papel en la historia, pero no en el basurero de la historia. Los
jóvenes necesitamos un futuro, y eso no nos lo va a dar la
economía de las finanzas, sino la economía
física, la industria. ¡Cuántos hay que quisieran estar
en una posición de influencia para cambiar las cosas, y no lo
están! Pero los senadores, ustedes, [lo] están. . . La
globalización ya se acabó, está muerta”.
Cuando le pidieron que planteara una propuesta concreta, la larouchista
dijo con decisión: “Un Nuevo Bretton Woods, un modelo de naciones
soberanas”.
Luego, al acercarse al viejo diputado nacionalista, éste le dijo:
“Yo conozco muy bien a los larouchistas”. Afuera, otro senador le
pidió: “Envíame información importante, estoy
contigo”. También se repartieron ejemplares del preámbulo a
la Constitución mexicana (ver nuestra edición del Prometeo, de la 1a quincena de febrero de 2007, en formato PDF) que propone el LYM, pero el presidente de la
comisión se puso más que histérico: “¡Toda
relación ha quedado rota, no quiero volver a hablar con ustedes, no soy
un don nadie para que me hagan esto! Yo conocía a esta
organización, pero no eran así, no eran provocadores”. Los
del LYM le respondieron que era muy poco valiente cortar la relación, si
de verdad quería hacer algo para solucionar esta crisis, pero no pudo
hablar más porque los guaruras lo metieron de un empujón al
elevador.
Así fue como el LYM sobrevivió a su encuentro con los
habitantes de Laputa, que debatían sobre el libre comercio.
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