Reportaje especial
Le aguan a Gore su gira por
Europa
por Mary Burdman
“Estoy orgulloso de ser asesor del Gobierno del Reino Unido”,
se jactó el ex vicepresidente estadounidense Al Gore el 12 de marzo, en
una entrevista con el canal de televisión U.TV de Londres. Durante su
reciente gira europea por Dinamarca, Bélgica, Inglaterra y Escocia, Gore
se desplegó como mercenario del ministro de Hacienda británico
Gordon Brown, el hombre que ha presidido la explosión de la enorme
burbuja de los derivados, las hipotecas y la deuda privada con centro en Londres
—la más grande de la historia británica— durante sus
10 años en el Gobierno laborista.
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El movimiento de LaRouche le da la bienvenida a Gore a Copenhague el 13 de
marzo. (Foto: Michelle Rasmussen/EIRNS). |
En octubre de 2006 Brown nombró a Gore “asesor especial del
gobierno sobre el cambio climático”. Un título más
preciso sería: asesor sobre cómo crear los siguientes fondos
especulativos “langosta” con la gran mentira del
“calentamiento mundial”. El 14 de marzo Gore se presentó en
Edimburgo en su calidad de asesor especial del gobierno y presidente del fondo
especulativo Generation Management de “Blood y Gore” (que en
español literalmente quiere decir “Sangre y Destripadero”),
para pedirle a la Asociación Nacional de Fondos de Pensiones (ANFP) de
Gran Bretaña que apueste las pensiones de la nación en la burbuja
del “mercado de carbono” que él, Brown y la City de Londres
están desesperados por echar a volar antes de que el sistema financiero
entero reviente. Con la burbuja estadounidense de la vivienda a punto de caer al
abismo, tienen pocas probabilidades de lograrlo.
La verdadera misión de Gore, como mostraron sus discursos en
Copenhague y Edimburgo, es cederle a las langostas lo que resta de la
economía de Estados Unidos. El próximo gobierno, dice,
estará “comprometido” con la farsa del calentamiento mundial.
El verdadero propósito de lo que sólo puede calificarse como
“terrorismo” climático, será esgrimir este fraude para
imponer el mismo “estado de excepción” que los nazis
anunciaron cuando tomaron el poder en Alemania, como acaba de advertirlo el
diario alemán Die Welt. Esta pandilla no sólo anda
detrás de las pensiones; está usando la propaganda verde contra
toda una generación de niños, del modo que se usó a Godzila para asustar a los jóvenes sesentiocheros con la era
atómica. The Scotsman informó el 23 de febrero que, en un
estudio reciente, el miedo exagerado al calentamiento global le quita el
sueño a la mitad de más de 1.000 niños británicos de
entre 7 y 11 años de edad. No es coincidencia que el Gobierno
británico proyecte el fraude cinematográfico de Gore, “Una
verdad incomoda”, en todas las escuelas del país.
Gore tuvo una intervención particularmente vil el 8 de marzo en
Bruselas, en la víspera de la reunión cumbre sobre energía
de 27 naciones de la Unión Europea, que la canciller alemana
Ángela Merkel sumergió en las profundides de la demencia del
“cambio climático”. Gore participó como orador en el
Congreso y Exhibición de los Mercados Mundiales de Biocombustibles. Le
anunció a los periodistas: “Estoy tratando de que mi país
cambie su política, pero, mientras tanto, la Unión Europea es
absolutamente decisiva en ayudar a que el mundo haga el cambio necesario”.
Merkel le dijo al Financial Times de Londres: “No será
fácil, pero por eso la Unión Europea tiene que comprometerse ahora
y ponerse a la vanguardia”. Con el apoyo británico, español
e irlandés, embutió su programa para comprometer a los
países de la Unión Europea a reducir la emisión de gases de
invernadero en 20% para el 2020, de los niveles de 1990, y 30% si se suman otros
países industrializados y emergentes.
Esta locura contempla el compromiso de producir un 20% de energía
“renovable” con los costosos fraudes eólico, solar (en la
lluviosa Europa) y maremotriz, entre otros, y, a pesar de cierta renunecia de
Francia, la República Checa y Eslovaquia, estas drásticas cuotas
excluyen la limpia energía nuclear. Las consecuencias —de
aplicarse— arrasarán con lo que queda de la industria europea. El
siguiente paso será presentar este plan en la reunión del G8, a
realizarse el 9 de junio en el norte de Alemania.
Les aguan el fraude
Sin embargo, los fabianos del Partido Laborista no son la única
fuerza en Gran Bretaña. El 8 de marzo el Canal 4 de la televisión
británica presentó el muy bien elaborado documental “La
estafa del calentamiento mundial” (ver editorial). Lyndon LaRouche, el
director fundador de Resumen ejecutivo de EIR, afirmó que esta
película es obra de una facción clave de la intelectualidad
británica, que no sólo sabe de ciencia, sino también de
historia. En los 1920 Gran Bretaña apoyó a otro movimiento
“verde”, a las viejas pandillas “Wandervogel” que
se convirtieron en el partido nazi. Su apoyo al fascismo en Alemania condujo a
Gran Bretaña y al mundo entero al desastre. Este grupo sabe que no puede
permitírsele a Gran Bretaña apoyar otra vez el fascismo, esta vez
encabezado por Al Gore, Gordon Brown y los de su calaña.
Gore sintió tan cerca la candela del documental del Canal 4,
que lo atacó de manera directa en el discurso que dio en la ANFP, al
tildarlo de “seudociencia para entretenimiento”, dizque en contraste
con su propia fantasía hollywoodense. El secretario de Medio Ambiente
británico David Miliban, testaferro de la “generación
sándwich” de los fabianos, también lo atacó al alegar
que, “la ciencia [del calentamiento mundial] es un hecho, y hay
consenso”. Según su página electrónica, Miliband
desplegará a científicos del Departamento de Medio Ambiente y
Asuntos Rurales para tratar de contrarrestar la influencia de “La estafa
del calentamiento global”.
También hay inquietud en otras partes de Europa. Peter Struck,
presidente de la facción parlamentaria socialdemócrata de
Alemania, dijo en una entrevista en el tabloide Bild am Sonntag el 11 de
marzo: “Apoyo completamente las advertencias contra la histeria
climática”. De pronto, el “clima” es el tema de todo el
mundo, y temas tales como el desempleo en Alemania han perdido importancia, dijo
Struck. Cabe notar que tres días antes Struck había organizado que
los parlamentarios del SPD vieran el “documental” fraudulento de
Gore. Al día siguiente el periódico por lo general neoconservador Die Welt publicó una advertencia muy sobria sobre lo que puede
hacer la propaganda. El miembro del consejo editorial Thomas Schmidt
escribió: “En otras palabras, el tema del clima por fin crea el
mismo estado de emergencia para el que los derechistas y los izquierdistas, al
igual que los amigos ecologistas de Carl Schmitt, hubieran querido conseguir
autorización”. Carl Schmitt fue el ideólogo jurídico
y “jurista de la Corona” del régimen de Hitler, cuyos
escritos justificaron las medidas de emergencia del Estado policíaco de
Hitler.
Otro que se opone es el Gobierno de la República Checa, que necesita
con urgencia energía nuclear para sobrevivir. El presidente checo Vaclav
Klaus causó escozor el 9 de marzo al atacar a los ambientalistas
radicales: “Detrás de su ideología ‘amistosa’,
lo que pretenden es cambiar la naturaleza del planeta. . . Presentan
sus guiones catastróficos para cambiar nuestro mundo, y eso es muy
peligroso. . . No es ciencia, sino la encarnación de una
ideología, de una religión. . . Tienen una noción
confusa del concepto de ‘recursos’, y transpiran una alta dosis de
pesimismo maltusiano. . . Sus políticas nos regresarán
décadas atrás y amenazan nuestra prosperidad”. Y sobre Al
Gore, dijo: “Quizás sólo Al Gore esté diciendo algo
así; ninguna persona cuerda puede hacerlo”.
El nuevo imperio
La estafa de los “bonos de carbono” lleva algunos años
cocinándose, con la City de Londres a la cabeza y las naciones europeas
siguiéndola como ovejas. Un artículo revelador del conservador Daily Telegraph de Londres del 14 de marzo informó que a lo que
Gore le tira en realidad es al “floreciente mercado de las
emisiones”. Tom Stevenson escribió que Gore “puede oler una
tendencia”, y que “la compraventa de carbono es el gallo más
fuerte del momento”.
El 12 de marzo Gordon Brown le dijo a la Alianza Verde que quiere hacer de
Londres el centro de un nuevo “mercado global del carbono”. Al citar
el sensacionalista informe de sir Nicholas Stern, de que “el calentamiento
mundial nos ahogará a todos”, mismo que Brown publicó en
octubre de 2006, el Ministro dijo que Gran Bretaña puede encabezar
“iniciativas” sobre el cambio climático “con la
creación de nuevos mercados. Como dijo Nick Stern, la compraventa de
emisiones puede canalizar flujos significativos de inversión a los
países en vías de desarrollo. Ambiciono construir un mercado
global de carbono fundado en el Plan de Intercambio de Emisiones de la
Unión Europea y con eje en Londres. Hoy valorada en apenas 9 mil millones
de dólares, la compraventa de emisiones podría crecer a entre 50 y
100 mil millones. Así que ahora impulsaremos esto con una conferencia
internacional auspiciada por Londres, para debatir cómo vincular planes
en diferentes países y ampliar el comercio con las naciones en
vías de desarrollo, para convertir este sistema en crecimiento en una
fuerza global de cambio”. Naciones como “China, Brasil,
Sudáfrica, India, México y otras” serán blanco de
este pretendido nuevo imperio “ambiental”.
Brown citó al imperialista secretario de Relaciones Exteriores
George Canning, quien a principios del siglo 19 alegaba haber creado “el
nuevo mundo para restablecer el equilibrio del viejo”, para él
mismo pedir otro “nuevo orden” ambientista fundado en la
interdependencia global. Todo el “sistema de instituciones internacionales
posterior a 1945 necesita con urgencia una reforma para un mundo de 200 Estados
y una economía global que ahora también tiene que proporcionar una
administración ambiental global”, dijo Brown. “El mes que
entra el Reino Unido procurará integrar el cambio climático al
programa del Consejo de Seguridad”, dijo. Y, “al centro de estas
nuevas instituciones globales debe haber una Europa global que trabaje
más unida. Y permítanme decir que las decisiones que se tomaron la
semana pasada son un testamento del liderazgo del Reino Unido en
Europa”.
Un día después, David Miliband presentó el proyecto de
ley del Cambio Climático del Gobierno laborista, con lo que el Gobierno
británico sería el primero en darle fuerza legal a una
reducción drástica —de 60% para 2050— de las
emisiones.
La City de Londres se puso a la vanguardia del “comercio de
carbono” desde 2002, con un plan de 215 millones de libras esterlinas para
que las empresas reduzcan sus emisiones, informó The Telegraph. Apoyándose en esto, Louis Redshaw, jefe de mercados ambientales de
Barclays Capital, dijo: “Cuando el Plan de Intercambio de Emisiones
europeo (PIE) surgió en 2005, automáticamente fue negocio”.
El PIE representa más de 60% del volumen de carbono comerciado en el
mundo y 80% de su valor, escribió The Telegraph. La cantidad de
“carbono” negociado este año podría ascender a 2.400
millones de toneladas, de las 1.600 millones del año pasado y las apenas
799 millones de 2005. La compraventa de emisiones alcanzó un valor de 20
mil millones de euros el año pasado, y el de los mercados de carbono se
estima en otros 20 mil millones.
Muchas maquinaciones se han hecho para echar a andar la burbuja de carbono,
como indica el reportaje de The Telegraph: en la primera fase del PIE, de
2005 a 2007, la mayoría de los Estados de la Unión Europea
sobreestimaron sus emisiones, de modo que el superávit del mercado
bajó los precios del carbono a menos de 33% de su tope de hace un
año. Pero la siguiente fase, mucho más estricta, se
emprenderá en 2008. La reducción drástica de las emisiones
permitidas obviamente se calculó para disparar los precios y que los
especuladores hicieran su agosto. Algunos de los bancos de inversión
más grandes del mundo, como Goldman Sachs y Morgan Stanley, están
involucrándose, informó The Telegraph, y acaba de
inaugurarse un nuevo banco, el Climate Change Capital, con mil millones de
dólares.
Londres es “la sede del canje de carbono”, pero Gore quiere
hacer algo grande de esta burbuja en EU, lo que le daría a las langostas
de Londres todo un nuevo campo para devorar. En Edimburgo, Gore dijo que los
administradores de los insolventes fondos de pensiones del mundo deben pensar en
“el mayor reto para la humanidad”, el cambio climático. Esto
significa ver cómo “integrar de manera sistemática”,
lo que equivale a especular con “la crisis climática” a la
hora de decidir sus inversiones. Pero más allá de la bulla sobre
las inversiones “sustentables”, el meollo del rollo de Gore, como el
que se aventó en Copenhague el 13 de marzo, es que iba a hacer todo lo
posible por asegurar que el próximo Gobierno presidencial de EU adopte la
estafa de lo del clima. Gore atacó a quienes alega son “miembros
medulares del círculo íntimo” del Gobierno de Bush, por
“resistirse con fiereza a cualquier iniciativa de enfrentar las emisiones
de carbono. Es mucho más probable que el próximo gobierno, ya sea
demócrata o republicano, adopte una posición diferente sobre el
procedimiento de Kyoto.
“Ahora vemos un verdadero momento de viraje en el futuro no muy
lejano, que afecta la próxima elección presidencial en EU.
Traerá un nuevo gobierno de verás comprometido con esto”,
afirmó Gore. Los inversionistas institucionales, como los fondos de
pensiones, son “los actores clave en ayudar a definir la condición
general de nuestra economía y nuestra civilización industrial o
posindustrial”, dijo, y disponen de mucho más dinero que los
gobiernos.
En un verdadero estilo alvin–toffleriano, Gore barbulló sobre
“una era de la historia que nos embiste de modo muy repentino, que ha
sufrido ciertos cambios que en el pasado hubiéramos relacionado con
ciclos de largo plazo, pero que en realidad ocurren más rápido de
lo que hubiéramos esperado hace unos cuantos años”. Y
agregó: “La crisis climática es por mucho, en mi
opinión, el más importante de ellos”.
Los inversionistas tienen que ver “las consecuencias del embate de
esta crisis climática. Hay muchos, muchos negocios cuyos planes se ciegan
a las consecuencias que tiene en el carbono lo que hacen. Si en verdad inviertes
a largo plazo, entonces es fácil y más rentable integrar a
plenitud los factores sustentables en tu análisis. Tenemos todo lo que
necesitamos para hacer esta transición, con la posible excepción
de la voluntad de actuar, pero la voluntad es un recurso
renovable”.
Hay algo podrido en el Estado de Dinamarca
Es probable que Gore esperara una visita tranquila a Dinamarca, adonde lo
invitó su admiradora la ministra de Medio Ambiente Connie Hedegaard. Pero
no todo fue miel sobre hojuelas. Al tiempo que la élite ecológica
danesa lo felicitaba por su discurso del 18 de enero en Copenhague, los
simpatizantes de LaRouche en el Instituto Schiller de Dinamarca cantaban
cánones en los que atacaban sus payasadas políticas y su fraude
del aire caliente. Gore estaba demasiado nervioso como para concederle una
entrevista al periódico Jyllands–Posten, en tanto que la
televisión danesa no sólo pasó al aire la protesta del
instituto, sino también una entrevista con Eigil Friis–Christensen
del Centro Espacial Nacional de Dinamarca, sobre el fraude del calentamiento
global.
Gore regresó el 6 de marzo, esta vez a Frederiksberg. Allí se
topó con más problemas. El orador que lo
acompañaría, Michael Gorbachov, canceló, y los
organizadores no sólo tuvieron que devolver la mitad del valor del
boleto, sino que terminaron regalando entradas a los jóvenes en las
universidades locales, en un esfuerzo infructuoso por medio llenar siquiera el
auditorio. Al fin, el 13 de marzo, Gore llegó para hablar sobre el
“Panorama del Mercado del Carbono, 2007” en Copenhague. Aquí
de nuevo exigió en su contrato que no asistiera la prensa a escuchar su
discurso. De nada le sirvió. La conferencia recibió el saludo de
los miembros del Instituto Schiller con una manta enorme que rezaba,
“LaRouche: las mentiras de Al Gore acarrean genocidio”, al tiempo
que distribuían impresos con el título de “Londres propaga a
Blood y Gore” (Sangre y Destripadero, por la traducción de estos
dos apellidos al español). A muchos en el público les
encantó la intervencion.
Tom Gillesberg —desde Copenhague— y William Jones
—desde Washington— contribuyeron a escribir este
artículo.
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